sábado, 18 de enero de 2025

Verano argento

UN GENOCIDIO SOCIAL

CON 47% DE POPULARIDAD

 

“Fue un tiempo de mentira, de infamia. A España toda,
la malherida España, de Carnaval vestida
nos la pusieron, pobre y escuálida y beoda,
para que no acertara la mano con la herida”.
 

Antonio Machado

Poeta andaluz de siempre

(que suena como argentino y de ahora) 

 

“Siempre que llovió paró” 

De un tiempo a esta parte, las noticias más auspiciosas que recibimos lxs argentinxs provienen de la geopolítica global. Sin ir más lejos, en los últimos días hemos asistido jubilosamente al menos a un par de ellas: Por un lado, aunque con marchas y contramarchas, Israel y Hamas están llegando a un acuerdo que detendría los combates en Gaza y conduciría a la liberación gradual de rehenes y prisioneros, lo que constituye una derrota innegable del belicismo sionista. Resta aún, desde luego, desescalar el conflicto, lo que existen indicios de que está en las expectativas de Donal Trump, cuyo desvelo principal consiste en aislar a China, nación sumamente preocupada por la reconstrucción de Gaza y un futuro reconocimiento de los dos Estados en conflicto. Por el otro, el gobierno de EE.UU. acaba de retirar a Cuba de la infame lista de países “patrocinadores del terrorismo”. De este modo, el presidente saliente del Gran País del Norte, Joe Biden, ha revocado el memorando de seguridad nacional aprobado por Trump de julio de 2017, medida que gran parte de los países hermanos de Nuestra América está celebrando. 

Además, a contrapelo de la ola retrógrada que recorre gran parte del mundo, las corrientes mayoritarias del pensamiento económico global difieren diametralmente de la postura del gobierno argentino, que caracteriza al Estado como un enemigo de la sociedad. Es más, varios premios Nobel - galardón que otorga el Banco de Suecia en ciencias económicas y en memoria de Alfred Nobel - han reconocido el trabajo de obras que exponen las limitaciones que tiene el libre mercado. 

Sin embargo, el Fondo Monetario Internacional evalúa seriamente firmar un nuevo acuerdo con la Argentina y hacer la vista gorda a los incumplimientos de “Toto” Caputo en la meta de reservas, que llevaron a dejar sin aprobación las últimas dos revisiones. Todo indica que el staff del FMI fingirá demencia respecto a ambos controles sin aprobar y avanzará resueltamente hacia un nuevo acuerdo, que el Gobierno estima podría implicar la liberación de más de 10 mil millones de dólares para el país (a fin de comprender esta vieja lógica, recomendamos consultar La Teoría de la Dependencia. Balance y perspectivas, Theotonio dos Santos, Editora Plaza & Janés, 2000) 

Pero el inconveniente estriba en que el organismo que lidera Kristalina Georgieva no está de acuerdo en lo más mínimo con que esos fondos se gasten en intervenciones sobre el mercado destinadas a sostener el actual tipo de cambio fijo. Por eso, reclama una unificación cambiara, con devaluación implícita, seguida de una liberación del cepo y libre flotación del peso. Pese a ello, el Presidente y su Ministro de Economía resisten esa receta ya que consideran que puede generar un nuevo pico inflacionario y diluir así el único “éxito” visible del actual programa económico. Esa es la discusión de fondo con el organismo, que ya blanqueó sus reclamos en un extenso documento dado a conocer como balance del anterior acuerdo firmado por Martín Guzmán, que concluyó al final del pasado año. El texto desliza críticas a la gestión de Alberto Fernández y de Sergio Massa, pero para un nuevo acuerdo también expone las condiciones anteriormente citadas.  

A partir de un extenso repaso (135 páginas) del Stand By firmado por Mauricio Macri en 2018 y de las Facilidades Extendidas de Guzmán, el organismo presentó los requisitos para acceder a fondos frescos que le están pidiendo Javier Milei y su “ministro estrella” desde que asumieron.   

A su vez, un reciente informe de la consultora Abeceb, proporciona los primeros indicios de prospectiva regional para el año que despunta. El documento considera a la situación económica de Brasil, que no tiene salida a la vista, como el riesgo más importante para la economía argentina en 2025. Se trata de una crisis fiscal y de confianza cuyo alcance es difícil de predecir pero que, según advierte un estudio de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), “tiene gran impacto para nuestro país y para el mercado de granos en general”.

A todo esto, ya es un clásico de la política convencional, que entre las fiestas de fin de año y el reinicio del ciclo lectivo, durante la feria judicial, a lo largo del período más caluroso del año, ese tramo del almanaque en que los sectores adinerados veranean en Punta del Este, Buzios o Cancún, mientras el laburante que puede comprarle una Pelopincho al hijo lo hace en su rancho (armándola frecuentemente en la vereda porque adentro no hay espacio, y soportando prolongados cortes de luz en medio de temperaturas agobiantes), precisamente en ese momento del calendario, cuando merma el interés por la cosa pública y quien está en condiciones de hacerlo elige desenchufarse un poco de la rutina diaria, los gobiernos canallas aprovechan para ajustar al mango y con carpa el torniquete de sus proyectos de hambre. El nuestro no es ninguna excepción. Y, merced a un blindaje mediático sin precedentes, está convirtiendo en una fiesta haber logrado un discutible control inflacionario basado en planchar el consumo de millones y millones de compatriotas condenadxs a una hambruna que desconocíamos, lo cual produce un estado de alienación tal, que condiciona al pobrerío a centrar su preocupación en llegar a fin de mes, más que estar al pendiente de la entrega de nuestra Vía Navegable Troncal del Paraná, o del Canal de Magdalena, o del Lago Escondido, o de Parques Nacionales, o del Reactor CAREM, y la lista sigue…

Valdrá la pena subrayar un “detalle” no menor: Hoy en Argentina se escucha una sola voz. La del oficialismo. 

En la vereda de enfrente, no parece haber acuerdo a la vista entre Cristina Fernández de Kirchner y Axel Kicillof. Los conflictos en la Ciudad de Buenos Aires y en Santa Fe se suman a la falta de definición de una estrategia electoral en Buenos Aires, desde donde se admite que el vínculo entre la ex presidenta y el gobernador está “deteriorado”, pero confían en que, en algún momento, vuelva a encauzarse.

CFK, al mando del PJ Nacional, tiene el desafío de dar señales de unidad y don de mando. Del otro lado, muchos de los dirigentes que se aglutinan detrás de Kicillof advierten que el cambio de ciclo es inevitable y que es momento de discutir poder. 

Esa inestabilidad dentro de Unión por la Patria (UP) se traslada a la mayoría de los sectores del peronismo, donde la línea no cristinista considera que la mesa de discusión se amplió y dejó de ser vertical, que ahora todos valen menos de lo que valían un año y algunos meses atrás. Sensaciones y creencias que deben materializarse en el momento previo al armado de listas. 

