domingo, 1 de julio de 2018


La muerte del gradualismo
A PROPUESTA DE CAMBIEMOS, 
CHRISTINE LAGARDE 2019



















“Rechazamos este Acuerdo y la insistencia de su gobierno en privilegiar a la Deuda y a los intereses del gran capital por sobre los Derechos de los Pueblos, que somos de verdad los únicos acreedores. El desprecio que demuestra, además, a la integración regional como alternativa, y a las instituciones como la Unasur, la CELAC, el Mercosur que hay que fortalecer, no destruir. ¿Al servicio de quien está, Señor presidente?”

Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz
Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo-L.F
Beverly Keene, Coordinadora Diálogo 2000

“Mundo de locos / donde he nacido. / Planeta azul descolorido” (*)

En un mundo en constante mutación política, la reciente cumbre de Singapur mostró al premier norcoreano Kim Jong Hun prevaleciendo sobre Donald Trump, en la medida en que el encuentro con el presidente norteamericano globaliza su figura, y que en dicha ocasión no asumió compromiso alguno respecto a deshacerse de su arsenal nuclear. Por lo demás, el primer mandatario del gran país del norte ha vuelto a dar la nota quedando expuesto a numerosas críticas internacionales a partir de su xenófoba iniciativa de deportar inmigrantes adultos reteniendo a sus hijos en una suerte de reservas que recuerdan dramáticamente los campamentos de refugiados palestinos en Israel.

Mientras, en Nuestra América, el caso nicaragüense exhibe la cara oscura de la “década larga progresista”, toda vez que hoy gobierna la Patria de Sandino un ex comandante de la Revolución rojinegra de 1979 sospechosamente enriquecido, filántropo de soberanía nacional - si consideramos, por ejemplo, los términos del proyecto de canal bioceánico acordado con China -, y a partir de mayo fusilador de su pueblo desarmado… sin que hasta ahora sus aliados de la izquierda latinoamericana le hayan retirado el apoyo.

En el resto de la región - como vimos a su tiempo en Paraguay, Honduras y Brasil -, si los Terrorismos de Estado de los años 70s apelaron al genocidio procurando escarmentar la lucha de nuestros pueblos y dejar expedito el terreno para las democracias condicionadas del presente, la nueva doctrina del Imperio pasa por promover a partir de una inédita concentración mediática Terrorismos Económicos cimentados en el veredicto de las urnas. Esta circunstancia, en consecuencia, coloca a cada una de esas sociedades en calidad de rehenes de las formas institucionales, a la manera de prisioneros maniatados puestos ante el imperativo de librarse de sus ataduras y defenderse de su captor.

Argentina nuevamente en las garras del FMI

El gobierno argentino apostó a terminar el año en curso con la casa en orden de cara a los comicios presidenciales de 2019, pero la economía lo tiene a mal traer: Ni el Mundial ni el debate por la legalización del aborto han logrado sustraer a la opinión pública de la afligente situación social que se vive. Sin ir más lejos, la “marea verde” llegó para quedarse, disputando los primeros derechos del Siglo XXI en un país cuyas autoridades procuran retrotraer la legislación laboral al Siglo XIX. Este último fenómeno consiste en una lucha preponderantemente femenina y joven - en la que, justo es decirlo, la generación de quien suscribe estas líneas no parece haberse involucrado de lleno -, y que si por ahora se manifiesta como global y urbano, no tardará en ir permeando los barrios, donde la influencia de la iglesia es aún muy significativa.

Una crisis más cambiaria que económica entonces - que merced a la impericia y afán devaluatorio oficial licuó en un breve lapso el 16% del ahorro nacional, apunta a una inflación de un 36%, y propició la fuga de 170 millones de pesos diarios - acaba de llevarse puesto al titular del Banco Central, al Ministro de Energía, y al de Producción.  En el primero de los casos, salió de escena un acusado de fomentar el negociado de las Lebacs y entró un amigo del presidente imputado por administrar empresas off shore en las Islas Caimán. Corolario: Avanza la timba financiera. Tal es el ADN delictivo de una administración que celebra haber conquistado el status de País Emergente… cuyo rumbo económico hasta el propio stablishment considera inviable.

El escenario cambiante de la lucha popular
y la necesidad de reconstruir un horizonte de utopía

Nadie que siga atentamente el devenir de la realidad nacional podrá desconocer que desde la asunción de la ceocracia macrista el pueblo argentino - en sus múltiples manifestaciones - se ha apropiado totalmente del espacio público. No obstante, cabe detenerse a analizar qué características han adoptado esas luchas, cuanto menos a partir del más alto pico de enfrentamiento reciente, ocurrido en ocasión de debatirse en el Congreso Nacional la cuestionada Ley de Reforma Previsional, resistida con cascotes y morteros:

·   El 18D exhibió un panorama de fuerte repudio popular al orden imperante, sin perspectiva inmediata de alternativa alguna.

·    El 21F mostró la lenta configuración de un frente social opositor, aunque no aportó definiciones sustanciales y dejó la sensación de reiterar la consabida táctica sindical de reclamar en pos de alguna negociación.

·    El 25M, convocado para repudiar el flamante y multimillonario acuerdo con el FMI bajo la consigna de La Patria está en peligro, puso de manifiesto la irrupción de la perspectiva electoral, evidenciada en la proliferación de iconografía kirchnerista, la reivindicación de la “década ganada” por parte de los artistas convocados, y el conocido cantito de “vamos a volver, vamos a volver”.

