A 78 AÑOS DEL 17 DE OCTUBRE DE
1945: EL URGENTE DESAFÍO DE RESCATAR
UNA
ARGENTINA SIN PROYECTO EMANCIPADOR
“Creo
que el problema que hemos tenido es que después del COVID la gente no quería
trabajar tanto. Y eso ha traído un enorme problema de productividad. Les han
pagado mucho a los empleados para no hacer demasiado en los últimos años, y
necesitamos un cambio al respecto. Hace falta producir un aumento del
desempleo. En mi opinión, debe aumentar un 40 o 50%. Necesitamos ver dolor en
la economía. Necesitamos que los empleados entiendan que trabajan para el
empleador, y no al contrario. Ha habido un cambio sistémico en la economía, que
ha hecho que el empleador deba sentirse afortunado de tenerlos. Esa es una
dinámica que debemos cambiar. Tenemos que matar esa actitud. Debemos dañar la
economía, como lo vienen intentando los gobiernos del mundo entero, para llevarla
a algún tipo de normalidad”.
Tim Garner,
empresario británico,
ante el Financial Review Property
Summit 2023.
“Nos
pasa lo que hoy pasa en nuestro mundo” (*)
Existe bastante consenso en que un riguroso
análisis de coyuntura debe partir de un punto de vista geopolítico. Haremos el
esfuerzo de estar a la altura de esa prerrogativa.
A pocos días de las elecciones presidenciales
en nuestro país, correspondería partir de la base de que, como bien recuerda el
politólogo argentino Andrés Malamud - investigador principal en el
Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa -, en los países del
Norte Global el resultado de semejantes comicios suele depender del curso de la
economía. Ese indicador determina el cambio o la continuidad de una gestión.
En el mundo periférico, la economía también es
un factor fundamental, solo que - por ejemplo en Sudamérica - el 80% de las
posibilidades de reelección de un primer mandatario depende de dos factores que
él no controla: El precio de las commodities (últimamente determinado
por el crecimiento de China y sus inversiones en la región, factor que oxigena
tanto a un Estado como a la comunidad a la que intenta responder) y la tasa de
interés internacional (que, al subir, succiona los capitales internacionales,
que emigran hacia las grandes potencias)
A
partir de estos datos, vale la pena refrescar que hacia 1990, cuando cae el
Muro de Berlín, el 60% del PBI mundial estaba en manos de Occidente (EEUU,
Canadá, Europa Occidental) + Japón. En Asia hoy reside el 60% de la humanidad
y, a la fecha, su economía es superior a la de los países llamados
desarrollados. En conclusión, el mundo ha dejado de ser occidental céntrico. De
ahí que muchas ideas del candidato anarco liberal Javier Milei, como la de
alinearse con EEUU e Israel - más allá de cualquier ponderación ideológica - sea absolutamente anacrónica.
El
proceso descripto se incrementó durante la pandemia del COVID 19.
Europa
cuenta con un pasado luminoso y una relativa estabilidad, siempre sujeta a que
en cualquier momento estalle una guerra como la que hoy tiene lugar entre la
OTAN y la Federación Rusa. Así, la economía acompaña a la demografía y, simultáneamente
al decrecimiento poblacional de occidente, se viene produciendo un significativo
crecimiento de Asia (con India a la cabeza) y África - el continente donde se originó la humanidad -, que hoy se perfila como el gran
protagonista del futuro. Si las cosas van bien, hacia 2100 será el motor del
crecimiento económico mundial, y si van mal, hará estallar el mundo conocido.
Por
lo demás, como ocurriera en 1986 con Cherbobyl, dada la rotación de la tierra y
de los vientos, el efecto más nocivo no se hizo sentir tanto en oriente como en
occidente. Hoy la defensa de la existencia de algunos países se realiza con
alto riesgo nuclear. Y existiendo centrales atómicas, no hace falta temer
exclusivamente a que alguien oprima el temido botón rojo. De manera que el
único planeta - hogar con que contamos no parece ser el lugar ideal para
relajarse y gozar.
En
este momento, los dos focos de conflicto geopolítico - el anteriormente
mencionado y Taiwán - comprometen insumos alimentarios (diverso tipo de
cereales) y tecnológicos (chips) de primera necesidad para sobrellevar nuestra
existencia. La dependencia de ambos recursos nos afecta cotidianamente.
