Elecciones 2023
DOS COALICIONES COMPITIENDO
POR MÁS AJUSTE Y REPRESIÓN
Mientras Alberto Fernández intenta capitalizar el último tramo de su mandato mendigando como un limosnero al Norte Global, la jueza Loretta Preska - sucesora del tristemente célebre Juez Griessa - falló en las últimas horas contra la Argentina en el juicio multimillonario por la estatización de YPF desde los tribunales del Distrito Sur de Nueva York. Luego de años de tensos intercambios entre los letrados que representan a nuestro país y el megabufete Burford Capital, la dilucidación de la magistrada surtió un golpe de alto impacto local. Paralelamente, en el marco de un cambio de ciclo político en el que las dos figuras que alimentaron lo que el periodismo bautizó como “grieta” renuncian a participar de los próximos comicios y aún aparecen difusas las opciones que los sustituirán, se multiplican los síntomas regresivos de carácter antidemocrático, como la propuesta de la diputada libertaria Victoria Villaroel para que se reconsidere el sentido del Día de la Memoria, la militarización de Vaca Muerta, el violento desalojo de tomas de tierra en Comodoro Rivadavia (cerca de 400 familias en total) perpetrado por efectivos policiales y grupos anti motines de varias ciudades de la provincia en coordinación con el gobierno provincial y municipal (ambos del Frente de Todxs), el fallo favorable de un juez en favor del habeas corpus presentado por vecinos y comerciantes para que se terminen los cortes por los piquetes en el centro de Córdoba, el asedio faccioso a un local de Izquierda Socialista en La Plata, la disposición del flamante Ministro de Seguridad y Justicia porteño de copiar a Mendoza, donde - según expresó - "cayó el nivel de piquetes y cortes porque pusieron leyes más contundentes, claras y duras", y la creación del Comando Unificado Conurbano (CUC) para “reforzar la seguridad” en ese territorio de la Provincia de Buenos Aires, todo lo cual parece indicar que los tiempos venideros verán recrudecer un darwinismo social sin precedentes.
ESTA democracia como posguerra de un genocidio
¡Vaya uno a saber si lxs argentinxs iremos a escribir alguna vez esa “historia completa” que tanto reclaman la derecha y los negacionistas!
Si, como lo han concebido lxs pensadorxs clásicos del marxismo, “la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases”, parece a todas luces improbable conciliar el pensamiento de quienes por un lado, simulando defender a la Nación de una “amenaza roja”, combatieron a la insurgencia subordinados a los designios de la oligarquía y el imperialismo, y por el otro, el de quienes echaron mano a todas las herramientas a su alcance - también a las armas, por supuesto -, sacrificando sus jóvenes vidas por que imperase la Justicia Social, con el anhelo de montar el Hospital de Niños en el Sheraton Hotel.
Así, desde mediados de los 70s hasta avanzados los 80s, salvo contadas excepciones, el Norte Global participó del enorme apagón moral que condujo a rediseñar social y económicamente Nuestra América al precio de un baño de sangre, para ponerla al servicio de un Nuevo Orden Internacional, instaurado durante la transición entre un capitalismo productivo y uno financiero, fenómeno que, a pesar de sus periódicas crisis, ha hecho gala de enorme resiliencia.
Superado el ciclo bipartidista de la política nacional, cabe subrayar que, a partir de la recuperación del orden constitucional, e integrando variopintas coaliciones, han tenido sus 15 minutos de gloria en la Casa Rosada desde la ultraliberal Unión de Centro Democrático (donde dio sus primeros pasos el posible “candidato de unidad” del Frente de Todxs) hasta el varias veces reciclado Partido Comunista Argentino.
Si ensayásemos concebir esta democracia de baja intensidad - que padecemos más que disfrutamos - como la posguerra del genocidio perpetrado por la última dictadura, muy probablemente aparecería más clara la absoluta imposibilidad de que, apelando a sus propias reglas de juego, evolucione por sí misma hacia un orden más justo.
Pero vamos por partes. Al hablar de genocidio nos referimos al aniquilamiento de la conciencia crítica de lxs argentinxs, enriquecida a lo largo de casi dos décadas (1955/1975: o sea, desde los albores de la Resistencia Peronista hasta - por lo menos - la lucha de las Coordinadoras Sindicales de Base contra el mega ajuste producido por Celestino Rodrigo, Ministro de Economía de María Estela Martínez de Perón)
Una represión de la intensidad del ascenso que las masas protagonizaran hasta entonces, tuvo como una de sus consecuencias principales la instauración de una cultura del escarmiento que rige hasta nuestros días, lo que en buen criollo suele corresponderse con la frase “el que se quemó con leche cuando ve a la vaca llora”.
