EL LEVANTAMIENTO DE
LA CUARENTENA
EXPONDRÁ A UN
GOBIERNO SIN PROGRAMA
“En medio del camino
de la vida me encontré perdido en selva oscura”.
Dante
Alighieri,
poeta
florentino.
Primer
Canto del Infierno,
“La
Divina Comedia”.
Es un hecho. Las presiones empresariales y el
funesto pronóstico sobre las consecuencias económicas de la cuarentena hacen
que sea inminente su levantamiento cuasi total, paradojalmente en el período de
contagio más temido por lxs sanitaristas. ¿Qué ocurrió? ¿¿En realidad el virus
no era tan peligroso o las estadísticas de contagio ya son irrelevantes?? Nos
inclinamos a creer que la lógica del capital se va imponiendo por sobre el
cuidado colectivo. Y como en Argentina esa última palabra también designa a un
vehículo de transporte público que en otras latitudes de Nuestra América llaman
guagua o bus, recurriremos a dicha figura para dar un ejemplo de la perspectiva
que está prevaleciendo: El distanciamiento social pregonado por un periodismo “más
papista que el Papa” acaba de sucumbir a la hora de comparecer puntualmente al
trabajo viajando exclusivamente sentadx… incluso en asientos de dos (!) Consultada
sobre dicho despropósito por un cronista en Constitución, una humilde empleada
doméstica respondió categóricamente “no
sé, yo igual tengo que ir a trabajar”. Eso sí, los asientos de adelante deben
quedar vacíos. No vaya a ser que la “bestia de carga” que conduce se manque y
deba reemplazarla el patrón, toda vez que hablamos de un trabajo full time. Del resto del pasaje, sabemos
que eventualmente se ocupará el “ejército de recambio” que describieron los cásicos
del marxismo.
“La era está pariendo
un corazón” (*)
Apelando a una expresión con que Don Arturo Jauretche describió otros
clivajes de la Historia reciente, ante el momento que
afrontamos repetiremos que “lo viejo no
acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer”.
El COVID - 19 nos enfrenta a una crisis
global de alcance civilizatorio. Y la cuarentena que han recomendado lxs
sanitaristas y adoptado la mayoría de los gobiernos remite a la dimensión
bíblica de otras pandemias, toda vez que cuarenta días y cuarenta noches duró
el Diluvio Universal, cuando el Dios de los católicos se hartó de los desatinos
humanos e hizo tronar el escarmiento, encomendando un arca al fiel Noé para
preservar una pareja de ejemplares por cada especie (¿cuántas habrán desaparecido
entre los 1.250 millones de animales muertos
directa o indirectamente debido a los recientes incendios ocurridos en Australia?)
Entre
las hipótesis que se han barajado durante los últimos meses conjeturando sobre
el origen del virus, la más considerada ha sido la de una guerra bacteriológica
impulsada por EEUU para frenar la expansión comercial del gigante asiático
hacia occidente.
Pero
otra aún más intranquilizadora es la que atribuye al avance de una
deforestación que arrasa los hábitats de ciertas especies animales salvajes, la causa de su irrupción
en el espacio urbano, así como la dañina mutación y contagio entre humanos de
coronavirus que por lo general existen en su portador original sin producir
efectos perjudiciales.
Ese
punto de vista remite ineludiblemente a la noción de Antropoceno, la era
geológica que transitamos, en que la depredadora acción humana imprime huellas
irreversibles sobre el ecosistema.
Algunas de esas huellas son: El desmesurado
incremento del calentamiento global; la paulatina pérdida de biodiversidad; la
alteración del curso de las aguas; la explosión demográfica; y el modelo de
consumo fundado en el esquema de obsolescencia precoz y programada, que limita
la vida útil de los productos.
Entre las prospectivas más inquietantes
respecto al porvenir post pandemia se avizora una consolidación de la Sociedad
del Control, que ya se ha venido imponiendo mediante el endeudamiento externo y
el lawfare, pero ahora fundamentalmente
a expensas de una feroz vigilancia de la vida privada a partir de la Big Data.
Entre las más auspiciosas va cuajando una
significativa revalorización del proteccionismo por sobre la globalización, y
del Estado por encima del mercado. En un contexto de cambios tan inéditos como
vertiginosos, acaso lo más desatinado sea apresurarse a aventurar el derrumbe
del capitalismo, cuya resiliencia ya ha frustrado en numerosas ocasiones tales
pronósticos.
El impacto económico negativo que la cuarentena
global impondrá, fundamentalmente a los países periféricos, con un saldo de
recesión y desocupación masiva, ha hecho que desde perspectivas neokeynesianas
crezca el clamor en pro de un nuevo New Deal, lo que el pensamiento crítico
prefiere reclamar como un Green New Deal que no sólo dé respuesta a la relación
entre capital y trabajo, sino que también contemple los derechos de la
naturaleza. Uno de sus promotores es el sociólogo estadounidense Jeremy Rifkin (https://theconversation.com/jeremy-rifkin-estamos-ante-la-amenaza-de-una-extincion-y-la-gente-ni-siquiera-lo-sabe-136986),
que aporta una mirada alentadora al respecto, sosteniendo que “Los milenialls
han salido de sus clases para expresar su inquietud. Millones y millones de
ellos reclaman la declaración de una emergencia climática y piden un Green New Deal. Lo interesante es
que esta no es como ninguna otra protesta en la historia, y ha habido muchas,
pero esta es diferente: mueve esperanza, es la primera revuelta planetaria del
ser humano en toda la historia en la que dos generaciones se han visto como
especies, especies en peligro. Proponen eliminar todos los límites y fronteras,
los prejuicios, todo aquello que nos separa; empiezan a verse como una especie
en peligro e intentan preservar a las demás criaturas del planeta. Esta es
probablemente la transformación más trascendente de la conciencia humana en la
historia”.
