A las orillas de un mega
ajuste
INMINENCIA DE CAMBIOS
Y UN PRESIDENTE
INCINERADO
“¿Hacia dónde va Argentina?, su evolución está marcada por
dos tendencias convergentes
que han ido tomando velocidad durante 2018: por una parte la
marcha hacia la implosión económica y por otra la ruta no menos veloz hacia la
explosión social”.
Jorge Beinstein,
Doctor en Ciencias Económicas
La represión como
máxima garantía ante el FMI
Nuestra primavera asoma bajo un cielo de
tormenta. Y no precisamente a causa del alarmante Cambio Climático, sino porque
el gobierno de Cambiemos viene volando con el motor en llamas: El endeudamiento
en curso ya ha ascendido en lo que va del año al 70% del PBI, el desplome de la
economía ha sido de - 6,7% durante junio, la caída del consumo es vertiginosa,
y - como si se tratara de sofocar ese incendio con nafta -, pese al reclamo
presidencial de calma en los mercados, formulado sin colchón empresarial alguno,
un dólar que supera los 40$. Con esos bueyes ara el oficialismo, en un contexto
social desesperante en el que recrudecen el trueque, el abigeato (robo y
faenamiento clandestino de reses para paliar el hambre), despuntan los primeros
saqueos, y se multiplican los anuncios de protestas y paros de todo tipo: 24 horas por parte de la CGT y
las organizaciones sociales (que lo proponen activo) y 36 horas por parte de la
multisectorial 21F.
Por ende, no hace falta ser
especialista para concluir que, cuando la única perspectiva económica promete
seguir apretando la soga que ciñe el cuello de l@s pobres, ya no basta con la Big
Data o los trolls para tapar la
realidad, y la confrontación aparece como único horizonte.
Abonan esta perspectiva las numerosas
detenciones perpetradas en alrededores de Plaza de Mayo al cabo de conmemorarse
el primer aniversario de un crimen de Estado como el que cobró la vida del
compañero Santiago Maldonado, las
que siguieron a los festejos celebrados en Tigre con motivo del 40 aniversario
de Abuelas de Plaza de Mayo (opacando
la recuperación del nieto Nº 128), las que se llevaron a cabo cuando unas 200
personas que reclamaban al Gobierno de Salta la creación de puestos de trabajo
fueron reprimidas en General Mosconi
con balas de goma y de plomo por las fuerzas de seguridad locales asistidas por
la Gendarmería Nacional, las que ocurrieron en ocasión en que la policía hizo lo propio contra un grupo
de personas que se manifestaba luego de que el Senado rechazara el proyecto
de interrupción voluntaria del embarazo (circunstancia
en que una joven resultó herida y ocho personas fueron apresadas), las que se
llevaron a cabo al producirse prácticamente una emboscada de la Gobernadora
Vidal contra los trabajadores de Astilleros Río Santiago en oportunidad en que
estos se disponían a concretar una entrevista con la funcionaria, a lo que se
agrega el atropello contra las Asambleas de Punilla (Córdoba) producido para
desalojar a quienes se manifestaban pacíficamente contra los desmontes que
prevé la obra ilegal de la autovía de montaña, y la carga de las últimas horas
contra l@s manifestantes en favor de la universidad pública y l@s
trabajadores/as cesantead@s en Agroindustria. La naturalización de estos
hechos apunta a dejar el camino expedito para convertir a Buenos Aires en una
ciudad sitiada cuando a fin de año sesione el G20, a ojos vista, quizá el
último respiro que Macri consiga durante el año en curso, ya que al cabo de dicho
evento deberá arreglárselas como pueda para cargar con su rotundo fracaso hasta
la renovación del mandato presidencial.
Pero no se trata aquí de deslizar pronósticos
apocalípticos. Quienes tenemos fresca la memoria de circunstancias semejantes podemos
arriesgar que, en el contexto de fragmentación popular imperante, por ahora lo que aparece como más probable es
que el stablishment intente evitar
que la sangre llegue al río, manteniendo el caos bajo control para beneficio
del Imperio. Es más, en las catacumbas de la política no se descarta ni la
eventualidad de adelantar las elecciones. ¿O cabe alguna duda sobre la
capacidad de resiliencia de la democracia liberal?
