domingo, 10 de diciembre de 2023

Argentina distópica: Una franja de la población dispuesta a ser operada sin anestesia

GOBIERNA “UN SERVIDOR DE PASADO EN COPA NUEVA”


“Achicar el Estado es agrandar la Nación”.

José Alfredo Martínez de Hoz

Ministro de Economía de la última dictadura (1976 - 1981)


Incertidumbre en todo el arco político y gremial 

Al cabo del peor gobierno peronista de la historia, Mauricio Macri llega a la asunción de Javier Milei manteniendo prudente distancia, y decidido a presidir el PRO en la convicción de que, al mes de asumir, el presidente electo deberá renovar su gabinete y le pedirá auxilio a él. La jugada del ingeniero para mantener centralidad política, pese a haber sido excluido del nuevo esquema de poder será, por ahora, el repliegue.

En tanto, manejándose con autonomía respecto de su viejo referente, Patricia Bullrich deja la jefatura del partido para abrazarse a los libertarianos aportándoles 50 nombres de su confianza.

Por su parte, el radicalismo, furioso con Victoria Villarruel, en la convicción de que la vicepresidenta electa es la "más antirradical" de La Libertad Avanza, no descarta un acuerdo tácito con el peronismo para quedarse con las secretarías administrativa y parlamentaria del senado.

Mientras, en las filas del gobierno entrante ya consideran a la abogada de genocidas como una “mancha venenosa", y la corren de la mesa chica donde se toman las decisiones ejecutivas, confinándola en un rol meramente formal, lo cual - contra lo que esperan sus adversarios - tal vez más bien la preserve del primer tramo de gobierno para permitirle librar futuras batallas mejor posicionada.

En el plano diplomático, mediante nota dirigida a la cancillería, Nicaragua resolvió retirar a su representante local, mientras el presidente brasileño rechazó la invitación a la asunción de Milei y envió a su Canciller. A su vez, los actuales presidentes de Estados Unidos y de México, Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador, declinaron la invitación. Según indicó la canciller, Diana Mondino, el estadounidense se disculpó e informó que “estará de viaje”. 

Habiendo arengado a la ciudadanía a su jura como nuevo presidente de la Argentina, el líder de La Libertad Avanza eligió la movilización como marco de una serie de actividades organizadas por Jorge Faurie, ex canciller durante la gestión de Cambiemos, quien tuvo a su cargo la tarea de ceremonial y protocolo del traspaso presidencial.

Estuvieron presentes en la asunción los presidentes de Uruguay, Luis Lacalle Pou; el de Chile, Gabriel Boric; José Antonio Kast, ex candidato presidencial chileno; el primer mandatario de Paraguay, Santiago Peña; el Rey Felipe de España; el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán; y el presidente de Ucrania, Volodomir Zelensky, que le obsequió un candelabro de siete velas vinculado con la festividad de Hanukkah. El ex presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, asistió con una comitiva integrada por más de 60 dirigentes brasileños, entre gobernadores, diputados, senadores, miembros de su familia y círculo más íntimo. En otras palabras, asistió principalmente la flor y nata de la ultraderecha global. Sólo una lectura ingenua podría suponer que se trata de una mera formalidad.

Terminada dicha ceremonia, cuyas firmas Milei rubricó con la frase “¡Viva la libertad, carajo!”, se dirigió a las escalinatas del Congreso para su primer discurso como Presidente. A diferencia de sus antecesores, no habló ante la Asamblea Legislativa, sino frente a la Plaza de los Dos Congresos, donde lo esperaba un número de asistentes muy por debajo del esperado (turbinadxs para ovacionar cada anuncio del Primer Mandatario repitiendo el mantra macrista de “si, se puede”, y hasta pidiendo a los gritos “más policía”, cuando se aludió al tema de seguridad), puesta en escena que simuló dar la espalda a “la casta”, en procura de licencia social para ejecutar un mega ajuste de 5% del PBI. 

