Otro mundo se avecina
LA PRECARIZACIÓN LABORAL
SE ESCONDE DETRÁS DE UN BARBIJO
“Como ocurre en el
mundo del mercado, el que no aguanta la competencia es destinado a perecer. Crear una sociedad auténticamente humana significa oponerse a toda costa a ese darwinismo
social”.
Edgar Morin,
filósofo francés.
De la Emergencia
Social a la Emergencia Sanitaria
Como es público y notorio, el
hombre que hoy ocupa el Sillón de Rivadavia, en el año 2000 integró la lista de
legisladores de la Alianza Encuentro por la Ciudad, que llevó a Domingo Cavallo como
candidato a Jefe de Gobierno y a Gustavo Béliz, de vice.
Tras ejercer el cargo de
Jefe de Gabinete junto a Néstor Kirchner
y durante parte del primer mandato de Cristina
Fernández de Kirchner, se retiró en medio de desinteligencias surgidas al
calor del conflicto con las patronales agrarias suscitado durante el año 2008.
Desde entonces fue el invitado estrella de todos los programas políticos de TN,
despellejando literalmente a su actual Vicepresidenta, para deleite de escribas
como Joaquín Morales Solá, Alfredo Leuco, y Marcelo Bonelli (sepa quien lo dude, que aquellas invectivas no han
sido borradas aún de youtube)
En 2013, se sumó al Frente
Renovador como jefe de campaña de Sergio
Massa, quien se impondría en las PASO y más tarde en las elecciones
generales. Después de las primarias sentenció: "El shock que recibió Cristina, luego de la derrota, hace que se
comporte como una adolescente. El kirchnerismo está muerto, esto es una
iglesia del cristinismo".
Siempre catalogado como
"componedor", en 2017 fue promotor de la candidatura de Florencio Randazzo a senador
nacional en la elección que compitió contra Cristina Fernández de Kirchner, Esteban Bullrich (Cambiemos) y Sergio
Massa. En ese armado de Randazzo, Alberto
Fernández fue clave para cerrar la
puerta que le abrió la ex presidenta a su ex Ministro del Interior y Transporte
sobre la recta final de campaña.
No se trata aquí de hacer “política de prontuarios”,
sobre todo cuando su promotora a la candidatura presidencial decretó que “lo
pasado pisado”. Pero en “El País de No me Acuerdo” (María Elena Walsh dixit)
siempre vale la pena dar cuenta de los antecedentes que fundamentan los juicios
que uno se apresta a emitir: Se trata de un presidente socialdemócrata y
globalista que habla en nombre del peronismo.
Su gobierno asumió con una carta de intención
sintetizada en la consigna “primero los últimos”, y decidió que la nave
insignia de esta gestión fuera la “Ley de Emergencia Social”, a la que ha
venido tratando de dar respuesta el Ministro Daniel Arroyo, hasta que se dio de bruces contra el affaire de los sobreprecios en la compra
de alimentos destinados a los comedores populares, golpe del cual su cartera no
parece haberse recuperado aún, con la notoria consecuencia de estarse
colapsando la atención del problema del hambre en el conurbano profundo.
Tal irresolución, sumada a la que acarrea el
Ministro Martín Guzmán respecto al trabajoso intento de acuerdo con los bonistas
extranjeros, habilita a considerar que por el momento todo el crédito del
oficialismo se concentra en el rol que viene ejerciendo el primer mandatario
con su proverbial bonhomía, velando por la salud de 45,3 millones de argentinxs
de los cuales, quienes habitan la Matrix de las principales metrópolis del país,
se avienen dócil cuando no eufóricamente a su paternal cuidado… mientras lxs
compatriotas que viven en las periferias y bajo la línea de pobreza pelean la
diaria valiéndose de sus propios recursos y de los que brinda la militancia más
solidaria, anhelando sobrevivir al crudo invierno que se avecina.
En consecuencia, el Ejecutivo ha prorrogado una
vez más la cuarentena pero, presionado por empresarios impacientes en recuperar
su rentabilidad, lo ha hecho flexibilizando
criterios so pretexto de paliar el encierro de lxs niñxs - que parecen tramitar
mejor que los adultos el posible contagio del COVID - 19 -, aunque lxs
sanitaristas siguen insistiendo en que el pico máximo de contagio sucederá durante el mes en curso.
Al parecer, el único camino que el
oficialismo está dispuesto a transitar es el de reactivar la economía mediante
el retorno a las respectivas actividades productivas por parte de la clase
trabajadora, trasladando prácticamente la responsabilidad del cuidado a la
comunidad, sin hacer el menor intento por gravar la renta improductiva de
ricachones chupasangres ni investigar la deuda centenaria que ha resuelto
seguir pagando, lo cual, equiparando el principio físico de la presión de un
émbolo dentro de un recipiente hermético a la escalada del malestar social,
permite prever protestas populares de imprevisibles consecuencias en procura de
la necesaria válvula de escape.
La fábrica y la web
Durante
la Modernidad, el paradigma metalmecánico que campeara hasta las postrimerías
del Siglo XX justificó que alguna vez el peronismo hiciera del movimiento
obrero organizado su columna vertebral, mientras que en la post modernidad se
impuso el paradigma telemático y los servicios comenzaron a prevalecer sobre la
producción industrial de otrora. El modelo de exclusión social generado por la
última dictadura y exacerbado durante los 90s expulsó del aparato productivo a
grandes contingentes de trabajadores/as, redujo sensiblemente la afiliación
sindical, y fomentó la aparición de nuevos actores sociales, muchxs de lxs
cuales se nuclearían en los Movimientos de Trabajadores Desocupados que, a
partir de la ampliación de derechos generada oportunamente por el kirchnerismo,
terminaron constituyendo el fenómeno de la Economía Popular, caracterizado por
cierta izquierda como precariado, y por algunos cientistas sociales como
trabajo informal.
