viernes, 1 de junio de 2018


No hay veto que detenga 
la lucha de nuestro pueblo
“EL MEJOR EQUIPO 
DE LOS ÚLTIMOS 50 AÑOS” 
A BORDO DEL TITANIC

















“Cuando el gobierno dice que seguimos preocupados por ‘defender las instituciones de la Republica’, dice que estamos preocupados porque en nuestro país el poder ejecutivo tiene el 65% de desaprobación, el legislativo el  75% y el judicial el 85%. No vaya a suceder que lo que vuelva sea el ‘que se vayan todos’ ”.

Guillermo Cieza
Frente Popular Darío Santillán - Corriente Nacional

¿“Las mujeres y los niños primero”?

Muy a pesar de la machacona cantinela presidencial que insiste en que “lo peor ya pasó”, el mal humor social de lxs argentinxs se agravó tras el anuncio del retorno del FMI, comunicado mientras los servicios de inteligencia norteamericanos entrenaban a sus pares locales en el Ministerio de Defensa sin notificar al Congreso Nacional. Cumplir al pie de la letra las recomendaciones de dicha entidad financiera hizo que no se demoraran las más diversas respuestas populares, desde el abrazo al parlamento impulsado por la Asamblea de Multisectoriales, pasando por la multitudinaria concentración del 25 de Mayo en el Obelisco bajo la consigna La Patria está en peligro, hasta las advertencias de la CGT - condicionada por un escenario que se agrava vertiginosamente - acerca de convocar a una huelga general ante el veto presidencial a la ley, aprobada en ambas cámaras, que recomendaba congelar tarifas.

En tal contexto, el ex presidente Duhalde ha venido invirtiendo sin prisa y sin pausa su capital de piloto de tormentas 2001/2002 en propiciar  la confluencia del peronismo acuerdista y el que protagonizó la “década ganada”, en tanto la central obrera prevé renovar su conducción en el confederal del 22 de agosto. ¿Será pedir demasiado que en una nueva conmemoración del renunciamiento de Evita (a los honores - como dijo - y no a la lucha) la dirigencia sindical recoja los mejores legados de la clase trabajadora - programas de La Falda, Huerta Grande, CGT de los Argentinos - y se posicione a la altura de la tragedia social que atraviesa el pueblo humilde?

Diversas fuentes han coincidido en que la última corrida cambiaria impactó fundamentalmente sobre una franja media de votantes de Cambiemos, hiriendo de gravedad las expectativas presidenciales de renovar mandato en 2019, lo que - en consecuencia - generó el malestar de numerosos medios y comunicadores hasta ahora afanados en blindar al oficialismo, como La Nación, Mirtha Legrand, Baby Etchecopar,  Alfredo Leuco, o el mismísimo Eduardo Feinmann.

Pero el primer mandatario - cohesionando a su staff tras la noción de equipo que incorporó en los campeonatos de rugby del Colegio Cardenal Newman -, soberbio y autista, promueve a superministro a un funcionario que preserva sus fondos fuera del país, y hace los deberes encargados por Madame Lagarde militarizando Buenos Aires (como quedó de manifiesto durante la sobreactuada represión a los metrodelegados), lo que habilita a pensar que dicha tesitura no hará más que acentuarse, con el breve interregno del Mundial, una vez que nos visiten l@s delegad@s del G 20.

La democracia ha muerto

Está demostrado que la corporatocracia global no vacila en implotar los Estados Nacionales cuando de obtener pingües dividendos se trata. En nuestra latitud, el establishment no se ha portado todo lo bien que esperaba Mauricio Macri. Es más, si tomamos en cuenta las apocalípticas recomendaciones de revistas como Forbes o The Economist llamando a los inversores internacionales a huir de la Argentina, no sería descartable que - a este tren -  apostase por otro gobierno que, aún desde distinto signo político, garantice un manejo más eficaz de la economía y una menor conflictividad social, cerrando con más pena que gloria el indefendible ciclo político de los globitos amarillos.