El pasado que vuelve (*)
Y ya que “en El País de No Me Acuerdo” (**), en consonancia con la nefasta
reaparición de los Falcon verdes que pulularon durante la última dictadura, se
viene reflotando cierta gramática antisubversiva, reconsideremos brevemente el
discutible incidente que en la noche del 1º de Agosto ensombreció el pre estreno
de la película “El Camino de Santiago”,
realizado en el ND Ateneo, circunstancia en la que desconocidos apedrearon y
destruyeron el acceso a dicha sala.
Con una liviandad que los distancia
sideralmente del rigor al que supieron atenerse emblemas del periodismo comprometido,
como Rodolfo Jorge Walsh, Jorge Ricardo Masetti, o Luis
Guagnini, algunos prohombres de la progresía informativa local vienen
barajando como única hipótesis ante tales incidentes la que conduciría a
caracterizar a los agresores como “infiltrados”, cancelando así drásticamente
hasta la más remota posibilidad de que pueda existir un accionar semejante - si
desencontrado con las mayorías forma parte de otro debate, pero al interior del
campo popular - encarado por fuerzas políticas extraparlamentarias, como
siempre lo han sido, por ejemplo, las de tradición libertaria.
No será precisamente este cronista,
sobreviviente de un genocidio cuyo preludio constitucional se sigue
escamoteando de cualquier debate, quien cometa la imperdonable ingenuidad de
poner en duda la modalidad de los servicios de inteligencia afecta a introducir
provocadores/as en algunas manifestaciones políticas. Lo que aquí se intenta
poner en cuestión es que, tanto en algunas movilizaciones del colectivo feminista,
cuya fuerza motriz ha padecido históricamente el flagelo físico y simbólico de
un patriarcado legitimado por las máximas jerarquías religiosas, vienen
produciéndose reacciones violentas contra templos que para l@s protagonistas de
las mismas expresan ese orden a todas luces injusto, como particularmente
ocurre (y muy probablemente siga ocurriendo) cuando se evoca a un flamante
emblema de la causa ácrata, que es en lo que se ha convertido el tatuador
asesinado en el Pu Lof Cushamen. De modo tal que revolear inopinadamente un
apelativo con oscuros antecedentes como el de “infiltrado”, si no es
directamente un vulgar gesto de buchoneo, al menos encierra el velado afán de
preservar un imaginario político posibilista sin infrarrojos ni ultravioletas,
donde la derecha posible es Macri y la izquierda deseable Cristina, puesto que
nadie medianamente informado puede darse el lujo de ignorar a esta altura que
las banderas del occiso no flameaban en favor del neo desarrollismo keynesiano
sino resueltamente contra el modelo agroexportador y extractivista vigente de
concentración por desposesión de nuestros recursos.
Valdría la pena agregar - por si acaso estas
modestas reflexiones llegaran a algun@s millenials
-, que poco después del rotundo triunfo electoral de 1973, colofón de una
escalada popular generada desde la irrupción de la Revolución Libertadora en
1955, el poder logró trasladar el enfrentamiento histórico Nación-Imperio al
interior del movimiento nacional, dando vía libre a las fuerzas parapoliciales
organizadas por el entonces Ministro de Bienestar Social José López Rega para cometer numerosos crímenes contra
revolucionarios de diversa extracción política en nombre de una supuesta
"Patria Peronista". Tal presupuesto despojaba de toda legitimidad a
cualquier pensamiento o proceder heterodoxo. En ese contexto comenzó a
utilizarse la figura del infiltrado, aquel supuesto lobo con piel de cordero al
que primero correspondía desacreditar políticamente para luego poderlo
aniquilar físicamente, procurando hacerlo con algún consenso social.