Toda la zona contó con un riguroso vallado de seguridad. El nuevo jefe de Estado pronunció un fuerte mensaje que, enalteciendo la figura de Julio Argentino Roca como el mejor Presidente de la Nación, reivindicó la Constitución de 1853 redactada con la sangre del criollo y del indio tras la primera Campaña del Desierto. Su intervención, de neto corte reaccionario, subrayó lo que considera como un parteaguas en la historia nacional, donde no faltaron las descripciones de la situación que recibe, en términos económicos y sociales, ni las ideas y propuestas para el futuro, poniendo énfasis - como se esperaba - en una drástica reducción del déficit fiscal con epicentro en el Estado, así como en la limitación de la emisión monetaria, a la que responsabiliza de ser causa principal de la inflación. En síntesis, su discurso no hizo más que anunciar calamidades, dado que lo que describió como “el último mal trago para comenzar la reconstrucción de la Argentina”, incluyó la ratificación de la estanflación, un mega ajuste, la reducción de salarios, y el incremento de la pobreza e indigencia. Las cartas están sobre la mesa. No se puede acusar a Milei de esgrimir un doble discurso: “El que corta la calle no cobra”, sentenció, dando por abolido el derecho a la protesta social.

Pasado el mediodía, se dirigió a la Casa Rosada a bordo de un auto descapotado, permanentemente flanqueado por su hermana. Se había barajado la posibilidad de que fuera en el Cadillac que compró Juan Domingo Perón en 1955, vehículo que ya fue utilizado por otros presidentes como Raúl Alfonsín, Carlos Menem o Fernando De la Rúa, pero esa posibilidad fue descartada, ya que aquel rodado, desde enero de 2018, tras su restauración, permanece en el Museo del Bicentenario, y sacarlo de allí iba a ser logísticamente muy complejo. 

Ya en la sede del gobierno nacional, el presidente en ejercicio recibió a los mandatarios extranjeros, y tomó jura a lxs ministros en el Salón Blanco de la Casa Rosada, suspendiendo su transmisión por Cadena Nacional, lo cual produjo gran insatisfacción entre los medios de prensa acreditados. El futuro gabinete contará, en principio, con 9 carteras. Diana Mondino (Canciller), Guillermo Ferraro (Infraestructura), Sandra Petovello (Capital Humano), Patricia Bullrich (Seguridad), Luis Petri (Defensa), Guillermo Francos (Interior), Luis “Toto” Caputo (Economía) - quien ya se reunió con el Banco Mundial, que le ofreció asistencia para contener la situación socialMariano Cúneo Libarona (Justicia), y Mario Russo (Salud) 

Desde los balcones de Balcarce 50, coreó un tema de La Renga, invocó a los cielos, y vivó a la libertad como es su costumbre. No hubo festivales para homenajear al nuevo presidente, como, por ejemplo, tuvo hace cuatro años Alberto Fernández. Así, luego de la jura formal del gabinete que lo acompañará, tuvo lugar un cocktail especial, y luego el mandatario y su círculo de confianza se trasladó al Teatro Colón para presenciar un potpurrí de piezas musicales que, emulando a un meme, comenzó con la Balada para un loco de Piazzola y Ferrer.

En un marco de absoluta improvisación, la jornada cerró sin designación de un titular a cargo del Banco Central y con sospechosas dilaciones en la conferencia de prensa del flamante Ministro de Economía.

Pese a que en los últimos días Milei moderó su discurso, cajoneó algunas propuestas de campaña, y muteó a algunxs de sus conmilitones para generar gobernabilidad a contrarreloj, aún conserva bastante debilidad parlamentaria, y no las tiene todas con él para gobernar a sus anchas.

Pero no son solo parlamentarios los obstáculos con que se toparán los libertarianos. Bajo la consigna "son 30.000, es genocidio", en su reciente Marcha de la Resistencia, las Madres de Plaza de Mayo aseguraron que "van a seguir en la calle" al igual que hace "47 años". 