Como CFK no puede ordenar a Kicillof, y a muchos otros intendentes y gobernadores, algunos dirigentes olfatean el final de una etapa política y el comienzo de otra, de la mano del gobernador bonaerense, lo que no quiere decir que después termine siendo el líder, pero sí la principal vía para iniciar el proceso de renovación que tantos piden.

El poder de ordenamiento e influencia que pueda tener CFK en los primeros meses del año - donde pondrá a prueba su rol como presidenta del PJ - marcará el pulso de la discusión política y electoral hacia adentro del peronismo. Y, sobre todo, dejará en claro qué se discute y quiénes lo discuten. 

Mientras tanto, el gobernador de la provincia más importante del país - hoy privado de presupuesto gracias a las huestes de su mentora - buscará tener un papel central en el armado de las listas legislativas, con el objetivo de ganar mayor autonomía política y consolidar un oficialismo axelista” que le permita reforzar su gestión en los dos años restantes de mandato. Al menos así lo dejan trascender sus armadores políticos.

Atenta a tales movimientos, puede que CFK busque dar una señal de unidad desde el Congreso para evitar fugas de cara a los próximos comicios.

Ante este panorama, bien vale recordar que el peronismo escribió sus días más luminosos desde el movimiento y en las barricadas, no desde el PJ y arrancándose los ojos en un cierre de listas. Sin el primer condicionante, lo segundo suele terminar para la mierda.

 

“La procesión va por dentro”

Si a lo largo del primer año de gestión libertariana escuchamos una y mil veces formularse un interrogante, ese fue “cómo puede ser que la gente no reaccione contra semejante crueldad”.

Se han ensayado, a su vez, numerosas hipótesis para responderlo. Coincidimos en que la miseria y el garrote disciplinan. Pero, por encima de ambas cosas, tanto más desinfla la zozobra de las grandes utopías (“El Hospital de Niños en el Sheraton Hotel”) como la defraudación de los compromisos asumidos (“primero los últimos”)

En efecto, lo que el campo popular padece es la internalización de un gran escarmiento gestado durante la ejecución del plan sistemático de exterminio de disidentes perpetrado por la última dictadura, a lo que últimamente se ha sumado la toma de conciencia de que 40 años de democracia, entre otros aspectos de su deficitario balance, dejaron como saldo alrededor de un 50% de pobreza, cifra que - como se repite hasta el hartazgo - escala aún más tratándose de los jóvenes. 

El consecuente desarme ideológico y la desmovilización que ocasiona exigen un análisis que no debe contentarse con el juicio corto de transformar en putching ball de nuestras frustraciones al irrelevante gobierno de los Fernández, sin revisión retroactiva del efecto residual producido por la derrota global del proyecto revolucionario. Ya que tanto lo uno como lo otro, desde distintas dimensiones y en distinta magnitud, han contribuido a defraudar una esperanza colectiva.

Unxs cuántxs hijxs de quienes tomamos partido en la intensa lucha de los años 60 y 70 por hacer un mundo mejor reconoce el mérito de nuestro intento, pero no necesariamente nos exime del país que le dejamos. Por citar solo un ejemplo, sépase que muchxs descendientes de aquella generación apelaron al cine para saldar cuentas con el pasado, y si revisamos films como Los Rubios (2003, Albertina Carri) o Papá Iván (2004, María Inés Roqué), advertiremos que el denominador común que los recorre es la preferencia por haber conocido a unos padres en vez de haberse tenido que consolar homenajeando a unos héroes. Nada más distante de nuestra intención que apelar a la flagelación o el arrepentimiento por haber ensayado aquella osadía. Solo nos anima la convicción de que los duelos - individuales o colectivos - son procesos traumáticos, contradictorios, y prolongados. Y que el resultado final de un titánico esfuerzo que dejó tan doloroso saldo sin coronar en una victoria tarda mucho tiempo en transformarse en combustible para motorizar lo nuevo.

A esta altura de nuestra argumentación, daremos por sobreentendido que el derechohumanismo, aún con todos los méritos que le asisten, no constituye en modo alguno ni la continuidad ni mucho menos la superación de la lucha revolucionaria, sino - fundamentalmente - una causa concentrada en la reparación de las heridas perpetradas en el cuerpo social y la permanente exigencia de que no vuelvan a repetirse. Lo cual no es poco… ni sustituye la lucha por todos los medios en pos de una sociedad capaz de satisfacer la totalidad de las necesidades humanas. 

Llegados a este punto, resulta vital ratificar que la generación militante de los 70s no se sacrificó por la reconquista de la democracia - como se ha generalizado decir de un tiempo a esta parte, acaso para granjear mayor empatía con lxs ausentes -, sino por una Revolución a la que adhirió con fervor. Y la vigencia de ese sueño no debería depender exclusivamente de la consecuencia de quienes alguna vez lo comandaron y lograron sobrevivir, sino de que la militancia contribuya a que este forme parte del cuerpo social. 

En todo caso, a sus brasas corresponde atizarlas revisando la programática más insumisa que fue capaz de elaborar el movimiento obrero organizado, tanto como las incontables epopeyas que produjo. Aunque en el actual contexto de aparente anomia - que más bien es de fragmentariedad de numerosas luchas - parezca un legado remoto y carente de encarnación en un sujeto social del presente.

Y desde luego que el más generoso balance de nuestras experiencias nos conducirá a rescatar también ineludibles hitos de la lucha en defensa de los derechos humanos. Como, por ejemplo - a propósito de la tan mentada Batalla Cultural (otra de cuyas dimensiones es el empeño oficialista por abolir lo público imponiendo lo privado: una auténtica guerra contra lo comunitario), la conmemoración de los 20 años de dictadura oligárquico militar genocida, acontecimiento que supuso un punto de inflexión en cuanto a la reformulación de la visión victimizadora de parte de muchos organismos, a partir de una memorable intervención de esa gran agitadora que fue la compañera Hebe Pastor de Bonafini, algo así como La Pasionaria nuestra. Dicho esto sin borrar con el codo ninguno de sus desatinos, pero con la plena convicción de que el balance de su paso por la Historia nos deja un saldo a favor.

En efecto, la citada movilización de 1996 a 20 años del golpe, fue una bisagra en el devenir de ese importantísimo hito anual. La más notoria y contundente que se hubiera realizado hasta aquel momento.

