viernes, 22 de mayo de 2020


SOCIALDEMOCRACIA Y PANDEMIA, 
UN CÓCTEL LETAL



















“La prolongación de una cuarentena ruinosa para millones de personas
puede terminar en una rebelión social”.

Dr. Mario Eduardo Firmenich


De un  tiempo a esta parte, la prensa menos condescendiente ha dado señales de alarma en referencia al rumbo hacia el que nos conduce el capitalismo terminal que está asolando nuestro planeta, reparando por ejemplo en las dramáticas estadísticas de mortandad vía COVID - 19 que hoy exhiben países como EEUU y Brasil. La primera, Nación gobernada por alguien que no expresa en absoluto a un loquito suelto o a una excresencia del sistema sino precisamente a su clase dirigente, y la segunda, desgobernada por la manifestación acaso más atroz, troglodita y despreciativa de la condición humana que hoy exhibe el acontecer político mundial.

“A buen entendedor/a, pocas palabras”, reza el proverbio. Pero, una vez más, ¿qué ha sido entonces de la “misión histórica del proletariado”? ¿Sangra aún la herida global producida por el fracaso del “socialismo real”? ¿Suenan a hueco discursos humanistas contemporáneos como la Encíclica “Laudato Si”?

A primera vista parecería que la ausencia de utopías capaces de seducir a buena parte de la humanidad ha ido instalando un estado de anomia colectiva sin  precedentes.

El polémico Abel Posse alguna vez escribió que “ser argentino significa ser heredero de una particularidad, de una insolencia en la siesta continental”. Se refería al peronismo, ese fenómeno tan original de nuestra historia política, cuya complejidad ha quemado las pestañas de escribas propixs y ajenxs.

Trabajador de la cultura al fin, este cronista considera que sobre la encomiable  obra de su primer gobierno no existe en el país mejor testimonio que ese colosal fresco poético cuyo autor, el inefable  Leonardo Favio, bautizó  “Sinfonía del Sentimiento”. Y sobre sus prolíficos años de resistencia difícilmente se halle mejor fuente documental que la que aportaran Solanas y Getino, a criterio de quien escribe estas líneas, muy particularmente esa joyita épica denominada “Los Hijos de Fierro”, elocuente caja de resonancia del período de mayor creatividad y proyección doctrinaria de un movimiento cuyo valiosísimo legado indudablemente anida en los programas de lucha de aquella aguerrida clase obrera que jugó el todo por el todo en su nombre, más que en la pluma de su propio mentor.

Los análisis menos rigurosos de la identidad en cuestión se empeñan en destacar  su atípica capacidad de resiliencia, seguramente explicable a partir de que en los vaivenes de la política - y sobre todo tras las catástrofes neoliberales -, el ADN peronista siempre es portador de una promesa de Justicia Social.

Pero, aunque genere sospechas de conducir a un pronóstico agorero, sigue valiendo la pena interrogarse acerca de qué potencial de cambio encierra hoy aquel movimiento que, conmoviendo a la Nación entera, debutara un 17 de octubre de 1945.

Reciclándose con su proverbial y pragmática versatilidad, nos ofreció una versión neoliberal en los 90s, vendiendo hasta “las joyas de la abuela” al son de La Marchita, y otra neodesarrollista y progre a partir de 2003, que amplió algunos derechos respetando una matriz productiva agroexportadora y extractivista de concentración por desposesión: Así, casi toda la obra generada durante los 12 años de la “Década Ganada” se desmoronó prácticamente en los seis primeros meses de gestión de un empresario balbuceante pero absolutamente funcional a la clase dominante. Se hace difícil pues preguntar sin ruborizarse si el viejo “gigante invertebrado y miope” no está perdiendo su disruptivo don de sorprender a la sociedad con novedades que corten la digestión de los poderosos, al menos por un tiempo.

Resulta irrefutable no obstante, que un flaco oriundo de la Patagonia, desgarbado y de apellido impronunciable, supo resonar en  una ex nueva generación  - subrayado esto último en un país que de un tiempo a esta parte no hace otra cosa que generar jóvenes - viejos (si es que seguimos considerando a la Patria de la Vida como fuente natural de rebeldías) -, y fundamentalmente lo hizo, vaya paradoja, a partir de su deceso, lo que confirma al Borges que escribió: “No se aflija. En la memoria / de los tiempos venideros / también nosotros seremos, los tauras y los primeros. / El ruin será generoso y el flojo será valiente: / no hay cosa como la muerte para mejorar la gente”.

El hombre, sin embargo, perdió envión en 2009 frente a un arribista de poca monta como Francisco De Narváez - porque así es el juego consentido por el sistema, siempre dentro del arenero de la plaza -, y su heredera hocicó en 2013 frente a un joven pujante y con visión de futuro, que acaba de abordar el “último bondi a Finisterre” simulando apostar por la coalición gobernante… pero soñando con ser el nuevo “tuerto en el país de los ciegos” del año 2023: Sergio Tomás Massa, amigo dilecto del Departamento de Estado.

Si se me concede abundar en citas literarias, acudiré al viejo y magistral León Felipe: “¿Quién lee diez siglos en la Historia / y no la cierra / al ver las mismas cosas siempre / con distinta fecha…?”.

