viernes, 1 de marzo de 2019

De “Liberación o Dependencia” a MMXIX
LA DISPUTA ELECTORAL SE DIRIME
EN EL CONTEXTO DE UNA BATALLA CULTURAL, LA DEL CAPITALISMO TERMINAL











“Entendida no sólo desde la perspectiva más tradicional de las artes y la literatura (junto con la filosofía y la ciencia) sino también como disputa por el sentido (o los sentidos que circulan en nuestras sociedades), la batalla cultural requiere de todos modos de instrumentos concretos de intervención específica en el propio campo, incluyendo el de las ideas”.

Mariano Pacheco,
Contribuciones para pensar la batalla cultural (Primera parte)


Este sistema-mundo que, en pleno hostigamiento a la Venezuela bolivariana, propone a Trump como candidato al Premio Nobel de la Paz, encuentra a l@s argentin@s ante un nuevo ciclo lectivo que arranca con las tradicionales tensiones salariales en el ámbito de la educación, una previsión inflacionaria que superaría holgadamente el 30% durante el primer cuatrimestre, una baja en el consumo de carne del 40% (que aviesamente se atribuye a un cambio cultural), y un presidente inquieto a causa de sondeos que revelan que 6 de cada diez votantes le diría que no a Cambiemos en las futuras elecciones. Así, mientras va cuajando en la agenda popular la decisión de  afrontar el corto plazo votando contra este modelo, aún huelga  consensuar en el activismo otra de largo aliento que afronte decididamente el creciente antagonismo entre capitalismo y democracia, a fin de trascender el Estado liberal burgués apostando por la autonomía territorial y la autogestión productiva.


CUENTA REGRESIVA CAMINO AL CUARTO OSCURO

Cercado por el soberano, custodiado por los esbirros de Patricia Bullrich, y abucheado por todo el arco opositor, con un discurso de campaña beligerante,  plagado de datos ilusorios como haber logrado altos índices de Justicia Social después de 70 años (aumento del 40% en la AUH?), y sus proverbiales furcios (“con el apoyo del narcotráfico”), el presidente Mauricio Macri abrió el 137° período de sesiones ordinarias en el Congreso de cara al último año de este mandato y con anuncios sobre el nuevo Código Penal, el régimen penal juvenil para bajar la edad de imputabilidad, el denominado proyecto de ley de “barrabravas” - que estipula transformar en delitos penales lo que hoy se consideran contravenciones - y la ley de financiamiento político, norma clave en un año electoral, que no cuenta con el consenso necesario dentro del propio oficialismo. 

En un país en el que voces autorizadas vaticinan para 2020 un significativo colapso de la economía, se explica que la preocupación del/la ciudadan@ medi@, tanto de un lado como del otro de la tan mentada grieta social, sea que se modifique el rumbo trazado o bien que una gestión de gobierno que nos lleva hacia el abismo haga mutis por el foro sin pena ni gloria.

Lo cierto es que, tratándose de un año en el que - en los marcos consentidos por el sistema - habrá de ratificarse o rectificarse el programa político vigente, marzo encuentra al oficialismo puesto a la tarea de librar dicha batalla desde su búnker del 1er piso de la Casa Rosada (de donde salió la decisión de reemplazar a Monzó por otro hombre de extracción peronista como Ritondo, elegido para competir por el puesto de primer diputado bonaerense), mientras que  la oposición carece aún de candidat@ en firme capaz de seducir mayoritariamente a sus votantes.

En efecto, los rumores circulantes describen a una Cristina exenta de rencores articulando silenciosamente su armado  apoyada en el kirchnerista reciclado Alberto Fernández y en el ex Ministro de Salud bonaerense Ginés González García (abocado ahora a la tarea de recorrer el país organizando los equipos técnicos para un posible retorno del peronismo al gobierno), a Massa tanteando las posibilidades de una confluencia con el envío de los intendentes de Tigre y San Martin al Congreso del PJ bonaerense reunido recientemente en La Matanza, y a Lavagna indispuesto a jugar en las PASO dado su propósito de contribuir a fraguar una amplia coalición supra justicialista,  por pasar revista tan sólo a un@s poc@s actores destacad@s de cuanto ocurre en la vereda de enfrente de las filas gubernamentales.

Por otra parte, el balance de la sostenida lucha popular callejera contra la drástica eliminación de derechos sociales en curso encuentra a la militancia en la noria de autoconvocarse al Congreso de la Nación o a Plaza de Mayo varias veces al mes desde hace más de tres años, sin que dicha operatoria consiga interpelar sustancialmente a un rumbo gubernamental ni a un electorado oficialista cautivo, dispuestos - por ejemplo - a emitir y a tolerar respectivamente la circulación de un flyer tan clasista como el que produjera el Ministerio de Producción, en el que se veía a un puñado de yuppies sosteniendo sobre sus espaldas poco menos que al “aluvión zoológico”. Y es que en Argentina sobran rebeldías populares… pero aún no encuentran un cauce común que las vuelva subversivas.