“Yo veo al futuro repetir el pasado” (**)
El reciente acuerdo entre la UIA y la CGT -
que prescribe un 25% de reducción salarial y la suspensión de paritarias por un
año en un contexto de alarmante inflación - ha obtenido un primer y potente
cuestionamiento durante el Día Internacional de lxs Trabajadorxs, a partir de
la difusión del Manifiesto Nacional por la
Soberanía, el Trabajo y la Producción (https://www.youtube.com/watch?v=rCA-bPMDMks), presentado a
instancias del MNER en una fábrica recuperada (Envases Flexibles Mataderos Ltd.),
y suscripto por numerosas organizaciones gremiales, sociales, cooperativas, de PyMES
y políticas del campo nacional. El texto aporta una nutrida programática que
apunta a lograr soluciones de emergencia en materia de Soberanía Alimentaria,
Monetaria y Financiera, Fiscal, Productiva, Energética, Marítima, Piso de
Ingresos Garantizado, y Acceso a la Vivienda Digna y Planificación Territorial.
Por otra parte, una suma de desatinos tales
como el “Viernes Negro” que mostró interminables colas de jubilados y terminó
costando la renuncia del ex titular de ANSES; el affaire de los sobreprecios en la compra de mercaderías, que
ocasionó la separación de sus cargos a
15 funcionarixs intermedios de la cartera de desarrollo social; o la influencia
sobre el presidente del asesor en asuntos regionales Marco Enríquez Ominami, que desautoriza en los hechos al canciller Solá, entre otros, vienen produciendo
desencuentros al interior de un gabinete nacional loteado para derrotar a la
ceocracia macrista y contentar a una variopinta cantidad de sectores del peronismo con
distinto ADN y juego propio, entre ellos el que responde al inquieto Sergio Massa, y por otro lado a La
Cámpora, cuyas aspiraciones de poder acaban de llevar a Andrés “Cuervo” Larroque
a desembarcar en el Ministerio de Desarrollo de la Comunidad bonaerense. Lo
cierto es que, una vez más, “lo pequeño se hace grande cuando lo grande no
existe”.
Enfriada la iniciativa de aprobar un
“Impuesto a la Riqueza”, y en ejecución la decisión de pagar la deuda externa
“a libro cerrado”, resulta irresistible la tentación de preguntarse si esa
unidad del peronismo que tanto pregonan queridxs compañerxs de lucha de ayer y
de hoy alcanza para resolver la encrucijada que enfrenta la Patria en estas
horas y reabrir la ancha avenida que debería conducirnos a la emancipación
nacional.
¿Es legítimo - o apenas una consigna cada vez
más rancia - sentenciar recurrentemente que Perón es el futuro?
Este cronista, cuya edad mayor ha llevado a
valorar la grandeza de proceder de su propia madre por encima de los numerosos
desencuentros domésticos vividos con ella, también ha conseguido dimensionar la
estatura de estadista y estratega político sin par del General, muy a pesar de
los cortocircuitos que aquel líder tuvo con la generación política de quien
escribe estas líneas, lo cual nunca pasa por alto el nefasto legado de cierta
gramática - sinarquía, imberbes, infiltrad@s - que sus autotitulados herederos
continúan utilizando contra tod@ aquel/la que ose desafiar la calma chicha del
movimiento.
Pero…¿es Perón SIEMPRE el futuro?
Resulta incontrastable que el movimiento que
construyó en Argentina el Estado de Bienestar, dignificó a trabajadorxs y mujeres, y lxs cohesionó en
torno a una identidad aún vigente constituye la referencia en la que las
grandes mayorías se refugian para reemprender su larga marcha hacia la dignidad,
cada vez que el apetito voraz del capitalismo diezma la Nación. Sobre eso discurrió
abundantemente y con singular enjundia el montonero Rodolfo Jorge Walsh.
Sin embargo, aunque la larga visual del “Primer
Trabajador” vislumbró las posibles consecuencias de la crisis civilizatoria que
atravesamos, en su sentencia acerca de que “el
año 2000 nos encontrará unidos o dominados” seguramente subyacía la
expectativa de que prevalecería el primer factor de dicha disyuntiva. Y henos
aquí pues, en un mundo inimaginable desde el Siglo XX. Tan cierto como que la
Historia sigue en disputa y la política está más viva que nunca, contradiciendo
los funestos augurios de Francis
Fukuyama.
En todo caso la última expresión poderosa del
nacionalismo popular, abrevando en el patrimonio experiencial de todas las
tradiciones políticas que brindaron valiosas herramientas teóricas y
organizativas al pueblo trabajador, deberá constituirse en el trampolín desde
el que este se permita saltar hacia un estadío superior de la lucha, capaz de
remontar la utopía de una transformación de fondo en nuestro país.
En pleno aislamiento obligatorio, acaso el
dignísimo acto de desobediencia civil cometido por lxs obrerxs del quilmeño
frigorífico Penta al movilizarse hacia Plaza de Mayo munidos de barbijos para
protestar por sus despidos, así como la escalada de ollas populares que crece
desde el conurbano profundo, expresen en gran medida las reservas morales de un
pueblo que no se rinde, y acaso el embrión del que está preñado el futuro.-
JORGE
FALCONE
(*) Título de un tema del
cantautor cubano Silvio Rodríguez
(**) Estrofa de “El tiempo
no para”,
tema compuesto por los artistas
brasileños Arnaldo Brandao y Agenor Neto
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