En resumen, y más allá de las pasiones que su memoria sigue despertando - a las que no es ajeno el autor de esta nota -, parecería ser que el peronismo original hizo mutis por el foro con quien fuera su creador, y lo propio habría ocurrido con el kirchnerismo, habida cuenta de fallidos experimentos como Unidad Ciudadana o las derivas en que incursiona este panperonismo de nuevo cuño encabezado por un primer mandatario que aduce pensar con cabeza socialdemócrata, sosteniendo una cuarentena tan clasista como el Partido Obrero pero de signo inverso, y un errático y perdidoso rumbo en lo que al tratamiento de la deuda se refiere.

Sin ir más lejos, si se parte de que mientras se escribe esta nota la jornada cierra con 648 contagiadxs y 13 muertxs, y desde Mataderos Don Guillermo Peña  declara a TN haber aguardado desde ayer a las 17 hs. - pasando la noche a la intemperie - frente a un mayorista, para ser hoy por la mañana el primero en la fila de más de una cuadra a fin de adquirir al menos un maple de huevos en oferta  para sobrevivir con su reventa, se comprenderá porqué muchxs que fuimos jóvenes en los 70 y logramos ser refractarios al macartismo que ensucia sistemáticamente aquella experiencia, arribamos al 50° aniversario de la aparición de Montoneros empeñadxs en no renunciar a la osadía.

Desde ese punto de vista, resulta auspicioso que, pese a la ilusión de co gobierno experimentada por numerosas organizaciones sociales - que quedarán sumamente comprometidas con un Ejecutivo que asimila la Patria al microcentro porteño - y la enorme fragmentación del activismo, cada vez más sectores de la militancia de base reconozcan a la comuna como el escenario donde nos conocemos todxs y es más factible la construcción de poder popular independiente, en la perspectiva de ir recuperando el espacio público y revertir tanto una hegemonía que hoy atenta contra los intereses de las mayorías como al sentido común que le da sustento. En ese camino, mientras el pueblo no entre al Palacio, que gobierne pues desde la calle.-


JORGE FALCONE

lunes, 11 de mayo de 2020


MIENTRAS NO SE APLANE LA CURVA 
DE LA DESOCUPACIÓN Y EL HAMBRE, 
EL PUEBLO VUELVE A LAS CALLES






































“O seguimos con el mismo sistema global de la modernidad liberal capitalista, individualista e irresponsable con los pobres o empezamos a idear otro tipo de mundo, lo cual de todas formas tendremos que llevar a cabo”.

Dr. Enrique Dussel Ambrosini,
investigador del Departamento de Filosofía de la Universidad Autónoma Metropolitana de México


Ante la oportunidad de que la especie humana aprenda esta lección

Hace pocos días, consultado por un medio digital, el sicólogo marxista lacaniano Jorge Alemán, conjeturando un posible escenario post pandemia barajó como peor posibilidad la deriva hacia un sistema-mundo semejante al que proponían la saga cinematográfica Mad Max iniciada por George Miller o la serie que adaptó a la TV El Cuento de la Criada, de Margaret Atwood.

Cabe señalar que en el primer caso se hacía referencia a una distopía de absoluta disolución del Estado e imperio de la Ley del Más Fuerte, y en el segundo todo lo contrario, ya que describía una sociedad patriarcal totalitaria y represiva, regida por un Estado fuerte y planificador, volcado xenofóbicamente hacia dentro de sus propias fronteras.

Si uno de los ejemplos era asimilable al fenómeno de secesión territorial y disgregación social generado en Europa del Este tras la Guerra de los Balcanes, el otro se aproximaría a ciertos Estados proteccionistas europeos contemporáneos del Brexit.

Pero saliendo de los modelos imaginarios utilizados para hacer una prospectiva acerca del peor de los desenlaces de la crisis humanitaria que vive el planeta, convengamos que la realidad contante y sonante nos muestra un Norte Global en plena transición hegemónica (el diferente abordaje de la pandemia en EEUU y  China ilustra en gran medida ese fenómeno), y un Sur que tras los sucesivos foros globalifóbicos no atina a articularse como comunidad de intereses. En tales lidias, la mediación del Vaticano no hace mella alguna sobre el apetito voraz de un capitalismo desbocado y absolutamente refractario a cualquier principio moral, con  la evidente consecuencia de que ahora el planeta nos ha dicho basta.

Los pronósticos más optimistas entrevén el advenimiento de una nueva conciencia humanitaria más respetuosa del ecosistema, un nuevo auge proteccionista, y el de un nacionalismo de inclusión. A ese respecto, recientemente 200 personalidades  entre las que figuran tanto una veintena de Premios Nobel de física y química, como artistas de la talla de Robert De Niro, Madonna y Pedro Almodóvar, han firmado un manifiesto titulado “Contra una vuelta a la normalidad”, en el que reclaman que tras la pandemia del COVID - 19 se frene el “colapso global” ambiental, se redefinan valores y se actúe en pro de la “dignidad, supervivencia y coherencia”. A su vez, desde perspectivas tendientes a humanizar el capital - como si aún fuera posible - un grupo de intelectuales y políticos se ha lanzado a promover una Internacional Progresista. Forman parte de la iniciativa el politólogo y activista estadounidense Noam Chomsky, la escritora y también activista canadiense  Naomi Klein, el economista greco-australiano Yanis Varoufakis, el académico y político brasileño del PT Fernando Haddad, y la primera ministra islandesa Katrín Jakobsdóttir, quienes promueven la defensa de la democracia, la solidaridad, la igualdad y la sostenibilidad.