Tal circunstancia explica en gran medida la anomia que campea en la mayor parte de nuestra dirigencia política, ora por comodidad ora por cortedad de miras, y el fenómeno que durante el cuatrienio macrista llevó a ciertos sectores de la militancia a preguntarse cómo fue posible que buena parte del pobrerío votara “a favor de sus propios verdugos”.
Sin embargo, en un escenario global de miseria de las ideas, no son pocos los electorados que a la hora del comicio se están encontrando con la disyuntiva de elegir entre lo malo y lo pésimo. Todo lleva a pensar que, hasta que los pueblos lo dispongan, girarán en la improductiva noria de optar alternativamente por lo uno para castigar a lo otro.
Por lo demás, para buena parte del pensamiento crítico, el Estado que nos rige es un Estado burgués; vale decir que fue creado por las clases dominantes, al servicio de sus propios intereses. Pero si, como correspondería, damos por vigente la lucha de clases, deberemos reconocer que, aún de modo asordinado, esta atraviesa transversalmente a todas las instituciones.
Basta con hacer el ejercicio de revisarlas una por una, para advertir que, así como en las FFAA ha habido vendepatrias y carniceros como Uriburu, Rojas o Videla, también ha habido patriotas como Savio, Mosconi o Baldrich; así como en los sindicatos ha habido burócratas como Vandor, “Momo” Venegas o Pedraza, también ha habido conductas ejemplares como la de Vallese, Tosco, o Ubaldini; y así como alguna vez la Iglesia bendijo los aviones que bombardearon la plaza principal del país en pleno mediodía de una jornada laboral, o más tarde visitaron Campos de Concentración dando la extremaunción a lxs detenidxs ilegales, también andan por ahí embarrándose y compartiendo los piojos y la hambruna del pobrerío los curitas de la Opción por los Pobres. Y podríamos seguir estableciendo este tipo de correlatos…
Lo dicho legitima una vez más la necesidad de dar la lucha en todos los frentes, para contribuir a tensar las contradicciones expuestas, hasta que, imponiendo su voluntad en las calles, el pueblo por fin construya una hegemonía social que resulte favorable a sus intereses.
Un peronismo Hood Robin
A este cronista le cuesta mucho escribir cosas como las que siguen, porque se formó en un hogar en el que se profesaba un peronismo originario, y se pagó un alto costo por defenderlo.
No obstante, lo cierto es que le tocó en suerte formar parte de una generación que idealizó la figura del anciano líder a partir del emocionado relato de sus mayores, y de las múltiples interpretaciones generadas por aquel durante su incendiario exilio madrileño, circunstancia que acaso contribuyó grandemente a imaginar un Perón acorde a las necesidades de cambio radical que entonces campeaban por todo el mundo no alineado con las grandes potencias.
Lo cierto es que aquella juventud experimentó rozar el cielo con la punta de sus dedos tanto como desencantarse, en un brevísimo lapso de la historia, viendo caer a los mejores hombres y mujeres del movimiento bajo el fuego del propio movimiento, más adelante a una dirigencia partidaria amoldarse al mundo del “sálvese quien pueda” inaugurado tras la caída del Muro de Berlín por Francis Fukuyama y, ya entrado este siglo, volver a metamorfosearse usufructuando la sensación térmica, no ya la temperatura, de los años en que el peronismo enamoraba multitudes dispuestas a dar la vida por esa causa.
Muchos panegiristas del movimiento encomian como virtud esa supuesta capacidad de adaptación al pensamiento de época, con el mismo derecho con que algunxs le damos al fenómeno la misma interpretación que a la frase atribuida al Marx que se dedicó al humor: “Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros”.
Hoy vivimos los estertores de un período abierto tras la crisis del 2001, que a partir de 2003 inauguró lo que sus exégetas denominan la “Década Ganada”.
En aquellas horas de grandes desafíos, un dirigente patagónico hasta entonces ignoto, pero de gran olfato político, leyó adecuadamente que institucionalizar al país después del Argentinazo reclamaba hacerlo desde una perspectiva progresista.
Y así fue como alguna vez convocó a su búnker de Puerto Madero a la hasta entonces aguerrida dirigencia piquetera, representada por lo que terminaría siendo el Movimiento Evita, lo que luego se convertiría en el Partido MILES, así como al Frente Transversal, entre otras expresiones que vinieran batallando contra el neoliberalismo durante los años 90s. Según testigos presenciales, en aquel cónclave Néstor Carlos Kirchner habría expresado algo así como “yo no seré quien haga los cambios de fondo que nuestro país precisa, pero despejaré el camino para que ustedes los hagan”.
Tal vez a partir de esa idea haya alimentado la teoría de un “Estado en disputa” que fomentaría la adhesión de buena parte de la militancia nacional y popular, y luego - sobre todo a partir de la recuperación de la ex ESMA como Espacio de Memoria - también de organismos de DDHH hasta entonces prescindentes de los sucesivos gobiernos democráticos.