Mientras, sin prisa ni pausa, Cambiemos sigue valiéndose del lawfare para confinar a sus adversarios en los Tribunales de Comodoro Py, a la vez que apuesta por consolidar su blindaje mediático apelando - de ser necesario - al apaleamiento de reporter@s capaces de “meter el dedo en la llaga”, al vaciamiento económico de las voces disonantes (como viene ocurriendo con la señal de TV C5N), o al sicariato de lobbys editoriales como Infobae o Noticias (capaces de inundar los kioskos con containers de brulotes destinados a depreciar los más valiosos legados de la experiencia popular)

No obstante, para coronar sus fines, la coalición gobernante no recurre exclusivamente a maniobras tan burdas como la persecución explícita o la censura encubierta, y allí está el ejemplo de la serie Codicia, que produjo el otrora adalid de los  derechos humanos Jorge Lanata, devenido en títere del Grupo Clarín  (https://www.youtube.com/watch?v=jHdm8ERwJKw&t=8s) Originalmente prevista para la cadena Netflix - fundada en 1997 y contando en la actualidad con una audiencia de 140.000.000 de suscriptores -, acaba de padecer un masivo repudio en las redes sociales que la colocó  ante la necesidad de buscar otra plataforma para su emisión. Pero a pesar de ese tira y afloje, el producto en sí pone de manifiesto que el poder no escatimará recurso alguno, mucho menos los más persuasivos, para garantizarse un futuro sin contratiempos. Y esto último se propone analizar nuestra nota, en la convicción de que no resulta sencillo referirse a tal propósito sin trascender la inmediatez de lo meramente coyuntural.

Entonces, yendo una vez más contra el sentido común de quienes reclaman a un analista precisiones sobre la conducta que debiera seguir el/la ciudadan@ de a pie ante las urnas, volveremos a eludir el árbol y a ocuparnos del bosque, ya que para alienarse bastaría con seguirle la corriente a los medios de comunicación masiva.


LA SUTIL INGENIERÍA DEL PODER
PARA POSTRAR SOCIEDADES ENTERAS

Una anécdota que circula de larga data entre la militancia de izquierda evoca a Lenin, recién inaugurada la Revolución de Octubre, visitando un pueblito rural en las afueras de Moscú para llevarle la energía eléctrica. Al cabo del discurso de rigor que el líder bolchevique dedica a l@s presentes, y ya encendida la única bombita de luz existente, el público lo aclama alborozado al grito de “Viva el nuevo Zar!”. Entonces el revolucionario despliega toda su argumentación para persuadir a la multitud acerca de que la vieja Rusia no existe más, y en la Unión Soviética no habrá más zares. Concluida su segunda arenga, la comunidad reacciona nuevamente al grito de  Viva el nuevo Zar!”.

Este relato explica como pocos lo que cuesta desmontar un sentido común instalado durante años. Y vaya si en nuestra sociedad no se ha sustituido gradual y sutilmente la Cultura del Trabajo por la meritocracia, convertido nuestro panteón de héroes nacionales en algo vintage a sustituir en la moneda circulante por la imagen de “seres vivos”, y acicateado a una amplia franja de la clase media a avergonzarse de contar con servicios subsidiados por el Estado y a ensañarse con el último exponente de la cadena social como causante de todos sus males. Esa impostergable batalla cultural no se libra en los escenarios ni mediante los recursos tradicionalmente consagrados a la actividad política. Porque todo cambio social profundo se conquista a partir de una ética, pero echa raíces a partir de una estética. Y ello demanda a l@s agentes de ese cambio el imperativo de crear OTRA literatura, OTRO cine, OTRA música, OTRA plástica, etc.

Casi sin lugar a dudas, podría afirmarse que la mayoría de la gente en condiciones de votar no consideraría a la programación farandulera de la TV como posible rampa de lanzamiento electoral, sin embargo se ha comprobado que de cara a los comicios bonaerenses de 2009 gravitó enormemente sobre el público la simpatía desplegada por el doble de Francisco De Narváez en “Showmatch”. Resulta más que lícito, en consecuencia, preguntarse qué impacto tendría hoy una ficción referida a “la ruta del dinero K” sobre la aún considerable franja de votantes indecis@s. En consecuencia, si bien queda claro que para afrontar las campañas proselitistas del Siglo XXI no basta con recurrir a la brocha, el pasacalle, y la abnegación del activismo, no es nuestra intención hacer aquí un análisis sobre el particular sino más bien contextuarlo en el marco de las llamadas Guerras de Cuarta Generación.

