Señales de alarma
EL EX GRANERO DEL
MUNDO PRESTO A ENFRENTAR
UNA INMINENTE OLA DE
HAMBRUNA GLOBAL
Las exportaciones de alimentos ucranianos
proporcionan las calorías para alimentar a 400 millones de personas, más del 5% de la población en los cinco
continentes. Es más, la franja amarilla en su
bandera representa las espigas doradas. Casi el 80% de los seres humanos vive en
países que son importadores netos de alimentos. Haría
falta un rápido alto el fuego para que se produjera un alivio inmediato, porque
las reservas existentes son escasas luego de dos años casi completos de
pandemia, cuarentena y confinamiento. Ante
semejante panorama, Bill Gates ha tomado la costumbre de anunciar con tiempo
cada próximo episodio del programa en curso para diezmar a la humanidad. Esta
vez coincidió con la reunión en Davos del Foro Económico Mundial, para evaluar
el avance del Gran Reajuste Mundial. También el G7 ha realizado en Berlín una simulación de
“pandemia de viruela de leopardo” y sus ministros de salud se han encontrado
para discutir “la próxima crisis”. La viruela del mono aún no es una pandemia,
pero es llamativo que haya aparecido fuera de África Occidental después de que
el fundador de Microsoft la anunció. Por lo demás, el Gran País del
Norte continúa conmocionando a un sistema - mundo agónico con la reiteración de
masacres estudiantiles a cargo de francotiradores desquiciados, sin que la
prensa hegemónica aborde el tema dando cuenta de que el orden vigente no da
para más. En nuestro vapuleado terruño, algunxs argentinxs siempre
señalamos la ilegitimidad que tuvo el gobierno de un presidente sin embargo
prestigioso para muchxs por su probidad, como Arturo Humberto Illia. No
obstante, hoy se ha vuelto moneda
corriente que primerxs mandatarixs del globo asuman con un porcentaje de votos
no demasiado superior al 20%, y en un contexto de oceánico abstencionismo. Ya
se habla abiertamente de la "insatisfacción democrática" (nuestra
Vicepresidenta acaba de disertar al respecto en la Universidad Nacional del
Chaco Austral) Pero aún se admite en voz baja y en reducidos cenáculos el
escaso asidero que conserva aquella idea de que el único norte posible de la
humanidad es el capitalismo. Ante un panorama de guerra, hambrunas, y
peste - tres de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis -, tampoco resulta
productivo sostener la máxima según la cual "la política es el arte de lo
posible". Las paredes del Mayo Francés oportunamente expresaron
"seamos realistas: pidamos lo imposible", y en una hermosa canción de
su autoría Silvio Rodríguez declara "yo he preferido hablar de cosas
imposibles, porque de lo posible se sabe demasiado". En la Argentina de
estos días el peronismo demuestra estar lejos de garantizar la Justicia Social,
y la izquierda amenaza con arrebatarle esa
bandera. Pero con la izquierda sola no alcanza, y sin el peronismo más
consecuente se hace imposible refundar la Nación. La confluencia de ambas
tradiciones de lucha podría evitarnos una caída libre hacia el vacío.
Esperando
la carroza
Se ha repetido hasta el hartazgo que aquella medida considerada genial por el kirchnerismo puro y duro, de designar a Alberto Fernández como candidato a Presidente de la Nación - a los efectos de producir una autocrítica de hecho con relación a los posibles errores cometidos durante la década supuestamente ganada - ha demostrado con creces tener patas cortas.
Este porteño docente de derecho, amante del rock nacional, y autopercibido como socialdemócrata, de ningún modo iba a interpretar al pie de la letra el libreto apuntado por Cristina Fernández de Kirchner.
El resultado de semejante desatino ha convertido al Primer Mandatario y su Vice en esta versión suicida del Dúo Pimpinela.
En tanto, una oposición cuyxs referentes disputan el cetro de la fascistización, para empardar las perfomances de ese hobbit desaforado que es Javier Milei, no tiene más que esperar que la coalición gobernante implote al calor de su cada vez más incontrolable disenso interno.
Así, un gobierno carente de toda iniciativa capaz de recordar al mejor peronismo, y que asume como propio el plan del FMI, conteste de la inédita y descomunal miseria que cunde se da el lujo de evitar por todos los medios meter la mano en el bolsillo de los dueños del país… pese a que su admirado “Juan Domingo” Biden allá en el Norte lo haga sin vacilar.
