viernes, 22 de mayo de 2020


SOCIALDEMOCRACIA Y PANDEMIA, 
UN CÓCTEL LETAL



















“La prolongación de una cuarentena ruinosa para millones de personas
puede terminar en una rebelión social”.

Dr. Mario Eduardo Firmenich


De un  tiempo a esta parte, la prensa menos condescendiente ha dado señales de alarma en referencia al rumbo hacia el que nos conduce el capitalismo terminal que está asolando nuestro planeta, reparando por ejemplo en las dramáticas estadísticas de mortandad vía COVID - 19 que hoy exhiben países como EEUU y Brasil. La primera, Nación gobernada por alguien que no expresa en absoluto a un loquito suelto o a una excresencia del sistema sino precisamente a su clase dirigente, y la segunda, desgobernada por la manifestación acaso más atroz, troglodita y despreciativa de la condición humana que hoy exhibe el acontecer político mundial.

“A buen entendedor/a, pocas palabras”, reza el proverbio. Pero, una vez más, ¿qué ha sido entonces de la “misión histórica del proletariado”? ¿Sangra aún la herida global producida por el fracaso del “socialismo real”? ¿Suenan a hueco discursos humanistas contemporáneos como la Encíclica “Laudato Si”?

A primera vista parecería que la ausencia de utopías capaces de seducir a buena parte de la humanidad ha ido instalando un estado de anomia colectiva sin  precedentes.

El polémico Abel Posse alguna vez escribió que “ser argentino significa ser heredero de una particularidad, de una insolencia en la siesta continental”. Se refería al peronismo, ese fenómeno tan original de nuestra historia política, cuya complejidad ha quemado las pestañas de escribas propixs y ajenxs.

Trabajador de la cultura al fin, este cronista considera que sobre la encomiable  obra de su primer gobierno no existe en el país mejor testimonio que ese colosal fresco poético cuyo autor, el inefable  Leonardo Favio, bautizó  “Sinfonía del Sentimiento”. Y sobre sus prolíficos años de resistencia difícilmente se halle mejor fuente documental que la que aportaran Solanas y Getino, a criterio de quien escribe estas líneas, muy particularmente esa joyita épica denominada “Los Hijos de Fierro”, elocuente caja de resonancia del período de mayor creatividad y proyección doctrinaria de un movimiento cuyo valiosísimo legado indudablemente anida en los programas de lucha de aquella aguerrida clase obrera que jugó el todo por el todo en su nombre, más que en la pluma de su propio mentor.

Los análisis menos rigurosos de la identidad en cuestión se empeñan en destacar  su atípica capacidad de resiliencia, seguramente explicable a partir de que en los vaivenes de la política - y sobre todo tras las catástrofes neoliberales -, el ADN peronista siempre es portador de una promesa de Justicia Social.

Pero, aunque genere sospechas de conducir a un pronóstico agorero, sigue valiendo la pena interrogarse acerca de qué potencial de cambio encierra hoy aquel movimiento que, conmoviendo a la Nación entera, debutara un 17 de octubre de 1945.

Reciclándose con su proverbial y pragmática versatilidad, nos ofreció una versión neoliberal en los 90s, vendiendo hasta “las joyas de la abuela” al son de La Marchita, y otra neodesarrollista y progre a partir de 2003, que amplió algunos derechos respetando una matriz productiva agroexportadora y extractivista de concentración por desposesión: Así, casi toda la obra generada durante los 12 años de la “Década Ganada” se desmoronó prácticamente en los seis primeros meses de gestión de un empresario balbuceante pero absolutamente funcional a la clase dominante. Se hace difícil pues preguntar sin ruborizarse si el viejo “gigante invertebrado y miope” no está perdiendo su disruptivo don de sorprender a la sociedad con novedades que corten la digestión de los poderosos, al menos por un tiempo.

Resulta irrefutable no obstante, que un flaco oriundo de la Patagonia, desgarbado y de apellido impronunciable, supo resonar en  una ex nueva generación  - subrayado esto último en un país que de un tiempo a esta parte no hace otra cosa que generar jóvenes - viejos (si es que seguimos considerando a la Patria de la Vida como fuente natural de rebeldías) -, y fundamentalmente lo hizo, vaya paradoja, a partir de su deceso, lo que confirma al Borges que escribió: “No se aflija. En la memoria / de los tiempos venideros / también nosotros seremos, los tauras y los primeros. / El ruin será generoso y el flojo será valiente: / no hay cosa como la muerte para mejorar la gente”.

El hombre, sin embargo, perdió envión en 2009 frente a un arribista de poca monta como Francisco De Narváez - porque así es el juego consentido por el sistema, siempre dentro del arenero de la plaza -, y su heredera hocicó en 2013 frente a un joven pujante y con visión de futuro, que acaba de abordar el “último bondi a Finisterre” simulando apostar por la coalición gobernante… pero soñando con ser el nuevo “tuerto en el país de los ciegos” del año 2023: Sergio Tomás Massa, amigo dilecto del Departamento de Estado.

Si se me concede abundar en citas literarias, acudiré al viejo y magistral León Felipe: “¿Quién lee diez siglos en la Historia / y no la cierra / al ver las mismas cosas siempre / con distinta fecha…?”.

En resumen, y más allá de las pasiones que su memoria sigue despertando - a las que no es ajeno el autor de esta nota -, parecería ser que el peronismo original hizo mutis por el foro con quien fuera su creador, y lo propio habría ocurrido con el kirchnerismo, habida cuenta de fallidos experimentos como Unidad Ciudadana o las derivas en que incursiona este panperonismo de nuevo cuño encabezado por un primer mandatario que aduce pensar con cabeza socialdemócrata, sosteniendo una cuarentena tan clasista como el Partido Obrero pero de signo inverso, y un errático y perdidoso rumbo en lo que al tratamiento de la deuda se refiere.

Sin ir más lejos, si se parte de que mientras se escribe esta nota la jornada cierra con 648 contagiadxs y 13 muertxs, y desde Mataderos Don Guillermo Peña  declara a TN haber aguardado desde ayer a las 17 hs. - pasando la noche a la intemperie - frente a un mayorista, para ser hoy por la mañana el primero en la fila de más de una cuadra a fin de adquirir al menos un maple de huevos en oferta  para sobrevivir con su reventa, se comprenderá porqué muchxs que fuimos jóvenes en los 70 y logramos ser refractarios al macartismo que ensucia sistemáticamente aquella experiencia, arribamos al 50° aniversario de la aparición de Montoneros empeñadxs en no renunciar a la osadía.

Desde ese punto de vista, resulta auspicioso que, pese a la ilusión de co gobierno experimentada por numerosas organizaciones sociales - que quedarán sumamente comprometidas con un Ejecutivo que asimila la Patria al microcentro porteño - y la enorme fragmentación del activismo, cada vez más sectores de la militancia de base reconozcan a la comuna como el escenario donde nos conocemos todxs y es más factible la construcción de poder popular independiente, en la perspectiva de ir recuperando el espacio público y revertir tanto una hegemonía que hoy atenta contra los intereses de las mayorías como al sentido común que le da sustento. En ese camino, mientras el pueblo no entre al Palacio, que gobierne pues desde la calle.-


JORGE FALCONE

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