miércoles, 22 de septiembre de 2021

SINCERICIDIO PRIMAVERAL:

DETRÁS DE SU MÁSCARA PROGRESISTA,

EL KIRCHNERISMO ES MENEMISMO








En sintonía con aquel mandatario riojano que confesó sin sonrojarse que si hubiera expresado francamente el rumbo de su gestión no lo hubiera votado nadie, nuestro actual presidente prometió en campaña - entre otras cosas - que metería plata en el bolsillo de lxs argentinxs, que volvería el asado, y que sería receptivo ante eventuales demandas de rectificación de rumbo.

Resulta un insoslayable y funesto lugar común que, a poco de iniciar su mandato, se vio en medio de una peste global de dimensiones bíblicas. 

Lo que no es atribuible a semejante desgracia es privilegiar de hecho el saldo de la deuda externa por encima del de la deuda interna, recular en chancletas al cabo de amenazar con la expropiación del monopolio agroalimentario Vicentín, fomentar la megaminería a cielo abierto, coquetear con la idea de montar megafactorías porcinas (altamente contaminantes) para exportar a China en medio de una emergencia sanitaria, pedir un tímido “bono contribución” por única vez a lxs dueñxs del país - que se la siguieron llevando en pala - mientras la cifra de muertxs por COVID superaba los 100.000, no definirse categóricamente ante la causa nacional de la Hidrovía o la alarmante sequía del Paraná, en fin, seguir ajustando el cinto del pobrerío en medio de una cuarentena sin siquiera postergar hasta nuevo aviso la celebración de un cumpleaños sin barbijo en la residencia presidencial de Olivos.

Antes de ensayar chamuyo flaco, entonces, para explicar la migración de votos a la izquierda parlamentaria o a la derecha procesista, correspondería cuestionarse si todo lo antes descripto puede interpretarse como la orientación de un gobierno peronista.

Adscribir pues al posibilismo como pensamiento de época, encerando el hacha del verdugo para que no sospeche que se alberga alguna vocación de cambio, solo conduce a chocar la calesita haciéndose acreedor al catastrófico resultado de las últimas elecciones de medio término.

El escenario posterior ya fue elocuentemente descripto en declaraciones del propio hijo de quien cada vez más desembozadamente maneja los hilos detrás del trono (“planilla Excel no puede contra heladera vacía”), tanto como por una editorial de la Revista Crisis (“de la grieta a la fractura expuesta”)

Desde los medios hegemónicos, un discurso “seisieteochista” se empeñó en defender la supuesta intención radicalizadora que contendría la carta de la Vicepresidenta, pretendidamente hecha pública para sacudir a un gobierno “pecho frío”, mientras que la contraparte adujo que el lógico proceder de todo frente que se precie de tal pasa por “lavar los trapitos sucios en casa”.

En todo caso, el daño ya está hecho, y bien puede que quienes aguardan la foto de la concordia entre el dueño de la lapicera y la dueña de los votos deban armarse de paciencia.

Lo cierto es que la urgente demanda de cambios contenida en la misiva de referencia no se hizo esperar, y a vuelo de pájaro, sin pretensión totalizadora, podemos consignar que entre los flamantes funcionarios revista un ex gobernador feudal y antiabortista indirectamente ligado al titular de la OEA - el Virrey Luis Almagro -, un amigo de las patronales del campo simpatizante del Opus Dei, y un cómplice político de la Masacre de Avellaneda, seguramente designado en reemplazo de la ministra garantista renunciante, en previsión de los nubarrones que en el horizonte del humor social anuncian inminentes tormentas.

Hablando en criollo, mientras el gobierno se llena la boca desmintiendo que la sociedad se haya derechizado, sale con los tapones de punta dispuesto a neutralizar a la derecha con más derechización. 

Como saldo de las tensiones descriptas cabría destacar que, en el universo de las organizaciones sociales oficialistas, el flagrante desencuentro entre el Movimiento Evita y La Cámpora promete nuevos y apasionantes capítulos de esta saga digna de Netflix. 

Mientras que, en el terreno de las organizaciones sociales críticas del modelo, corresponderá debatir a fondo qué es más redituable, si votar “de chiquilín te miraba de afuera” a la izquierda amiga de C5N que hace bulla en las calles para disputar un modesto escaño en el mundillo de los garcas, o dejar de mamar de la teta del Estado, generando autogestivamente una economía no capitalista aquí y ahora en cada barriada. 