El contexto en que se produjo dicho salto cualitativo contó con numerosos antecedentes, como las declaraciones del marino Adolfo Scilingo relatando los vuelos de la muerte y la repercusión mediática que su confesión tuvo; la autocrítica pública que el Jefe del Ejército Martín Balza realizó sobre el accionar de las Fuerzas Armadas durante el período dictatorial; el surgimiento de la agrupación H.I.J.O.S con nuevas formas y relatos en la construcción de la memoria; y la aparición de producciones culturales que enriquecieron y permitieron profundizar el debate acerca de los años 70 y la lucha armada, como el documental Cazadores de utopías de David Blaustein, estrenado en marzo de ese año, en el que diversos protagonistas reflexionan acerca de su militancia. 

Las nuevas preguntas que ese contexto propició, junto al correr del tiempo, otorgaron nuevos sentidos a la memoria del pasado, así como a las lecturas sobre el presente, cuyo reflejo quedó patentizado en los discursos pronunciados en la ocasión.

La Plaza de Mayo se llenó masivamente y los del 24 de marzo ya no volvieron a ser actos reducidos. Algunos de los conceptos vertidos en el imperecedero discurso de la mejor Hebe que corresponde recordar - no por ceder al ejercicio de una memoria sesgada sino por el derecho de aquilatar los legados más valiosos de un colectivo social - fueron los siguientes: “Los pueblos se liberan en las plazas, no en los escritorios” (…) “Por eso las Madres no votamos. Porque esta raza de políticos es responsable de gran parte de las cosas que nos pasan” (…) “Sean rebeldes, defiendan la vida del otro con la de ustedes, que es la mejor manera de vivir” (…) “Hay pobres porque hay demasiados ricos, y eso es lo que tenemos que investigar” (…) “Todo revolucionario vive alegre porque lucha”. 

Ni la adhesión de numerosos organismos a un estatalismo que - como venimos señalando - no fue al hueso con semejantes señalamientos, ni la contaminación provocada por arribistas como Schoklender alcanzan para opacar el enorme valor y la vigencia del citado discurso. 

Mojones como ese debería rescatar una memoria comprometida con el futuro, en un presente en el que Santi Maratea le explica a Fantino cómo hacerse millonario a través de las redes, sin laburar como los giles.

Recapitulando, si a estas horas podemos convenir que 2001 dio a luz al kirchnerismo y al PRO - en consonancia con el inicio de la Década Larga Progresista de Nuestra América -, el advenimiento de Javier Milei amenaza terminar con ambas expresiones políticas: He ahí una de las tantas circunstancias que habilitan a considerar este momento como el inicio de un nuevo ciclo, que corresponderá afrontar atendiendo a las innovaciones que proponga el parabrisas del acontecer nacional. Pero sin prescindir de lo tanto que enseña su espejo retrovisor. –

 

JORGE FALCONE 

sábado, 11 de enero de 2025

MILEI: LA BATALLA PENDIENTE DE LOS GENOCIDAS 

La voracidad del capital financiero trasnacional ha reducido aquello a lo que llamamos democracia a su mínima expresión, al punto de que en muchos países del orbe se hace cada vez más difícil diferenciar el orden constitucional del de facto, si bien bajo el primero se vota cada tanto, pero a menudo se gobierna con manu militari. Ese dilema recrudeció en Nuestra América con motivo de la asunción de Nicolás Maduro por un nuevo período al frente de la Venezuela Bolivariana. Si bien zozobró la iniciativa de los “escuálidos” para impugnar la ceremonia convocando a colmar el espacio público, el acontecimiento generó grandes debates al interior de la izquierda continental, entre los sectores que privilegian una posición antiimperialista que elige “tragar algunos sapos” con tal de que el hermano país no sucumba alterando el equilibrio geopolítico de la región, y otros que alertan sobre la desvirtuación del chavismo originario poniendo el acento en el incremento de la corrupción y la pobreza. En tanto, en Argentina, mientras un informe del Ministerio de Defensa detalló la adquisición de nuevos aviones Lockheed y Embraer, además de la modernización de tanques y Starlink, la principal provincia del país denunció estar padeciendo un “desastre social”, al contar con la mitad de las 130 mil personas que perdieron su puesto de trabajo en el sector privado y en blanco, mediante la combinación de suspensiones, despidos, cierre de fábricas o conversión de plantas en empresas importadoras. A todo esto, en el ámbito gremial, los dirigentes Pablo Moyano y Sergio Palazzo, que comparten afinidad política en el sindicalismo, mantuvieron un encuentro en el que "analizaron la coyuntura, conversaron sobre política y quedaron en concretar próximos encuentros" para "organizar al movimiento obrero". Ambos integran el Frente Sindical para el Modelo Nacional, una corriente combativa dentro de la central obrera, donde reina el malestar por la estrategia de la conducción sindical de priorizar el diálogo con el gobierno de Javier Milei.

 

El sistema - mundo que toca a Milei: Globalismo vs. Estados Nación

¿¿¿De qué libertad nos hablan estos mercantes de esclavos como Javier Milei???”.

Franco “Bifo” Berardi,

en diálogo con Jorge Fontevecchia (Enero 2025)

 

En el marco de la transición hegemónica global, aunque asordinada por los medios, la guerra de Eurasia sigue en curso, desde que la OTAN intentó avanzar hacia Oriente cruzando una frontera hemisférica tácitamente establecida, en procura de quebrar el acuerdo entre la Federación Rusa y China. 

A todo esto, el Gigante Asiático se muestra sumamente activo en el mundo. Está fortaleciendo una red internacional que prescinde de Occidente, integrada por organizaciones y foros como la Organización de Cooperación y Seguridad de Shanghái, los Brics, o el Banco Asiático de Inversiones e Infraestructuras (AIIB), que es la segunda institución de desarrollo multilateral más grande del mundo, y además se está preparando para afrontar las claras señales de guerra que le lanzan diariamente los políticos y militares de Estados Unidos.

Por su parte, ni las fiestas de fin de año interrumpieron el genocidio sionista en la Franja de Gaza. En ese equilibrio inestable, y mientras el 70% de la humanidad está pensando en clave no capitalista, la gobernanza global aguarda qué orientación adoptará la administración Trump frente a los conflictos citados.

El presidente electo de Estados Unidos, fiel a sus principios, acaba de utilizar su red social Truth Social para pronunciarse tras la sorpresiva dimisión de Justin Trudeau como primer ministro de Canadá. Entre otros comentarios, el magnate aseguró que "muchas personas en Canadá aman ser el 51º estado"haciendo referencia a una supuesta preferencia del pueblo canadiense a una integración con EEUU. Y no se trata de la única anexión que sus bravuconadas barajan: También incluyen la recuperación del canal bioceánico de Panamá - cuyos accesos hoy controla China - y la posible compra de Groenlandia.

La asunción del mandatario reelecto en el Gran País del Norte, se inscribe en el marco general de algunas coordenadas dignas de ser tenidas en cuenta.

·   El declinacionismo del hegemón, sujeto a una inercia histórica a partir de los años 70, en el marco de la financiarización de la economía y la plena crisis de los acuerdos de Bretton Woods. 