Pero la última palabra seguramente la tendrán lxs trabajadorxs ocupadxs y desocupadxs del mundo, que cuando la pandemia tan sólo sea un mal recuerdo enfrentarán una recesión de características desconocidas, y quedarán frente a frente con el fantasma del hambre y la miseria, contando como único aliciente con la mochila de su histórica experiencia de lucha.

La disyuntiva que enfrentamos, desde una perspectiva revolucionaria nos lleva a evocar algunas estrofas del padre Ernesto Cardenal, gigantesco poeta nicaragüense y nostramericano, dedicadas a Augusto César Sandino - el primer patriota del Siglo XX que echó a los yanquis a tiros del continente - en su largo poema Hora Cero. Allí el vate centroamericano escribía: “Y Sandino no era inteligente ni era culto / pero salió inteligente de la montaña”. Ojalá que esta peste sea la montaña que aleccione a todos los pueblos del mundo.


¿El humano es un animal político o el político es un animal infrahumano?

Las democracias de baja intensidad que sucedieron a las feroces dictaduras del Cono Sur, y su consecuente clase política mediocre, venal, y rentista, han contribuido a degradar el valor de la política. Y el mayor impacto de dicho fenómeno lo han acusado lxs jóvenxs.

Así, entre lxs centennialls, quien no se desentiende totalmente del interés común para rendirse al hedonismo y el consumo más individualistas, concibe el hacer político como una competencia meramente electoral y atravesada por pasiones cuasi futboleras. En consecuencia, dicha mirada solo registra la punta del iceberg de una intrincada realidad, lo que frecuentemente conduce a adherir a seductores discursos sin reparar en los programas económicos que los sustentan ni en los intereses nacionales e internacionales a que responden. La resultante de tal proceder consiste en cifrar toda expectativa en votar, y desinteresarse de la vida pública hasta un próximo comicio… salvo que el bagre comience a picar.

Sin embargo, la antigua y noble ciencia política, tan vapuleada hoy día, demanda estudio y rigor científico en el análisis, factores que sólo garantiza un profundo compromiso con el prójimo.

En cuanto a lo que nos toca, y muy a pesar de los altos índices de aprobación que la figura del Primer Mandatario acumula, este cronista no dejará de señalar que estamos ante un gobierno sin programa, que prorratea la atención del hambre emitiendo moneda, no incomoda a los poderosos, y - empavurado con la palabra default - paga 320 millones de dólares a los acreedores internacionales en concepto de vencimiento de intereses trimestrales, en una situación de descomunal emergencia económica por cuyo tratamiento alguna vez deberá rendir cuentas ante la Historia.

La decepción del ministro Guzmán frente a la reticencia a un acuerdo de fondos como Black Rock y otros ha recordado a muchxs la frase que hizo célebre al ministro alfonsinista Pugliese - “Les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo” - ya que, como es obvio, lejos de tratar con voluntarios de la Cruz Roja, lo hace con Piratas del Caribe.

Es muy probable que Alberto Fernández salga de la cuarentena fortalecido ante una clase media que tuvo resto para observar un aislamiento productivo, pero difícilmente conserve por mucho tiempo tal prestigio frente a lxs condenadxs a la miseria si no encara resueltamente una política económica soberana y produce un shock distributivo que le evite el seguro contratiempo de nuevas ocupaciones del espacio público reclamando pan y trabajo. Por lo pronto, ya ha trascendido que empresas receptoras de subsidio estatal lo han empleado en fugar dólares (!), y que numerosas organizaciones sociales independientes del Estado están ganando las calles enarbolando consignas tales como #SuRiquezaEsNuestraPobreza, #EmergenciaSanitaria, y #LosFemicidiosNoSeTomanCuarentena.

Resumiendo, digamos que difícilmente pueda domar al potro encabritado del mundo que nos toca una coalición progresista de carácter socialdemócrata: De Alfonsín a Tsipras, tal fórmula fracasó.

Lo cierto es que el oficialismo triunfó en nombre de un movimiento cuyos padres fundadores hicieron escuela en materia de planificación estratégica con sus planes quinquenales, pero el gabinete nacional, compuesto por funcionarios grises a fin de que el presidente funcione como “tuerto en el País de los Ciegos”, no atina a aprovechar ni el tiempo de gestión que le resta elaborando un Plan Trienal. En tanto, la oposición más recalcitrante, que no se toma respiros,  ya lanzó OTPro, una suerte de 62 organizaciones neoliberal, para meterse de lleno en un mundo laboral testigo del paulatino abroquelamiento y viraje conservador de lxs trabajadores/as  en blanco frente a la amenaza de millones de desocupadxs.