Además, dado que el estudio Bruchou & Funes de Rioja (viejo impulsor de una reforma laboral que pone el eje en la desregulación, el fin de las indemnizaciones y la disminución de la litigiosidad) participó del diseño del apartado laboral de la Ley Ómnibus a punto de sancionarse, el economista anarco - libertariano inaugura su gobierno consciente de que, así como cuenta con un puñadito de aliados en el mundo sindical, tendrá unos cuántos opositores que se juramentaron en frenar sus medidas de gobierno y que se identifican con Cristina Kirchner: además de Pablo Moyano, en ese pelotón están Sergio Palazzo, de bancarios; Mario Manrique, de SMATA, quien asume su banca de diputado nacional; Abel Furlán, de la UOM; José Voytenco, de trabajadores rurales; Pablo Biró, de pilotos, y Hugo Yasky, el titular de la CTA kirchnerista, entre otros. Podrían sumarse dirigentes estatales o de empresas públicas que sufran ajustes o despidos: por ejemplo, los líderes de los sindicatos ferroviarios (como Sergio Sasia, de la Unión Ferroviaria, y Omar Maturano, de La Fraternidad), aeronáuticos (como Juan Pablo Brey, de aeronavegantes, y Edgardo Llano, de APA) o marítimos (como Juan Carlos Schmid, de Dragado y Balizamiento, y Raúl Durdos, del SOMU)

Más rechazo tendrá Milei entre los exponentes sindicales del sector combativo o de izquierdaUno de ellos es Hugo “Cachorro” Godoy, titular de la CTA Autónoma, quien acaba de calificar al gobierno libertariano como “una experiencia neofascista peligrosísima”. En el mismo andarivel se mueve el nuevo jefe de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), Rodolfo Aguiar: “…la casta está de fiesta y los trabajadores mortificados - acaba de declarar - Ninguna de las medidas que se anticipan son beneficiosas para los sectores populares y tocarán derechos adquiridos”.

En esa trinchera antimileísta también se ubican el líder del Sindicato Único de Trabajadores del Neumático (SUTNA), Alejandro Crespo, un reconocido cuadro del Partido Obrero, y el flamante titular de la UTEP, Alejandro “Pelusa” Gramajo, del Movimiento Evita, quien debutó con una advertencia que comparten otras organizaciones sociales: “Vamos a ser solidarios con todos los sectores que sufran el ajuste y vamos a estar acompañando cada una de las peleasApenas comienza a gobernar, Milei ya tiene enemigos declarados en el sindicalismo. Otro crucial desafío para una época inclemente en un país que encara un cambio de inusual magnitud. 

La promesa de Pablo Moyano acerca de responder al discurso de asunción presidencial ganando las calles, así como la manifestación prevista por el movimiento piquetero conjuntamente con sectores gremiales y organismos de DDHH para conmemorar las jornadas del Argentinazo de 2001, exigen repasar declaraciones del flamante Ministro de Seguridad Porteño, Waldo Wolff, quien manifestó Estamos convencidos de que si el Ministerio Público Fiscal labra las actas que corresponde, si la ley de reiterancia se aplica, si con las fuerzas federales en conjunto logramos controlar los accesos y si quitamos los intermediarios, vamos a ser una ciudad normal con las manifestaciones que tiene una ciudad normal, y no siendo la capital del piquete”. 

En consecuencia, el paquete de medidas económicas a punto de aplicarse permite deducir que la mesa está servida para que los tiempos por venir estén signados por una enorme tensión social. 

 

“En medio del camino de la vida me encontré en selva oscura,

porque la recta vía era perdida” (*) 

Ganando perspectiva respecto del escenario descripto, diremos que a escala global parecería estarse produciendo un ocaso de las formas conocidas de organizar la economía, la política, y las creencias sociales.

Algunos analistas coinciden en describir ciclos históricos de acumulación/dominación de entre 40 y 60 años de duración. Sin ir más lejos, según el propio Banco Mundial, todas las fuerzas que motorizaron el progreso durante los últimos 30 años se están desvaneciendo.

