martes, 1 de mayo de 2018

ENTRE LA TARDANZA DE LO NUEVO
Y LA ARGENTINA DEL “QUE SE QUEDEN TODOS!”

















“Hay que dar vuelta el mundo
como la taba,
el que no cambia todo
no cambia nada”.

Armando Tejada Gómez
(“Fuego en Animaná”)

¿Qué estamos dispuestos a aceptar por democracia?

La arbitraria detención del ex presidente brasileño Luiz Inacio (“Lula”)  Da Silva reedita el interrogante que muchos pueblos se vienen formulando de un tiempo a esta parte, acerca de si los regímenes de excepción que padecen buena parte de los países de la región merecen seguir ostentando la calificación de democracias.

Según la Real Academia Española, democracia sería la “forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos. O la doctrina política según la cual la soberanía reside en el pueblo, que ejerce el poder directamente o por medio de representantes”. En rigor de verdad, los hechos no confirman la primera aseveración, y sólo muy parcialmente la segunda. Pruebas al canto: A considerable distancia de las Doctrinas de Seguridad Nacional que promovieron los Terrorismos de Estado del Siglo XX, en el Siglo XXI cada tímido ensayo de  democracia directa ha sido abortado de una u otra forma por el poder económico con su respectivo saldo de muertos, presos, y depuestos. Eso ocurrió con el Paraguay de Lugo, la Honduras de Mel Zelaya, y el Brasil de Dilma Rouseff, y se complementa con el boicot a las herramientas de entendimiento regional, como acaba de ocurrir con el retiro de UNASUR por parte de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú. Poniendo blanco sobre negro: En las Sociedades del Disciplinamiento  la “corrección” del protagonismo popular eran los golpes de Estado, en las Sociedades del Control rige la destitución por erosión mediático/judicial. Y es que, si revisamos el modus operandi del capitalismo global, no será difícil advertir que en el mundo que nos toca ya  prácticamente no existe arbitraje alguno entre capital y trabajo.
  
Acaso un emergente siniestro del libre albedrío actual de las corporaciones consista en haber puesto de moda - bajo el que no se cansan de calificar como “el mejor de los sistemas posibles” - la manipulación electoral vía Big Data, procedimiento que tanto favoreció el acceso al Ejecutivo por escasísimo margen de la ceocracia que  nos gobierna, como el triunfo de un border que desde el Gran País del Norte viene jugando a la Ruleta Rusa con el destino del planeta, lo que ha quedado  palmariamente de manifiesto a partir de la reciente salva de misiles contra Siria, feroz agresión que pretendió justificarse mediante el insostenible argumento de la existencia de armas químicas, pero que no persigue otro fin que el de disputar una salida directa hacia el Mediterráneo para seguir saqueando petróleo a menor costo.

En todo caso, en nuestra latitud el último cuestionamiento colectivo a la democracia formal - nunca convertido en programa alternativo - ocurrió durante el “Argentinazo” de 2001. Hay que aceptar que desde entonces la resiliencia del sistema viene siendo asombrosa.

Bien cierto es que el tiempo de lo político y el de lo social son a menudo asincrónicos. De lo contrario no se explica cómo puede ocurrir que un pueblo en lucha sostenida - y apropiado del espacio público desde que asumió la coalición Cambiemos - no consiga coronar aún una propuesta frentista y antisistémica capaz de confrontar electoralmente con servidores de “pasado en copa nueva” ora de pelaje neoliberal ora de pelaje neodesarrollista, que a la larga terminan desgranando el arco de alianzas afanosamente construido entre comicio y comicio, y comprometiendo a importantes sectores de la militancia a votar por “el mal menor.

CGT, quién te ha visto y quién te ve…

Conmemorándose el Día Internacional del Trabajo, se sabe que el “proceso de normalización” de la central obrera se debatió en una reunión en UPCN, a la que asistieron dirigentes de buen vínculo con la Casa Rosada y que no participaron de la marcha del 21F (Armando Cavalieri, Héctor Daer, José Luis Lingeri, Roberto Fernández, el anfitrión Andrés Rodríguez) y otros que tomaron distancia del camionero, como Juan Carlos Schmid y dos de su sector, Jorge Sola y Carlos Frigerio. Ese grupo, alejado del nuevo armado de Moyano con perfil más confrontativo, decidió acelerar los tiempos: “El criterio es que sea lo más rápido posible”, aseguró Schmid, con miras a que del próximo Comité Central Confederal salga por fin la conducción que reemplace al cuestionado triunvirato actual.