El resto es historia conocida: La muerte del “Pingüino” lo convertiría en “El Nestornauta” ante amplias franjas de la juventud que todavía muestran su adhesión a ese pasado estimulado por los vientos de cola de la economía mundial, permitiendo que gravite en su imaginario mucho más que la debacle socioeconómica timoneada por la misma corriente política, y de la que hoy somos testigos.
Dinamitada pues la continuidad histórica entre las mejores experiencias de lucha del pasado y este presente de enorme desencanto, la épica de un discurso oportunista prevalece por sobre la matriz productiva que promueve, la cual se mantiene CASI incólume desde el último gobierno de facto.
Sin ir más lejos, creer en el árbol en vez de en el bosque, favorece que hoy, ante una paupérrima oferta electoral, émulos del programa televisivo 6,7,8 promuevan la figura de un incondicional de la Casa Blanca como Sergio Massa presentándolo ante la opinión pública como el exponente más leal de la coalición gobernante. Y así vienen desfilando muñecos como el Scioli de 2015 - propuesto por la Vicepresidenta actual de lxs argentinxs pero boicoteado por “lxs pibxs para la liberación” - y el Alberto de 2019, cuyas ideas de fondo debía conocer fehacientemente cualquiera que haya prestado atención a sus entrevistas de años anteriores emitidas por TN.
Pero, en concreto, la orientación con que se administra la economía constituye el termómetro real de un proyecto político. No su retórica.
Y, a propósito de ello, una de las últimas iniciativas del presidenciable Massa ya les costó a los jubilados entre 3 y 5% del capital que ahorraron y que maneja la Anses. Por eso cayeron a continuación los bonos de la deuda argentina que tiene esa dependencia estatal.
Es la segunda vez que el tigrense manotea el dinero previsional. En octubre de 2008 él era el flamante jefe de Gabinete de Cristina. Venía de ser el director de la Anses y había dejado en ese puesto a su discípulo y delfín, Amado Boudou.
Desde allí comandaron lo que el kirchnerismo llama la "estatización" de las AFJP, pero que en verdad fue la confiscación de los ahorros de los jubilados.
Entonces la Anses empezó a manejar todos los ahorros acumulados y los aportes mensuales de los trabajadores. Todo eso se usó para financiar la acumulación de poder y los sueños de perpetuación de Néstor Kirchner.
Ahora Massa lo vuelve a hacer. Ya que anunció que obligará a la Anses a desprenderse de los bonos en dólares de la deuda externa que están en el fondo común de los jubilados. A cambio, el gobierno le dará bonos en pesos atados a la inflación o al dólar.
Es decir, le cambiará al sector pasivo algo parecido a los dólares por algo de un valor semejante al envoltorio de un caramelo.
Ante la ola de críticas que generó la medida, el súper ministro prometió hacerla auditar por la UBA.
Y, si seguimos hurgando, advertiremos que hasta la nave insignia K de los Derechos Humanos tiene pies de barro.
Pruebas al canto: El Ente Público Espacio para la Memoria, Promoción y Defensa de los Derechos Humanos es gestionado por un Órgano Ejecutivo integrado por tres actores. Un representante del Gobierno Nacional por medio de la Secretaría de Derechos Humanos, uno por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a través de la Sub Secretaría de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural, y por un representante del Directorio de Organismos de Derechos Humanos. El mayor porcentaje presupuestario, pero sobre todo las decisiones políticas de lo que en el Ente sucede, recaen en la Secretaría de Derechos Humanos, representada por Horacio Pietragalla.
Desde el comienzo de la gestión de Cambiemos, el Ente Público Ex ESMA viene sufriendo un vaciamiento sistemático. Con la nueva gestión en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, no sólo continuó el vaciamiento, sino que se profundizó.
Rápidamente y apenas iniciada la pandemia, dicha gestión decidió avanzar sobre la legítima representación de ATE en el sector. En principio desplazó de sus tareas y funciones al encargado del programa Jóvenes y Memoria, delegado de esa Junta Interna. Esta decisión arbitraria e ilegal ocasionó un conflicto que duró meses y terminó con el cierre de distintos programas educativos y el desplazamiento de trabajadorxs de sus respectivos puestos. Así fue cómo se cerró el programa Construyendo Memorias, el programa “La escuela va a los Juicios” pasó de tener 3 trabajadorxs a solamente 1, y el programa “Jóvenes y Memoria” de 4 a 2. Este vaciamiento y achicamiento tiene como consecuencia que cada vez son menos las escuelas y estudiantes que asisten para participar de estos programas, y que hoy en día el Ente Público carezca de oferta educativa para escuelas primarias.