Si nos detenemos a considerar de un siglo y medio para acá, advertiremos que las sociedades han pasado por varios de esos ciclos, los cuales - pese a sus particularidades - exhiben denominadores comunes.

Ahora el mundo vive el ocaso de uno de esos ciclos, y el consiguiente caos sistémico. En un tiempo más habrá de definirse si culmina con una consolidación/profundización del capitalismo, o con alguna perspectiva alternativa. 

Repasando el período consignado, advertiremos que, desde la segunda mitad del Siglo XIX (+ o - 1860) hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial (1914/15) hubo un ciclo liberal.

Al cabo de su declive, desde los años 30/40 hasta principios de los 70s, tuvimos un ciclo desarrollista, el del llamado Capitalismo de Estado, que generó los Estados de Bienestar.

A ese le siguió el ciclo neoliberal, que arrancó hacia 1980, asociado al thatcherismo/reaganismo, y comenzó a caducar con la recesión de 2010. Entre 1980 y 2005, todo el orden político y moral estuvo regido por una serie de principios básicos que alentaban el destino imaginado e inevitable del curso de las sociedades. El libre mercado como un modo de administrar los recursos en el cual hallar tarde o temprano un nicho de oportunidades, la globalización como realización universal, la teoría del derrame de la riqueza de los poderosos sobre los desposeídos. Un Estado magro y con déficit fiscal cero. Ese era el orden hegemónico no solo impuesto por el poder político y económico mundial, sino también avalado tanto por los sectores dominantes como por buena parte de lxs dominadxs. El mundo tenía dirección, las sociedades un futuro “inevitable”. Se contaba con ciertas certezas y un horizonte realizable.

Solapándose con el período anterior, en el clivaje entre el Siglo XX y el XXI, Nuestra América comenzó a desmarcarse del contexto imperante, optando por ampliar derechos y explorar modelos económicos heterodoxos, durante lo que se dio en llamar el ciclo progresista, constituido por experiencias post neoliberales de intensidad desigual. Hay consenso desde el pensamiento crítico en que la ausencia de transformaciones estructurales de fondo ha determinado que su tímido rebrote en la segunda década del siglo en curso ya no le haga ni cosquillas al sistema y, en pleno tránsito del globalismo al nacionalismo económico, se produzcan también regresiones anacrónicas como la que en este momento procura retrotraer a nuestro país a una etapa previa a la sanción de la Ley Sáenz Peña.

Vivimos pues un momento de transición, circunstancia en la que se produce el ocaso de los dioses que rigieron nuestro destino hasta ahora y el viejo orden se resquebraja, perdiendo así todo su poder de seducción. Ese trance de frustración y escepticismo colectivo atravesamos hoy. Una instancia sujeta a nuevos entusiasmos breves y desencantos subsiguientes. A esa suerte de impasse el marxista corso Antonio Gramsci le llamaba interregno. Desde luego, para quienes han vivido apegados a firmes convicciones, no es sencillo ponerlas en cuestión ni necesariamente rápido el entendimiento y asimilación del escenario en ciernes, ni la creación de una nueva caja de herramientas útiles para lidiar con él.

Recapitulando, estamos en un punto de inflexión, sí, pero tal vez no tan inédito como se lo interpreta. Aquel Perón emergido del mundo militar, que respondió a una Década Infame signada por el “voto patriótico”, encausando al movimiento obrero emergente con la consigna “del trabajo a casa y de casa al trabajo”; un caudillejo riojano que remontó los saqueos provocados por la inflación alfonsinista; o el Kirchner que, llegado del remoto sur, interpretó como nadie la crisis del neoliberalismo fragmentando a las organizaciones rebeldes y a los organismos de DDHH, y cooptando a buena parte de dichos sectores, a su modo también fueron outsiders que, cuando el sistema crujió, hicieron su contribución a la reconstrucción de la gobernabilidad burguesa para que la situación no desmadrara poniéndolo en jaque. Ahora le toca intentarlo a esta suerte de neomenemismo. Pero no puede asegurarse que lo conseguirá.

