lunes, 20 de diciembre de 2021

ARGENTINA

2022: ¿EL AÑO DE LAS TORMENTAS? 

Mientras al otro lado de la cordillera se impone el candidato socialdemócrata Gabriel Boric como dique de contención frente a la Primera Línea chilena que enterró heróicamente al  pinochetismo, en nuestro país promedia su mandato una gestión que comenzó con la inesperada ocurrencia de Cristina Kirchner de elegir como candidato presidencial al político que más la denostó durante una década, demostrando que tal decisión sirvió para ganar unas elecciones pero no alcanza para gobernar un país que carga con una de las deudas más voluminosas del mundo. Al cabo de la interpelación pública del Día Internacional de los Derechos Humanos por parte de la Vicepresidenta al Primer Mandatario, en ese juego pendular que sostienen ante la opinión pública, el hombre acompañó la unción de Máximo Kirchner al frente del PJ bonaerense, rancia estructura que garantiza el máximo caudal de votantes del Frente de Todxs. Pero a continuación, para tensar la pulseada, Alberto Fernández acaba de manifestar su voluntad de ir por un segundo mandato. Y en tales lances, la democracia formal se va disolviendo como un Alka Seltzer. 

 

El imperio muere matando 

En un escenario global en que la transición hegemónica reordena el sistema - mundo conocido, la OTAN está en plena crisis, con Francia y Alemania lejos de las posiciones de Biden, que se repliega hacia un acuerdo militar para controlar los océanos, mediante el tratado AUUKUS firmado con Australia.

El nuevo hombre fuerte de la Casa Blanca bombardeó ya más que Trump, y ahora se dispone a avanzar sobre el reservorio de recursos naturales que atesora Nuestra América.

Nuestro presidente elige alinearse con el mal menor del Gran País del Norte. Pero está probado que tanto demócratas como republicanos son expansionistas. Cómo plantarse entonces ante ese proyecto de recolonización que propone el documento Santa Fe 4, que plantea la reedición de la doctrina Monroe de 1823…

Otros documentos geoestratégicos coinciden en tales proyecciones destinadas a avasallar nuestro continente. En el siglo en curso imponen un paradigma del siglo XIX. Esos textos expresan que infiltrando las estructuras judiciales, manejando los medios masivos de comunicación y fomentando nuevas derechas, EEUU va a consolidar su poder en la región. Se trata de la antigua guerra de contrainsurgencia llevada a cabo por otros medios. 

Ya en los 70s, Reagan transforma las viejas agencias de inteligencia en fundaciones, que se ocupan a diario de distribuir fondos para favorecer los intereses imperiales, y hasta se permiten armar partidos políticos. Convivimos con  fundaciones que no declaran esas inversiones que ingresan al país. Y la clase política ignora contra quién se enfrenta. Pero Washington está omnipresente en la vida política y cultural de nuestro país. Somos una de sus últimas presas, ya que no consiguieron afirmarse en Oriente Medio, por lo que nos corresponde elaborar teorías propias y reelaborar dogmas ajenos. 

Lejos estuvo Marx de formular una doctrina para las colonias, la suya sólo aplicó a  la Europa industrial. Sobre nuestra materia gris continúa pesando el desafío de Simón Rodríguez: “Inventar o errar”.

Indudablemente, enfrentamos una declinación del poderío estadounidense, así lo ven sus propios intelectuales. Urge pensar qué hacer en esta bisagra de la Historia. Sabido es que los imperios devienen más feroces cuanto más débiles, porque necesitan reproducir las condiciones de dominación, y ya no pueden multiplicar ganancias de forma arbitraria. La financiarización de la economía mundial no puede sostenerse más. Su capital es enemigo de la producción de riqueza real. 

Sin embargo, ese imperio en declinación recurre a la militarización para seguir siendo el gendarme planetario. Aplica la Doctrina del Shock, como lo hizo en Libia, asesinando a Khadafi ante las cámaras del mundo y arrasando todo a su paso, igual que en Irak, o en México y Colombia con el pretexto de las drogas, apelando en última instancia a la alienación basada en el bombardeo de fake news, noticias falsas y desinformación que desarma a su destinatarix en términos ideológicos y culturales. Pero numerosas experiencias de lucha permiten concluir que este sistema no caerá por su propio peso, sino que serán los pueblos los encargados de ir  construyendo las condiciones para su inevitable derrumbe.

 

Articular las luchas para organizar una nueva ofensiva popular 

En las luchas contemporáneas de los pueblos nostramericanos germina un sujeto social que asomó en nuestro país durante las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, impugnando a una clase política venal y rentista, constituyó la avanzada de la lucha de calle sostenida durante 2017 contra la Reforma Previsional del macrismo, y reaparece cada tanto desplegando una beligerancia equivalente a la dimensión de su despojo, como no hace mucho ocurriera ante el municipio bonaerense de Lomas de Zamora. 

No obstante, el grueso de la militancia social, predominantemente urbana y condicionada por las urgencias salariales, ha desatendido el carácter explosivo que vienen adquiriendo los conflictos de origen medioambiental que se   multiplican a lo largo y ancho de la geografía nacional, en el marco de una crisis civilizatoria que ha puesto en peligro la vida en nuestro planeta.

