lunes, 1 de mayo de 2017

EL EMPATE PÍRRICO ENTRE UNA PARTIDOCRACIA AGÓNICA Y UN PUEBLO SIN LIDERAZGO















Muy a pesar de que en Argentina la conflictividad social no decrece, todo parecería indicar que el poder viene triunfando en la disputa de sentidos y contagiando su criterio de éxito a vastos sectores del campo popular permeados por el insistente discurso de la seguridad y el respeto a cualquier costo de la propiedad privada.

Pero a pesar de la instalación de dicho imaginario, el gobierno no atina a combatir la inflación creando empleo, y la recesión se le ha ido de las manos. Sin ir más lejos, el crecimiento  de 2017 apunta a alrededor de un 2% y su PBI muy probablemente iguale al de 2015. 2018, en tanto, promete ser un año de mayor ajuste.

Más allá de la cacareada “lluvia de inversiones”, lo cierto es que los grandes capitalistas, lejos de apoyar a Macri, lo acusan de gradualista. Por ende, el modelo económico en curso - que por cierto envidiaría el súper Ministro de Hacienda de la última dictadura José Alfredo Martínez de Hoz -, tal como denuncia la militancia antisistémica, no sólo no cierra sin represión sino que, a falta de reactivación, esa parece ser la herramienta escogida por Cambiemos para disciplinar a un pueblo que no se rinde, así como para fidelizar al núcleo más duro de su electorado.

En paralelo, mientras en palacio se tejen y destejen alianzas con miras a las legislativas de octubre, en la calle una escéptica clientela electoral se muestra cada vez más refractaria ante l@s candidat@s en oferta, indicador de que esa gobernabilidad neoliberal tan interpelada durante las puebladas de 2001 tiene los días contados.

Lo cierto es que, a distancia del frío cálculo proselitista, el 30% plebeyo no tiene perspectiva de inclusión, porque ya no hay un Estado en disputa.

Así, en el ámbito laboral, cuando la burocracia sindical no conduce reaparecen las regionales cegetistas, alentadas por un indisimulable recambio generacional en el que gremios como Aceiteros se van constituyendo en punta de lanza, todo lo cual habilita a pensar que, pese a la afligente dispersión de iniciativas conmemorativas del Día de los Trabajadores, la futura unidad del sector será el desafío de los más jóvenes.

Pocos analistas de la realidad perciben tales fenómenos como el Papa Francisco, quien detectara antes que much@s al nuevo sujeto social en ciernes, y a quien desvela como a nadie la posibilidad de que este salte el cerco del asistencialismo que hoy lo apacigua y se decida a “tomar el cielo por asalto”, ya que al Sumo Pontífice se lo mantiene enterado de que en la CTEP se multiplican las voluntades que más que una oficina de servicios exigen una herramienta para construir autonomía.

En este panorama, la mujer entra en escena como actor político, más que como feminista, librando en los centros urbanos importantes batallas por la equidad de género, y en las periferias rurales por la defensa de la tierra y el territorio.

A todo esto, con el debido respeto por las bases sociales que aún ven en la Dra. Cristina Fernández de Kirchner aunque más no sea la expectativa de alivianar los rigores del capitalismo salvaje, cabe señalar que sus periódicas irrupciones  sacuden la siempre trabajosa organización popular autónoma, toda vez que el posibilismo opera como un lastre de lo viejo.

No obstante, aunque la movilización popular refluye sigue siendo vinculante, ya que reconstruye la autoestima colectiva. Todo indicaría pues que, pese al “impasse” electoral, de producirse el tarifazo posterior que auguran much@s economistas, muy probablemente asistamos a una mayor virulencia de la lucha social.

Previsiones semejantes hoy se hacen extensivas a buena parte de Nuestra América, escenario ante el cual - por citar un ejemplo - capitales europeos vienen financiando la prédica continental de referentes seudo progresistas como “Pepe” Mujica para poner paño frío a posibles rebeliones.

En tanto, el primer presidente yanki con todo el poder desde Eisenhower, marca la cancha planetaria amenazando a Corea y bombardeando Siria y Afganistán (enclave que, bueno es recordarlo, ha sido la tumba de más de un imperio) Con renovada voracidad económica, el capitalismo global hace gala de poder convivir con países implotados.

Mientras el mundo se reconfigura, en este remoto sur el pueblo argentino continúa protagonizando un nuevo ciclo de luchas con final abierto, en medio de la que acaso sea la crisis más profunda del sistema en 200 años.-



JORGE FALCONE

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