Por lo pronto, a la militancia popular se le impone analizar cómo viene impactando la política imperialista en un país como el nuestro en circunstancias en que despunta un mundo multipolar. En tal contexto, EEUU buscará rearmar su poder sobre nuevas bases de recolonización de Nuestra América. Existen indicadores sólidos acerca de que Argentina podría jugar en la región un rol equivalente al de Israel en Medio Oriente. Más aun partiendo del alineamiento internacional proclamado por el presidente electo, quien puso su asunción bajo la advocación de una efeméride de tradición hebrea, y se propone trasladar la Embajada Argentina de Tel Aviv a Jerusalén, en tanto que su contrincante electoral prometía colocar a Hamás dentro del Eje del Mal. 

Ante semejante panorama, resulta alarmante la escasa gravitación de las fuerzas antisistémicas. Sin ir más lejos, a muchas que hacen profesión de fe en tal sentido les cabe revisar hasta qué punto, por acción u omisión, fueron funcionales a este statu quo, entrando en el círculo vicioso del crónico reclamo de asistencia estatal, en lugar de privilegiar una verdadera - y no declamada - construcción de poder popular destinado a privilegiar la creación de trabajo sin patrón en las barriadas, contribuyendo así a la reconstrucción de una materialidad de la vida hoy amenazada por el modelo imperante, dado que quien no come ni está en condiciones de aportar un mínimo de bienestar a su familia mal puede comprometerse con un proyecto emancipador.

Todo ello pone de manifiesto que tanto la izquierda como las fuerzas llamadas progresistas - que han abolido el concepto de Revolución adoptando el de Cambio Social, pasible de servir incluso para describir al que marca la nueva etapa ultraliberal que se abre en el país - llevan la peor parte en una batalla cultural en la que por ahora el poder corre con inusual ventaja. Volver a incidir sobre las mayorías demanda, entre otras cosas, poner en tela de juicio los presupuestos de la modernidad que campearon a lo largo del Siglo XX e interpretar con máximo rigor los que demanda el Siglo XXI. 

Lo importante es no perder de vista que la derrota del campo popular es circunstancial y no estructural - ya que este cuenta con un acumulado experiencial que no tardará en ponerse de manifiesto -, y entender que el momento que atraviesa el capitalismo, en el marco de la transición hegemónica global, es propicio para la realización de grandes cambios. 

Como sostiene el filósofo boliviano Rafael Bautista, “cuando ya no se espera nada más, es cuando aparece la esperanza verdadera”. - 

 

JORGE FALCONE

 

(*) Dante Alighieri, La Divina Comedia, Infierno, Canto Primero

viernes, 1 de diciembre de 2023

Del country a la villa, el Estado como enemigo principal

LA DESMEMORIA DE LA PROSPERIDAD NOS PONE AL BORDE DEL COLAPSO

Cargando sobre sus espaldas con 150% de inflación, una década sin crecimiento del Producto Bruto, y más del 40% de pobreza, el Ministro de Economía de uno de los peores gobiernos del ciclo democrático sucumbió en su pretensión presidencial ante el hartazgo de una mayoría de compatriotas que desde hace años no ve concretarse ni el más modesto de sus anhelos. Luis “Toto” Caputo - “el Messi de las finanzas”, en palabras del ex presidente Macri, pese a haber sido denostado por funcionarios del FMI como Secretario de Finanzas de su gobierno -, el hombre que oportunamente nos endeudó con un bono a 100 años, y responde al fondo de inversión trasnacional BlackRock (verdadero supra estado global), acaba de ser designado Ministro de Economía del nuevo gobierno, y de presentar credenciales junto al presidente electo ante funcionarios del Gran País del Norte, potencia ávida por expoliar nuestros bienes comunes. En su reciente intercambio con la entidad financiera global, esta ofreció una línea de crédito de 1.300 millones atada a admitir el cambio climático que niega Milei. Los anuncios de apertura al mercado internacional ya condicionan al empresariado local a suspender a sus trabajadores y optar por la importación. Se registran los primeros despidos en el sector automotriz, a partir de la perspectiva de estanflación anunciada por el flamante primer mandatario. En tanto, su colega ultra liberal José Luis Espert asegura que “hay 650 mil ñoquis” en el Estado a los que hay que echar. Así comienza el mes más conflictivo del año, y con él la cuenta regresiva que determinará hasta cuándo ha de estirarse el crédito de quienes apostaron por el experimento en ciernes, cuando el mega ajuste que se prepara los deje sin aliento.