En
la mayoría de los países empobrecidos la escasez de alimento genera
revoluciones. En Nuestra América, sin embargo, los últimos estallidos se han
originado en el aumento de las tarifas y el transporte, como ocurrió en 1989 en
Venezuela, en 2013 en Brasil, en 2019 en Chile, y en Argentina se considera que
esas tarifas están muy bajas, lo que instala nubarrones en nuestro horizonte
inmediato.
Así
como en otros lugares estos fenómenos generan Golpes de Estado (tal el caso de
algunos países de África), de momento en nuestro continente se destituye a los
presidentes por juicio político y explosiones sociales.
Un
dato no menor de este damero del Siglo XXI es que China ya es el principal
inversor global, y en este momento nuestro intermediario regional con dicho flujo
económico es Brasil.
Las
tres opciones locales con más chance de imponerse en octubre ofrecen diferentes
perspectivas de alineamiento con el escenario descripto: Ya hemos mencionado la
inclinación de La Libertad Avanza, Juntxs por el Cambio procura mantener cierto
equilibrio, mientras Unión por la Patria prefiere recostarse sobre los BRICS
ampliados.
En
tanto, las tendencias que generan mayor inestabilidad en nuestro continente son
la pobreza, la informalidad laboral (Argentina está llegando al 50%), y la
violencia (aunque nuestro país tiene una tasa de criminalidad 6 veces menor que
Brasil o EEUU)
En
todo tiempo y lugar, para reelegir una gestión conviene ser gobierno; en
nuestra latitud, a partir de 2018 vienen perdiendo todos los oficialismos.
En
Argentina, terminen su mandato o no, hasta ahora la democracia se muestra
resiliente.
Contra
toda previsión, en las recientes elecciones intermedias un candidato sin
estructura nacional se impuso en 16 de 22 distritos, en un país donde las
encuestas más frescas demuestran que nuestro electorado actual ya no vota por
ideologías. Ahora, al voto lo determina la clase social. Sin embargo - y esta
es la novedad -, el voto a Milei es indistinto. Se compone mayoritariamente de
jóvenes, de varones, y es policlasista. El AMBAcentrismo de las encuestadoras
no lo vio venir, porque solo barajó lo que terminó ocurriendo en el centro del
país: Salió tercero en Buenos Aires y en CABA, pero sorprendió imponiéndose en
la mayor parte del interior.
A ello se suma que el Fondo
Monetario Internacional (FMI) ha hecho especial hincapié en la necesidad de
acelerar la reducción del déficit fiscal para bajar la inflación y encarrilar
la economía argentina, una meta que quedó plasmada de manera muy nítida en las
últimas declaraciones de Kristalina Georgieva y del staff del organismo. Los
recientes anuncios del ministro de Economía y candidato presidencial, Sergio
Massa, incluida la eliminación del pago del impuesto a las ganancias para
la gran mayoría de los trabajadores, marcha en la dirección opuesta, abriendo
un nuevo punto de fricción con Washington.
Para más dato, un informe del
banco de inversión J.P. Morgan prevé que la inflación en la Argentina llegará
al 190% anual en diciembre luego de que el alza del costo se mantenga en los
dos dígitos mensuales durante lo que resta del año debido a la
devaluación y la ausencia de un plan de estabilización que ancle la
economía.
Vergonzosamente, la burocracia de la central
obrera solo atina a movilizarse para agradecer al gobierno las necesarias, pero
muy probablemente tardías, medidas económicas “reparatorias” adoptadas por el
ministro candidato en virtual ejercicio de la presidencia.
Si
bien Buenos Aires puede no definir la elección, indudablemente gravitará en la
estabilidad del futuro presidente. De modo que, de imponerse Milei en la Nación
y Kiciloff en provincia, el panorama que nos espera será sumamente
turbulento.
Resumiendo,
digamos que Argentina viene siendo gobernada por un parlamento compuesto por un
90% de porteñxs que lejos está de comprender al país profundo.