Un panorama semejante amerita ser leído en perspectiva: En 1882, Friedrich Nietzsche  - desde la sección 125 de La gaya ciencia (Die fröhliche Wissenschaft) - expresó: “Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado”. Desde entonces la filosofía se ha preguntado constantemente qué significa realmente esa frase. En rigor de verdad, el filósofo quiso expresar que el Dios cristiano no es más la fuente creíble de los principios morales absolutos. La cita es digna de evocación en un momento de la historia en que las mentes más lúcidas de Occidente empiezan a considerar que algo así ocurre con la democracia, toda vez que el capitalismo en su etapa global constituye un poder fáctico de carácter supraestatal al que ya no frenan las respectivas cartas magnas de los países periféricos.

Tal percepción parecería ir a contramano de la repentina epidemia de coaliciones que hoy sufre buena parte de la militancia, fenómeno del que se destaca la confluencia frentista constituida por Unidad Popular, el Movimiento Evita, Libres del Sur, el Movimiento Popular La Dignidad, Patria Grande, Seamos Libres, Izquierda Popular, Vía Campesina, y algunos otros sectores de  signo progresista. Dicha iniciativa aparece como respuesta al consenso militante en cuanto a que esta ceocracia se sostiene más en la fragmentación del arco opositor que en sus escasos méritos, y en vista de que la Marcha Federal que culminará en junio promete ser masiva y cuenta con el apoyo de la CGT, de sectores de la pequeña y mediana empresa, así como de la Conferencia Episcopal, lo que va configurando un escenario propicio para la gestación de alternativas capaces de alimentar la actualmente menguada esperanza de las  mayorías.  

Hoy más que nunca, “inventamos o erramos”

Corresponde señalar aquí, por ejemplo, que la batalla popular de diciembre contra la Ley Previsional se produjo en un claro contexto de resistencia, diferente al que comienza a despuntar, cuando muchas propuestas políticas comienzan a posicionarse en la línea de largada electoral, circunstancia que seguramente teñirá no pocas manifestaciones de protesta colectiva. Ahora bien, ¿cuál ha venido siendo la reserva de las franjas militantes más antisistémicas a la hora de pensar lo electoral, circunstancia que muchxs resolvemos mediante la abstención, el votoblanquismo, o el apoyo a propuestas que no satisfacen enteramente nuestras expectativas?

Acaso no agregue nada nuevo aclarar que el principal obstáculo a sortear siempre ha sido librar batallas en el terreno del enemigo y con sus propias reglas, lo que desde hace tiempo más que resultados favorables viene acumulando no pocas frustraciones para el campo popular. Sin embargo, en el seno de los sectores en cuestión siempre hemos creído que un armado electoral expectable debería verse sustentado por una sólida construcción social (en términos bolivarianos, léase un fuerte poder comunal) y una programática verdaderamente transformadora, capaz de tomar referencia de las experiencias más avanzadas de la década larga progresista de nuestro continente, como la convocatoria a una Asamblea Constituyente que dé voz y poder de decisión a los numerosísimos sectores sociales que desde hace tiempo no se vienen reconociendo en los vetustos partidos políticos vigentes.

Cualquier propuesta que tan solo apunte a reunir méritos suficientes para negociar con “servidores de pasado en copa nueva”, alejándose de la dirección planteada más arriba, no hará otra cosa que volver a dilapidar capital de lucha, contribuyendo así a un nuevo reciclaje de esa gobernabilidad burguesa que cada vez nos coloca más cerca del riesgo de la disgregación nacional.

Pero, por lo pronto, en estas horas aciagas vale la pena que la ex funcionaria de la Alianza que hoy conduce el Ministerio de Seguridad planificando cómo aplastar la rebelión en ciernes tome nota de que, cuando el pueblo argentino desalojó del gobierno a Cavallo y De la Rúa, lo hizo bajo un Estado de Sitio.-


JORGE FALCONE