Para que este gobierno que solo otorga beneficios económicos cuando se viene la noche y promete transformar planes sociales en trabajo genuino, mientras el mundo debate la reducción de la jornada laboral, se meta de una buena vez sus promesas en el orto.- 

 

JORGE FALCONE

lunes, 13 de septiembre de 2021

Volver al amarillo

EL SALARIO REAL COMO GRAN ELECTOR

(Y UNA CLASE MEDIA QUE SE RESISTE A DESAPARECER)














“Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos...
Que no quiero que me arrullen con cuentos;
Que no quiero que me sellen la boca con cuentos;
Que no quiero que me entierren con cuentos;
Que vengo de muy lejos
y sé todos los cuentos”.

León Felipe,

poeta republicano español.

  

Hace tiempo que el mundillo político - institucional se viene reduciendo como un antiácido en un vaso de agua. 

Aunque la gran lobotomía social perpetrada por los genocidas sobre nuestro pensamiento crítico nos haya despojado mayoritariamente de insumos para leer con agudeza las grandes transformaciones contemporáneas, procuraremos aportar una pizca de cordura para contribuir aunque más no sea en una modesta medida a que no cunda entre lxs propixs la sensación que parece invadir al oficialismo, acerca de que habría que enviar prestamente a mujeres y niños a los botes porque se hunde el Titanic. 

El agotamiento gradual de las democracias formales es un hecho incontrastable tanto en nuestra latitud como en el resto del mundo: Seis meses de depredación macrista bastaron para voltear el castillo de naipes que supuso la “Década ganada”, al campeón del tiempo ocioso no le alcanzó para ser reelecto con echarle la culpa a la “pesada herencia” K, y a este presidente - comodín (con el que se pudo ganar una elección pero no se puede gobernar) no le alcanza con echarle la culpa a la pandemia… y sigue la noria: En conclusión, aunque pocxs lo perciban aún, este capitalismo del caos es absolutamente incompatible con las más elementales formas democráticas. O, hablando llanamente, la política demoliberal no da para más, y hay que comenzar a militar un nuevo contrato social capaz de apuntar a una Asamblea Constituyente que con plena participación popular de lxs nuevxs actores sociales que ha venido generando de un tiempo a esta parte el neoliberalismo restaure la gobernabilidad perforando el bajísimo techo establecido por los partidos políticos tradicionales.

Porque  esa política formal rozagante que exhiben los afiches de campaña - lifting y botox mediante - está demasiado lejos del guachín que se rescató de la merca y cambió salir de caño por un delivery de pizzas caseras. Entonces, parafraseando al cantautor cubano Pablo Milanés, llegó la hora de cantarle también a ese pibe  “el poeta eres tú”. 

Hoy existe un abismo infranqueable entre lxs candidatxs y lxs excluídxs sociales, una muralla que no les permite acercarse, ya que las mayorías reales no entienden el lenguaje de los focus groups.

Detengámonos un instante a pensar qué significa, hoy, hablar de “república” o “democracia”. ¿Es pertinente seguir otorgándole a esos términos el mismo sentido que tenían en la antigua Grecia, u ocurre más bien que urge reinterpretarlos? En todo caso en ese debate estamos en falta. Los discursos de campaña sólo son chamuyo flaco. 

A estas horas lo único nítido es que el voto bronca superó a la abstención, que el Primer Mandatario comienza a ver diluirse sus posibilidades de un segundo mandato en 2023, que - sumando sus numerosas colectoras - Juntos por el Cambio vuelve a constituirse como primera fuerza nacional, que hay un electorado que comienza a migrar del bipartidismo para explorar opciones como la izquierda o el neo videlismo (fuerza que hizo una gran elección en CABA), y que, computando el caudal de votos de oficialismo y oposición, al igual que en otros países de la región - Perú por caso - el futuro inmediato no parecería augurar demasiada estabilidad institucional.

Reparemos en el clima de velorio que a estas horas campea en la Casa Rosada. Se comieron la curva creyendo que los zafaría la AstraZéneca, la SinoFarm, o la Sputnik. . 

Como también forman parte de esa Argentina exclusivamente para clase media a la que aspira Patricia Bullrich, ya se les cayó la careta electoral y solo atinan a balbucear que “la culpa es de la gente”. 

