sábado, 1 de septiembre de 2018


A las orillas de un mega ajuste
INMINENCIA DE CAMBIOS
Y UN PRESIDENTE INCINERADO















“¿Hacia dónde va Argentina?, su evolución está marcada por dos tendencias convergentes
que han ido tomando velocidad durante 2018: por una parte la marcha hacia la implosión económica y por otra la ruta no menos veloz hacia la explosión social”.

Jorge Beinstein,
Doctor en Ciencias Económicas

La represión como máxima garantía ante el FMI

Nuestra primavera asoma bajo un cielo de tormenta. Y no precisamente a causa del alarmante Cambio Climático, sino porque el gobierno de Cambiemos viene volando con el motor en llamas: El endeudamiento en curso ya ha ascendido en lo que va del año al 70% del PBI, el desplome de la economía ha sido de - 6,7% durante junio, la caída del consumo es vertiginosa, y - como si se tratara de sofocar ese incendio con nafta -, pese al reclamo presidencial de calma en los mercados, formulado sin colchón empresarial alguno, un dólar que supera los 40$. Con esos bueyes ara el oficialismo, en un contexto social desesperante en el que recrudecen el trueque, el abigeato (robo y faenamiento clandestino de reses para paliar el hambre), despuntan los primeros saqueos, y se multiplican los anuncios de protestas y paros  de todo tipo: 24 horas por parte de la CGT y las organizaciones sociales (que lo proponen activo) y 36 horas por parte de la multisectorial 21F.

Por ende, no hace falta ser especialista para concluir que, cuando la única perspectiva económica promete seguir apretando la soga que ciñe el cuello de l@s pobres, ya no basta con la Big Data o los trolls para tapar la realidad, y la confrontación aparece como único horizonte.

Abonan esta perspectiva las numerosas detenciones perpetradas en alrededores de Plaza de Mayo al cabo de conmemorarse el primer aniversario de un crimen de Estado como el que cobró la vida del compañero Santiago Maldonado, las que siguieron a los festejos celebrados en Tigre con motivo del 40 aniversario de Abuelas de Plaza de Mayo (opacando la recuperación del nieto Nº 128), las que se llevaron a cabo cuando unas 200 personas que reclamaban al Gobierno de Salta la creación de puestos de trabajo fueron reprimidas en General Mosconi con balas de goma y de plomo por las fuerzas de seguridad locales asistidas por la Gendarmería Nacional, las que ocurrieron en ocasión en que la policía hizo lo propio contra un grupo de personas que se manifestaba luego de que el Senado rechazara el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo  (circunstancia en que una joven resultó herida y ocho personas fueron apresadas), las que se llevaron a cabo al producirse prácticamente una emboscada de la Gobernadora Vidal contra los trabajadores de Astilleros Río Santiago en oportunidad en que estos se disponían a concretar una entrevista con la funcionaria, a lo que se agrega el atropello contra las Asambleas de Punilla (Córdoba) producido para desalojar a quienes se manifestaban pacíficamente contra los desmontes que prevé la obra ilegal de la autovía de montaña, y la carga de las últimas horas contra l@s manifestantes en favor de la universidad pública y l@s trabajadores/as cesantead@s en Agroindustria. La naturalización de estos hechos apunta a dejar el camino expedito para convertir a Buenos Aires en una ciudad sitiada cuando a fin de año sesione el G20, a ojos vista, quizá el último respiro que Macri consiga durante el año en curso, ya que al cabo de dicho evento deberá arreglárselas como pueda para cargar con su rotundo fracaso hasta la renovación del mandato presidencial.

Pero no se trata aquí de deslizar pronósticos apocalípticos. Quienes tenemos fresca la memoria de circunstancias semejantes podemos arriesgar que, en el contexto de fragmentación popular imperante,  por ahora lo que aparece como más probable es que el stablishment intente evitar que la sangre llegue al río, manteniendo el caos bajo control para beneficio del Imperio. Es más, en las catacumbas de la política no se descarta ni la eventualidad de adelantar las elecciones. ¿O cabe alguna duda sobre la capacidad de resiliencia de la democracia liberal?