Una vez más, la taba está en el aire, y la misma parece exhibir como cara el patriótico gravamen a los potentados de la Pampa Húmeda, y como ceca el comprometedor apoyo financiero del magnate George Soros.-


JORGE FALCONE



lunes, 4 de mayo de 2020


EL LEVANTAMIENTO DE LA CUARENTENA
EXPONDRÁ A UN GOBIERNO SIN PROGRAMA

















“En medio del camino de la vida me encontré perdido en selva oscura”.

Dante Alighieri,
poeta florentino.
Primer Canto del Infierno,
“La Divina Comedia”.

Es un hecho. Las presiones empresariales y el funesto pronóstico sobre las consecuencias económicas de la cuarentena hacen que sea inminente su levantamiento cuasi total, paradojalmente en el período de contagio más temido por lxs sanitaristas. ¿Qué ocurrió? ¿¿En realidad el virus no era tan peligroso o las estadísticas de contagio ya son irrelevantes?? Nos inclinamos a creer que la lógica del capital se va imponiendo por sobre el cuidado colectivo. Y como en Argentina esa última palabra también designa a un vehículo de transporte público que en otras latitudes de Nuestra América llaman guagua o bus, recurriremos a dicha figura para dar un ejemplo de la perspectiva que está prevaleciendo: El distanciamiento social pregonado por un periodismo “más papista que el Papa” acaba de sucumbir a la hora de comparecer puntualmente al trabajo viajando exclusivamente sentadx… incluso en asientos de dos (!) Consultada sobre dicho despropósito por un cronista en Constitución, una humilde empleada doméstica respondió categóricamente “no sé, yo igual tengo que ir a trabajar”. Eso sí, los asientos de adelante deben quedar vacíos. No vaya a ser que la “bestia de carga” que conduce se manque y deba reemplazarla el patrón, toda vez que hablamos de un trabajo full time. Del resto del pasaje, sabemos que eventualmente se ocupará el “ejército de recambio” que describieron los cásicos del marxismo.


“La era está pariendo un corazón” (*)

Apelando a una expresión con que Don Arturo Jauretche describió otros clivajes   de la Historia reciente, ante el momento que afrontamos repetiremos que “lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer”.

El COVID - 19 nos enfrenta a una crisis global de alcance civilizatorio. Y la cuarentena que han recomendado lxs sanitaristas y adoptado la mayoría de los gobiernos remite a la dimensión bíblica de otras pandemias, toda vez que cuarenta días y cuarenta noches duró el Diluvio Universal, cuando el Dios de los católicos se hartó de los desatinos humanos e hizo tronar el escarmiento, encomendando un arca al fiel Noé para preservar una pareja de ejemplares por  cada especie (¿cuántas habrán desaparecido entre los 1.250 millones de animales muertos directa o indirectamente debido a los recientes incendios ocurridos en Australia?)

Entre las hipótesis que se han barajado durante los últimos meses conjeturando sobre el origen del virus, la más considerada ha sido la de una guerra bacteriológica impulsada por EEUU para frenar la expansión comercial del gigante asiático hacia occidente.

Pero otra aún más intranquilizadora es la que atribuye al avance de una deforestación que arrasa los hábitats de ciertas especies  animales salvajes, la causa de su irrupción en el espacio urbano, así como la dañina mutación y contagio entre humanos de coronavirus que por lo general existen en su portador original sin producir efectos perjudiciales.

Ese punto de vista remite ineludiblemente a la noción de Antropoceno, la era geológica que transitamos, en que la depredadora acción humana imprime  huellas  irreversibles sobre el ecosistema.

Algunas de esas huellas son: El desmesurado incremento del calentamiento global; la paulatina pérdida de biodiversidad; la alteración del curso de las aguas; la explosión demográfica; y el modelo de consumo fundado en el esquema de obsolescencia precoz y programada, que limita la vida útil de los productos.

Entre las prospectivas más inquietantes respecto al porvenir post pandemia se avizora una consolidación de la Sociedad del Control, que ya se ha venido imponiendo mediante el endeudamiento externo y el lawfare, pero ahora fundamentalmente a expensas de una feroz vigilancia de la vida privada a partir de la Big Data.

Entre las más auspiciosas va cuajando una significativa revalorización del proteccionismo por sobre la globalización, y del Estado por encima del mercado. En un contexto de cambios tan inéditos como vertiginosos, acaso lo más desatinado sea apresurarse a aventurar el derrumbe del capitalismo, cuya resiliencia ya ha frustrado en numerosas ocasiones tales pronósticos.

El impacto económico negativo que la cuarentena global impondrá, fundamentalmente a los países periféricos, con un saldo de recesión y desocupación masiva, ha hecho que desde perspectivas neokeynesianas crezca el clamor en pro de un nuevo New Deal, lo que el pensamiento crítico prefiere reclamar como un Green New Deal que no sólo dé respuesta a la relación entre capital y trabajo, sino que también contemple los derechos de la naturaleza. Uno de sus promotores es el sociólogo estadounidense Jeremy Rifkin (https://theconversation.com/jeremy-rifkin-estamos-ante-la-amenaza-de-una-extincion-y-la-gente-ni-siquiera-lo-sabe-136986), que aporta una mirada alentadora al respecto, sosteniendo que “Los milenialls han salido de sus clases para expresar su inquietud. Millones y millones de ellos reclaman la declaración de una emergencia climática y piden un Green New Deal. Lo interesante es que esta no es como ninguna otra protesta en la historia, y ha habido muchas, pero esta es diferente: mueve esperanza, es la primera revuelta planetaria del ser humano en toda la historia en la que dos generaciones se han visto como especies, especies en peligro. Proponen eliminar todos los límites y fronteras, los prejuicios, todo aquello que nos separa; empiezan a verse como una especie en peligro e intentan preservar a las demás criaturas del planeta. Esta es probablemente la transformación más trascendente de la conciencia humana en la historia”.