Compraron su propio verso de una “grieta” bipartidista que les aconseja afirmar que el cuco está enfrente, sin embargo son la misma mierda. Porque la única grieta real es entre pueblo y oligarquía. Sólo que este último factor acostumbra a “tirar la piedra y esconder la mano”. Por eso continúa viajando en los charters presidenciales, mientras su antiguo brazo ejecutor se pudre - por ejemplo - en el Penal de Marcos Paz (de donde salió la orden de desaparecer por segunda vez al patriota Jorge Julio López) 

Tal como lo consignara el portal Matanza Viva, lxs promotorxs del mal menor “se quedaron cortos con la pauta oficial y el bolsillo del Estado, también con su lógica maccartista y el ya célebre ‘le estás haciendo el juego a la derecha’, mientras la inmensa mayoría estira los paquetes de arroz y fideos para bancar la economía que se clava como una daga en las costillas. Tampoco alcanzaron las consignas artificiales y livianas a la medida de redes sociales de una sociedad cada vez más despolitizada y micro fascista, y mucho menos su militancia de mouse y teclado. Se quedaron cortos, muy cortos. ¿Será que Tolosa Paz es tan cheta como María Eugenia Vidal y Sergio Berni es igual de payaso que Javier Milei? ¿Quién confunde a la gente? ¿Acaso el hambre y el dolor de estómago es una sensación cuasi golpista? ¿No tener laburo y endeudarse es ser un idiota que no está a la altura de su proyecto popular? Los que hoy vuelven con caras largas ayer no se ponían colorados cuando desalojaban con topadoras a balazos barrios como el de Guernica, o cuando su propia bonaerense era verdugo de Facundo Castro, Lucas Verón y tantos otros pibes y pibas. Mucho menos cuando en la jeta le refregaban sus privilegios de clase en medio de las restricciones y vacunaban a sus amigos y festejaban en banquetes privados. Jamás se ruborizaron cuando barrieron la mugre debajo de la alfombra”.

“La verdad de la milanesa”, entonces, está bien lejos de los “Gato” Sylvestre o los Roberto Navarro que se desgañitan arengando a una clientela cautiva. La tienen re clara los pueblos de Andalgalá, Esquel o Jáchal, que resisten a diario los avances de la megaminería en sus territorios. 

La saben lunga las más de 15.000 familias que cultivan agroecológicamente, que sin acceso a la tierra ni ayuda del capital sojero sostienen formas de producción y de vida semejantes a la Justicia Social. 

Lo entienden las madres, los padres, lxs hermanxs y lxs hijxs de víctimas del gatillo fácil, la trata o los femicidios, que construyen redes horizontales para gritarle al Estado que algunas cosas no funcionan como se cree desde los despachos.

Lo ve cotidianamente la Primera Línea de las compañeras que sostiene incontables ollas populares imitando el milagro de multiplicar los panes para contener con titánico esfuerzo los vacíos que dejan el mercado y los programas asistenciales. Lo saben los pueblos originarios, que deben soportar el despojo territorial, el maltrato y la violencia por parte de instituciones muy parecidas a los conquistadores de Nuestra América.
 

Muy a pesar de ese rito electoral inconciliablemente divorciado de la esperanza, la política verdadera está en otra parte.

Hay pues una montaña de dolores acumulados. No solo furia que impulsa a descreer de la mascarada democrática. No se trata sencillamente de bronca, emperramiento, ni burrada porque seamos ignorantes. Impugnar esta farsa suicida exige revisar a fondo nuestra vida cotidiana, además de tener bien presente las masacres, traiciones e indignidades que una y otra vez, por diferentes medios se perpetran tanto como se intentan escamotear.

No es del todo sencillo desentumecerse y tomar nota de ese día a día que solo  proporciona indignidad y sobras para vivir. Una fábrica de ilusiones destinadas a aumentar la frustración, garantizando que la calesita de las promesas incumplidas nos arrebate la potencia, la imaginación y las ganas de seguir luchando para vivir de un modo más humano. Sabemos que desentumecerse subleva y fastidia… pero también impulsa.  

Ellxs volverán a interpelarnos con su célebre “¿y ustedes qué proponen?”, y nosotrxs volveremos a responder una y otra vez con el lema zapatista “un mundo donde quepan todos los mundos”. 

Porque la lógica imperante solo luce su disfraz de gala en tiempos electorales. Exhibe sus charreteras odiantes y ninguneadoras, muestra el culo solo por el placer de cuidarlo, endulza para seguir comiéndose la torta, promete “inclusión” con su panza llena y “sensible” con lxs cabecitas negras, simula que si “la” izquierda incrementa su caudal de votantes “al menos va a denunciar algunas cosas desde adentro”. Pero ese adentro es el vientre de un tiburón. 

