A 45 AÑOS DEL GOLPE,
DISTINTOS GOBIERNOS
Y UN MISMO PODER
“En algún momento la dirigencia política del país tendrá que entender que
los males de la llamada ‘cuestión social’ tienen su origen en las políticas
económicas de los diferentes gobiernos y que solo encontrarán respuesta en ‘otras’
políticas económicas diferentes a las que provocaron dichos males. Algunos
pocos datos de nuestra realidad ilustran el hecho de que el crecimiento del
dinero afectado a las llamadas políticas sociales no ha logrado reducir la
pobreza, por el contrario ésta y sus carencias siguen creciendo. Si observamos
la evolución de las inversiones en materia de políticas sociales en los últimos
40 años nos encontramos con que ellas pasaron de representar aproximadamente un
15% del PBI en 1980 a alrededor de un 30% en el 2019, en los tiempos anteriores
a la pandemia. A pesar de ese crecimiento, la pobreza -a su vez- en los inicios
de los 80´ apenas superaba el 20% y finalizando el 2019 estaba cerca del 30%”.
Roberto Cirilo Perdía,
“El asistencialismo crece, la pobreza también”.
En Argentina, 2021 se presenta como un año corto, en el que abre paréntesis durante febrero el escándalo de la vacunación VIP - que le costó la cabeza al ex Ministro de Salud y desenmascaró a uno de los adalides del “periodismo serio” y la progresía derechohumanista (obteniendo como réplica la tenebrosa instalación en Plaza de Mayo de los terraplanistas del odio) - y prácticamente cierra con la elección legislativa, muy probablemente concentrada en una única convocatoria para octubre.
A la fecha, acaso el hecho de gestión más significativo consista en la creación del Consejo Económico y Social (CES), vano intento de propender a una conciliación entre capital y trabajo de exiguos resultados en la historia nacional, y funesto pronóstico en un contexto en que tanto la riqueza como la pobreza se han multiplicado exponencialmente.
El evento tuvo lugar en el marco de un encuentro del que participaron los ministros de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas; y de Trabajo, Claudio Moroni, básicamente junto a referentes de la burocracia sindical cegetista y vampiros empresariales de la UIA, quienes acordaron diez puntos de consenso sobre los que trabajarán las mesas sectoriales, entre los que brilla por su ausencia revisar la matriz productiva agroexportadora y extractivista de acumulación por desposesión que viene diezmando nuestras riquezas, así como la deuda odiosa acumulada desde la dictadura al día de hoy.
Preside dicha entidad el “resucitado” Ministro Gustavo Béliz, funcionario ultra católico de orientación económica liberal, adherente a la mano dura, y ex candidato a Vice Jefe de Gobierno de la Ciudad en fórmula encabezada por Domingo Cavallo.
A propósito de este nombre nefasto, perteneciente al economista encargado por el poder para preservar en “democracia” negociados de los genocidas, duele percibir que a casi medio siglo del Terrorismo de Estado que dejó un reguero de sangre para atar nuestro destino como furgón de cola del Nuevo Orden Internacional, la opresión del pueblo y la entrega de la Patria se mantienen casi incólumes, pese a la vigencia del orden constitucional.
Sin ir más lejos, si “para muestra basta un botón”, recientemente así se refería a un tema sumamente sensible el valeroso periodista y diputado provincial santafesino Carlos Del Frade: “…más allá de lo que digan los importantes empresarios, políticos y otros tantos que desprecian la palabra soberanía, recuperar el dominio del Paraná podría significar, nada más y nada menos, que la posibilidad de reparar tanta desigualdad planificada, tanto dolor que proviene de las armas y drogas que bajan de esas terminales portuarias donde los controles casi no existen.
Por eso no es el negocio de la Hidrovía lo que está en juego, es la recuperación del Paraná para que nuestras hijas y nuestros hijos tengan una nueva oportunidad sobre esta cápsula espacial llamada planeta Tierra”.
En lo inmediato, y al cabo de “la cuarentena más larga del mundo”, la alternativa es clara: O se avanza hacia un shock distributivo… o nos castigará un ajuste aún mayor.
Por el momento, nada indica que nos encaminemos en la primera dirección.
Hay derecho a suponer que, si a más de un año de gobierno aún no se ha hecho público un programa económico, es porque se aguarda a que lo dicte el Fondo Monetario Internacional.