En
conclusión, dependemos de un mundo que no está en calma, se viene otro tarifazo -
lo cual suele propiciar estallidos sociales -, y muy probablemente vaya a
gobernarnos un primer mandatario de popularidad efímera, carente de un escudo
parlamentario que lo respalde, con todo lo que semejante combo depara.
“Algo se está gestando /
Lo siento al respirar” (**)
A
propósito de este último panorama, en su reciente e ineludible ensayo titulado
El Nudo, el periodista Carlos Pagni - acaso el analista político liberal
más lúcido, riguroso, y de mayor sentido común con que cuenta la Argentina - se
detiene a considerar tres antecedentes nodales en la configuración de nuestro
presente.
El
primero es la traumática fractura entre la provincia y la ciudad de Buenos
Aires ocurrida durante el Siglo XIX, que dejó un tendal de muertos detrás, y
que - según el autor - prologó el desarrollo de ese conurbano al que asigna una
gravitación determinante en el acontecer nacional.
El
segundo consiste en el 17 de octubre de 1945 - ese gran parteaguas de la
historia nacional -, que supuso la irrupción de un conurbano industrializado y
sindicalizado, fundamentalmente a partir del proceso de sustitución de
importaciones originado desde 1930. Perón canalizó dicho fenómeno dentro
de un cauce capitalista/distributivo, propio de los Estados Benefactores de la
época.
Y
el tercero remite al Argentinazo de 2001, cuando - siempre a juicio de Pagni -
se revirtió lo ocurrido en 1880 con Roca, y el conurbano, Duhalde
mediante, se apropió del destino nacional. Sus herederos fueron los Kirchner,
que perfeccionaron ese modelo.
Son
los prolegómenos de un país no solo con pobres, sino con pobreza estructural.
La
tracción natural que aún ejerce el conurbano bonaerense para la inmigración del
interior contribuye a mantener en torno suyo una descomunal masa de
asistencializados sometidos a una suerte de sub vida, que han venido
constituyendo hasta ahora la clientela - cada vez menos cautiva - de la clase
política.
El
conglomerado social anteriormente aludido hoy se ve afectado por múltiples
flagelos, entre los que se destaca el narco, que ha contribuido a transformar regresivamente
los códigos delictivos, como bien lo viene explicando la consultora política Mayra
Arena.
Y
el significativo estancamiento de nuestra economía probablemente esté entre los
factores determinantes de un posible agotamiento del ciclo kirchnerista. Si en
la próxima elección el oficialismo perdiera la provincia de Buenos Aires -
convengamos que ni el progresismo ni la honestidad de su actual gobernador han
logrado constituir un esquema de poder sustitutivo del de los intendentes -,
eso abriría una crisis en el peronismo de una magnitud acaso superior a la que
desencadenó en 1983 su derrota electoral ante el alfonsinismo.
Un trabajo de opinión pública a nivel nacional realizado por la
consultora Opina
Argentina y publicado en septiembre, marcó que tiende a haber un
escenario de ballotage entre Milei, con un 34%, superando a Massa,
que se queda con un 29%. Otro más reciente, de Atlas Intel, sostiene que Massa creció y se ubica primero, con Milei y
Patricia Bullrich en un empate técnico. En las últimas horas
trascendió que el candidato presidencial de Unión por la Patria tiene cierto
temor de quedar primero en las elecciones generales, dado que, si bien no llegaría como para ganar en
primera vuelta, la tradición
muestra que aquel que gana en octubre le cuesta mucho ganar después.
¿En
qué podría derivar un avance de Milei imponiéndose sin apelar al clientelismo
proverbial de la clase política venal y rentista que ha venido gobernando hasta
la fecha? Por ahora cuesta imaginarlo.
Según
las encuestas realizadas por el jesuita Rodrigo Zarazaga - Director del Centro de Investigación y Acción
Social CIAS -, el electorado se va volcando cada vez más hacia la
infraestructura (por ejemplo, cloacas o salud) y menos hacia los subsidios (por
caso, la AUH)
Un
país carente de modelo productivo desde hace medio siglo, hoy padece las
consecuencias de una macroeconomía desacelerada, cuyo saldo es la reducción del
PBI per cápita, lo cual impacta severamente en el mundo del trabajo, generando
consecuencias tan dramáticas y novedosas como la proliferación de trabajadorxs
formales que viven por debajo de la línea de pobreza, cuadro al que se suma la
creciente sustitución de mano de obra por vía tecnológica, y la escasa oferta
en capacitación que existe para alivianar dicha tendencia.