En conclusión, repetiremos hasta el hartazgo que ni nuestros sueños ni nuestros dolores caben en sus urnas. Porque aspiramos a otra manera de vivir.  

Hoy más que nunca, “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.-

  

JORGE FALCONE 

miércoles, 1 de septiembre de 2021

LO ELECTORAL COMO RITO 

DIVORCIADO DE LA ESPERANZA 



“Instituciones e ideas como el saber, el trabajo, la familia, el esfuerzo (…) han dejado de resultar trascendentes. Nadie cree más en ellas. Sin embargo, el sistema funciona, las instituciones continúan. Pero lo hacen en el vacío. Solo por inercia (…) Y esta misma apatía que todo lo neutraliza aparece en el campo político, donde los porcentajes de abstención en la participación electoral no hacen más que crecer. Los partidos políticos interesan a la población de la misma manera que el pronóstico meteorológico o los resultados deportivos. La política también ha entrado en la era de lo espectacular, liquidando el rigor y la ideología. Y allí es donde ocupan su lugar protagónico los medios”. 

Gilles Lipovetsky.

“La era del vacío”

  

Si algún tema preocupa en el ámbito de la gran política, es cuál será la configuración que adquirirá el sistema - mundo en ciernes durante esa postpandemia que la inmunidad de rebaño permite avizorar.

 

Como se sabe, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de Naciones Unidas ha proporcionado algunos datos relevantes al respecto, en su reciente informe sobre cómo el calentamiento global cambiará nuestro planeta en las próximas décadas. Se trata del análisis de más de 14.000 artículos científicos, el más completo hasta la fecha. Según las conclusiones de los científicos, las emisiones continuas de gases de efecto invernadero podrían quebrar un límite clave de la temperatura global en poco más de una década. También creen que "no es posible descartar" una subida del nivel del mar que se acerque a los 2 metros a finales de este siglo. 

Dicha información ha generado que numerosas personalidades de nuestro país estén solicitando a viva voz un cupo socioambiental en los hasta ahora irrelevantes “debates” a que nos tienen acostumbradxs en tiempo de elecciones. 

Quienes peinamos canas aún conservamos el recuerdo fresco del entusiasmo que despertara ejercer el voto al cabo de casi 8 años de gobierno de facto. Muchxs hasta asistieron al comicio con sus hijxs, para que estxs conocieran qué era una urna y qué un cuarto oscuro. 

Cierto es que, derrotado en el mundo y aquí el proyecto revolucionario que campeó en los años 60 y 70s, no nos dio la nafta para expulsar a los genocidas imponiendo las reglas de juego de una democracia social y participativa, sino que la transición estuvo signada por un pacto de gobernabilidad entre los personeros del golpe y la partidocracia que aún rige nuestros destinos, lo cual facilitó la retirada ordenada de los primeros, hasta que los Juicios de la Verdad llevaron a desfilar por los tribunales a algunos verdugos, librados a su suerte por esos grupos económicos de la oligarquía que ordenaron un baño de sangre a fin de lobotomizar la conciencia crítica de nuestro pueblo y atar la suerte de la Nación al  Nuevo Orden Internacional en gestación. 

Pero, aún así, a considerable distancia de tales “sutilezas”, para la mayoría de la población las elecciones del 30 de octubre de 1983 fueron una fiesta. 

Hoy, en todo el orbe ha predominado un capitalismo apocalíptico que desprecia a los Estados Nacionales y se fortalece en el caos e irrespeto por cualquier tipo de institucionalidad, indiferente a que tal modus operandi enfrente a nuestra especie con la posibilidad cierta de su extinción en un plazo no remoto.

En nuestro país, a 37 años de la recuperación del orden constitucional, período en el que ha  desfilado por la Casa Rosada prácticamente todo el arco político existente (con primacía del peronismo, aquel movimiento nacido bajo la promesa de redimir al pobrerío), está a la vista que con la democracia - “el mejor de los sistemas posibles” - no se come, no se sana, ni se educa.