En conclusión, el tema en cuestión habilita a
recordar que principalmente el Justicialismo tiene una deuda puntual y enorme
para con las banderas de Memoria, Verdad y Justicia: La de
juzgar y condenar los crímenes cometidos durante el mandato de la ex Presidente
Isabel Martínez y de todos aquellos funcionarios que desde el 5 de Febrero de 1975 firmaron o avalaron el Decreto N° 261 de
"aniquilamiento de la subversión" que dio carta blanca a la
encarnizada cacería de la generación más altruista que hasta entonces diera la
Patria.
“Roban pero hacen”:
La Democracia de la Resignación
Como ya es costumbre cuando se constata la
caída en picada de los principales referentes de la coalición gobernante - que han
dejado de timbrear para preservar su pellejo -, el oficialismo recurre a sus
aliados de Comodoro Py, montando esta vez el show mediático de un “lava-jato”
local berreta de impredecibles consecuencias, cimentado en los dudosos
manuscritos de un oscuro suboficial de inteligencia. Dicho así no porque la
corrupción - desde los bolsos de López a
los aportantes truchos de Vidal - no exista, sino precisamente porque esta es
condición sine qua non de un sistema
capitalista donde cada vez menos personas ganan y cada vez más personas pierden.
Hablemos pues de fortunas particulares o de “recaudación de campaña”, con estas
reglas de juego nadie está exent@ de meter la mano en la lata, ya se trate de
“los malos” que chorean para engrosar su peculio personal, o “los buenos”, que
supuestamente se quedan con vueltos para cruzar el desierto cuando pinta la
mala, y deciden “ahorrar” hasta que les sonría un nuevo ciclo de “reparto”. No
comemos vidrio: Cuestionar al capitalismo no está hoy en la agenda de las
mayorías, afanadas en poner un plato en la mesa, llegar a fin de mes, o
conservar el más modesto de los empleos. Pero es deber del pensamiento crítico
no tomarse descanso, aun cuando la
gestación de alternativas no capitalistas aparezca como remota. A este
respecto, resulta preocupante que algún respetado dirigente social admita la
existencia de suculentas coimas producidas durante la “década ganada”,
sosteniendo simultáneamente que la gobernabilidad amerita apuntalar al “menos
malo” para garantizar que exista algún tipo de oposición. Desde esta modesta
tribuna nos preguntamos: ¿Hasta cuándo sostendremos, en la Patria de Evita y
del Che, la mediocre noción de que “la política es el arte de lo posible”,
gambeteando denunciar a voz en cuello que estas democracias nos estafan?
Consecuentemente con la perspectiva descripta,
hoy el hartazgo de much@s compatriotas cifra cierta esperanza en las elecciones
de 2019, que a la fecha presentan un escenario de tres tercios (Cambiemos, PJ,
y kirchnerismo) con ballotage
asegurado, y muy probable victoria en segunda vuelta de alguna expresión del pan peronismo. Un resultado semejante, aún
si distara de inaugurar un período de
profundas transformaciones, seguramente aliviaría a un pueblo que está sufriendo de
verdad y mucho. Aunque bien sepamos que - ya que los Divididos están cumpliendo
30 años - “un
chalchalero no es un Rolling Stone”.
En todo caso, quien apueste al largo plazo
deberá reparar en que, detrás del árbol del poder constituido, encarnado por ejemplo en ese Parque Jurásico de
senadores/as que acaban de pronunciarse en favor del aborto clandestino, está
el bosque del poder constituyente. Y
es allí donde, sin prisa ni pausa, viene fermentando el futuro, de la mano de
una transformación de la clase obrera en clase trabajadora (formal e informal)
que viene encabezando y radicalizando la lucha popular, o de un movimiento de
mujeres que nos enorgullece ante el mundo y avanza con irreversible
determinación, escenario en el que se viene imponiendo la necesidad
impostergable de consensuar un nuevo Pacto Constituyente Socioeconómico y
Político para el Siglo XXI, a los efectos de evitar la disgregación nacional.-
JORGE
FALCONE
(*)
Obra de teatro en tres actos escrita por Miguel
de Unamuno.
(**)
Tema de María Elena Walsh adoptado por Luis Puenzo para su filme “La Historia
Oficial”, ganador del Óscar a Mejor Película Extranjera en 1986.
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