En efecto, aunque Argentina experimenta un boom de las exportaciones equivalente al apogeo del kirchnerismo, simultáneamente ocurre lo propio con las importaciones, dado que quien acopia dólares los gasta en productos que cotizan en la moneda verde, pero - como nadie “le pone el cascabel al gato” - ese flujo no deriva en ir saldando la deuda interna.
Medidas dizque paliativas de la crisis, como el impuesto a la renta imprevista o el Fondo Nacional para la Cancelación de la Deuda, marchan a paso de tortuga, holgadamente aventajadas por la liebre de la remarcación de precios (renuncia de Feletti mediante, cada vez menos cuidados)
Para colmo de males, tanto el objetivo de acumulación de reservas como el tope al déficit fiscal aparecen muy lejos de lo comprometido. Incluso la emisión monetaria corre riesgo de ser mayor a lo pautado.
No obstante, el contexto global ofrece una importante chance de oxigenar a nuestra exánime economía, ya que - producto del conflicto OTAN - Federación Rusa - más de la mitad de la producción de trigo mundial está fuera del mercado.
Mientras nuestro gobierno balbucea una Ley de Emergencia Alimentaria que emule la adoptada por el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, consistente en el congelamiento del precio de 100 productos hasta fin de año, el grueso de las naciones adopta medidas proteccionistas para campear la posguerra en Europa del Este por no menos de 3 años.
No hace falta ser Albert Einstein o Stephen Hawkings para concluir que, una gestión que se ubica a distancia sideral de cualquier planteo revolucionario, carece de otra alternativa para remontar esta crítica situación que la de ponerse firme con la aplicación de retenciones.
De lo contrario ingresará dócilmente en la manga del frigorífico que conduce al mandoble fatal del marronero.
Contracara de la “reactivación”
Entre 2017 y 2021, más de 7 millones de personas se sumaron a una situación de pobreza y viven en hogares que no llegan a reunir los ingresos necesarios para hacer frente al costo de una Canasta Básica Total (CBT), en marzo cercana a los $ 90 mil para una familia compuesta por dos adultos y dos menores.
El último beneficio otorgado por el gobierno, ante la escalada de los precios y la presión sostenida del movimiento piquetero, por un monto de $ 18 mil pagaderos en dos cuotas, de hecho, fue tramitado por más de 7,5 millones de personas según datos de la Anses.
La negativa cerrada del gobierno a flexibilizar las altas de planes Potenciar Trabajo se fundamenta en su intención de inducir a los beneficiarios actuales de esos planes a que se integren en sectores productivos privados que no garantizan los derechos establecidos en los convenios colectivos de trabajo.
Las carteras social y laboral promovieron desde agosto de 2021 una serie de convenios tripartitos, acompañados de resoluciones y decretos, que buscan generar estímulos para las empresas que podrían valerse de mano de obra subsidiada por el Estado y, según el caso, capacitada por sindicatos u organismos oficiales por un período de tiempo durante el cual las patronales deberían hacerse cargo de una parte del salario estipulado.
En el marco del Plan de Lucha en curso, la Unidad Piquetera ha manifestado que su reclamo de universalizar planes se fundamenta en la situación de emergencia y que la intención de las organizaciones y sus representados es la de ingresar a trabajar de manera registrada. La universalización, además, anularía los intermediarios, como las propias organizaciones sociales o los intendentes, delimitando el vínculo entre el beneficiario y el Estado.
El informe de empleo que elabora mensualmente el Ministerio de Trabajo en base a datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) y que se conoció días atrás ya permite realizar un balance de una década en lo que se refiere al mercado de trabajo en la Argentina.
Así, comparando los registros de febrero de 2022 con los del mismo mes de una década atrás surge que, si bien se sumaron 1,52 millones de personas al trabajo registrado en general, en el segmento privado se advierte un estancamiento en términos absolutos y, en rigor, la pérdida de 14.100 puestos.
Dicho de otra forma, durante la última década, el sector privado no generó ni un empleo registrado en términos netos. Ese poco más de un millón y medio de empleos formales nuevos se explica fundamentalmente por el sector público, que sumó 711 mil nuevos trabajadores, y las diversas formas de monotributo, que agregaron 764 mil personas al trabajo registrado.
El proceso da cuenta de una mayor precarización del empleo incluso dentro del segmento registrado y de una mayor dependencia del empleo sobre el presupuesto público.
Pero la creación neta de empleos del sector privado debería valorarse en función del crecimiento vegetativo de la población que, según las proyecciones del Indec, llegó al 11% entre 2012 y 2022. Así las cosas, la capacidad de absorción del aparato productivo y de los servicios privados en términos reales retrocedió en un 11,3%. Si la producción hubiera solo acompañado el crecimiento de la población hoy deberían estar registrados 6.774.800 empleados privados.