 

No pocxs exponentes del pensamiento crítico argentino, incluso muchxs hasta ahora alineados con el oficialismo saliente, han terminado aceptando que el velo interpuesto por el discurso progresista ante la realidad contante y sonante que padecemos distrajo de advertir en toda su dimensión cómo se gestaba el huevo de la serpiente que acaba de asomar ante a la sociedad.

En efecto, desde las sombras, con el 27% de sus votos, Mauricio Macri garantizó la derrota de Sergio Massa, el político más hábil que fue capaz de promover la coalición Unidos por la Patria.

De ese modo, una plataforma considerada con bastante ligereza como fascista por algunxs analistas, se impuso por un porcentaje de votos (56%) superior al que obtuvieran en 2011 lxs exponentes de una década supuestamente ganada (54%), aunque el presidente electo – abocado, en medio de marchas y contramarchas, a armar su variopinto gabinete - sabe que su electorado duro está más cerca del 30% de la primera vuelta y que no cuenta con un apoyo incondicional de lxs numerosxs votantes que se pronunciaron contra el pasado en vez de a favor suyo, dado lo cual ha puesto en caja al personaje del león que lo trajo hasta aquí y procede más bien como “gatito mimoso”, a fin de ampliar consensos.

Como se ha dicho, se trató de un voto socialmente muy transversal, que no buscó plebiscitar a la dictadura ni a la dolarización, sino castigar a una gestión que, invocando la identidad política que hizo de la Justicia Social su nave insignia, abandonó a su suerte a los sectores más postergados.

En términos generales, podría considerarse que el electorado produjo una suerte de Nunca Más contra la soberbia autista de una clase política capaz de celebrar el cumpleaños de la Primera Dama en pleno confinamiento pandémico o flirtear con una modelo en lujoso yate, de espaldas a una hambruna atroz.

Así, una fuerza marginal con dos años de vida orgánica - pero acaso con 40 de incubación - se impuso encabezada por un ex futbolista, ex rockero y ex panelista de TV, devenido a primer presidente liberal - libertario del mundo, acompañado por la primera Vice negacionista de la historia argentina, dupla que en la noche del 19 de noviembre pasado cerró su festejo en el bunker de La Libertad Avanza con el tema de la Bersuit “¡Se viene el estallido!”. Si eso no marca un punto de inflexión en la realidad nacional qué lo hará…

No faltan quienes opinan que el ciclo largo que ese resultado cierra es el ciclo social inaugurado en 1943, otros consideran que lo que culmina es el ciclo democrático iniciado en 1983, y otros tantos entienden que lo que llega a su fin  es la crisis de representación que eclosionó en 2001, aquella que trató de institucionalizar el kirchnerismo a partir de 2003, agravó el macrismo (como fenómeno nacido al calor de las protestas de  las patronales agrarias en 2008), y ahora - sacando de escena a ambas coaliciones protagonistas de “La Grieta” - Javier Milei, intenta conjurar desde una versión de derecha extrema, capitalizando cierto malestar generado durante la cuarentena.

A propósito del clima de desazón generalizado que aún impera entre los simpatizantes de la fórmula derrotada, en los últimos días un mediático divulgador de la Historia manifestó a sus íntimos que se impone “un Juicio de Núremberg contra la dirigencia justicialista”.