·  La paulatina emergencia de la multipolaridad, la consolidación del tándem indoasiático, la deslocalización económica y la irrupción de las economías emergentes.

·   La ofensiva/defensiva y redespliegue del Imperio como síntoma de una debilidad que condiciona a Donald Trump a asumir la derrota ucraniana: En Kiev ya se recluta a menores de edad para hacer una guerra que sometió a Europa a los designios de EEUU. Es más que probable que, aunque dicha contienda amaine, el pueblo ucraniano no le perdone a Zelenski su política interna de depuración racial.

De este modo, el modelo de imperialismo continentalista sostenido por Trump deberá enfrentar a los Estados Nacionales que han resuelto seguirlo siendo. Para muchos analistas, la administración yanki está ante la disyuntiva de pacificar y penetrar a la vez Medio Oriente. A ese respecto cabe señalar que, hoy por hoy, Israel no solo recibe el apoyo de EEUU, sino que Israel ES EEUU, dado que domina sus principales resortes de poder. 

Así pues, apelando a golpes convencionales y no convencionales (como en Bolivia), experimentos novedosos (como el argentino), y fomento a izquierdas travestidas (como la que gobierna Chile), el imperialismo norteamericano continúa sujeto a cuatro vectores destinados a continuar sometiendo al Sur Global: Financiarización, militarización, caotización, y narcotización.

De manera que nada indica que EEUU haya perdido interés en la región que ocupamos. Es más, a sus mentores los desvive por igual la Cuenca del Orinoco tanto como el Triángulo del Litio o el Acuífero Guaraní. De modo que el antiimperialismo proverbial de Nuestra América seguramente se ponga de manifiesto con singular despliegue cuando el magnate asuma, secundado por los hombres de Silicon Valley, ávidos lectores de la ciencia ficción dura que, de la mano de la innovación tecnológica, se proponen incrementar la longevidad, desarrollar un mayor poderío nuclear, y conquistar Marte para ir expandiendo su modelo a otros confines de la galaxia, resueltos a escribir un nuevo y conflictivo capítulo de la historia universal, en el que nuestro presidente reclama un lugar preferencial.

 

Fase final de una cirugía mayor 

Esto no es la dictadura, es como explica el filósofo Agamben un ‘estado de excepción’ en democracia. Una dictadura blanda. Pero son ellos. Los mismos. Que esperaron 40 años y ahora volvieron 

Marco Cané

Ex jefe de los técnicos del Centro Cultural “Haroldo Conti”,

recientemente cesanteado junto a 2000 compañerxs.

  

Probablemente para las expresiones más agudas del pensamiento crítico sea una verdad de Perogrullo afirmar que esta democracia condicionada constituye la posguerra de una dictadura genocida ganada por los virreyes del Siglo XX (Martínez de Hoz, Klein, Alemann, Videla, Massera, etc.) destinada a devolver a la Argentina a su condición de colonia. Sólo que, a partir de la asunción del gobierno anarco - capitalista actual, dicho status deja de revistar un carácter inercial para formalizarse como su etapa económica e institucional definitiva, en procura de contar, a tal efecto, con el máximo consenso social posible, legitimado por vía electoral. 

Prácticamente desde 1945 hasta 1975, podría decirse que Argentina a grandes rasgos mantuvo - incluso bajo tres dictaduras (Revolución Libertadora, Onganiato, y Revolución Argentina) - un orden popular hegemonizado por la burguesía. Pero a partir de 1976 (Proceso de Reorganización Nacional) nuestro país padeció un profundo rediseño estratégico, a cargo de gran parte de los grupos económicos de la oligarquía local (Zorreguieta, Pérez Companc, Soldati, Bulgheroni, Rocca, etc.) aún vigentes, aliados en aquella ocasión a su brazo ejecutor, por entonces considerado el Partido Militar.

La democracia altamente condicionada que se inauguró en 1983 supuso el desacople de dicha alianza, patentizado mediante la comparecencia de los principales jefes militares ante la Justicia formal, y la construcción de un consenso derechohumanista (Nunca Más), en paralelo al discreto repliegue de los sponsors del genocidio, que aún continúan viajando impunemente en los chárteres presidenciales. 

A partir de entonces, y mientras la financiarización del capital lo permitió sin sufrir pérdidas sustanciales ni experimentar la transformación de una matriz productiva agroexportadora y extractivista de acumulación por desposesión - que se mantiene incólume desde el último gobierno de facto -, se alternaron períodos de alta concentración de ese capital con otros de relativa ampliación de derechos, muchas veces más simbólicos que materiales. Una de las novedades producidas con la inauguración de la Era Milei, fruto del sistemático fracaso de las experiencias anteriores en cuanto a garantizar efectivamente la Justicia Social, consiste en el intento de empatar la asimetría que supuso la victoria militar de los golpistas con un sentido común que - al menos hasta ahora - nunca reivindicó sus atrocidades como necesarias. En esto último consiste en gran medida lo que el oficialismo viene denominando Batalla Cultural: En resumidas cuentas, la paridad entre una derrota militar del proyecto revolucionario y el imperativo de ganar consenso social para sepultar su legado más interpelador.

Si alguna moraleja aleccionadora deja el recientemente oscarizado filme La Zona de Interés (2023, Jonathan Glazer), esta consiste en cómo una sociedad puede acomodarse dentro de una “normalidad” blindada contra el horror que tiene frente a sus propias narices.

La legitimación estatal de los discursos de odio, la censura flagrante de textos emanados desde el pensamiento crítico, así como el desmantelamiento de los espacios consagrados a reivindicar la Memoria, la Verdad y la Justicia, forman parte de un dispositivo que no solo viene a completar la faena política y económica de la última dictadura, sino que se constituye en su versión corregida por las urnas y ampliada con el total desguace del Estado Nación, lo cual dista de ser advertido por gran parte de la población, pero no debe pasar desapercibido para la militancia dispuesta a promover un cambio de fondo. 

 

El imperativo de la hora: Desplegar el potencial heroico de nuestro pueblo

Debo dejar la casa y el sillón.
La madre vive hasta que muere el sol.
Y hay que quemar el cielo si es preciso,
por vivir
”.

Silvio Rodríguez

“La era está pariendo un corazón”.

 

Como lo ha expuesto inmejorablemente el portal La Tinta en su nota titulada “Un héroe para la generación de internet”, referida a la reciente ejecución en EEUU de un alto ejecutivo de UnitedHealthcare, la frase "Deny, Defend, Deposed" (Negar, Defender, Deponer), encontrada en los casquillos de bala, encapsula la crítica del programador informático Luigi Mangione hacia un sistema que, según él, coloca las ganancias por encima del bienestar de las personas.