El pico máximo de empleados registrado en las empresas privadas sucedió en marzo de 2018, cuando sumaban más de 6,32 millones.
El empleo estatal creció en una década un 27% mientras los monotributistas en sus diversas modalidades lo hicieron en un 30%. Los trabajadores autónomos registrados cayeron un 5%, dando cuenta también de un deterioro en los ingresos de los trabajadores independientes.
Este comportamiento del empresariado privado a lo largo de la década se sucedió en etapas político - económicas variadas. En estos días ese sector lanza diatribas contra los desocupados movilizados argumentando que “no hay cultura del trabajo”, pero en rigor debería admitir que atenta contra esa cultura al no crear empleos. La fuga de capitales, parte esencial de ese comportamiento empresario, implica la posibilidad de empleos en otros países al derivar riqueza hacia ellos.
A la hora de analizar el desarrollo del empleo en forma desglosada surgen otros indicadores desalentadores para las aspiraciones del gobierno de insertar trabajadores del Potenciar Trabajo en el sector privado. Los esfuerzos oficiales se dirigieron hasta el momento hacia los sectores agropecuarios, de la construcción, industria textil y los gastronómicos y hoteleros.
Pero en todos esos casos se verifica un retroceso en términos absolutos de la cantidad de empleados registrados en la última década, que se agrava si se tomara en cuenta el crecimiento vegetativo de la población. El sector agrícola perdió 14 mil puestos; la construcción, poco más de 33 mil; y el sector de la hotelería y restaurantes, unos 12 mil. El sector textil se encuentra agregado dentro de la manufactura que, de conjunto, retrocedió en 120 mil empleados.
Ese retroceso en los sectores industriales y primarios se compensó parcialmente con un crecimiento en el sector de comercio y servicios de diverso tipo y el de la enseñanza privada que, por sus características, requieren perfiles laborales muy específicos. Mientras que en 2012 el sector manufacturero era el principal generador de empleo privado, superando en 142 mil al sector de comercio, hoy este último tiene 8000 empleos más que la industria.
Pero es precisamente en este sector en el que el trabajo no registrado muestra mayores índices, lo que indica una menor predisposición a la contratación registrada. Según el informe “Cuenta de generación de ingresos e insumo de la mano de obra” del Indec, durante 2021, entre el sector agrícola, la hotelería y la construcción apenas existían 937 mil empleos formales.
Para que el plan de integrar beneficiarios del Potenciar Trabajo resulte exitoso, estos sectores deberían más que duplicar la generación de empleo registrado o, en su defecto, producir una rotación de empleados equivalente, inducidos por un cuantioso subsidio del Estado a los empresarios e instaurando una lógica de suma cero a expensas del Estado.
Pero, además, de esos mismos datos del Indec surge que el empleo no registrado, que a nivel global afectaba al 31% de los trabajadores asalariados, escala al 62% en el sector agrícola y pesquero, al 58% en la construcción y al 39% en la hotelería y gastronomía. La agregación del sector manufacturero - donde el empleo no registrado llega al 31% - no permite identificar el fenómeno en el sector textil, pero estimaciones oficiales de la cartera productiva indican que entre textil y confección existen 280 mil puestos de los cuales apenas 90 mil son formales.
Desde la cartera de Desarrollo Social reconocen que, a nueve meses de anunciados los primeros convenios sectoriales, no cuenta con información fehaciente acerca del número de beneficiarios de Potenciar Trabajo que se habrían integrado al trabajo formal en el sector privado.
El acuerdo con el FMI impone una política fiscal que obliga al gobierno a congelar los beneficiarios de planes. Sin empleo ni asistencia, las protestas no harán más que multiplicarse.
Organizaciones
sociales y gremiales:
Entre
el apoyo cada vez más crítico al gobierno
y la radicalización de la lucha
Hace algunos días, en la Federación de Unión Nacional de Cooperativas Argentinas de Trabajo, tuvo lugar un encuentro de fuerte contenido político hacia dentro del Frente de Todos. Martín Guzmán, hijo dilecto de Joseph Stiglitz y peón evidente de Kristalina Georgieva, el ministro más cuestionado por el kirchnerismo, jugó a darse un baño de pueblo reuniéndose con los más destacados dirigentes sociales alineados con la Casa Rosada y el presidente Fernández. Fueron de la partida Emilio Pérsico, referente del Movimiento Evita y secretario de Economía Social; Daniel Menéndez, líder de Somos Barrios de Pie y subsecretario de Promoción de la Economía Social y Desarrollo Local; y Gildo Onorato, secretario gremial de la Unión Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) y dirigente del Evita, entre otros.