En el universo de lxs trabajadorxs precarizadxs el panorama no es más alentador. Entre otras vejaciones, la dilación en el pago de los planes, en la apertura de nuevas bocas de recepción de alimentos, y en la entrega irregular de comida - a menudo constituida por insumos que no admiten combinación alguna (salvo que se pretenda ofrecer a lxs pibxs una merienda a base de pastelitos rellenos con polenta) -, ha reunido en repetidas ocasiones, y durante largas amansadoras bajo el rayo del sol, a lxs condenadxs de la tierra frente a las puertas del Ministerio que ostenta el perfil de una mujer que diferenció claramente ante sus “grasitas” lo que es asistencialismo de lo que es Justicia Social.
La gran variedad de iniciativas empeñadas en reparar tales urgencias obliga a las organizaciones populares más consecuentes con sus bases a redoblar esfuerzos por consolidar su unidad en la acción y revertir cuanto antes esa enorme fragmentación política y dispersión de esfuerzo en la lucha.
A todo esto, la Provincia de Buenos Aires también inaugura el Ciclo Lectivo 2021 con el antecedente del colapso en la vida ciudadana que produjo a mediados de febrero su correlato porteño, exhibiendo aglomeraciones de padres y alumnos en establecimientos insuficientemente acondicionados para sostener los protocolos de rigor, circunstancia en la que trascendió que una vicedirectora de escuela acometió sus labores afectada por el COVID.
Simultáneamente, crece la inquietud de la opinión pública ante la inoperancia del “Ministerio de Cartón”, dada la estremecedora estadística que indica que en lo que va del año 2021, una mujer fue asesinada cada 26 horas. Es decir, que 49 fueron víctimas de femicidio, según cifras que registra el Observatorio de las Violencias de Género “Ahora que sí nos ven” (https://ahoraquesinosven.com.ar/) Entre los casos más recientes se encuentran los de Úrsula Bahillo (Rojas), Ivana Módica (La Falda), Guadalupe Curual (Villa La Angostura), y Lorena Franco (Dock Sud), todas ellas asesinadas después de denunciar violencia doméstica. Ello compromete a que de una vez por todas los varones argentinos pongamos el cuerpo al asunto masiva y urgentemente en el espacio público, para demostrarle palmariamente a la sociedad que la única masculinidad existente no es la de los femicidas.
Y ya que “lo que abunda no daña”, nunca estará de más recordar que durante su asunción el Presidente exhortó a la población a que, ante una eventual desviación del rumbo comprometido en campaña, se le ayudara a rectificarlo. Sería mejor que lo tuviera más presente. Porque llegará un punto en que el incremento de la hambruna inducirá a la desesperación social, y cuando eso ocurra no bastará con insuflar fondos de emergencia para paliar la miseria, ni resistirá lo suficiente la gran muralla de punterxs dóciles y organizaciones consagradas al agradecimiento serial, materia dispuesta a contener el malestar de las bases.
Bien sabe este cronista que, cada vez que ante el descontento social recuerda el principio físico según el cual una substancia sometida a presión dentro de un recipiente hermético busca una válvula de escape, suele interpretarse como un exabrupto catastrofista. De modo que en esta ocasión recurrirá a una voz mucho más autorizada.
El informe “Las repercusiones sociales de las pandemias”, elaborado por Philip Barrett y Sophia Chen, señala que tras las grandes crisis sanitarias vienen los problemas sociales: “Desde la plaga de Justiniano en el siglo VI y la Peste Negra del siglo XIV hasta la gripe española del 1918, la historia está trufada de ejemplos de epidemias que tienen fuertes repercusiones sociales: transforman la política, subvierten el orden social y provocan estallidos sociales” (“El FMI prevé una oleada de estallidos sociales tras la pandemia”, El País Digital, 22 de febrero de 2021)
Más allá del alerta, el organismo internacional estableció una fecha precisa sobre cuándo ocurrirá el estallido social. El estudio se basa en la relación cronológica de acontecimientos anteriores y en base a ello, estima que será en el verano de 2022 cuando el fin de la pandemia dé lugar a intensas protestas sociales capaces de tumbar gobiernos.
Cabe detenerse a considerar entonces si las imágenes que hoy se multiplican en las calles de Santiago de Chile no constituyen un espejo que adelanta lo que tarde o temprano podría reproducirse a lo largo de nuestra Avenida 9 de Julio.
Y tener presente, en tal caso, que la
organización de la base social orienta su bronca y minimiza los daños.-
JORGE
FALCONE
No hay comentarios:
Publicar un comentario