Mientras el capitalismo intenta reciclarse
ANTE EL FRACASO DE LA CLASE POLÍTICA, NUESTRA AMÉRICA MARCHA HACIA UNA NUEVA HORA DE LOS PUEBLOS
Y así culmina 2020, el año que nos arrebató la peste, llevándose consigo a incontables compatriotas, algunxs de dimensión universal, como por ejemplo Quino - el humorista gráfico que a partir de los años 60 con sus tiras brindó una caja de resonancia a la radicalización de los sectores medios -, el enorme “Pino” Solanas - esa conjunción cinematográfica de Marechal y Hernández Arregui - o el Diego, ese alquimista de la redonda que nos granjeó tantos momentos de inmensa alegría y compensó transitoriamente con su devenir siempre a contrapelo la vacancia de referentes transformadores. Su despedida convocó a cientos de miles de argentinxs. La clase política venal y rentista que nos dirige demostró estar deshabituada a sepelios como el de Don Hipólito Irigoyen, el “Mono” Gatica, o Evita: A la congoja entonces se sumaron los balines y las consiguientes corridas de un pueblo que ya no tiene ni derecho a despedir a sus hijxs más dilectos como lo merecen. La prensa monopólica acusó al gobierno de querer capitalizar el prestigio del difunto crack, y el oficialismo - fiel a su costumbre - cargó toda la responsabilidad sobre el gobierno porteño. Pero la verdad de la milanesa es que democracias como la nuestra hacen agua, como se verá, desde el Norte al Sur de América.
Pese al poco tiempo que le queda en la Casa Blanca, el derrotado Donald Trump continúa hostigando al pueblo iraní. Si alguna novedad aporta el cambio de collar del perro imperial, es una probable contraofensiva del globalismo contra el proteccionismo reinante en gran parte del planeta. Además, Joe Biden contabiliza numerosos viajes al Sur del Río Bravo que le granjearon un alto conocimiento de su “patio trasero”, una aceitada relación con el Papa Francisco que podría facilitar su futuro vínculo con Cuba, Venezuela, y las fuerzas intervinientes en el accidentado proceso de paz colombiano, y - en lo que a la Argentina respecta - una fluida relación con Gustavo Béliz y Martín Guzmán (dato a tener en cuenta)
Pero ya nadie osa negar que, ante las limitaciones de la Década Larga Progresista en la región - estimulada por el alto precio de las commodities vivido al inicio del siglo en curso y seguida por una nueva oleada conservadora -, la mayor parte de los pueblos del continente, defraudados por sus respectivas dirigencias, a estas horas intenta hacer Historia por cuenta propia.
Los denominadores comunes de las luchas en desarrollo consisten en la disputa por la tenencia de la tierra y la construcción de soberanía alimentaria, un creciente cuestionamiento a la democracia burguesa, y el generalizado reclamo de Asambleas Constituyentes que representen efectivamente la soberanía popular.
Hace pocos días el fenómeno descripto suministró una imagen que condensa todo el descontento regional expresado hasta aquí: El incendio del Congreso de Guatemala, que dio por tierra con el Presupuesto 2021 elaborado por la oligarquía de ese país.
Por su parte, el pueblo mejicano experimenta una gran decepción con las políticas de un presidente que visitó el Gran País del Norte para arrodillarse ante su par estadounidense, padece serias tensiones con el zapatismo, y fuertes reclamos del Consejo Campesino e Indígena, así como de los feminismos.
En Colombia, al pésimo “Acuerdo de Paz” derrotado en un plebiscito - que después de 54 años de guerra con las FARC supuso un más que bochornoso Premio Nobel para el ex presidente Santos, y que encuentra a los ex territorios ocupados por aquella guerrilla ahora ganados por los paramilitares, así como al uribismo enseñoreándose en el Palacio Gubernamental -, desde octubre se le suma un levantamiento popular “a la chilena”, que al cabo de casi 250 asesinatos de miembros de las FARC y un millar de líderes y lideresas populares, se verá complementado por la firme disposición de las fuerzas insurgentes para golpear a la represión irregular.
En tanto, aún con su poder comunal asediado por algunos gobernadores, y contabilizando más de 300 campesinos asesinados en lo que va del año, la Venezuela Bolivariana se apresta a afrontar una nueva elección parlamentaria que habrá de renovar todos los escaños de la Asamblea Nacional. Muy a pesar del permanente hostigamiento imperial, cabe destacar que esa nación hermana - al igual que Cuba - prevaleció a la pandemia global, y su aguerrido pueblo sigue rechazando intentonas de invasión. Como si ello fuera poco mérito, sus autoridades acaban de producir un envidiable pronunciamiento contra el uso de transgénicos.