“Yo veo al futuro repetir el pasado” (**)

El reciente acuerdo entre la UIA y la CGT - que prescribe un 25% de reducción salarial y la suspensión de paritarias por un año en un contexto de alarmante inflación - ha obtenido un primer y potente cuestionamiento durante el Día Internacional de lxs Trabajadorxs, a partir de la difusión del Manifiesto Nacional por la Soberanía, el Trabajo y la Producción (https://www.youtube.com/watch?v=rCA-bPMDMks), presentado a instancias del MNER en una fábrica recuperada (Envases Flexibles Mataderos Ltd.), y suscripto por numerosas organizaciones gremiales, sociales, cooperativas, de PyMES y políticas del campo nacional. El texto aporta una nutrida programática que apunta a lograr soluciones de emergencia en materia de Soberanía Alimentaria, Monetaria y Financiera, Fiscal, Productiva, Energética, Marítima, Piso de Ingresos Garantizado, y Acceso a la Vivienda Digna y Planificación Territorial.

Por otra parte, una suma de desatinos tales como el “Viernes Negro” que mostró interminables colas de jubilados y terminó costando la renuncia del ex titular de ANSES; el affaire de los sobreprecios en la compra de mercaderías, que ocasionó  la separación de sus cargos a 15 funcionarixs intermedios de la cartera de desarrollo social; o la influencia sobre el presidente del asesor en asuntos regionales Marco Enríquez Ominami, que desautoriza en los hechos al canciller Solá, entre otros, vienen produciendo desencuentros al interior de un gabinete nacional loteado para derrotar a la ceocracia macrista y contentar a una variopinta  cantidad de sectores del peronismo con distinto ADN y juego propio, entre ellos el que responde al inquieto Sergio Massa, y por otro lado a La Cámpora, cuyas aspiraciones de poder acaban de llevar a Andrés “Cuervo” Larroque a desembarcar en el Ministerio de Desarrollo de la Comunidad bonaerense. Lo cierto es que, una vez más, “lo pequeño se hace grande cuando lo grande no existe”.

Enfriada la iniciativa de aprobar un “Impuesto a la Riqueza”, y en ejecución la decisión de pagar la deuda externa “a libro cerrado”, resulta irresistible la tentación de preguntarse si esa unidad del peronismo que tanto pregonan queridxs compañerxs de lucha de ayer y de hoy alcanza para resolver la encrucijada que enfrenta la Patria en estas horas y reabrir la ancha avenida que debería conducirnos a la emancipación nacional.

¿Es legítimo - o apenas una consigna cada vez más rancia - sentenciar recurrentemente que Perón es el futuro?

Este cronista, cuya edad mayor ha llevado a valorar la grandeza de proceder de su propia madre por encima de los numerosos desencuentros domésticos vividos con ella, también ha conseguido dimensionar la estatura de estadista y estratega político sin par del General, muy a pesar de los cortocircuitos que aquel líder tuvo con la generación política de quien escribe estas líneas, lo cual nunca pasa por alto el nefasto legado de cierta gramática - sinarquía, imberbes, infiltrad@s - que sus autotitulados herederos continúan utilizando contra tod@ aquel/la que ose desafiar la calma chicha del movimiento.

Pero…¿es Perón SIEMPRE el futuro?

Resulta incontrastable que el movimiento que construyó en Argentina el Estado de Bienestar, dignificó a  trabajadorxs y mujeres, y lxs cohesionó en torno a una identidad aún vigente constituye la referencia en la que las grandes mayorías se refugian para reemprender su larga marcha hacia la dignidad, cada vez que el apetito voraz del capitalismo diezma la Nación. Sobre eso discurrió abundantemente y con singular enjundia el montonero Rodolfo Jorge Walsh.

Sin embargo, aunque la larga visual del “Primer Trabajador” vislumbró las posibles consecuencias de la crisis civilizatoria que atravesamos, en su sentencia acerca de que “el año 2000 nos encontrará unidos o dominados” seguramente subyacía la expectativa de que prevalecería el primer factor de dicha disyuntiva. Y henos aquí pues, en un mundo inimaginable desde el Siglo XX. Tan cierto como que la Historia sigue en disputa y la política está más viva que nunca, contradiciendo los funestos augurios de Francis Fukuyama.

En todo caso la última expresión poderosa del nacionalismo popular, abrevando en el patrimonio experiencial de todas las tradiciones políticas que brindaron valiosas herramientas teóricas y organizativas al pueblo trabajador, deberá constituirse en el trampolín desde el que este se permita saltar hacia un estadío superior de la lucha, capaz de remontar la utopía de una transformación de fondo en nuestro país.

