SOCIALDEMOCRACIA Y PANDEMIA,
UN CÓCTEL LETAL
“La prolongación de una cuarentena ruinosa para
millones de personas
puede terminar en una rebelión social”.
De un tiempo a esta parte, la prensa menos condescendiente ha dado señales de alarma en referencia al rumbo hacia el que nos conduce el capitalismo terminal que está asolando nuestro planeta, reparando por ejemplo en las dramáticas estadísticas de mortandad vía COVID - 19 que hoy exhiben países como EEUU y Brasil. La primera, Nación gobernada por alguien que no expresa en absoluto a un loquito suelto o a una excresencia del sistema sino precisamente a su clase dirigente, y la segunda, desgobernada por la manifestación acaso más atroz, troglodita y despreciativa de la condición humana que hoy exhibe el acontecer político mundial.
“A buen entendedor/a, pocas palabras”, reza
el proverbio. Pero, una vez más, ¿qué ha sido entonces de la “misión histórica
del proletariado”? ¿Sangra aún la herida global producida por el fracaso del
“socialismo real”? ¿Suenan a hueco discursos humanistas contemporáneos como la
Encíclica “Laudato Si”?
A primera vista parecería que la ausencia de
utopías capaces de seducir a buena parte de la humanidad ha ido instalando un
estado de anomia colectiva sin precedentes.
El polémico Abel Posse alguna vez escribió que “ser argentino significa ser heredero de una particularidad, de una insolencia
en la siesta continental”. Se refería al peronismo, ese fenómeno tan
original de nuestra historia política, cuya complejidad ha quemado las pestañas
de escribas propixs y ajenxs.
Trabajador de la cultura al fin, este
cronista considera que sobre la encomiable obra de su primer gobierno no existe en el
país mejor testimonio que ese colosal fresco poético cuyo autor, el
inefable Leonardo Favio, bautizó
“Sinfonía del Sentimiento”. Y sobre sus prolíficos años de resistencia
difícilmente se halle mejor fuente documental que la que aportaran Solanas y Getino, a criterio de quien escribe estas líneas, muy
particularmente esa joyita épica denominada “Los Hijos de Fierro”, elocuente
caja de resonancia del período de mayor creatividad y proyección doctrinaria de
un movimiento cuyo valiosísimo legado indudablemente anida en los programas de
lucha de aquella aguerrida clase obrera que jugó el todo por el todo en su
nombre, más que en la pluma de su propio mentor.
Los análisis menos rigurosos de la identidad
en cuestión se empeñan en destacar su
atípica capacidad de resiliencia, seguramente explicable a partir de que en los
vaivenes de la política - y sobre todo tras las catástrofes neoliberales -, el
ADN peronista siempre es portador de una promesa de Justicia Social.
Pero, aunque genere sospechas de conducir a
un pronóstico agorero, sigue valiendo la pena interrogarse acerca de qué
potencial de cambio encierra hoy aquel movimiento que, conmoviendo a la Nación
entera, debutara un 17 de octubre de 1945.
Reciclándose con su proverbial y pragmática
versatilidad, nos ofreció una versión neoliberal en los 90s, vendiendo hasta
“las joyas de la abuela” al son de La Marchita, y otra neodesarrollista y
progre a partir de 2003, que amplió algunos derechos respetando una matriz
productiva agroexportadora y extractivista de concentración por desposesión:
Así, casi toda la obra generada durante los 12 años de la “Década Ganada” se
desmoronó prácticamente en los seis primeros meses de gestión de un empresario
balbuceante pero absolutamente funcional a la clase dominante. Se hace difícil
pues preguntar sin ruborizarse si el viejo “gigante invertebrado y miope” no
está perdiendo su disruptivo don de sorprender a la sociedad con novedades que
corten la digestión de los poderosos, al menos por un tiempo.
Resulta irrefutable no obstante, que un flaco
oriundo de la Patagonia, desgarbado y de apellido impronunciable, supo resonar
en una ex nueva generación - subrayado esto último en un país que de un
tiempo a esta parte no hace otra cosa que generar jóvenes - viejos (si es que
seguimos considerando a la Patria de la Vida como fuente natural de rebeldías)
-, y fundamentalmente lo hizo, vaya paradoja, a partir de su deceso, lo que
confirma al Borges que escribió: “No se
aflija. En la memoria / de los tiempos venideros / también nosotros seremos,
los tauras y los primeros. / El ruin será generoso y el flojo será valiente: /
no hay cosa como la muerte para mejorar la gente”.
El hombre, sin embargo, perdió envión en 2009
frente a un arribista de poca monta como Francisco
De Narváez - porque así es el juego consentido por el sistema, siempre
dentro del arenero de la plaza -, y su heredera hocicó en 2013 frente a un
joven pujante y con visión de futuro, que acaba de abordar el “último bondi a
Finisterre” simulando apostar por la coalición gobernante… pero soñando con ser
el nuevo “tuerto en el país de los ciegos” del año 2023: Sergio Tomás Massa, amigo dilecto del Departamento de Estado.
Si se me concede abundar en citas literarias,
acudiré al viejo y magistral León Felipe:
“¿Quién
lee diez siglos en la Historia / y no la
cierra / al ver las mismas cosas siempre
/ con distinta fecha…?”.
En resumen, y más allá de
las pasiones que su memoria sigue despertando - a las que no es ajeno el autor
de esta nota -, parecería ser que el peronismo original hizo mutis por el foro
con quien fuera su creador, y lo propio habría ocurrido con el kirchnerismo,
habida cuenta de fallidos experimentos como Unidad Ciudadana o las derivas en
que incursiona este panperonismo de nuevo cuño encabezado por un primer
mandatario que aduce pensar con cabeza socialdemócrata, sosteniendo una cuarentena
tan clasista como el Partido Obrero pero de signo inverso, y un errático y
perdidoso rumbo en lo que al tratamiento de la deuda se refiere.
Sin ir más lejos, si se
parte de que mientras se escribe esta nota la jornada cierra con 648
contagiadxs y 13 muertxs, y desde Mataderos Don Guillermo Peña declara a TN haber aguardado desde ayer a las
17 hs. - pasando la noche a la intemperie - frente a un mayorista, para ser hoy
por la mañana el primero en la fila de más de una cuadra a fin de adquirir al
menos un maple de huevos en oferta para
sobrevivir con su reventa, se comprenderá porqué muchxs que fuimos jóvenes en
los 70 y logramos ser refractarios al macartismo que ensucia sistemáticamente
aquella experiencia, arribamos al 50° aniversario de la aparición de Montoneros empeñadxs en no renunciar a la osadía.
Desde ese punto de vista,
resulta auspicioso que, pese a la ilusión de co gobierno experimentada por
numerosas organizaciones sociales - que quedarán sumamente comprometidas con un
Ejecutivo que asimila la Patria al microcentro porteño - y la enorme
fragmentación del activismo, cada vez más sectores de la militancia de base
reconozcan a la comuna como el escenario donde nos conocemos todxs y es más
factible la construcción de poder popular independiente, en la perspectiva de ir
recuperando el espacio público y revertir tanto una hegemonía que hoy atenta
contra los intereses de las mayorías como al sentido común que le da sustento.
En ese camino, mientras el pueblo no entre al Palacio, que gobierne pues desde
la calle.-
JORGE FALCONE
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