Significativamente, la ideología de Mangione no se limita a un rechazo al capitalismo. A lo largo de sus redes sociales, también mostró simpatías por causas tradicionalmente asociadas con la izquierda, como el activismo ambientalista y los derechos de los animales.

Ante esta disrupción cometida contra el CEO de una megaempresa de salud estadounidense, ¿por casa cómo andamos?

Educados en el sufrimiento y el aguante (como si alcanzara con esto), durante los últimos años hemos visto a los piqueteros convertirse en planeros, y a ese precariado soportar estoicamente la intemperie social en el repetido - y ya abortado - circuito Constitución/Avenida 9 de Julio/Plaza Congreso/Avenida de Mayo/Plaza de Mayo. En el marco de un significativo desarme ideológico, de momento se ha transitado desde la lucha armada al doxeo (*), como si se hubiera resignado la subversiva irrupción gestada hacia 2001. Es más, da la impresión de que buena parte de la militancia ya no concibe otra forma de incidir sobre la realidad que no sea la electoral. Como si ese fuera un camino eficaz hacia la conquista del poder real. 

Pongamos por caso el ejemplo de Méjico, país hermano que parecería estar de parabienes. El progresismo global sólo se ocupa de la presidenta Claudia Sheinbaum, ninguneando a la compañera Marichuy, médica tradicional, vocera del Congreso Nacional Indígena (CNI), y una de las grandes herederas políticas del zapatismo, la primera mujer originaria que intentó acceder al Ejecutivo de su país, haciendo campaña para demostrar que este sistema no ha sido concebido para dar lugar a las comunidades que representa. Con esta mención no pretendemos desmerecer a la recientemente electa primera mandataria azteca ni hacer la apología del autonomismo chiapaneco, tan solo dar cuenta de su existencia, en un momento en que para la prensa hegemónica parece haber pasado de moda. Sin embargo, desde ese Méjico Profundo en que se asienta el citado movimiento, se sigue ejerciendo un pensamiento alternativo al dominante y ensayando nuevos caminos en pos del Buen Vivir. De hecho, la ciencia viene denominando Antropoceno a la era geológica que transitamos, en que la acción humana está dejando una huella estratigráfica perniciosa e indeleble sobre la faz de la tierra, como si toda nuestra especie (antropos) fuera responsable de ello. Solo algunos investigadores heterodoxos prefieren llamarla Capitaloceno, para responsabilizar del desastre específicamente al sistema de muerte que lo produce. Pues bien, aunque la consideremos extravagante o impracticable en nuestro contexto sociocultural, la experiencia que tiene lugar en las montañas del sudeste mejicano se ha venido convirtiendo trabajosamente en algo así como la caja negra que contiene la prueba incontrastable de que hay otra humanidad posible ante la que parece ser inexorablemente predadora de sus semejantes y del medio ambiente. En la reciente cumbre, convocada por el EZLN a 31 años del levantamiento de 1994, bajo el nombre de Encuentros Internacionales de Rebeldías y Resistencias 2024-2025 - silenciada por la prensa monopólica -, uno de sus referentes expresó que en aquel entonces la disyuntiva que enfrentaban era muerte o muerte, y más de tres décadas después es muerte o vida, preguntándose a continuación “¿pero qué clase de vida?”. Pensemos lo que pensemos del fenómeno en cuestión, en el mundo que nos toca ese es un interrogante que interpela a todxs lxs que no comulgamos con el orden imperante.

Así, y muy a pesar de una generalizada insatisfacción democrática, y un descenso alarmante de la concurrencia a comicios, cada vez que alguien se sustrae de lo institucional/parlamentario, la primera reacción que produce es pánico ante cualquier atisbo de rebelión, como si las múltiples estrategias existentes de acción directa no hubieran sido legitimadas a lo largo de la Historia por todos los pueblos del Sur Global, o como si se tratara de un sinsentido bregar por un cambio en la hegemonía social favorable a la exigencia - solo por citar un ejemplo - de promover una Asamblea Plurinacional Constituyente. Dicho esto sin ningún desmedro de librar disputas institucionales a nivel comunal, ahí donde haya poder popular organizado para sostener acciones de gobierno controladas por el pueblo y favorables a sus intereses. Aunque, paralelamente, merezcan el mayor de los reconocimientos y apoyo iniciativas de desobediencia civil tan legítimas como la propuesta por la weychafe mapuche Moira Ivana Millán en repudio al desalojo del Lof Pailako de sus tierras ancestrales, consistente en boicotear a Parques Nacionales rechazando el pago por el acceso a los predios de recreación que administra, aprovechando el período vacacional.

El contexto antes descripto habilita a preguntarse si tanto se le ha mojado la pólvora al pueblo del 17 de Octubre, del Cordobazo y del Argentinazo, circunstancias todas en las que no crujió apenas el orden establecido, sino que a su vez se gestaron nuevas y auspiciosas oportunidades históricas.

Ciertamente, como bien lo acaba de expresar el dirigente político Fernando Esteche en su reciente entrevista con el periodista Daniel Tognetti, “Milei representa el divorcio de lo popular con lo político”.

El historiador Jorge Abelardo Ramos concebía a Julio Argentino Roca como “un burgués progresista” que modernizó a la Argentina a un alto costo. Las aspiraciones refundacionales de nuestro presidente hacen que se auto perciba como algo semejante, en un novísimo escenario.

Sin embargo, estamos transitando un proceso de acumulado que eclosionará ofreciendo una nueva alternativa colectiva (épica soberanista y cultural mediante, como siempre ocurre), dado que la experiencia histórica indica que la rebelión argenta es un horizonte recurrente. A no engañarse entonces: La información con que nos deprime a diario la mayor parte del pool de medios que acostumbramos consumir proviene de la unitaria Matrix metropolitana. Pero el interior existe. Y la furia es federal. Estimula y empodera hacer el esfuerzo de interiorizarse al respecto. –

 

(*) Escrache digital. 

 

JORGE FALCONE

 

sábado, 4 de enero de 2025

Poner en debate al “mejor de los sistemas posible”

UNA DEMOCRACIA QUE EXCLUYE 
A LAS MAYORÍAS NO ES TAL 


Peligro de gol. Comienza un año de elecciones legislativas, y si el principal partido opositor continúa desencontrado, sucederá lo que no debería ocurrir: Que Milei termine su mandato. En efecto, como bien lo señala en nota reciente el compañero Guillermo Cieza, “la irrupción del proyecto mileista aceleró la descomposición del justicialismo, que cada vez resulta más parecido al radicalismo pos-yrigoyenista. Una alianza de caudillos y partidos provinciales más unidos por la conveniencia política de sostener una sigla unificadora, que por un proyecto de país”. Si bien es cierto que el gobierno de Alberto Fernández produjo enorme insatisfacción en propios y ajenos, mucho peor es su saldo de desconfianza en la función del Estado. Usufructuando ambas cosas, nuestro presidente se ha puesto al frente de la estrategia electoral, moviéndose entre las alianzas y la decisión de competir en soledad. Por su parte, el PRO le declara la guerra y le marca agenda con la suspensión de las PASO, mientras que la UCR se suma a las negociaciones ofreciendo presencia en las provincias en las que La Libertad Avanza está más débil. De este modo, el anarco capitalismo inaugura 2025 dispuesto a avanzar con un nuevo proyecto de reforma laboral, anticipando la próxima pelea con una claudicante CGT, mientras se congracia con el Norte Global recibiendo al prófugo venezolano Edmundo González Urrutia.