En pleno aislamiento obligatorio, acaso el dignísimo acto de desobediencia civil cometido por lxs obrerxs del quilmeño frigorífico Penta al movilizarse hacia Plaza de Mayo munidos de barbijos para protestar por sus despidos, así como la escalada de ollas populares que crece desde el conurbano profundo, expresen en gran medida las reservas morales de un pueblo que no se rinde, y acaso el embrión del que está preñado el futuro.-


JORGE FALCONE


(*) Título de un tema del cantautor cubano Silvio Rodríguez

(**) Estrofa de “El tiempo no para”,
      tema compuesto por los artistas brasileños Arnaldo Brandao y Agenor Neto

viernes, 1 de mayo de 2020


Otro mundo se avecina
LA PRECARIZACIÓN LABORAL
SE ESCONDE DETRÁS DE UN BARBIJO
























“Como ocurre en el mundo del mercado, el que no aguanta la competencia es destinado a perecer. Crear una sociedad auténticamente humana significa oponerse a toda costa a ese darwinismo social”.

Edgar Morin,
filósofo francés.


De la Emergencia Social a la Emergencia Sanitaria

Como es público y notorio, el hombre que hoy ocupa el Sillón de Rivadavia, en el año 2000 integró la lista de legisladores de la Alianza Encuentro por la Ciudad, que llevó a Domingo Cavallo como candidato a Jefe de Gobierno y a Gustavo Béliz, de vice.

Tras ejercer el cargo de Jefe de Gabinete junto a Néstor Kirchner y durante parte del primer mandato de Cristina Fernández de Kirchner, se retiró en medio de desinteligencias surgidas al calor del conflicto con las patronales agrarias suscitado durante el año 2008. Desde entonces fue el invitado estrella de todos los programas políticos de TN, despellejando literalmente a su actual Vicepresidenta, para deleite de escribas como Joaquín Morales Solá, Alfredo Leuco, y Marcelo Bonelli (sepa quien lo dude, que aquellas invectivas no han sido borradas aún de youtube)

En 2013, se sumó al Frente Renovador como jefe de campaña de Sergio Massa, quien se impondría en las PASO y más tarde en las elecciones generales. Después de las primarias sentenció: "El shock que recibió Cristina, luego de la derrota, hace que se comporte como una adolescente. El kirchnerismo está muerto, esto es una iglesia del cristinismo".

Siempre catalogado como "componedor", en 2017 fue promotor de la candidatura de Florencio Randazzo a senador nacional en la elección que compitió contra Cristina Fernández de Kirchner, Esteban Bullrich (Cambiemos) y Sergio Massa. En ese armado de Randazzo, Alberto Fernández  fue clave para cerrar la puerta que le abrió la ex presidenta a su ex Ministro del Interior y Transporte sobre la recta final de campaña. 

No se trata aquí de hacer “política de prontuarios”, sobre todo cuando su promotora a la candidatura presidencial decretó que “lo pasado pisado”. Pero en “El País de No me Acuerdo” (María Elena Walsh dixit) siempre vale la pena dar cuenta de los antecedentes que fundamentan los juicios que uno se apresta a emitir: Se trata de un presidente socialdemócrata y globalista que habla en nombre del peronismo.

Su gobierno asumió con una carta de intención sintetizada en la consigna “primero los últimos”, y decidió que la nave insignia de esta gestión fuera la “Ley de Emergencia Social”, a la que ha venido tratando de dar respuesta el Ministro Daniel Arroyo, hasta que se dio de bruces contra el affaire de los sobreprecios en la compra de alimentos destinados a los comedores populares, golpe del cual su cartera no parece haberse recuperado aún, con la notoria consecuencia de estarse colapsando la atención del problema del hambre en el conurbano profundo.

Tal irresolución, sumada a la que acarrea el Ministro Martín Guzmán respecto al trabajoso intento de acuerdo con los bonistas extranjeros, habilita a considerar que por el momento todo el crédito del oficialismo se concentra en el rol que viene ejerciendo el primer mandatario con su proverbial bonhomía, velando por la salud de 45,3 millones de argentinxs de los cuales, quienes habitan la Matrix de las principales metrópolis del país, se avienen dócil cuando no eufóricamente a su paternal cuidado… mientras lxs compatriotas que viven en las periferias y bajo la línea de pobreza pelean la diaria valiéndose de sus propios recursos y de los que brinda la militancia más solidaria, anhelando sobrevivir al crudo invierno que se avecina.

En consecuencia, el Ejecutivo ha prorrogado una vez más la cuarentena pero, presionado por empresarios impacientes en recuperar su  rentabilidad, lo ha hecho flexibilizando criterios so pretexto de paliar el encierro de lxs niñxs - que parecen tramitar mejor que los adultos el posible contagio del COVID - 19 -, aunque lxs sanitaristas siguen insistiendo en que el pico máximo de contagio sucederá  durante el mes en curso.