La foto de Guzmán, acuerpado por figuras de la economía popular, fue un fuerte mensaje hacia la crujiente interna que desde hace meses mantiene Cristina Kirchner con el jefe de Estado.
Esa no ha sido la única movida de los movimientos sociales afines al Gobierno. A su vez insisten en presentar la iniciativa de uno de los proyectos más ansiados, pero que hasta ahora el propio oficialismo parlamentario evitó tratar: la Ley Tierra, Techo y Trabajo.
Anteriormente, los diputados nacionales Itaí Hagman, Natalia Zaracho, Leonardo Grosso y Federico Fagioli, integrantes del Frente Patria Grande, que integra el Frente de Todos y lidera Juan Grabois, en un acto realizado en el Salón Delia Parodi de la Cámara baja, que contó con la presencia del jefe de bloque de Diputados del FdT, Germán Martínez, y del propio Grabois, presentaron el proyecto de ley que impulsa la creación de un Salario Básico Universal (SBU) “que proteja a los desempleados, trabajadores de la economía informal y otros sectores de la población de bajos ingresos”. Una iniciativa que, de momento y como tantas con ese espíritu, no cuenta con el consenso necesario de las fuerzas políticas como para que prospere.
Por su parte, la CTA - A, junto a un sector de la UTT y algunas organizaciones de la UTEP, movilizó aportando lo suyo, cuestionando al FMI y apuntalando la idea de “que la deuda la paguen los que la fugaron”.
A posteriori, tras una presentación en tal sentido, realizada por unos 150 dirigentes políticos, gremiales, sociales y de derechos humanos, la Justicia reconoció el derecho de todo ciudadano del país a incorporarse en la causa judicial para cuestionar la constitucionalidad y legalidad del acuerdo con el FMI.
Va un Mayo más y el pueblo aún sigue clamando “saber de qué se trata”.
Tan solo el
Movimiento Evita, acaso para resolver a su favor la teoría del Estado en
disputa, parece apostar sin cortapisas a
la suerte de un Presidente que hace agua por todos los costados.
En este escenario, siempre memorioso de aquella consigna que propone avanzar “con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes”, el Consejo Directivo de la CGT también baraja tomar medidas para respaldar la gestión del Gobierno apuntándole al empresariado.
Dado que la inflación viene dejando atrás a los convenios paritarios, prevé llamar a "una acción de protesta" por la aceleración imparable de los precios. Gerardo Martínez, el oscuro titular de la UOCRA, afirmó que "el descontrol de la macro pone en riesgo todo lo que conseguimos", en cuanto a generación de empleo y mejoras salariales.
Si bien la central obrera mantiene una "buena" relación con la dirigencia de la UIA, sostiene que llegó el momento de "marcar diferencias en la puja distributiva". En esa línea estaría la decisión de movilizar con un claro respaldo a la gestión de Alberto Fernández. Los voceros explicaron que "criticar a algún funcionario genera beneficios al kirchnerismo y nos va debilitando de cara a las elecciones del 2023, con una derecha que, evidentemente, viene por los derechos laborales".
A dicha predisposición se suma el paso al frente de un puñado de mandatarios provinciales encabezados por Jorge Capitanich y reunidos en Tucumán durante la 10ma Asamblea de Gobernadores del Consejo Regional del Norte Grande, que hicieron pública su vocación de aportar a que el Titanic que tripulan evite estrellarse contra un iceberg.
En tanto, si se toman en cuenta los acampes piqueteros - primero por 24 y luego por 48 hs. - frente al Ministerio de Desarrollo Social, y la posterior Marcha Federal que reunió una descomunal representación de la Argentina Profunda frente a la Casa Rosada, resulta insoslayable la escalada que experimenta la lucha social callejera.
A 20 años del intento de escarmentar la osadía de lxs excluidos sociales en la ex Estación de Avellaneda, queda de manifiesto que “no está muerto quien pelea”.
En consecuencia, abusar de la paciencia del
pobrerío cifrando expectativas en un gobierno inoperante y sin unidad de
criterio, mientras cada vez más argentinxs se hunden en la miseria, depara
impredecibles sorpresas en el tránsito hacia un nuevo comicio. Y garantiza días
de furia si se impone la derecha troglodita.-
JORGE
FALCONE
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