En conclusión, ya que “no todo lo que brilla es oro”, en estas horas parecería más productivo sumergirse en las aguas profundas de las barriadas populares para diseñar alternativas de largo plazo con los sectores más postergados, que seguir albergando expectativas en lxs candidatxs de una democracia que ellxs mismxs degradaron.
Disputar al neofascismo la "insatisfacción democrática" de lxs jóvenes
Es muy probable que un o una adolescente argentinx capaz de mostrar un mínimo interés por la cosa pública, el único recuerdo que conserve de haber visto pelear a nuestro pueblo sea el de las jornadas de lucha de 2017 y 2018 desarrolladas ante el Congreso de la Nación, contra la Reforma Previsional impulsada por Juntos x el Cambio.
Salvo que cuenten con un respaldo familiar de gente consciente de en qué país vive, cuesta creer que - en un contexto de reflujo de la lucha de masas - aquel acontecimiento gravite en sus vidas con la fuerza con que lo hizo el Cordobazo en la generación de los 70s.
Como si fuera poco el bombardeo alienante y deshistorizador de los medios hegemónicos, y de que los índices de repitencia en colegios sean alarmantes, convengamos que a los centennialls les corresponde además ser testigos del canto del cisne del último movimiento histórico que, irrumpiendo en octubre de 1945, alguna vez puso en jaque al poder en este país, y del páramo que ello deja por delante hasta que fragüe una nueva y superadora alternativa.
De modo que, si a quienes peinamos canas y hemos llegado a enfrentar disyuntivas electorales entre Liberación o Dependencia, no nos rellena ni una muela la consigna Massa = Estabilidad, imaginemos por un instante el orden de jerarquía que debe ocupar en la vida de lxs jóvenes un deber cívico como el de votar, ante una oferta electoral mucho menos interesante que Gran Hermano.
Hoy el dilema de muchxs politólogos es lo que ya globalmente viene designándose como “insatisfacción democrática”. Esto es, el hecho constatado de que las democracias republicanas no garantizan la equidad social, circunstancia que ha venido produciendo oleadas de abstencionismo oceánico en todo el mundo.
Tal es el caldo de cultivo de las altisonantes derechas libertarias que, formando parte del sistema que está llevando al único planeta - hogar con que contamos hacia un posible colapso, hacen proselitismo simulando estar afuera, en sintonía con la canción de Sumo titulada “No sé lo que quiero pero lo quiero ya”. Aunque en dicha fragua los únicos que ignoren su verdadero propósito sean esxs jóvenes, pero nunca lxs energúmenxs que toleran que se desenfunde un arma para apuntar al público en un acto de campaña, o promueven la organización de un Movimiento Antipiquetero Argentino (MAPA), para tener alguna vez su propia Noche de los Cristales Rotos (*)
Sin embargo, alguna vez el trovador cubano Silvio Rodríguez declaró que “no hay nada más altruista que un joven”. Y, si repasamos la historia personal de muchxs ultimadxs contemporáneamente, desde Luciano Arruga hasta Fernando Báez Sosa, pasando por Micaela García, advertiremos que su trágico destino permitió a la vez conocer aspectos de sus luminosas vidas, vinculados con los más altos valores humanos.
Eso debe ser motivo de profunda reflexión militante tendiente a ofrecer alternativas tan seductoras como productivas a esa generación actualmente amenazada por acechanzas como la droga o el femicidio.
Cierto es que muchas organizaciones sociales convocan a esa franja etaria mediante ofertas culturales o deportivas, pero si hay una que urge, y ante la que no son indiferentes, es a la de salirle al cruce a las consecuencias de la crisis civilizatoria que viene devastando numerosos ecosistemas.
Considerando pues que los filósofos griegos no contraponían la Muerte a la vida sino al Eros, concebido como motor de la historia, concluyamos que a temprana edad nada erotiza como vivir una vida plena.
Y ahora que los noticieros informan sobre menores sepultados por una pala mecánica en el basural donde buscaban alimento, o exhiben la imagen de toneladas de peces muertos por la ausencia de oxígeno en espejos de agua castigados por el calentamiento global, acaso sea el momento de que una nueva generación se comprometa con la causa de un ambiente más sano, a la larga indisolublemente ligada al resto de las causas urgentes, ya que sin Justicia Ambiental no hay Justicia Social. -
(*) Serie de linchamientos y
ataques combinados ocurridos en la Alemania nazi y también en Austria, durante
la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938.
JORGE FALCONE
El clima social y político -y el clima, a secas- es cada vez más desesperante y se hace difícil encontrar las palabras que dan cuenta de eso. Gracias por esta editorial, Chiqui.
ResponderEliminarConfío en que, a la larga, prevalezcan lxs pibes, mi viejo.
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