Dado que durante el verano baja la efervescencia política, y por lo general se toman medidas antipopulares solapadamente, aprovechando que la franja social más solvente se desentiende de la cosa pública para dedicarse a saltar las olas y dorarse frente al mar, procuraremos hacernos cargo de algunos dilemas que, “atajando penales” durante un año distópico, han ido quedando en el tintero.

 

La impostergable necesidad de deconstruir al sujeto social “víctima”

A nadie escapará que, a lo largo de cuatro décadas de democracia de bajísima intensidad, el arrojo y sacrificio de buena parte de la generación de los 70 por hacer de este un país más vivible - y no solo donde se pudiera votar cada 4 años, sino fundamentalmente comer todos los días - ha ido degradándose en la valoración de la opinión pública, en paralelo a la exaltación casi excluyente del derecho humanismo como factor principal de enfrentamiento a la dictadura oligárquico militar genocida, como si antes de Madres y Abuelas no hubiera habido dignxs hijxs de Plaza de Mayo. En ese devenir, casi como arrepintiéndose de las osadías revolucionarias, se prefirió reivindicar a quienes quedaron en el camino de las mismas apelando a la justificación de sus ausencias con argumentos como el de que figuraban en la agenda de un tercero comprometido, aunque muchxs cayeran arma en mano pateando la puerta de un dueño de este país.

Es de suma importancia revisar qué se perdió durante el proceso descripto.

A pesar de que la Declaración Internacional de los Derechos Humanos existía desde la segunda posguerra mundial, lxs argentinxs no nos habíamos visto compelidos a desempolvar sus páginas hasta Marzo de 1976, época en que el plan de exterminio sistemático de opositores puesto en práctica por el gobierno de facto - apelando a métodos aberrantes y desconocidos hasta entonces, proporcionados por colonialistas franceses intervinientes en la Batalla de Argelia - volvió imprescindible aprender al dedillo sus preceptos. Así, las urgencias planteadas por los familiares de los represaliados - la vida de los desaparecidos y la libertad de los presos - tornarían ambos derechos en reclamos casi excluyentes.

Para más dato, nunca está de más subrayar que el sujeto social que vertebra a aquel texto es el individuo, acorde al ideario hegemónico en el Norte Global. Mientras que el peronismo, inaugurando una década de bienestar colectivo (1945-55) en la que, sin apelaciones grandilocuentes a la causa de los "derechos humanos", puso en práctica el cumplimiento de los derechos sociales prescriptos en la insoslayable Constitución de 1949 (salud, vivienda, educación, etc.)

Con el único impasse de la infame década menemista y el cuatrienio macrista, corresponde asumir que desde 1983 la democracia que transitamos arrastró un perfil hegemónicamente clasemediero y - en sus “mejores versiones” - recurrentemente socialdemócrata o neodesarrollista (progresismo alfonsinista, aliancista y kirchnerista) Es más, haciendo memoria - lo cual nunca viene mal -  convendrá tener en cuenta que en su alegato de 1985 durante el juicio a las Juntas Militares, el Almirante Emilio Eduardo Massera asumió que, pese a haber ganado la batalla militar contra la “subversión”, los golpistas habían perdido la que llamó sicológica. Pues bien, no debería caber la más mínima duda acerca de que la gestión Milei - Villarruel, al cabo de cuatro décadas de farsa, viene a corregir ese “detalle” valiéndose del orden constitucional vigente, para emparejar las cosas. Y, como “el que se quemó con leche, cuando ve la vaca llora”, después de la picana eléctrica de ayer alcanza con el gas pimienta de hoy.

En tal contexto, y como secuela del genocidio perpetrado, los organismos de defensa de los DDHH, constituidos por un activismo no inmune al efecto del escarmiento dictatorial, aportaron lo suyo a la instalación de una imagen victimizadora de lxs detenidxs-desaparecidxs, la mayoría de lxs cuales - siempre valdrá la pena recordarlo - cayeron luchando de la forma más variada y en distintos frentes contra la oligarquía y el imperialismo.

Como aporte reparador, y ampliando nuestra alusión a la Constitución de 1949, corresponde rememorar que esta introdujo una verdadera revolución en las concepciones del Estado, la propiedad, la economía y la soberanía. Juan Domingo Perón lo expresó así en su discurso a todo el país desde su despacho de la Casa de Gobierno, el viernes 3 de septiembre de 1948: “la revolución peronista ha iniciado una nueva etapa en lo político, en lo social y en lo económico”. Con ese discurso buscó convencer sobre la conveniencia de la reforma propuesta, indicando que el programa y la doctrina peronistas debían ser desarrollados y consolidados en los fundamentos básicos de la Nación para darles estabilidad y permanencia, siendo receptados en la Carta Magna. De ese modo - más allá de su efectiva concreción -, detalló en lo político la búsqueda por suprimir “la oligarquía plutocrática para poner en manos del pueblo las decisiones y el gobierno” y en lo económico, “suprimir la economía capitalista de explotación reemplazándola por una economía social”, “suprimir el abuso de la propiedad”, “asegurar los derechos del trabajar”, “asegurar el acceso a la cultura y la ciencia”.

La Constitución de 1949 debe esa definición filosófica en gran parte a los planteos de su mentor, Arturo Enrique Sampay, miembro informante de la mayoría de la Comisión Revisora de la Constitución, que nutrió al texto de un enfoque jurídico con fuerte contenido político social y nacionalista. Así, su legado fue convertir en letra constitucional la obra política del peronismo. En aquel contexto histórico, político y social, Sampay observó que el peronismo emergía como el resultante de un nuevo esquema de sociedad, la cual demandaba la reformulación total de sus cimientos institucionales. Ese panorama lo llevó a señalar que la Constitución de 1853 expresaba el impedimento fundamental para que en Argentina se diera una verdadera democracia de masas. Y, en tal sentido, la definió como la expresión fiel del país de la oligarquía, marcadamente elitista y con tendencias aristocráticas. Cabe destacar que, desgraciadamente, derogada la Carta Magna peronista por un bando de la Revolución Fusiladora, esta otra es la que aún nos rige.