Al parecer, el único camino que el oficialismo está dispuesto a transitar es el de reactivar la economía mediante el retorno a las respectivas actividades productivas por parte de la clase trabajadora, trasladando prácticamente la responsabilidad del cuidado a la comunidad, sin hacer el menor intento por gravar la renta improductiva de ricachones chupasangres ni investigar la deuda centenaria que ha resuelto seguir pagando, lo cual, equiparando el principio físico de la presión de un émbolo dentro de un recipiente hermético a la escalada del malestar social, permite prever protestas populares de imprevisibles consecuencias en procura de la necesaria válvula de escape.


La fábrica y la web

Durante la Modernidad, el paradigma metalmecánico que campeara hasta las postrimerías del Siglo XX justificó que alguna vez el peronismo hiciera del movimiento obrero organizado su columna vertebral, mientras que en la post modernidad se impuso el paradigma telemático y los servicios comenzaron a prevalecer sobre la producción industrial de otrora. El modelo de exclusión social generado por la última dictadura y exacerbado durante los 90s expulsó del aparato productivo a grandes contingentes de trabajadores/as, redujo sensiblemente la afiliación sindical, y fomentó la aparición de nuevos actores sociales, muchxs de lxs cuales se nuclearían en los Movimientos de Trabajadores Desocupados que, a partir de la ampliación de derechos generada oportunamente por el kirchnerismo, terminaron constituyendo el fenómeno de la Economía Popular, caracterizado por cierta izquierda como precariado, y por algunos cientistas sociales como trabajo informal.

La pandemia suma a ese complejo cuadro de situación un fuerte impulso al teletrabajo, modalidad que muchxs especialistas consideran que llegó para quedarse. Tal fenómeno agrava la precarización existente, y pone a las centrales obreras así como a lxs legistas ante el desafío de crear nuevos estatutos regulatorios de la actividad, capaces de salir al cruce más temprano que tarde de una nueva merma de derechos laborales.

Según la Revista Forbes, últimamente la productividad aumentó un 28% en materia de home office. Entusiasmadas con esos índices, numerosas empresas globales han resuelto reducir hasta en un millón de metros cuadrados sus respectivas plantas, con el altísimo ahorro en servicios que les proporciona, dada la transferencia del costo de los mismos al hogar de sus empleadxs, que en consecuencia se ven condicionados a fusionar en un solo espacio full life lo que hasta ahora fueron tres: Trabajo, recreación, y vivienda particular.

En tal contexto, el modelo de Uber se ha extendido a todo tipo de sectores empresariales y por este motivo se ha acuñado un nuevo concepto, uberización. Se trata de un planteamiento empresarial que conforma un nuevo paradigma en las relaciones laborales y algunas de sus características son las siguientes:

·   Los contratos laborales tradicionales desaparecen, ya     que el trabajador que proporciona el servicio está   asociado a una compañía y entre uno y otro no hay un   convenio regulador.

·  El trabajador asociado es requerido para tareas   concretas y no necesariamente tiene un salario mínimo   garantizado, un horario preestablecido o un periodo de   vacaciones acordado en un contrato.

·  El nuevo modelo implica la destrucción del trabajo     convencional y la creación de trabajadores autónomos.
Como resultado de la expansión de este nuevo sistema, algunos analistas consideran que las empresas pequeñas y medianas no podrán competir con las grandes corporaciones que facilitan servicios a través de aplicaciones u otras plataformas online.
Toda revolución tecnológica implica una serie de consecuencias, algunas favorables y otras negativas. Cuando aparecieron los primeros automóviles a principios del siglo XX, se abrieron todo tipo de posibilidades, pero aquellos que utilizaban carros de caballos se vieron claramente perjudicados. Con la uberización sucede algo similar, pues supone una serie de ventajas para los usuarios, pero algunos sectores se ven muy afectados.
Este nuevo concepto se utiliza cada vez más para referirse al nuevo modelo empresarial y se va extendiendo en todo tipo de sectores, como el de la sanidad, la educación o el comercio. Por este motivo, algunos analistas ya hablan de la uberización de la economía.

He aquí pues una nueva causa reivindicativa que sumar a la lucha contra la reducción de turnos laborales, recorte de salarios y despidos, penurias que tanto vienen recrudeciendo desde que comenzó la cuarentena.

Sin ir más lejos, el reciente acuerdo entre la UIA y la CGT para suspender las paritarias durante todo el año y reducir en un 25 % los salarios en un país con un 60% de inflación y un dólar que se acerca a los 70$ , no hace más que ratificar - con el agravante de hacerlo de cara al Día Internacional de lxs Trabajadores/as - que en la Argentina la pandemia está siendo utilizada como mascarada para seguir exprimiendo  a quienes producen a diario las riquezas y valores del país, lxs cuales  desde ya que no se van a masticar pasivamente esa afrenta.


“No queremos volver a la normalidad, porque la normalidad es el problema”

El pensamiento crítico viene confrontando puntos de vista en relación a cómo será el sistema - mundo post coronavirus. Por ejemplo, mientras el filósofo esloveno Slavoj  Žižek, desde una perspectiva post marxista lacaniana,   sostiene que “la pandemia ha dado un golpe mortal al capitalismo”, su par surcoreano Byun - Chul Han, pese a ser un duro crítico del sistema desde la antropología cultural, opina que “tras la pandemia el capitalismo continuará con más fuerza”.