A todo esto, aquel Perú que viviera en 2017 el colapso de Odebrecht, el posterior suicidio del ex presidente Alan García, y los levantamientos de 2019, hoy sintoniza con la realidad descripta ganando las calles y cargándose a un par de presidentes en menos de una semana.
Allende la cordillera, desde la Revolución de los Pingüinos hasta la Revuelta de Octubre 2019, Chile continúa sacudido por un feroz descontento con ese modelo que hasta no hace mucho circulara de boca en boca de los más recalcitrantes defensores del neoliberalismo como el ejemplo a imitar. A los críticos de la supuesta falta de horizonte que tendrían lxs jóvenxs de la Primera Línea se les viene respondiendo que su programa está escrito en las paredes, y este sigue suponiendo una Asamblea Constituyente que introduzca, entre otras reivindicaciones, la autodeterminación mapuche - ya que la Convención votada no es inclusiva - y la inmediata renuncia del tirano Piñera, que a estas horas padece el asedio a ese Palacio de La Moneda al que sus referentes de otrora bombardearon, abortando la vía pacífica al socialismo.
Mientras, Bolivia experimenta una segunda oportunidad histórica para corregir las limitaciones de los precedentes gobiernos del MAS. Su flamante gobierno, refrendado por 7 horas de desfile popular y constituido por un Primer Mandatario de perfil tecnocrático secundado por un dirigente originario, afronta el desafío de promover la participación real de las comunidades quechua-aymaras en las grandes decisiones estratégicas. La inclusión en el nuevo gabinete de Secundina Flores Solamayo, Secretaria Ejecutiva de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia “Bartolina Sisa”, brinda un indicio por demás alentador. La detención de la golpista Jeanine Añez, aporta otro tanto.
Paraguay, convertido en colonia angloamericana e israelí, asesorada por el uribismo colombiano y sujeta a la alevosa invasión de capitales brasileños, también vive una importante rebelión campesina, apoyada por la activa guerrilla del EPP.
Dos años después de unas elecciones presidenciales marcadas por el voto antisistema y con la pandemia de coronavirus como telón de fondo, los brasileños dieron la espalda a Jair Bolsonaro favoreciendo a representantes de la política tradicional, y en menor medida a algunas fuerzas de izquierda, en los comicios para alcaldes y concejales de 5.569 municipios. Once de los 13 candidatos que respaldó el presidente sufrieron la derrota en la segunda vuelta de los comicios regionales, este 29 de noviembre.
Panamá y Haití no se desmarcan del escenario descripto, sumando sus respectivos alzamientos populares a la confirmación del agotamiento de una casta dirigente empeñada en sobrevivir como tributaria de los enjuagues del Norte Global.
En Argentina, la oleada de recuperaciones de tierras - que a mediados de año llegaron a contabilizar hasta 20 por noche en el conurbano bonaerense -, tras el violento desalojo de Guernica experimenta un desplazamiento relativo de las principales batallas que viene librando nuestro pueblo hacia regiones como Cuyo y Patagonia, de la mano de una indoblegable defensa de los recursos naturales.
Nos encontramos en medio de una guerra - por ahora comercial - entre las principales potencias, por la hegemonía mundial, en un contexto abierto por la crisis capitalista de 2008 y el agotamiento acelerado de los recursos estratégicos no renovables.
Nuestros países, eternamente “periféricos” o “subdesarrollados”, son el botín que se disputan las grandes corporaciones y potencias imperialistas. El Golpe en Bolivia fue una clara muestra de hasta dónde pueden llegar tales intereses, y su imposibilidad de sostenerse lo es de la capacidad de resistencia de los pueblos postergados.
Ante este panorama regional, corresponde unirnos como un solo puño para detener el saqueo. Como lo hace hoy el pueblo mendocino en defensa del agua o el chubutense plantándose contra la megaminería, frente a la claudicación de los partidos tradicionales. Son momentos de definiciones. No es gracias al poder constituido que lograremos salir de la pobreza o el atraso. En esto no hay medias tintas, ni “capitalismo donde ganen todxs”, ni Grupo de Puebla que se la banque. O se está con los pueblos, la defensa de sus recursos vitales, su patrimonio natural e histórico… o con las grandes corporaciones saqueadoras y sus lobbystas, movidos por la lógica de un capital que sólo persigue la tasa de ganancia, sin dimensionar consecuencias futuras.
Si, de la mano de la vacuna anti COVID - 19, 2021 supusiera la superación de la emergencia sanitaria global, acaso la gran lección que los pueblos del Sur Global estén en condiciones de brindarle al sistema - mundo que emerja en la post pandemia sea lo que ya constituye una evidencia irrefutable: En el Siglo XXI no alcanza con resolver las tensiones entre capital y trabajo sin afrontar las que aquel enfrenta con la naturaleza. Porque ya no está en juego tan sólo la calidad de vida de lxs pobres, sino la supervivencia de la humanidad toda.-
JORGE
FALCONE
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