De
“Liberación o Dependencia” a MMXIX
LA DISPUTA ELECTORAL
SE DIRIME
EN EL CONTEXTO DE UNA
BATALLA CULTURAL, LA DEL CAPITALISMO TERMINAL
“Entendida no sólo desde la perspectiva más tradicional de
las artes y la literatura (junto con la filosofía y la ciencia) sino también
como disputa por el sentido (o
los sentidos que circulan en nuestras sociedades), la batalla cultural requiere
de todos modos de instrumentos concretos de intervención específica en el
propio campo, incluyendo el de las ideas”.
Mariano Pacheco,
Contribuciones para pensar la batalla cultural
(Primera parte)
Este sistema-mundo que, en pleno
hostigamiento a la Venezuela bolivariana, propone a Trump como candidato al
Premio Nobel de la Paz, encuentra a l@s argentin@s ante un nuevo ciclo lectivo que
arranca con las tradicionales tensiones salariales en el ámbito de la
educación, una previsión inflacionaria que superaría holgadamente el 30%
durante el primer cuatrimestre, una baja en el consumo de carne del 40% (que
aviesamente se atribuye a un cambio cultural), y un presidente inquieto a causa
de sondeos que revelan que 6 de cada
diez votantes le diría que no a Cambiemos en las futuras elecciones.
Así, mientras va cuajando en la agenda popular la decisión de afrontar el corto plazo votando contra este
modelo, aún huelga consensuar en el
activismo otra de largo aliento que afronte decididamente el creciente
antagonismo entre capitalismo y democracia, a fin de trascender el Estado
liberal burgués apostando por la autonomía territorial y la autogestión
productiva.
CUENTA
REGRESIVA CAMINO AL CUARTO OSCURO
Cercado por el soberano, custodiado
por los esbirros de Patricia Bullrich, y abucheado por todo el arco opositor, con
un discurso de campaña beligerante, plagado de datos ilusorios como haber logrado
altos índices de Justicia Social después de 70 años (aumento del 40% en la
AUH?), y sus proverbiales furcios (“con el apoyo del narcotráfico”), el
presidente Mauricio Macri abrió el
137° período de sesiones ordinarias en el Congreso de cara al último año de
este mandato y con anuncios sobre el nuevo Código Penal, el régimen penal
juvenil para bajar la edad de imputabilidad, el denominado
proyecto de ley de “barrabravas” - que estipula transformar en delitos penales
lo que hoy se consideran contravenciones - y la ley de financiamiento político,
norma clave en un año electoral, que no cuenta con el consenso necesario dentro
del propio oficialismo.
En un país en el que voces autorizadas
vaticinan para 2020 un significativo colapso de la economía, se explica que la
preocupación del/la ciudadan@ medi@, tanto de un lado como del otro de la tan
mentada grieta social, sea que se modifique el rumbo trazado o bien que una
gestión de gobierno que nos lleva hacia el abismo haga mutis por el foro sin pena ni gloria.
Lo cierto es que, tratándose de un año en el
que - en los marcos consentidos por el sistema - habrá de ratificarse o
rectificarse el programa político vigente, marzo encuentra al oficialismo puesto
a la tarea de librar dicha batalla desde su búnker del 1er piso de la Casa
Rosada (de donde salió la decisión de reemplazar a Monzó por otro hombre de extracción peronista como Ritondo, elegido para competir por el
puesto de primer diputado bonaerense), mientras que la oposición carece aún de candidat@ en firme
capaz de seducir mayoritariamente a sus votantes.
En efecto, los rumores circulantes describen
a una Cristina exenta de rencores articulando
silenciosamente su armado apoyada en el kirchnerista
reciclado Alberto Fernández y en el
ex Ministro de Salud bonaerense Ginés
González García (abocado ahora a la tarea de recorrer el país organizando
los equipos técnicos para un posible retorno del peronismo al gobierno), a Massa tanteando las posibilidades de
una confluencia con el envío de los intendentes de Tigre y San Martin al
Congreso del PJ bonaerense reunido recientemente en La Matanza, y a Lavagna indispuesto a jugar en las PASO
dado su propósito de contribuir a fraguar una amplia coalición supra
justicialista, por pasar revista tan sólo
a un@s poc@s actores destacad@s de cuanto ocurre en la vereda de enfrente de
las filas gubernamentales.
Por otra parte, el balance de la sostenida
lucha popular callejera contra la drástica eliminación de derechos sociales en
curso encuentra a la militancia en la noria de autoconvocarse al Congreso de la
Nación o a Plaza de Mayo varias veces al mes desde hace más de tres años, sin
que dicha operatoria consiga interpelar sustancialmente a un rumbo
gubernamental ni a un electorado oficialista cautivo, dispuestos - por ejemplo
- a emitir y a tolerar respectivamente la circulación de un flyer tan clasista como el que produjera
el Ministerio de Producción, en el que se veía a un puñado de yuppies
sosteniendo sobre sus espaldas poco menos que al “aluvión zoológico”. Y es que
en Argentina sobran rebeldías populares… pero aún no encuentran un cauce común
que las vuelva subversivas.