A esta altura, ya nadie ignora que la que atravesamos no es sólo una crisis sanitaria. Es lo que las ciencias sociales califican como “hecho social total”, en el sentido de que sacude al conjunto de las relaciones sociales, y conmociona a la totalidad de sus actores, instituciones y valores.

Siendo el coronavirus la primera epidemia global de la era informática, no cabe duda de que el rastreo de los teléfonos móviles, aunque se justifique con nobles intenciones, abre la puerta a la posibilidad de una vigilancia digital masiva. Más aún cuando las aplicaciones que identifican a cada instante dónde estamos pueden reportarlo a los Estados. Y eso, cuando pase la pandemia, podría generalizarse y convertirse en la nueva normalidad. Los Estados también procurarán acceder a las carpetas médicas de los ciudadanos y a otras informaciones hasta ahora protegidas por la privacidad. Y cuando se haya acabado con este azote, las autoridades globales podrían desear utilizar la vigilancia para un mayor control social. Como ocurrió con las legislaciones antiterroristas después de los atentados contra las Torres Gemelas. 

Desde la crisis financiera de 2008, grupos reaccionarios y xenófobos - a los que tributan, por ejemplo, los adherentes a Donald Trump, Boris Johnson, y Jair Bolsonaro - ya venían manifestando su rechazo a la globalización económica. Por su parte, desde finales de los años 90, la militancia antisistémica, desde perspectivas progresistas también venía cuestionando con fuerza la ecodepredadora globalización financiera, y reclamando "otro mundo posible".

A estas dos considerables fuerzas se van a unir ahora, las masas  descontentas por la dependencia de sus países a la hora de enfrentar la emergencia del Covid -19. Hay un cierto sentimiento de que, con la mundialización, muchos gobiernos renunciaron a dimensiones fundamentales de su soberanía, de su independencia y de su seguridad.

En consecuencia, ¿cómo será entonces el planeta cuando se destrabe este impasse global?  Indudablemente precisará voces autorizadas y con capacidad de  liderazgo, que orienten hacia un buen camino colectivo para iniciar una etapa nueva, como ocurrió tras la Segunda Guerra Mundial. La ONU deberá reformarse y dar entrada, como miembros permanentes del Consejo de Seguridad, a nuevas naciones como India, Nigeria, Egipto, Brasil y México, más representativas del statu quo internacional.

La zozobra del liderazgo estadounidense abre un significativo vacío. La disputa se reanuda peligrosamente. Evidentemente la Unión Europea también ha quedado descolocada por su frustrante falta de coordinación durante la pandemia. China y Rusia sin embargo han consolidado su rol internacional brindando asistencia a muchos países superados por el colapso de su sistema sanitario.

Hace algunos años, coincidiendo con el inicio de la contraofensiva estratégica de Estados Unidos, comenzó a permear franjas de la intelectualidad la idea de que, para enfrentar a lo que dio en llamarse “neoliberalismo”, en la coyuntura correspondía aferrarse al keynesianismo. Si alguien supuso que bautizar al capitalismo como neoliberalismo y al marxismo como keynesianismo era una operación estratégica de los ideólogos del capital, no está totalmente en lo cierto: no todos eran intelectuales cooptados por prestigiosas universidades del Norte Global. Unxs cuantxs sucumbieron a esa estafa como fruto de la debacle teórico-política universal, acentuada al extremo desde el derrumbe de la Unión Soviética. Puede que resulte difícil diferenciarlos, pero lo cierto es que desde la socialdemocracia internacional esa noción se esparció por todo el mundo, en América Latina hizo base en el PT de Brasil y en el peronismo aggiornado durante los últimos años de la Argentina. Importantes dirigentes de la región, algunos originalmente impensables, quedaron bajo ese influjo ideológico que diezmó direcciones partidarias, centros de estudios y equipos gubernamentales de primer  nivel.

Puede que a partir de las actuales circunstancias se abra un espacio enorme para avanzar en la conciencia y la organización de las masas. En nuestro país, no sólo las clases dominantes, sino los propios sectores medios, han precisado de esta pandemia para advertir la dimensión oceánica de la pobreza y la marginación a que han sido condenadas millones de personas en las periferias de las grandes urbes. Actualmente los sectores privilegiados se empeñan desesperadamente en evitar que esas masas privadas de todo constaten cuánto les teme el poder, y  comprendan que se les proporciona alimento, subsidios, y  falsas promesas… apenas para que sobrevivan y no irrumpan en los wall marts y los countrys.
Los de arriba todavía tienen recursos para prevalecer al cabo de esta batalla. Y los de abajo aún no cuestionan abiertamente la vida que se les impone. Pero los primeros nunca lograrán prevalecer sin acabar con el aparato institucional de su propia autoría. De hacerlo, a conciencia o por imperio de las circunstancias, terminarán produciendo ni más ni menos que el desmantelamiento del sistema político-social que viene generando la crisis. Si la referencia global de la situación actual es el colapso de 2008, en nuestro país es el Argentinazo de 2001. Hacia allí conduce la crisis en curso, ahora en un contexto sumamente más grave que aquel. El eco de la consigna “que se vayan todos, que no quede ni uno solo” aún resuena en la memoria de lxs de desposeídxs.-

JORGE FALCONE