MIENTRAS NO SE APLANE LA CURVA
DE LA DESOCUPACIÓN Y
EL HAMBRE,
EL PUEBLO VUELVE A LAS CALLES
“O
seguimos con el mismo sistema global de la modernidad liberal capitalista, individualista
e irresponsable con los pobres o empezamos a idear otro tipo de mundo, lo cual
de todas formas tendremos que llevar a cabo”.
Dr. Enrique Dussel Ambrosini,
investigador del Departamento de Filosofía de
la Universidad Autónoma Metropolitana de México
Ante la
oportunidad de que la especie humana aprenda esta lección
Hace pocos días, consultado por un medio
digital, el sicólogo marxista lacaniano Jorge
Alemán, conjeturando un posible escenario post pandemia barajó como peor
posibilidad la deriva hacia un sistema-mundo semejante al que proponían la saga
cinematográfica Mad Max iniciada por George
Miller o la serie que adaptó a la TV El Cuento de la Criada, de Margaret Atwood.
Cabe señalar que en el primer caso se hacía
referencia a una distopía de absoluta disolución del Estado e imperio de la Ley
del Más Fuerte, y en el segundo todo lo contrario, ya que describía una
sociedad patriarcal totalitaria y represiva, regida por un Estado fuerte y
planificador, volcado xenofóbicamente hacia dentro de sus propias fronteras.
Si uno de los ejemplos era asimilable al
fenómeno de secesión territorial y disgregación social generado en Europa del
Este tras la Guerra de los Balcanes, el otro se aproximaría a ciertos Estados
proteccionistas europeos contemporáneos del Brexit.
Pero saliendo de los modelos imaginarios
utilizados para hacer una prospectiva acerca del peor de los desenlaces de la
crisis humanitaria que vive el planeta, convengamos que la realidad contante y
sonante nos muestra un Norte Global en plena transición hegemónica (el
diferente abordaje de la pandemia en EEUU y China ilustra en gran medida ese fenómeno), y
un Sur que tras los sucesivos foros globalifóbicos no atina a articularse como
comunidad de intereses. En tales lidias, la mediación del Vaticano no hace
mella alguna sobre el apetito voraz de un capitalismo desbocado y absolutamente
refractario a cualquier principio moral, con
la evidente consecuencia de que ahora el planeta nos ha dicho basta.
Los pronósticos más optimistas entrevén el
advenimiento de una nueva conciencia humanitaria más respetuosa del ecosistema,
un nuevo auge proteccionista, y el de un nacionalismo de inclusión. A ese
respecto, recientemente 200 personalidades entre las que figuran tanto una veintena de
Premios Nobel de física y química, como artistas de la talla de Robert De Niro, Madonna y Pedro Almodóvar,
han firmado un manifiesto titulado “Contra una vuelta a la normalidad”, en el
que reclaman que tras la pandemia del COVID - 19 se frene el “colapso global”
ambiental, se redefinan valores y se actúe en pro de la “dignidad,
supervivencia y coherencia”. A su vez, desde perspectivas tendientes a
humanizar el capital - como si aún fuera posible - un grupo de intelectuales y
políticos se ha lanzado a promover una Internacional Progresista. Forman parte
de la iniciativa el politólogo y activista estadounidense Noam Chomsky, la escritora y también activista canadiense Naomi
Klein, el economista greco-australiano Yanis
Varoufakis, el académico y político brasileño del PT Fernando Haddad, y la primera ministra islandesa Katrín
Jakobsdóttir, quienes promueven la defensa de la democracia, la
solidaridad, la igualdad y la sostenibilidad.
Pero la última palabra seguramente la tendrán
lxs trabajadorxs ocupadxs y desocupadxs del mundo, que cuando la pandemia tan
sólo sea un mal recuerdo enfrentarán una recesión de características
desconocidas, y quedarán frente a frente con el fantasma del hambre y la
miseria, contando como único aliciente con la mochila de su histórica
experiencia de lucha.
La disyuntiva que enfrentamos, desde una
perspectiva revolucionaria nos lleva a evocar algunas estrofas del padre Ernesto Cardenal, gigantesco poeta
nicaragüense y nostramericano, dedicadas a Augusto
César Sandino - el primer patriota del Siglo XX que echó a los yanquis a
tiros del continente - en su largo poema Hora Cero. Allí el vate
centroamericano escribía: “Y Sandino no era inteligente ni era culto / pero salió inteligente de la montaña”. Ojalá que esta peste sea la montaña que aleccione a todos
los pueblos del mundo.