Y, aunque no siempre alcance con un botón de muestra, la información suministrada por la Junta Electoral de Corrientes acerca de las recientes elecciones provinciales a Gobernador, senadorxs y diputadxs provinciales, algo dice respecto del humor colectivo. Escrutado el 99% de los votos, los resultados fueron los siguientes: 

A gobernador: 


Padrón provincial

868.259 


Votaron

568.334

65.46% Total Padrón Provincial 


No votaron

299.925

34.54% TPP


Blanco

40.070

4.61%  TPP 


Nulos

31.284

3.60%  TPP

 

Eco + Vamos Corrientes

(Ucr / JxC)

461.209

53.11%  TPP

 

Frente Corrientes con Todos

(FDT)

139.669

16.08%  TPP

 

No voto + blanco

330.995

39.15%   TPP

 

No voto+blanco+nulos

371.279

42.76%  TPP 

Vale la pena aclarar que estos indicadores no apuntan a tensar ninguna “grieta” - en la que por otra parte descreemos - sino a poner de relieve el creciente desencanto con la política institucional, que últimamente también se verificó en Salta y en Córdoba. 

Desde luego que consideraciones como estas suelen hacerse acreedoras a que quien las esgrime sea acusado de practicar la antipolítica, profesar una vocación destituyente, o - en el mejor de los casos - ser funcional a la derecha. Pero lo cierto es que, detrás de las promesas más alentadoras del oficialismo, asoman los datos duros de la realidad: 

Entre enero y julio, el Gobierno pisó un paquete de gastos enorme que impactó, entre otras cosas, sobre jubilaciones, pensiones y asignaciones familiares. Gastos que de acuerdo a los montos que registran las últimas planillas oficiales van hoy desde $ 1,7 billón en jubilaciones hasta casi $ 700.000 millones en partidas para enfrentar el Covid y que, con asignaciones familiares incorporadas, totalizan alrededor de $ 2,7 billones. O sea, US$ 27.000 millones al dólar oficial así como aparecen. 

No estaría de más preguntarse cuánto habría sumado el paquete, si durante esos meses se lo hubiese actualizado por la inflación. Entonces, las planillas dirían cerca de $ 3,4 billones. También pegarían en el centro de esta cuestión: dirían que gracias a los malabares y a la poda del Ministerio de Economía se esfumaron $ 680.000 millones reales de un año al otro.

Resulta incontrastable que se trata de un ajuste del gasto público con todas las de la ley, aunque no forme parte explícitamente de un acuerdo con el FMI. En realidad lo estará de hecho, en la larga lista de compromisos que a la brevedad  asumirá el kirchnerismo para bajar el déficit fiscal a cero en cuatro años. 

Por lo pronto, también entran en la movida los recortes que se han aplicado sobre las transferencias a ciertas provincias para gastos corrientes, como sueldos y funcionamiento, que la Casa Rosada maneja a dedo. Aquí la poda dice $ 141.000 millones. Y alrededor de $ 190.000 millones, si se le añade el rédito fiscal que deja el método de hacer correr los salarios estatales detrás de la inflación sin alcanzarla. 

El acumulado entre grandes montañas de plata y montañas de plata medianas que el Gobierno se “ahorró” camino al arreglo con el FMI asciende, en lo que va de 2021, a la descomunal suma de $ 870.000 millones. Al tipo de cambio oficial, 8.700 millones de dólares en sólo siete meses.

Cabe destacar, a propósito de esta historia poblada de cifras, que los $ 100.000 millones que días atrás el Gobierno metió en el presupuesto del Ministerio de Desarrollo Social fueron algo más que un acto de campaña y una manera de contener la presión de las organizaciones piqueteras para prevenir disturbios. La causa de tal decisión tampoco estriba, solamente, en el agotamiento del cupo que se le había fijado al organismo. 

Ocurre que por esas cosas del ajuste, el presupuesto 2021 de Desarrollo Social había nacido en realidad agotado: sin anestesia, con un muy módico incremento del 8% respecto del ejecutado en 2020, y era francamente insostenible frente a una inflación que ya avanzaba hacia el 50%. 

Quedó firme, eso sí, el ajuste que por todos lados fue acumulándose de enero a julio y, seguidamente, un espacio para manejar los recursos del Estado a la manera que dicte la campaña electoral o al modo medio confuso y exitista en que lo relató Martín Guzmán ante empresarios, funcionarios y dirigentes políticos, expresando: “En los primeros siete meses del año se registró el 0,7% del Producto en cuanto al déficit primario. 

Así, el desequilibrio anual resultaría inferior al 4,5% del PBI que Economía se había propuesto como meta; quizás menor al 4% o ser, incluso, el más bajo desde 2013. Es parte del perfil ortodoxo que la realidad impuso al gobierno kirchnerista. 