·     El 1ºJ volvió a contar con un predominio social por encima del partidario, pero lejos de constituirse en el “subsuelo de la Patria sublevado” - apelando a la figura que utilizara Scalabrini Ortiz para describir al 17 de octubre de 1945 -, más bien consistió en una demanda propositiva (Ley de Emergencia Social, otorgamiento del 25% de la obra pública a las cooperativas de base, urbanización de las villas, etc.) de “los condenados de la tierra”, al decir de Fanon.

·      El Paro Nacional del 25J fue - hasta la fecha - la máxima expresión de unidad en la acción de las distintas centrales sindicales, así como del sindicalismo clasista y las organizaciones sociales que, lejos de limitarse a no trabajar, realizaron actos en el Obelisco y concentraciones en apoyo a conflictos específicos, como el de Astilleros o el INTI, todo lo cual no sólo marcó la cancha a un Ejecutivo soberbio y autista, sino a una CGT excesivamente complaciente, que en agosto deberá unificar su liderazgo y - ojalá - adoptar la conducta que demanda el genocidio socioeconómico en marcha.

No obstante, lo que el poder se afanará en propiciar - dada la flagrante ausencia de una propuesta de masas capaz de cuestionar los límites de esta democracia restringida - es la paulatina reaparición de mecanismos funcionales al mantenimiento de la protesta social dentro de los cauces del sistema. Sin embargo, cabe no pasar por alto que, pese al predominio de discursos de continuidad centrados en el reclamo de corrección de rumbos gubernamentales, comienzan a escucharse - en menor medida aún - algunos discursos de ruptura que apuntan a una sustitución de clase en la administración del Ejecutivo.

Ahora bien, visto el agravamiento de la situación económica, y considerando que son los sectores más postergados de la sociedad quienes vienen confrontando contra este salvaje modelo de exclusión social, cabe preguntarse qué hacer con esos “condenados de la tierra” en un presente en el que la innovación tecnológica avanza sustituyendo mano de obra por máquinas, y poniendo en cuestión la  histórica demanda de pleno empleo.

Podría pensarse que una alternativa - que no se está poniendo en práctica - sería arbitrar políticas de Estado que recojan las iniciativas más auspiciosas de la comunidad, como por ejemplo promover la producción de comida orgánica y sin agrotóxicos, multiplicar mercados populares que garanticen su acceso a costos razonables, etc. Pero sabido es que tales medidas chocarían contra los incontables  intermediarios, verdaderos parásitos de la economía, que hoy dificultan el acceso de las mayorías a la soberanía alimentaria. De manera que, por más vueltas que demos, todos los caminos parecen conducir al cuestionamiento de esta versión degradada de democracia que ya en ninguna parte del mundo garantiza a los pueblos la Justicia Social.
El panorama descripto interpela y pone a prueba a toda la militancia popular, ya que cabe interrogarse si acaso basta con la calidad humana y las buenas intenciones de su dirigencia para garantizar una confluencia de voluntades capaz de constituirse en verdadera esperanza de cambio social.
Las mejores experiencias del pasado parecerían indicar que sin un programa auténticamente transformador nos quedaríamos a mitad de camino. Sería recomendable, por ende, tomar como referencia las experiencias más disruptivas de nuestro continente. Sin ir más lejos, la Corriente Federal de Trabajadores acaba de reclamar una reforma constitucional en favor de l@s desposeíd@s. A propósito de ello - y habida cuenta de la escasísima representatividad de los partidos políticos vigentes -, cabe recordar que una asamblea o congreso constituyente es un organismo de representantes colegiado que tiene como función redactar la nueva constitución, dotado para ello de plenos poderes o poder constituyente al que deben someterse todas las instituciones públicas. Se suele definir, en algunos textos de ciencias políticas y sociales, como la "reunión de personas, que simbolizan al pueblo ejerciendo su autoridad de mandatario, que tienen a su cargo ejercer la facultad de legislar, para editar una nueva ley fundamental y las nuevas líneas de la organización de un Estado, que modificarán los prototipos ya existentes". En este sentido, la asamblea constituyente funciona como un mecanismo popular y democrático, para la configuración de un nuevo modelo de legislación constitucional y de organización del Estado. No se trata de generar enmiendas constitucionales propias de las funciones de los parlamentos, sino de transformaciones radicales, orientadas al cambio de sus estructuras básicas. Las asambleas constituyentes son entonces alternativas plenamente legales que abren la participación parlamentaria a “los condenados de la tierra”.
¿Estaremos pues ante un anhelo maximalista e impracticable… o por el contrario a cierta inercia posibilista que ha venido permeando a buena parte del activismo?

Aunque la perspectiva descripta exceda la subjetividad promedio de nuestro pueblo, razonablemente empeñado en paliar urgencias desesperantes, es de esperar que aún contemos con una militancia dispuesta a algo más que incomodar  al gobierno de turno.

Por lo pronto, el pueblo argentino se muestra dispuesto a aplastar en las calles el acuerdo con el FMI, cuya letra chica se revela cada vez más dramática, amenazando por ejemplo con una 2da Reforma Previsional aún más cruenta que la aprobada en diciembre. Sería deseable que la contumacia oficial - ratificada recientemente por los más de 350 despidos en la agencia oficial de noticias Télam - no condujera a la desesperación colectiva y, por ende, a una reacción de impredecibles consecuencias.-

(*) Silvio Rodríguez


JORGE FALCONE