El peronismo tiene una deuda de honor con el rescate de tamaño patrimonio. Y, para volver a erigirse como alternativa de masas, no puede barrer bajo la alfombra en salvaguarda de un misérrimo 35% de intención de votos la elección de un candidato presidencial panqueque en 2015, uno inoperante en 2019, o uno lisa y llanamente cipayo en 2023. Hay que asumir que de la supuesta “Década Ganada” al gobierno de Alberto, el progresismo degradó a un otrora poderoso movimiento nacional, y que el peronismo-institución viene asfixiando la potencialidad insurgente del peronismo-identidad, lo que nos induce a arriesgar que la continuidad y trascendencia de su mejor legado es el nacionalismo popular revolucionario, enriquecido con el aporte de todas las tradiciones políticas que abonen a los tres presupuestos que lo definen.

Hay una dimensión supracoyuntural en nuestra formulación. Baste como ejemplo que la izquierda local, muy meritoriamente, cuenta desde hace tiempo con un Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI) a cargo del historiador Horacio Tarcus. Pero, pese a que a principios de este siglo estuvo en consideración de un significativo núcleo de estudiosos del tema montar un Centro de Estudios del Nacionalismo Popular Revolucionario, sin desconocer la vigencia del insoslayable y titánico empeño individual del investigador Roberto Baschetti, aquella iniciativa fue abandonada con la irrupción del kirchnerismo, es de suponer que dando por sentado que su acción de gobierno restañaría todos los baches deliberados que aún padece la historia popular. La mejor lección frente a desatinos semejantes es este presente en el que acaba de cerrarse el Archivo Nacional de la Memoria. 

De hecho, la Era Milei supone, entre otras cosas, transitar de la noción de adversarios políticos a enemigos (“zurdos van a correr”) En consecuencia, corresponde advertir que, entre el Primer Tiempo de Macri y el Segundo Tiempo de Milei, la derecha se radicalizó. De modo que mal puede neutralizarse al fascismo con moderación.

 

La democracia como trampa contra la Revolución 

Como se recordará, el 10 de diciembre de 2023 no pudimos festejar tirando la casa por la ventana el cumpleaños N° 40 de la democracia recuperada en 1983, porque un marginal de la política logró encarnar la frustración y el hartazgo de la mayor parte de lxs argentinxs y hacerse con el Ejecutivo Nacional. Y en la misma fecha del año que acaba de concluir tampoco hubo motivos de celebración, ya que, constituido ahora en demoledor del edificio que fuimos capaces de erigir como Nación, el sujeto continúa gobernando.

Sin embargo, desde que rige el orden constitucional vigente, no pocos y preclaros exponentes del pensamiento crítico local han venido cuestionándolo con valiosos argumentos. Refresquemos algunos.

En un capítulo de su texto canónico Los cuatro peronismos (2005), el eminente sociólogo Alejandro Horowicz aborda el tema en estos términos: 1983 no fue el restablecimiento de la democracia, sino el establecimiento de la ‘democracia de la derrota’. Esto es, que se votara lo que se votara, los mismos hacían lo mismo. Era como nadar contra la corriente. Y esa corriente era muy fuerte y muy poquititos se proponían nadar contra ella”.

Unos años después, el gran filósofo León Rozitchner, en su texto Acerca de la derrota y de los vencidos, publicado en 2011 (el año de su muerte), afirmaba que “La democracia actual fue abierta desde el terror, no desde el deseo. Es la nuestra, pues, una democracia aterrorizada: surgió de la derrota de una guerra. No la que nosotros ganamos adentro, sino la que ellos perdieron afuera. Y ese deseo regalado, impuesto, se le nota a la izquierda. De esa derrota que no produjimos salió esto que debemos, pese a todo, considerar como un triunfo. Pero consolémonos: a la guerra y al terror sucede siempre la paz política. La ley que nos regula ahora fue una transacción que el más fuerte hizo con el más débil, los militares con el pueblo argentino. Por eso decimos que la nuestra es aún una ‘democracia aterrorizada’; su ley originaria, la del terror y las armas, sigue todavía vigente como ley interiorizada en cada ciudadano, espada que pende sobre nosotros, siempre presente”.

En 2023, el dirigente del Partido Obrero y Legislador de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Gabriel Solano presentó su libro Porqué fracasó la democracia. Radiografía del saqueo capitalista de la Argentina en los últimos 40 años, cuya tesis definió así: “Este año se cumplen 40 años desde la restitución de la democracia y sin embargo tenemos más del 40% de pobreza general y un 56% de pobreza en las infancias. En estos 40 años la Argentina estuvo a cargo de ‘la casta empresarial’ que es la misma que gobernó durante la dictadura militar. De estos 40 años se puede concluir el fracaso de la clase capitalista que nos está llevando a una nueva hiperinflación, los salarios y jubilaciones más bajos de la región. Una nueva quiebra del país tan aguda como la del 2001. Quienes tienen que sentarse en el banquillo de los acusados son todos los que nos han gobernado”.

Durante el mismo año, el siempre agudo intelectual orgánico Miguel Mazzeo publicaba “Democracia” contra Democracia (o la política contra lo político) A propósito de los cuarenta años de democracia en Argentina (1983-2023), donde se refería al tema de este modo:  “Consideramos que la estabilidad posterior a diciembre de 1983, al igual que inestabilidad previa, difícilmente puedan ser abarcadas desde enfoques centrados en la insuficiencia o abundancia de ‘educación cívica’, en la adquisición o pérdida de alguna ‘cultura democrática’, en el ‘realismo institucional’ (…) Las interpretaciones que apelan a fundamentos procedimentales, condenadas a desacoplar la democracia de los procesos constitutivos de la sociedad, están en crisis.  Esos enfoques no aclaran por qué y cómo esa estabilidad fue erigida en valor abstracto y registro simbólico que caló hondo en la subjetividad de una porción importante de la sociedad argentina. Tampoco identifican a los grupos y sectores sociales favorecidos o perjudicados por ella. Dan por sentadas unas consecuencias tan benéficas como homogéneas. Asimismo, no explican cómo, en la Argentina de la posdictadura, la conciencia burguesa reconstruyó su capacidad de autointerpretarse como ‘opinión del público’. Mucho menos esclarecen por qué, hoy, están en crisis los fundamentos que sostuvieron el andamiaje de ese régimen político durante tanto tiempo. Se trata de enfoques mistificadores centrados en lo que Antonio Gramsci llamaba la ‘pequeña política’. En síntesis: esos enfoques no dan cuenta del doble carácter de la democracia. No toman en cuenta el proyecto radical con su concepto implícito (gobierno del pueblo) contenido por el proyecto (el ‘abyecto’) que encubre la dictadura orgánica del mercado con su concepto convencional y unilateral de democracia (libertades y garantías). 