A este pasoantes de fin de año podría anunciarse un acuerdo con el Fondo Monetario. O, cuanto menos, algo bastante más concreto que las declaraciones, generalmente formales y visiblemente apuntadas a mantener vivas las expectativas, que hace meses desparraman el Ministro de Economía y la directora del organismo. 

Ha trascendido, además, que las negociaciones en marcha contemplan un plazo de pago de diez años con cuatro o cuatro y medio de gracia para los US$ 45.000 millones que se le deben. También, que no habrá punitorios ni sobretasa del 4 % por mora sino un digamos normal 2% y, añadida, una cláusula según la cual si aparece una reforma al FMI que mejore las condiciones del arreglo será aplicada al caso argentino. 

Previsiblemente, habrá algún párrafo en la Carta de Intención, algún compromiso asociado a la brecha cambiaria, porque la del 80% que tenemos hoy es impresentable. Lo mismo ocurrirá con la abultada factura de subsidios que va acumulándose de mes en mes, para sostener sobre todo el congelamiento de las tarifas de luz y gas y funcionar, así, parecido a un ancla que se supone antiinflacionaria.

Aquí las planillas anotan que el paquete de subvenciones o compensaciones del Estado redondeó, entre enero y julio, $ 646.000 millones y $ 467.000 millones la parte que le tocó al retraso de las tarifas de la energía eléctrica. Ambas cuentas crecen al 80% y, al revés de las otras, marchan 30 puntos porcentuales por arriba de la inflación. 

Todo va camino del billón de pesos, al cierre del año. Y lo que viene, ahora sí o sí, es un ajuste tarifario que vaya achicando la factura fiscal y alineando las cuentas detrás del objetivo de la meta del déficit cero. Se lo llame como se lo llame, será ajuste y ajuste a la FMI. 

Mientras tanto tenemos para entretenernos al viejo y muy desigual ajuste que siembra una inflación del 50% que, en el primer semestre, provocó una caída del salario real del 6% que lo mandó debajo de los niveles de 2013. Acompaña la música plana de una economía que duerme hace una década y que en lugar de crear empleo lo destruye y, al fin, una orquesta oficial desafinada. En tal circunstancia Guzmán pretende hacer campaña con el 8% que afirma crecería el PBI este año.

Así, en la era del “Fin del Trabajo” (en Japón se propone una semana laboral de cuatro días para evitar estrés y reactivar la economía), mientras el grueso de lxs argentinxs se muestra permeado por el sentido común hegemónico, que supone que - si no la única - la principal forma de participación política del ciudadano de a pie consiste en introducir un papelito en una caja de cartón corrugado cada 2 o 4 años y mirar por TV qué hace la dirigencia con la decisión mayoritaria, el debate en el seno de la militancia (oficialista o no,  pero comprometida con la suerte de lxs de abajo) se libra entre las distintas variantes del asistencialismo y las de la autogestión.

En tanto el gobierno recibe el apoyo de los movimientos sociales afines - abocados de lleno a la campaña del Frente de Todxs -, e intenta contener a los opositores, unos y otros coinciden en un mismo diagnóstico: la única forma de reducir el gasto social, que involucra a más del 60% de presupuesto nacional, y trasformar los planes en trabajo es abriendo fábricas y unidades productivas. Mientras ello no ocurra, achicar el gasto social a través de recortes, como aspira el Ministro de Economía, será casi una misión imposible y “apagará” el fuego con nafta. 

De este modo, al mismo tiempo que las grandes organizaciones que participan del Estado (el Movimiento Evita, que mayormente alineado con la prédica social del Sumo Pontífice mantiene un pie en la administración central y otro en el territorio; y La Cámpora, surgida desde los despachos oficiales construyendo poder institucional de arriba hacia abajo) disputan una tajada del poder constituido, en muchos de los agrupamientos extraparlamentarios germina un poder constituyente que fomenta  circuitos virtuosos de producción - distribución - comercialización en manos del pueblo, de cara a un horizonte que no descarta la eclosión de un nuevo Argentinazo, y abreva en las experiencias más avanzadas de la Década Larga Progresista de Nuestra América, apostando por fortalecer los Estados Comunales  con el protagonismo de las mujeres, Primera Línea de todas las batallas. 

Porque casi cuatro décadas de esta democracia de bajísima intensidad no han demostrado que la noria electoral sirva para acercarnos siquiera un poco a la anhelada Justicia Social.-

 

JORGE FALCONE