Pero, más allá de la templanza que exhibe este renovado Milei, cabe advertir que la lista de ministerios que promete dar de baja anuncia una clara orientación hacia la guerra social. Sin ir más lejos, en esos términos se manifestó Carlos Rodríguez, ex jefe del Consejo de Asesores Económicos de La Libertad Avanza: “Habrá que sufrir. En las guerras se sufre”. 

Ante el escenario que se viene configurando, vale la pena recordar que, en su best seller de 2007, la periodista canadiense Naomi Klein acuñó el término “doctrina del shock” para referirse a la estrategia que usan gobiernos de derecha en tiempos de crisis, a los efectos de recuperar una hegemonía social favorable a sus intereses. Desde Chile hasta Rusia, desde Sudáfrica hasta Canadá, la implantación del libre mercado responde a un programa de ingeniería social y económica que la autora identifica como “capitalismo del desastre”. Tras una investigación de cuatro años, Klein exploró en ese ensayo el mito según el cual el mercado libre y global triunfó democráticamente, y que el capitalismo sin restricciones va de la mano de la democracia. Por el contrario, sostiene que ese capitalismo utiliza constantemente la violencia, la confrontación, y pone al descubierto los hilos que mueven las marionetas tras los acontecimientos más críticos de las últimas cuatro décadas. Lejos de ser el camino hacia la libertad, se aprovecha de las crisis para introducir impopulares medidas de ajuste económico, a menudo acompañadas de otras formas de shock no tan metafóricas: los garrotazos de la policía, la reducción de insumisxs con pistolas Taser, o la picana eléctrica en la celda de las comisarías. 

Su libro repasa la historia mundial reciente (de la dictadura de Pinochet a la reconstrucción de Beirut; del Katrina al tsunami; del 11-S al 11-M), para dar la palabra a un único protagonista: las diezmadas poblaciones civiles sometidas a la voracidad despiadada de los nuevos dueños del mundo, el conglomerado industrial, comercial y gubernamental para quien los desastres, las guerras y la inseguridad del pueblo son el siniestro combustible de la economía del shock,  denunciando a la vez la estafa de las políticas económicas de la Escuela de Chicago y su conexión con el caos y el derramamiento de sangre por todo el mundo. 

En ese marco general, una de las preocupaciones que viene generalizándose en la militancia soberanista es la posible utilización de patrimonio nacional como garantía de futuros pagos de la deuda. Por lo pronto, aunque la jueza de Nueva York Loretta Preska eximió a la Argentina de pagar 16.000 millones de dólares por el juicio referido a la nacionalización de YPF, el país tendrá que dejar activos de la petrolera en caución para evitar embargos. 

Otro tema digno de atención es el que involucra recientes declaraciones del ingeniero Macri, en las que aventuró que a partir de ahora no serán necesariamente las fuerzas de seguridad las encargadas de poner freno a lxs revoltosxs - a quienes calificó de “orcos”, personajes literarios bestiales y desaforados creados por JRR Tolkien para su saga El Señor de los Anillos -, sino las propias huestes juveniles que adhieren al presidente anarco - capitalista electo, procedimiento semejante al empleado por las guarimbas (grupos de choque de la derecha venezolana) De hecho, hace poco, un tal Marco Antonio Chediek, oriundo de Villa Ballester, hizo circular un Tik Tok en el que amenazaba a cara descubierta, y en sintonía con lo anterior, al dirigente social Juan Grabois. 

Pero los aprestos para garantizar un mega ajuste blindado con represión también cuentan con correlatos menos informales. Por ejemplo, la designación en el área de Inteligencia de personajes como el Coronel (R) Jorge Vives, Licenciado en Estrategia y Organización e integrante de la Fundación Oíd Mortales, presidida por la Dra. Villarruel.