¿El humano es un animal político o el político es un animal
infrahumano?
Las democracias de baja
intensidad que sucedieron a las feroces dictaduras del Cono Sur, y su
consecuente clase política mediocre, venal, y rentista, han contribuido a
degradar el valor de la política. Y el mayor impacto de dicho fenómeno lo han
acusado lxs jóvenxs.
Así, entre lxs centennialls, quien no se desentiende
totalmente del interés común para rendirse al hedonismo y el consumo más
individualistas, concibe el hacer político como una competencia meramente
electoral y atravesada por pasiones cuasi futboleras. En consecuencia, dicha
mirada solo registra la punta del iceberg de una intrincada realidad, lo que
frecuentemente conduce a adherir a seductores discursos sin reparar en los
programas económicos que los sustentan ni en los intereses nacionales e
internacionales a que responden. La resultante de tal proceder consiste en
cifrar toda expectativa en votar, y desinteresarse de la vida pública hasta un
próximo comicio… salvo que el bagre comience a picar.
Sin embargo, la antigua y
noble ciencia política, tan vapuleada hoy día, demanda estudio y rigor
científico en el análisis, factores que sólo garantiza un profundo compromiso
con el prójimo.
En cuanto a lo que nos toca,
y muy a pesar de los altos índices de aprobación que la figura del Primer
Mandatario acumula, este cronista no dejará de señalar que estamos ante un
gobierno sin programa, que prorratea la atención del hambre emitiendo moneda,
no incomoda a los poderosos, y - empavurado con la palabra default - paga 320 millones de dólares
a los acreedores internacionales en concepto de vencimiento de intereses
trimestrales, en una situación de descomunal emergencia económica por
cuyo tratamiento alguna vez deberá rendir cuentas ante la Historia.
La decepción del ministro Guzmán frente a la reticencia a un
acuerdo de fondos como Black Rock y otros ha recordado a muchxs la frase que
hizo célebre al ministro alfonsinista Pugliese
- “Les hablé con el corazón y me
respondieron con el bolsillo” - ya que, como es obvio, lejos de tratar con
voluntarios de la Cruz Roja, lo hace con Piratas del Caribe.
Es muy probable que Alberto Fernández salga de la
cuarentena fortalecido ante una clase media que tuvo resto para observar un
aislamiento productivo, pero difícilmente conserve por mucho tiempo tal
prestigio frente a lxs condenadxs a la miseria si no encara resueltamente una
política económica soberana y produce un shock distributivo que le evite el
seguro contratiempo de nuevas ocupaciones del espacio público reclamando pan y
trabajo. Por lo pronto, ya ha trascendido que empresas receptoras de subsidio
estatal lo han empleado en fugar dólares (!), y que numerosas organizaciones
sociales independientes del Estado están ganando las calles enarbolando
consignas tales como #SuRiquezaEsNuestraPobreza, #EmergenciaSanitaria, y #LosFemicidiosNoSeTomanCuarentena.
Resumiendo, digamos que difícilmente
pueda domar al potro encabritado del mundo que nos toca una coalición
progresista de carácter socialdemócrata: De Alfonsín a Tsipras, tal
fórmula fracasó.
Lo cierto es que el
oficialismo triunfó en nombre de un movimiento cuyos padres fundadores hicieron
escuela en materia de planificación estratégica con sus planes quinquenales,
pero el gabinete nacional, compuesto por funcionarios grises a fin de que el
presidente funcione como “tuerto en el País de los Ciegos”, no atina a
aprovechar ni el tiempo de gestión que le resta elaborando un Plan Trienal. En
tanto, la oposición más recalcitrante, que no se toma respiros, ya lanzó OTPro, una suerte de 62
organizaciones neoliberal, para meterse de lleno en un mundo laboral testigo
del paulatino abroquelamiento y viraje conservador de lxs trabajadores/as en blanco frente a la amenaza de millones de
desocupadxs.
Una vez más, la taba está en
el aire, y la misma parece exhibir como cara el patriótico gravamen a los
potentados de la Pampa Húmeda, y como ceca el comprometedor apoyo financiero
del magnate George Soros.-
JORGE FALCONE
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