Las dos características principales que se atribuyen a estas lidias son la búsqueda del colapso del enemigo en su retaguardia civil, no en el frente; y el uso de las libertades de las sociedades democráticas como un arma para destruirlas. Consideradas desde hace más de dos décadas como las guerras del futuro, constan de las siguientes prerrogativas:

  • Desaparece el concepto habitual de campo de batalla y toda la sociedad atacada se convierte en el mismo.
  • Los mensajes emitidos por los medios de comunicación serán un factor determinante para influir en la opinión pública, tanto en el ámbito doméstico como en el internacional, por lo que la propaganda llegará a constituir el arma estratégica y operacional dominante en este tipo de guerras.
  • Las acciones tácticas tendrán como objetivo la cultura del enemigo.
  • Cuando lo justifiquen sus intereses, predispondrán a las poblaciones en contra de sus gobiernos, como ocurriera recientemente en el Brasil de Dilma y ocurre actualmente en la Venezuela bolivariana.
  • Ello permitirá a un pequeño número de actores operar causando  gran daño sobre elementos importantes de naturaleza civil, en la "retaguardia" enemiga.
  • En el escenario descripto, se apela al uso de las tecnologías más avanzadas de la información.

Seguramente para el/la lector/a interesad@ por la política nuestro repaso no constituya novedad alguna, pero lo que aún dista de ser un sobreentendido generalizado es la naturaleza del sistema-mundo que torna eficaces a semejantes procedimientos.

MANTENERNOS EN ESTADO DE EMERGENCIA
PARA NUBLAR NUESTRO HORIZONTE

Este capitalismo terminal - que pone en riesgo la supervivencia de la especie y hoy se repliega sobre los centros del poder mundial - es un productor industrial de insatisfacción, lo cual ha transformado los Estados Nación en Mercados  Nación. Por ende - y al decir de la filósofa tijuanense Sayak Valencia - , el Norte Global se ha tercermundizado, de manera que así como hay sudacas, hay euracas y nortecas que engrosan sus nuevos contingentes de sacrificio. Porque ocurre que la expansión de sus ganancias encuentra un límite legal que genera esta sociedad dual en la que estamos viviendo, la que exhibe una cara pública y esconde otra privada, en cuyo seno se completa el ciclo de su economía, lo que lleva a inferir - en el campo que nos ocupa - que el dinero de la política ya no puede prescindir del aporte paraestatal.

La subalternización extrema del Otro social - que la literatura representó tantas veces, por ejemplo en la figura del Endriago que enfrentara Amadís de Gaula, ese humanoide confinado a vivir en los páramos por haber nacido del incesto cometido por un ateo; o en la tradición anglo-germánica Grendel, hijo bastardo del héroe Beowulf y un ser sobrenatural, condenado por su condición a vivir en un fangal; y porqué no el primitivo y salvaje Calibán shakesperiano, tantas veces interpretado como símbolo de las clases sociales oprimidas por el capitalismo -, pasando por alto etnia, clase o género toda vez que la riqueza blanquea y la pobreza ennegrece, hoy lo convierte en el sujeto preferencial de un verdadero   necroemprendedurismo (trata, narco, sicariato) con que el sistema enriquece sus arcas y nos disciplina desde las sombras.

Un panorama tan complejo no hace más que poner en evidencia la gran falta de herramientas conceptuales con que contamos para analizarlo, toda vez que el epistemicidio en curso lleva a que vivamos en un mundo y hablemos en otro, plagado de viejas categorías.

Es en todo caso la interseccionalidad de esta problemática, vale decir, el modo en que atraviesa TODA nuestra vida pública, el caldo de cultivo del enorme pragmatismo y la falta de audacia que hoy caracteriza a buena parte de la sociedad argentina, que a pesar de haber protagonizado momentos luminosos de nuestra Historia reciente ahora tiende a desvelarse más por la relativa inseguridad reinante que por la ausencia sin precedentes de Justicia Social.

Pero este y no otro es el escenario que debemos transformar, dando la respuesta necesaria a los desafíos inminentes sin resignar las perspectivas de largo aliento. Nos ha tocado en suerte habitar una latitud altamente codiciada por el sistema. La constatación de que es imposible sustraerse cotidianamente del mismo impone posicionarnos “adentro y en contra”, como predicaba el gran sociólogo peruano Aníbal Quijano. “Memoria, imaginación, y conocimiento”, reclamaba. Y no esperar de la Revolución la velocidad que demanda la producción capitalista.-


JORGE FALCONE