Pero las opiniones están divididas. El líder del gremio de Canillitas, Omar Plaini, consideró que no hay un único dirigente en la Argentina que pueda “liderar a la totalidad de las organizaciones sindicales, y que “hay que ir a una CGT unificada que incluya a la CTA”. Mientras que la no renuncia de Acuña dificultó las cosas para elegir nuevas autoridades, ya que así lo demanda el estatuto de la central obrera.  Los que continuaron por esa línea fueron Oscar Rojas (Maestranza), Juan Martini (Tabaco), Argentino Geneiro (Gastronómicos), y Luis Cejas (Viajantes) Todos ellos responden a Luis Barrionuevo, líder de la Unión de Trabajadores Hoteleros, Gastronómicos de la República Argentina (UTHGRA), funcional al Gobierno Nacional. La CGT, por ende, tiene un futuro incierto, en el cuál también se discuten otros temas, como por ejemplo hasta dónde darle el visto bueno a las 62 organizaciones, que se están rearmando, ya que “este grupo apoyó la reforma previsional, y además es allegado al macrismo”.

El panorama descripto repercute a su vez sobre la pretendida incorporación a la central obrera de las organizaciones sociales nucleadas en torno al fenómeno de la economía popular. Sin ir más lejos, Jorge Sola, secretario de Prensa de la CGT, manifestó que “la incorporación de las organizaciones sociales a las filas del movimiento obrero, generaría en el resto de los dirigentes gremiales serias diferencias”. Ni “gordos”, ni “independientes”, los quieren adentro, aunque sostienen que desean “conservar el diálogo”. Dicha opinión fue reforzada por el titular de las 62 Organizaciones y heredero de Gerónimo “Momo” Venegas en la UATRE, Ramón Ayala, quien aseguró que “se impone la unidad y renovación del movimiento obrero” al considerar como “rotundo fracaso” la gestión del triunvirato de la CGT, por lo que coincidió en reivindicar la figura de un único conductor cegetista, y rechazó la posibilidad de integrar a la central obrera los movimientos piqueteros y sociales.

Más allá de su loable anhelo de sindicalización - si es cierto que toda crisis genera una oportunidad -, bienvenido sea este compás de espera que las circunstancias  imponen al Triunvirato de San Cayetano, hasta que se aquieten las aguas y se confirme o no la tendencia del sindicalismo hegemónico a cerrar filas en torno a una central dialoguista que facilite el desguace en cómodas cuotas de los últimos vestigios de legislación laboral.

Lo fundamental, en todo caso, es lo que las bases vienen construyendo de abajo hacia arriba y de la periferia al centro, como ocurre en estas horas con el Frente Sindical de  Cañuelas o el Frente Gremial Regional con epicentro en La Plata, y en  varias regionales cegetistas en las que l@s trabajadores/as formales vienen confluyendo con l@s informales, despreocupándose de la opinión de sus cúpulas.

Buscando correlato político desde la lucha social

Pero no sólo en las superestructuras partidarias se hacen cálculos electorales de cara al 2019. En el propio terreno de las organizaciones sociales también se desarrollan escarceos tendientes a arribar en las mejores condiciones a esa tentadora instancia que cada dos años nos convoca a introducir un papelito - que rara vez expresa nuestros más caros anhelos - en una urna de cartón corrugado, para alimentar la ilusión de que somos un pueblo soberano ejerciendo el pleno derecho a escoger nuestro destino.

El Movimiento Evita, y Libres del Sur - por citar un ejemplo - se unieron en la Cámara de Diputados. De esta manera, Victoria Donda se sumó a un interbloque con los legisladores nacionales del Peronismo Para la Victoria. El nuevo espacio parlamentario que integra está presidido por Leonardo Grosso y cuenta con otras 3 diputadas del Evita: Silvia Horne, Araceli Ferreyra y Lucila de Ponti. Paralelamente y a nivel juvenil, también el Movimiento Evita pero con Seamos Libres presentó en Mercedes el colectivo “Oleada”, con el fin de “construir un espacio político que comprenda demandas emergentes como el feminismo, las experiencias culturales, las problemáticas ambientales y las nuevas prácticas de activismo digital”, según manifestaron Leonardo Grosso y el gestor cultural Jonathan Thea. Esa construcción frentista se va ampliando a partir del acto en la cancha de Ferro, que integró al Partido del Trabajo y el Pueblo, con la promesa de “construir la más amplia unidad para ganarle al gobierno actual desde una propuesta popular, amplia y progresista”.

Así, mientras la ceocracia busca a tontas y a locas encauzar el rumbo económico incluso reclamando el salvataje del innombrable economista que durante la dictadura estatizó la deuda pública, en “el hondo bajo fondo donde el barro se subleva”, lenta pero segura - y lejos de toda especulación proselitista-, crece la convicción de que los pobres merecen otra suerte, y de que deben ser inexorablemente sus gestores. Eso queda cada vez más claro en afanosas jornadas de pesca artesanal, de comunitaria herrería para construir juegos de plaza, o de esmerada atención de huertas comunitarias que producen sin agrotóxicos y a escala humana. Porque se ha dicho que el futuro es nuestro. Pero es hora de que el mientras tanto también lo sea.-




JORGE FALCONE