“¿Qué
hacer?” (***)
"Un pueblo no se moviliza sólo por pan sino por un pan bendecido,
esto quiere decir: no nos llena un alimento efímero sino el goce de una
esperanza duradera".
Rafael Bautista Segales
Filósofo boliviano
Muchxs
cientistas sociales coinciden en fincar un hito trascendente del pasado siglo en
el advenimiento del peronismo original, que dio por tierra durante casi una
década con el modelo de la Argentina oligárquica y pastoril sostenido hasta la
llamada Década Infame. Existe bastante consenso, a su vez, acerca de que el
remanente de aquel legado fue cruentamente desmontado a partir del último golpe
cívico - militar genocida, que rediseñó al país para insertarlo como una
colonia más en el mundo globalizado por venir, status vigente hasta
nuestros días, muy a pesar de su maquillaje “democrático”.
Según
la aguda tesis del ensayista Alejandro Horowicz, esta “democracia de la
derrota” es la resultante de dos derrotas previas ocurridas durante el régimen
de facto: A nivel nacional, la de la causa revolucionaria; y a nivel regional, la de la Guerra en el Atlántico Sur.
Derrumbado
el régimen de facto por el peso de su propio descrédito, más que por imperio de
un irrefrenable alzamiento popular, la hegemonía social de los sectores medios
que caracterizó al primer mandato del período constitucional a punto de cumplir
40 años, impuso un sentido común cimentado en la conciencia culposa de dicha
franja social por no haber tomado partido cuando en nuestro país la lucha de
clases escaló al extremo del enfrentamiento armado. Y lo hizo responsabilizando
por igual de sus consecuencias a víctimas y victimarios, a insurgentes y a verdugos saqueadores, mediante la fórmula
que dio en llamarse Teoría de los Dos Demonios, ideario que - paradojalmente, o
no tanto -, reaparece en nuestros días
de la mano de un negacionismo que va mucho más lejos, en tanto busca anular la
responsabilidad de los represores y concentrarla en todo aquel que por entonces
haya observado una conducta insumisa, procedimiento que simultáneamente oficia
como advertencia punitivista contra un nuevo ciclo de resistencias en
gestación.
Ante
tal panorama, desde un progresismo con la pólvora mojada, pagador serial de una
deuda centenaria que le impide distribuir equitativamente la riqueza, hasta una
izquierda parlamentaria que - pese a sus nobles propósitos - se aviene a las
reglas de juego institucionales impuestas por el poder constituido, el pueblo
argentino ha quedado huérfano de un proyecto emancipador capaz de priorizar el
interés nacional respondiendo taxativamente a la postergada demanda de lxs más
humildes.
Las
consignas que hoy difunde la campaña electoral proponen “un país ordenado”, “un
país normal”, o aseguran tener “a quien lo haga”. Pero lo cierto es que, desde
1974, no entra en debate un Proyecto Nacional sistemático y con proyección
estratégica. Puede que al oficialismo le ordene la tropa que la Vicepresidenta
haya abandonado su mutismo de los últimos tiempos y vuelto a dar la cara a
partir de su última aparición pública en la UMET, pero más allá de desplegar
una oratoria que se despega de la media de lxs candidatxs, el grueso de su
discurso sigue ponderando las bondades de una “década - supuestamente -
ganada”, mientras el candidato de La Libertad Avanza levanta polvareda en el
interior, retorna a las barriadas el trueque de ropa por comida, y comienzan a
proliferar en las redes sociales amenazas maccartistas contra la militancia
rebelde, bajo la consigna “lxs zurdxs van a correr”.