Algún tiempo antes, el comandante montonero Roberto Cirilo Perdía había editado - y reeditado en versión corregida y ampliada, incluyendo en su planteo la dimensión plurinacional que debería asumir un futuro Estado transformado por el pueblo - el libro Prisioneros de esta democracia. Allí, el pelado, como se lo conocía cariñosamente entre la militancia, expresaba que la democracia y el Estado argentino estaban muriendo. En un debate sobre la contraofensiva, sostuvo que “la Argentina vive una crisis profunda” y que “el país se degradó después de 40 años de democracia”. El dirigente revolucionario consideraba que “el modelo moderno, que rompe con la naturaleza y se basa en la idea de que la ciencia y la técnica resuelven todo, está llegando a su fin”. También pensaba que “el pueblo debe construir su poder a partir de las comunas, para terminar con el sistema actual, sin cuyo reemplazo no hay destino para la humanidad”.

Aportes todos sumamente orientadores de un debate necesario e impostergable, en un momento en el que, a nivel global, eso que llamamos democracia se ha tornado incompatible con el ejercicio de la Justicia Social. 

Al parecer, el efecto residual provocado por la derrota del proyecto revolucionario ha neutralizado la posibilidad de concebir un horizonte pos capitalista y, por ende, un modelo de gobierno no delegatorio de las grandes decisiones que atañen al pueblo.

 

El Argentinazo como momento democrático por excelencia

Contrariando al artículo 22 de nuestra Constitución Nacional, donde puede leerse que "El pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución", durante la pueblada de diciembre de 2001, impugnatoria del orden neoliberal, que desde entonces bautizamos como Argentinazo, a lo largo de un plazo considerable este pueblo que en 1810 pidió saber “de qué se trata” se autoorganizó en forma asamblearia y decidió sin mediaciones, hasta que, después del escarmiento disciplinador que supuso en junio de 2002 la Masacre de Avellaneda, la dirigencia política logró institucionalizar aquella breve pero virtuosa experiencia de democracia directa.

Hasta entonces, el orden político y jurídico que mayor atención puso en los intereses populares se anunció a fines de los años 40. En efecto, durante los primeros días de abril de 1949 se reunió en la Universidad Nacional de Cuyo el Primer Congreso Argentino de Filosofía. El cierre del evento estuvo a cargo del Presidente de la Nación, General Perón. Su discurso final dio origen a su libro más preciado: La Comunidad Organizada, un proyecto de sociedad que, entre otros conceptos más rescatables que el siguiente, incluye una propuesta de armonía entre capital y trabajo. 

Sin ir más lejos, en el apartado XIII de dicho texto, titulado Superación de la lucha de clases por la colaboración y la dignificación humana, su autor expresa lo siguiente: “La lucha de clases no puede ser considerada hoy en ese aspecto que ensombrece toda esperanza de fraternidad humana. En el mundo, sin llegar a soluciones de violencia, gana terreno la persuasión de que la colaboración social y la dignificación de la humanidad constituyen hechos, no tanto deseables cuanto inexorables. La llamada lucha de clases, como tal, se encuentra en trance de superación. Esto en parte era un hecho presumible. La situación de lucha es inestable, vive de su propio calor, consumiéndose hasta obtener una decisión. Las llamadas clases dirigentes de épocas anteriores no podían sustraerse al hecho poco dudoso de sus crisis. La humanidad tenía que evolucionar forzosamente hacia nuevas convenciones vitales y lo ha hecho. La subsistencia de móviles de violenta inducción ofrece el espectáculo de un avance hacia la descomposición por el desgaste o hacia la adopción de fórmulas estériles. La aspiración de progreso social ni tiene que ver con su bulliciosa explotación proselitista, ni puede producirse rebajando o envileciendo los tipos humanos. La humanidad necesita fe en sus destinos y acción, y posee la clarividencia suficiente para entrever que el tránsito del yo al nosotros, no se opera meteóricamente como un exterminio de las individualidades, sino como una reafirmación de éstas en su función colectiva. El fenómeno, así, es ordenado y lo sitúa en el tiempo una evolución necesaria que tiene más fisonomía de Edad que de Motín. La confirmación hegeliana del yo en la humanidad es, a este respecto, de una aplastante evidencia”.

Vale la pena consignar que, en 1971, a la luz de los bombardeos perpetrados en 1955 por la Marina de Guerra en aviones bendecidos por la curia - en horario pico y sobre una plaza pública -, así como de los fusilamientos de civiles y militares producidos en la Operación Masacre de 1956, el anciano líder revisaría tales convicciones en la extensa entrevista realizada por el Grupo Cine Liberación bajo el título de Actualización Política y Doctrinaria para la toma del Poder. Poco después, en 1972, tendría lugar el asesinato de 16 militantes revolucionarios en la Base “Almirante Zar” de Trelew; más adelante, la aplicación del plan sistemático de exterminio de opositores llevado a cabo por la última y feroz dictadura, vertebrada en torno al plan económico concebido por el patricio José Alfredo Martínez de Hoz (1976 - 1983); ya en este siglo, la segunda desaparición del incómodo testigo de los campos de exterminio Jorge Julio López (2006); y no hace mucho tiempo, el fallido intento de magnicidio contra la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner (2022) Habría más ejemplos, pero baste con este puñado - producido durante los últimos 50 años - para ilustrar la “vocación persuasiva” de la oligarquía local (y su disposición a repartir equitativamente la riqueza del país), clase social que no parece fácil de disuadir apelando al ejemplo de aquel galileo que ofreciera su otra mejilla para seguir siendo abofeteado. 

En consecuencia, y considerando que desde 1945 hasta 1975, la participación de la clase obrera nacional en el PBI osciló entre el 42 y el 48%, mientras que actualmente se reduce a menos de la mitad de tales índices, huelga abundar en mayores comentarios sobre la conciliación de clases. 

Recapitulando, el Comandante Hugo Chávez, instalando la consigna “comuna o nada”, proponía a esa unidad administrativa básica como uno de los espacios de articulación e integración de mayor relevancia para el ejercicio de la democracia participativa directa y, especialmente, para la inclusión y participación protagónica de los sectores populares.

Si aceptáramos la tesis según la cual la democracia como utopía solo es posible a partir de su efectivo ejercicio en la comuna, por ende, corresponderá radicalizarla en pos de una comunidad auto organizada. En eso consiste la construcción de Poder Popular desde abajo, en sentido contrario a los sucesivos y fallidos intentos de forjarlo desde el Estado.

En conclusión, nos atrevemos a considerar que, si como afirma una voz popular, “del laberinto se sale por arriba”, del nuestro se sale rescatando la hidalguía de quienes fueron capaces de enfrentar sin mezquindades al orden establecido, y transitando desde la reparación del daño sufrido a la recuperación de un pensamiento insurgente. –

 

JORGE FALCONE