Para más dato, no se debería pasar por alto que, alentados por la presencia en el ballotage de la candidata a vicepresidenta de Javier Milei, decenas de represores que cumplen prisión domiciliaria por delitos de lesa humanidad pidieron acudir a las urnas y así lo hicieron. Una treintena de ex militares y policías pudieron ir a votar autorizados por diversos jueces.

Con el hecho consumado de esa victoria, convengamos que la avanzada revisionista en ciernes no se propone tan solo legitimar a los verdugos entreguistas de 1976, más bien apunta a poner patas para arriba TODO el sentido de la historia abonada por nuestro pueblo, yendo desde la reivindicación del 12 de Octubre como Día de la Hispanidad (tal como lo conmemoró en esa fecha Victoria Villarruel), pasando por instaurar la idea de que “la Argentina entró en decadencia hace 100 años” (declaración de Milei impugnando a Hipólito Irigoyen, el primer presidente democrático de nuestro país), hasta dictaminar que “se terminó la Era Maradona” (dicho por Mauricio Macri al periodista Luis Novaresio) ¡Cartón lleno!

Por ahora, el presidente electo carece de blindaje parlamentario, aunque - ya que quien más quien menos “tiene un muerto en el placard” - lo más probable es que el arco político tradicional, al menos en primera instancia, brinde gobernabilidad al nuevo oficialismo.

Mientras el kirchnerismo asume la tesitura de “desensillar hasta que aclare”, apostando a que los libertarianos caigan por su propio peso, inesperada pero afortunadamente, ante rumores de no pagar el aguinaldo, la CGT manifestó que no dará “ni un paso atrás” en la defensa de los derechos vigentes. De más está decir - además - que ya se advierte un promisorio estado asambleario en la mayor parte de los gremios potencialmente afectados por las futuras medidas privatizadoras. 

En tanto, el peronismo, sumamente golpeado, exhibe una polarización entre su versión liberal cordobesa y la otra más progresista, ahora confinada al conurbano bonaerense.

Por su parte, ratificando una metodología de lucha que no ha venido dando los resultados esperados, el Frente de Lucha Piquetero anunció su primera movilización contra el gobierno de Milei para el 19 y 20 de diciembre, en homenaje a las jornadas del 2001 y con un paquete de reclamos como el pago del aguinaldo social y un aumento en el monto del Potenciar Trabajo. Los movimientos ratificaron que seguirán haciendo marchas y acampes como modo de reclamo, a pesar de las advertencias sobre la represión esbozadas por el presidente electo en varios reportajes.

En conclusión, a estas horas Argentina enfrenta una circunstancia en la que los herederos de aquel patriciado que durante la segunda mitad del Siglo XIX escribió nuestra Carta Magna con la sangre del gaucho alzado y el indio del malón, cuatro décadas después del rediseño de este país a cargo de una dictadura genocida, buscan coronar semejantes ideales amenazando con entregar el territorio nacional a los dueños del mundo. 

Dada la inoperancia de la dirigencia política durante ese prolongado ciclo constitucional próximo a cumplir su cuadragésimo aniversario ni más ni menos que en el Día Internacional de los Derechos Humanos - circunstancia a la que arribamos con un índice de 7 de 10 argentinxs insatisfechxs con la democracia -, aunque a los sectores bien pensantes les suene pasado de moda, más que nunca parecería que solo un proyecto verdaderamente revolucionario de nuevo cuño estaría en condiciones de reencauzar al país en la senda que a su modo  soñaron Moreno, Castelli, Monteagudo, Belgrano, San Martin, Güemes, Juana Azurduy, Rosas, Irigoyen, Ugarte, Evita, el Che, Santucho, los Montoneros, y los nuevos movimientos sociales surgidos al calor del Argentinazo de 2001: Esa es la “nueva” canción que nos toca componer. Cualquier otra será cover de algún tema trillado hasta saturar. 

Hay 46.884.895 argentinxs en el país y el mundo. 32.330.335 de ellxs no votaron por Milei. Ánimo entonces: Es un dato alentador a la hora de hacerle frente. - 

 

JORGE FALCONE