El pasado que vuelve (*)

Y ya que “en El País de No Me Acuerdo” (**), en consonancia con la nefasta reaparición de los Falcon verdes que pulularon durante la última dictadura, se viene reflotando cierta gramática antisubversiva, reconsideremos brevemente el discutible incidente que en la noche del 1º de Agosto ensombreció el pre estreno de la película “El Camino de Santiago”, realizado en el ND Ateneo, circunstancia en la que desconocidos apedrearon y destruyeron el acceso a dicha sala.

Con una liviandad que los distancia sideralmente del rigor al que supieron atenerse emblemas del periodismo comprometido, como Rodolfo Jorge Walsh, Jorge Ricardo Masetti, o Luis Guagnini, algunos prohombres de la progresía informativa local vienen barajando como única hipótesis ante tales incidentes la que conduciría a caracterizar a los agresores como “infiltrados”, cancelando así drásticamente hasta la más remota posibilidad de que pueda existir un accionar semejante - si desencontrado con las mayorías forma parte de otro debate, pero al interior del campo popular - encarado por fuerzas políticas extraparlamentarias, como siempre lo han sido, por ejemplo, las de tradición libertaria.

No será precisamente este cronista, sobreviviente de un genocidio cuyo preludio constitucional se sigue escamoteando de cualquier debate, quien cometa la imperdonable ingenuidad de poner en duda la modalidad de los servicios de inteligencia afecta a introducir provocadores/as en algunas manifestaciones políticas. Lo que aquí se intenta poner en cuestión es que, tanto en algunas movilizaciones del colectivo feminista, cuya fuerza motriz ha padecido históricamente el flagelo físico y simbólico de un patriarcado legitimado por las máximas jerarquías religiosas, vienen produciéndose reacciones violentas contra templos que para l@s protagonistas de las mismas expresan ese orden a todas luces injusto, como particularmente ocurre (y muy probablemente siga ocurriendo) cuando se evoca a un flamante emblema de la causa ácrata, que es en lo que se ha convertido el tatuador asesinado en el Pu Lof Cushamen. De modo tal que revolear inopinadamente un apelativo con oscuros antecedentes como el de “infiltrado”, si no es directamente un vulgar gesto de buchoneo, al menos encierra el velado afán de preservar un imaginario político posibilista sin infrarrojos ni ultravioletas, donde la derecha posible es Macri y la izquierda deseable Cristina, puesto que nadie medianamente informado puede darse el lujo de ignorar a esta altura que las banderas del occiso no flameaban en favor del neo desarrollismo keynesiano sino resueltamente contra el modelo agroexportador y extractivista vigente de concentración por desposesión de nuestros recursos.

Valdría la pena agregar - por si acaso estas modestas reflexiones llegaran a algun@s millenials -, que poco después del rotundo triunfo electoral de 1973, colofón de una escalada popular generada desde la irrupción de la Revolución Libertadora en 1955, el poder logró trasladar el enfrentamiento histórico Nación-Imperio al interior del movimiento nacional, dando vía libre a las fuerzas parapoliciales organizadas por el entonces Ministro de Bienestar Social José López Rega para cometer numerosos crímenes contra revolucionarios de diversa extracción política en nombre de una supuesta "Patria Peronista". Tal presupuesto despojaba de toda legitimidad a cualquier pensamiento o proceder heterodoxo. En ese contexto comenzó a utilizarse la figura del infiltrado, aquel supuesto lobo con piel de cordero al que primero correspondía desacreditar políticamente para luego poderlo aniquilar físicamente, procurando hacerlo con algún consenso social.