Si se nos permite ensayar una hipótesis algo maniquea, diremos que ese sujeto social en gestación, a nivel urbano es hijo de la desesperación (hambre), y a nivel semi rural es hijo del arraigo (ecocidio), con los respectivos matices de clase que corresponde inferir.  A 20 años del Argentinazo, está pendiente una confluencia entre ambas realidades equivalente a aquel "piquete y cacerola, la lucha es una sola", lo que acaso se sintetice  en la lucha socioambiental.

Sin ir más lejos, hoy Chubut, Mendoza y Catamarca son provincias pensadas para implementar proyectos megamineros que, como lo han advertido asambleas ambientalistas y especialistas del  Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), generarán un impacto destructivo sobre los territorios dónde se establezcan, con el consecuente daño sobre las poblaciones y diversidad de especies que allí conviven. 

Por ejemplo, tras la aprobación del proyecto de zonificación minera en Chubut, que desató la bronca de ese pueblo (foto que ilustra esta nota), integrantes de la Asamblea el Algarrobo de Andalgalá, expresaron que lo sucedido en aquella provincia patagónica  con la megaminería tiene una relación directa con lo que ocurre en Catamarca. 

En todo caso, el escenario es otro pero se parece, en tanto ambas latitudes han aportado a los medios imágenes de quema de edificios públicos, gente enardecida ganando las calles y policía reprimiendo. 

Sabido es que la megaminería beneficia a unos pocos, y las autoridades nacionales se afanan en  pagar una deuda externa ilegal, ilegítima y odiosa, sacrificando los recursos naturales y por supuesto los pueblos como Andalgalá o  Chubut,  a costa de poner en riesgo la vida de las personas.

A la fecha, abundan proyectos como Navidad, uno de los más grandes del mundo en la explotación de plata y plomo, y el Mara en Andalgalá, tres veces más grande que Alumbrera, también uno de los más grandes del mundo en oro, plata, cobre y toda la tabla periódica. 

En esos pueblos se multiplica la resistencia popular, a contrapelo de una dirigencia que debería responder al deseo colectivo.

Ante ello, se impone terminar con esta politiquería barata que nos está llevando a la quiebra, al saqueo y a la miseria. Porque la megaminería es sinónimo de pobreza. Y si no nos dejan vivir, no debemos dejarlos dormir. La intranquilidad que les reporta un Chubutazo da cuenta de que el camino hacia la soberanía popular es la rebelión.

En Andalgalá, el proyecto minero que pretende instalarse parte de que la causa penal, al cabo de cinco años desde que la Suprema Corte fallara en favor del pueblo local y que fuera derivada a los tribunales mineros de Catamarca, ha sido  manoseada, y nunca se dictaminó nada al respecto. De modo que ahora vuelve a los tribunales de Comodoro Py, dónde en los meses siguientes habrá concentraciones demostrándole a los jueces que Andalgalá no se vende y que el agua es para el pueblo y no para las mineras. 

Por su parte, según la Asamblea Popular por el Agua (Gran Mendoza) corresponde analizar estos hechos en un contexto nacional. Cuando Alberto Fernández asumió, expresó que las leyes de Chubut y Mendoza estaban derogadas, lo que en realidad no era cierto. Si bien el Primer Mandatario no se ha metido directamente en los territorios, su política ha sido seguir avanzando con la minería y volverla una cuestión de Estado.

Los mentores de la minería se han vuelto cada vez más fuertes. Es el caso de quien fuera Secretario de Minería de la Nación, para luego volver a San Juan como Jefe de Gabinete.

El gobernador de Chubut  y el presidente comparten el mismo signo político, en tanto que los medios afines al gobierno desinforman sobre el particular.

Mendoza y Chubut son provincias que el poder tiene como blanco, porque son las más fuertes y acumulan una lucha histórica, con el agregado de que Mendoza es una provincia visible debido a su atractivo turístico, por eso durante las puebladas por  la Ley 7722 dichas luchas tuvieron tanta relevancia. Mientras que Chubut “queda lejos” y la pueden esconder. Sin embargo no ocurre así para las asambleas socioambientales, para las cuales Chubut es el faro, el primer lugar de Argentina que encendió la mecha de una causa que se va imponiendo de las periferias al centro.

En tal contexto, las asambleas socioambientales mendocinas destacaron la coordinación entre las luchas de las provincias contra la minería y la forma en que ha operado la policía reprimiendo las protestas e infiltrando las manifestaciones. 

A la solidaridad que une dichas causas con la lucha de Chubut, como ocurriera a fines de 2019 y comienzos de 2020 cuando se peleó por similares demandas en simultáneo, le corresponde una coordinación paralela del sector minero, que luego del fracaso de la embestida contra la 7722, una de las vías que intenta también en Mendoza es justamente pedir una zonificación, del mismo modo que en la provincia patagónica. 

Estamos pues frente a nuevos teatros de operaciones de la lucha de los pueblos contra las oligarquías: Quienes no sean capaces de tomar nota sobre este fenómeno, tarde o temprano se enterarán por watsapp de otro Argentinazo.-

 

JORGE FALCONE

 

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