Mientras, sin prisa ni pausa, Cambiemos sigue
valiéndose del lawfare para confinar
a sus adversarios en los Tribunales de Comodoro Py, a la vez que apuesta por
consolidar su blindaje mediático apelando - de ser necesario - al apaleamiento
de reporter@s capaces de “meter el dedo en la llaga”, al vaciamiento económico
de las voces disonantes (como viene ocurriendo con la señal de TV C5N), o al sicariato de lobbys editoriales como Infobae o Noticias (capaces de inundar los kioskos con containers de brulotes destinados a depreciar los más valiosos
legados de la experiencia popular)
No obstante, para coronar sus fines, la
coalición gobernante no recurre exclusivamente a maniobras tan burdas como la persecución
explícita o la censura encubierta, y allí está el ejemplo de la serie Codicia, que produjo el otrora adalid
de los derechos humanos Jorge Lanata, devenido en títere del
Grupo Clarín (https://www.youtube.com/watch?v=jHdm8ERwJKw&t=8s) Originalmente prevista para la cadena Netflix - fundada en 1997 y contando en
la actualidad con una audiencia de 140.000.000 de suscriptores -, acaba de
padecer un masivo repudio en las redes sociales que la colocó ante la necesidad de buscar otra plataforma
para su emisión. Pero a pesar de ese tira y afloje, el producto en sí pone de
manifiesto que el poder no escatimará recurso alguno, mucho menos los más
persuasivos, para garantizarse un futuro sin contratiempos. Y esto último se
propone analizar nuestra nota, en la convicción de que no resulta sencillo
referirse a tal propósito sin trascender la inmediatez de lo meramente
coyuntural.
Entonces, yendo una vez más contra el sentido
común de quienes reclaman a un analista precisiones sobre la conducta que
debiera seguir el/la ciudadan@ de a pie ante las urnas, volveremos a eludir el
árbol y a ocuparnos del bosque, ya que para alienarse bastaría con seguirle la
corriente a los medios de comunicación masiva.
LA
SUTIL INGENIERÍA DEL PODER
PARA
POSTRAR SOCIEDADES ENTERAS
Una anécdota que circula de larga data entre
la militancia de izquierda evoca a Lenin,
recién inaugurada la Revolución de Octubre, visitando un pueblito rural en las
afueras de Moscú para llevarle la energía eléctrica. Al cabo del discurso de
rigor que el líder bolchevique dedica a l@s presentes, y ya encendida la única
bombita de luz existente, el público lo aclama alborozado al grito de “Viva el nuevo Zar!”. Entonces el
revolucionario despliega toda su argumentación para persuadir a la multitud
acerca de que la vieja Rusia no existe más, y en la Unión Soviética no habrá
más zares. Concluida su segunda arenga, la comunidad reacciona nuevamente al
grito de “Viva el nuevo Zar!”.
Este relato explica como pocos lo que cuesta
desmontar un sentido común instalado durante años. Y vaya si en nuestra
sociedad no se ha sustituido gradual y sutilmente la Cultura del Trabajo por la
meritocracia, convertido nuestro panteón de héroes nacionales en algo vintage a sustituir en la moneda
circulante por la imagen de “seres vivos”, y acicateado a una amplia franja de
la clase media a avergonzarse de contar con servicios subsidiados por el Estado
y a ensañarse con el último exponente de la cadena social como causante de
todos sus males. Esa impostergable batalla cultural no se libra en los
escenarios ni mediante los recursos tradicionalmente consagrados a la actividad
política. Porque todo cambio social
profundo se conquista a partir de una ética, pero echa raíces a partir de una
estética. Y ello demanda a l@s agentes de ese cambio el imperativo de crear
OTRA literatura, OTRO cine, OTRA música, OTRA plástica, etc.
Casi sin lugar a dudas, podría afirmarse que
la mayoría de la gente en condiciones de votar no consideraría a la
programación farandulera de la TV como posible rampa de lanzamiento electoral,
sin embargo se ha comprobado que de cara a los comicios bonaerenses de 2009
gravitó enormemente sobre el público la simpatía desplegada por el doble de
Francisco De Narváez en “Showmatch”. Resulta más que lícito, en consecuencia,
preguntarse qué impacto tendría hoy una ficción referida a “la ruta del dinero
K” sobre la aún considerable franja de votantes indecis@s. En consecuencia, si
bien queda claro que para afrontar las campañas proselitistas del Siglo XXI no
basta con recurrir a la brocha, el pasacalle, y la abnegación del activismo, no
es nuestra intención hacer aquí un análisis sobre el particular sino más bien
contextuarlo en el marco de las llamadas Guerras
de Cuarta Generación.