En conclusión, el tema en cuestión habilita a recordar que principalmente el Justicialismo tiene una deuda puntual y enorme para con las banderas de  Memoria, Verdad y Justicia: La de juzgar y condenar los crímenes cometidos durante el mandato de la ex Presidente Isabel Martínez y de todos aquellos funcionarios que desde el 5 de Febrero de 1975 firmaron o avalaron el  Decreto  261 de "aniquilamiento de la subversión" que dio carta blanca a la encarnizada cacería de la generación más altruista que hasta entonces diera la Patria.

“Roban pero hacen”: La Democracia de la Resignación

Como ya es costumbre cuando se constata la caída en picada de los principales referentes de la coalición gobernante - que han dejado de timbrear para preservar su pellejo -, el oficialismo recurre a sus aliados de Comodoro Py, montando esta vez el show mediático de un “lava-jato” local berreta de impredecibles consecuencias, cimentado en los dudosos manuscritos de un oscuro suboficial de inteligencia. Dicho así no porque la corrupción -  desde los bolsos de López a los aportantes truchos de Vidal - no exista, sino precisamente porque esta es condición sine qua non de un sistema capitalista donde cada vez menos personas ganan y cada vez más personas pierden. Hablemos pues de fortunas particulares o de “recaudación de campaña”, con estas reglas de juego nadie está exent@ de meter la mano en la lata, ya se trate de “los malos” que chorean para engrosar su peculio personal, o “los buenos”, que supuestamente se quedan con vueltos para cruzar el desierto cuando pinta la mala, y deciden “ahorrar” hasta que les sonría un nuevo ciclo de “reparto”. No comemos vidrio: Cuestionar al capitalismo no está hoy en la agenda de las mayorías, afanadas en poner un plato en la mesa, llegar a fin de mes, o conservar el más modesto de los empleos. Pero es deber del pensamiento crítico no tomarse  descanso, aun cuando la gestación de alternativas no capitalistas aparezca como remota. A este respecto, resulta preocupante que algún respetado dirigente social admita la existencia de suculentas coimas producidas durante la “década ganada”, sosteniendo simultáneamente que la gobernabilidad amerita apuntalar al “menos malo” para garantizar que exista algún tipo de oposición. Desde esta modesta tribuna nos preguntamos: ¿Hasta cuándo sostendremos, en la Patria de Evita y del Che, la mediocre noción de que “la política es el arte de lo posible”, gambeteando denunciar a voz en cuello que estas democracias nos estafan?

Consecuentemente con la perspectiva descripta, hoy el hartazgo de much@s compatriotas cifra cierta esperanza en las elecciones de 2019, que a la fecha presentan un escenario de tres tercios (Cambiemos, PJ, y kirchnerismo) con ballotage asegurado, y muy probable victoria en segunda vuelta de alguna expresión  del pan peronismo. Un resultado semejante, aún si  distara de inaugurar un período de profundas transformaciones, seguramente  aliviaría a un pueblo que está sufriendo de verdad y mucho. Aunque bien sepamos que - ya que los Divididos están cumpliendo 30 años - un chalchalero no es un Rolling Stone”.

En todo caso, quien apueste al largo plazo deberá reparar en que, detrás del árbol del poder constituido, encarnado por ejemplo en ese Parque Jurásico de senadores/as que acaban de pronunciarse en favor del aborto clandestino, está el bosque del poder constituyente. Y es allí donde, sin prisa ni pausa, viene fermentando el futuro, de la mano de una transformación de la clase obrera en clase trabajadora (formal e informal) que viene encabezando y radicalizando la lucha popular, o de un movimiento de mujeres que nos enorgullece ante el mundo y avanza con irreversible determinación, escenario en el que se viene imponiendo la necesidad impostergable de consensuar un nuevo Pacto Constituyente Socioeconómico y Político para el Siglo XXI, a los efectos de evitar la disgregación nacional.-


JORGE FALCONE

(*) Obra de teatro en tres actos escrita por Miguel de Unamuno.

(**) Tema de María Elena Walsh adoptado por Luis Puenzo para su filme “La Historia Oficial”, ganador del Óscar a Mejor Película Extranjera en 1986.

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