Aquí cabe rescatar un párrafo completo del artículo que escribiera recientemente
Martín Mosquera para la revista Jacobin, que nos parece destacable en su
percepción sociológica: “El desempeño de Javier Milei está estrechamente relacionado
con lo que probablemente sea el acontecimiento fundamental de esta coyuntura:
la crisis del peronismo, el cuerpo celeste en torno al cual orbita el sistema
político argentino desde 1945. El peronismo no es un partido como cualquier
otro. Su capilaridad social, su mímesis con las estructuras del Estado, sus
redes territoriales (militantes o clientelares), su vínculo con el movimiento
obrero y los movimientos sociales, lo vuelven una fuerza política de una
resiliencia pocas veces vista. Entre 1946 y 1983 nunca perdió una elección en
la que estuvo presente (es decir, en la que no estuviera proscripto) Su piso
electoral cuando se presentó de forma unificada giró siempre en torno al 40% en
elecciones presidenciales. En el marco del sistema actual de primarias, su
resultado más modesto fue en 2015 cuando alcanzó el 38% de los votos, pero
competía en esa oportunidad con otra lista peronista que llegó al 14%. El 13 de
agosto pasado acudió a las urnas unificado (pero dividido en dos listas
internas, lo que probablemente evitó una caída mayor) y su caudal de votos se
redujo al 27%. Por primera vez, el peronismo está a punto de perder la mayoría
en el Senado y está cediendo el control de gobernaciones consideradas
históricamente como sus bastiones (Santa Cruz, San Juan y Chaco son ejemplos
notables)”.
A nuestro entender, desde el progresismo y la izquierda se ha perdido
mucho tiempo caricaturizando a Milei como un esperpento, cuando en realidad
constituye la expresión geopolítica local de este capitalismo trasnacional
apocalíptico que aspira a abortar el Mercosur, bloquear el avance de los BRICS
ampliados, apropiarse del Triángulo del Litio aliándose con el Perú golpista
para obturar el corredor bioceánico que desde Bolivia podría conectar a China
con Brasil, y otros tantos objetivos del Norte Global.
Acaso
“tarde, pero seguro” - como reza el refrán -, en algunas de las numerosas
usinas de pensamiento crítico que quizás venga nucleando menos el amor que el
espanto, comienzan lentamente a consensuarse algunos acuerdos muy elementales,
casi se diría que de sentido común, tan válidos para quienes consideran al voto
la única herramienta capaz de transformar la realidad, como para quienes
prefieren dar la espalda al poder constituido y continuar apostando por cambiar
la hegemonía social desde las bases. Los más generalizados son:
· Romper con el FMI,
instrumento y sustento de las políticas imperiales.
· Desmontar el modelo
extractivista y establecer un nuevo Pacto con la Naturaleza.
· Conformar un Fondo
Nacional de Desarrollo, integrado con los recursos que no irán al pago de
deudas fraudulentas, poniéndolos al servicio de una economía popular
autogestiva - particularmente en la producción del sector alimentario - y la
distribución planificada de alimentos, mecanismo que debería quedar sujeto al
control social del nuevo Estado, conjuntamente con el pueblo organizado.
· Apuntar
a la construcción de un Estado Plurinacional, que
reconozca la identidad y dignidad de los pueblos originarios, condene el
genocidio fundante y su continuidad, y asuma las reparaciones que correspondan.
· Ejercer
la más absoluta solidaridad activa con toda forma de resistencia encarada por nuestro pueblo contra este sistema promotor de muerte.
· Impulsar un nuevo modelo
económico - social/estatal que no esté guiado por las leyes del mercado, la
competencia y las mayores ganancias, sino por la cooperación, de cara a una
sociedad más justa.
En el escenario político imperante, va de suyo
que la programática esbozada trasciende con creces las posibilidades de la
actual oferta electoral, y más bien parece depender de un fenómeno disruptivo
que sería poco serio aventurar, pero que en las dramáticas condiciones
socioeconómicas actuales no convendría descartar.
Sin embargo, detalle más detalle menos, hasta
que el dedo de las mayorías vuelva a hundirse en el colchón de la Historia y la
mayor cantidad de bolitas dispersas vuelva al hoyo, no es mal comienzo para
volver a creer en un destino más noble para el país, en el mundo que nos toca.
-
JORGE FALCONE
(*)
Frase de un verso del poeta
revolucionario turco Nazim Hikmet.
(**)
Estrofa de la canción Sudamérica, de la
banda de rock nacional Arco Iris.
(***)
Título del texto canónico de Vladimir Illich Ulianov (Lenin)