Las dos características principales que se atribuyen a estas lidias
son la búsqueda del colapso del enemigo en su retaguardia civil, no en el
frente; y el uso de las libertades de las sociedades democráticas como un arma
para destruirlas. Consideradas desde hace más de dos décadas como las guerras
del futuro, constan de las siguientes prerrogativas:
- Desaparece el concepto
habitual de campo de batalla y toda la sociedad atacada se convierte en el
mismo.
- Los
mensajes emitidos por los medios de comunicación serán un factor
determinante para influir en la opinión pública, tanto en el ámbito
doméstico como en el internacional, por lo que la propaganda llegará a
constituir el arma estratégica y operacional dominante en este tipo de guerras.
- Las acciones tácticas tendrán como objetivo la cultura del enemigo.
- Cuando
lo justifiquen sus intereses, predispondrán a las poblaciones en contra de
sus gobiernos, como ocurriera recientemente en el Brasil de Dilma y ocurre
actualmente en la Venezuela bolivariana.
- Ello
permitirá a un pequeño número de actores operar causando gran daño sobre elementos importantes de
naturaleza civil, en la "retaguardia" enemiga.
- En el escenario descripto, se apela al uso de las tecnologías más avanzadas de la información.
Seguramente para el/la lector/a
interesad@ por la política nuestro repaso no constituya novedad alguna, pero lo
que aún dista de ser un sobreentendido generalizado es la naturaleza del
sistema-mundo que torna eficaces a semejantes procedimientos.
MANTENERNOS
EN ESTADO DE EMERGENCIA
PARA
NUBLAR NUESTRO HORIZONTE
Este capitalismo terminal - que pone en
riesgo la supervivencia de la especie y hoy se repliega sobre los centros del
poder mundial - es un productor industrial de insatisfacción, lo cual ha
transformado los Estados Nación en Mercados Nación. Por ende - y al decir de la filósofa
tijuanense Sayak Valencia - , el Norte Global se ha tercermundizado,
de manera que así como hay sudacas, hay euracas y nortecas que engrosan sus
nuevos contingentes de sacrificio. Porque ocurre que la expansión de sus ganancias encuentra un límite legal que genera esta
sociedad dual en la que estamos viviendo, la que exhibe una cara pública y
esconde otra privada, en cuyo seno se completa el ciclo de su economía, lo que
lleva a inferir - en el campo que nos ocupa - que el dinero de la política ya no puede prescindir del aporte paraestatal.
La subalternización extrema del Otro social -
que la literatura representó tantas veces, por ejemplo en la figura del Endriago
que enfrentara Amadís de Gaula, ese humanoide confinado a vivir en los páramos
por haber nacido del incesto cometido por un ateo; o en la tradición
anglo-germánica Grendel, hijo bastardo del héroe Beowulf y un ser sobrenatural,
condenado por su condición a vivir en un fangal; y porqué no el primitivo y
salvaje Calibán shakesperiano, tantas veces interpretado como símbolo de las clases sociales oprimidas
por el capitalismo -, pasando por
alto etnia, clase o género toda vez que la riqueza blanquea y la pobreza
ennegrece, hoy lo convierte en el sujeto preferencial de un verdadero necroemprendedurismo
(trata, narco, sicariato) con que el sistema enriquece sus arcas y nos
disciplina desde las sombras.
Un panorama tan complejo no hace más que
poner en evidencia la gran falta de herramientas conceptuales con que contamos
para analizarlo, toda vez que el epistemicidio en curso lleva a que vivamos en
un mundo y hablemos en otro, plagado de viejas categorías.
Es en todo caso la interseccionalidad de esta
problemática, vale decir, el modo en que atraviesa TODA nuestra vida pública,
el caldo de cultivo del enorme pragmatismo y la falta de audacia que hoy
caracteriza a buena parte de la sociedad argentina, que a pesar de haber
protagonizado momentos luminosos de nuestra Historia reciente ahora tiende a
desvelarse más por la relativa inseguridad reinante que por la ausencia sin
precedentes de Justicia Social.
Pero este y no otro es el escenario que
debemos transformar, dando la respuesta necesaria a los desafíos inminentes sin
resignar las perspectivas de largo aliento. Nos ha tocado en suerte habitar una
latitud altamente codiciada por el sistema. La constatación de que es imposible
sustraerse cotidianamente del mismo impone posicionarnos “adentro y en contra”, como predicaba el gran sociólogo peruano Aníbal Quijano. “Memoria, imaginación, y conocimiento”, reclamaba. Y no esperar de
la Revolución la velocidad que demanda la producción capitalista.-
JORGE
FALCONE
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