La pandemia
suma a ese complejo cuadro de situación un fuerte impulso al teletrabajo,
modalidad que muchxs especialistas consideran que llegó para quedarse. Tal
fenómeno agrava la precarización existente, y pone a las centrales obreras así
como a lxs legistas ante el desafío de crear nuevos estatutos regulatorios de
la actividad, capaces de salir al cruce más temprano que tarde de una nueva
merma de derechos laborales.
Según
la Revista Forbes, últimamente la productividad aumentó un 28% en materia de home office. Entusiasmadas con esos
índices, numerosas empresas globales han resuelto reducir hasta en un millón de
metros cuadrados sus respectivas plantas, con el altísimo ahorro en servicios
que les proporciona, dada la transferencia del costo de los mismos al hogar de
sus empleadxs, que en consecuencia se ven condicionados a fusionar en un solo
espacio full life lo que hasta ahora
fueron tres: Trabajo, recreación, y vivienda particular.
En tal
contexto, el modelo de Uber se ha extendido a todo tipo de sectores
empresariales y por este motivo se ha acuñado un nuevo concepto, uberización.
Se trata de un planteamiento empresarial que conforma un nuevo
paradigma en las relaciones laborales y algunas de sus características son
las siguientes:
· Los
contratos laborales tradicionales desaparecen, ya que el trabajador que
proporciona el servicio está asociado a una compañía y entre uno y otro no hay
un convenio regulador.
· El
trabajador asociado es requerido para tareas concretas y no necesariamente tiene
un salario mínimo garantizado, un horario preestablecido o un periodo de vacaciones acordado en un contrato.
· El
nuevo modelo implica la destrucción del trabajo convencional y la creación de
trabajadores autónomos.
Como resultado de la expansión de este
nuevo sistema, algunos analistas consideran que las empresas pequeñas y
medianas no podrán competir con las grandes corporaciones que facilitan
servicios a través de aplicaciones u otras plataformas online.
Toda revolución tecnológica implica
una serie de consecuencias, algunas favorables y otras negativas. Cuando
aparecieron los primeros automóviles a principios del siglo XX, se abrieron
todo tipo de posibilidades, pero aquellos que utilizaban carros de caballos se
vieron claramente perjudicados. Con la uberización sucede algo similar, pues
supone una serie de ventajas para los usuarios, pero algunos sectores se ven
muy afectados.
Este
nuevo concepto se utiliza cada vez más para referirse al nuevo modelo
empresarial y se va extendiendo en todo tipo de sectores, como el de la
sanidad, la educación o el comercio. Por este motivo, algunos analistas ya
hablan de la uberización de la economía.
He aquí
pues una nueva causa reivindicativa que sumar a la lucha contra la reducción de
turnos laborales, recorte de salarios y despidos, penurias que tanto vienen
recrudeciendo desde que comenzó la cuarentena.
Sin ir
más lejos, el reciente acuerdo entre la UIA y la CGT para suspender las
paritarias durante todo el año y reducir en un 25 % los salarios en un país con
un 60% de inflación y un dólar que se acerca a los 70$ , no hace más que
ratificar - con el agravante de hacerlo de cara al Día Internacional de lxs
Trabajadores/as - que en la Argentina la pandemia está siendo utilizada como
mascarada para seguir exprimiendo a
quienes producen a diario las riquezas y valores del país, lxs cuales desde ya que no se van a masticar pasivamente
esa afrenta.
“No
queremos volver a la normalidad, porque la normalidad es el problema”
El pensamiento crítico viene confrontando
puntos de vista en relación a cómo será el sistema - mundo post coronavirus.
Por ejemplo, mientras el filósofo esloveno Slavoj Žižek, desde una perspectiva post
marxista lacaniana, sostiene que “la pandemia ha dado un golpe mortal al
capitalismo”, su par surcoreano Byun
- Chul Han, pese a ser un duro crítico del sistema desde la antropología
cultural, opina que “tras la pandemia el
capitalismo continuará con más fuerza”.
A esta altura, ya nadie
ignora que la que atravesamos no es sólo una crisis sanitaria. Es lo que las
ciencias sociales califican como “hecho
social total”, en el sentido de que sacude al conjunto de las
relaciones sociales, y conmociona a la totalidad de sus actores, instituciones
y valores.
Siendo el coronavirus la primera
epidemia global de la era informática, no cabe duda de que
el rastreo de los teléfonos móviles, aunque se justifique con nobles
intenciones, abre la puerta a la posibilidad de una vigilancia digital masiva.
Más aún cuando las aplicaciones que identifican a cada instante dónde estamos
pueden reportarlo a los Estados. Y eso, cuando pase la pandemia,
podría generalizarse y convertirse en la nueva normalidad. Los
Estados también procurarán acceder a las carpetas médicas de los ciudadanos y a
otras informaciones hasta ahora protegidas por la privacidad. Y cuando se
haya acabado con este azote, las autoridades globales podrían desear utilizar
la vigilancia para un mayor control social. Como ocurrió con las legislaciones
antiterroristas después de los atentados contra las Torres Gemelas.
Desde la crisis financiera de 2008,
grupos reaccionarios y xenófobos - a los que tributan, por ejemplo, los
adherentes a Donald Trump, Boris Johnson, y Jair Bolsonaro - ya venían manifestando su rechazo a la globalización
económica. Por su parte, desde finales de los años 90, la militancia
antisistémica, desde perspectivas progresistas también venía cuestionando con
fuerza la ecodepredadora globalización financiera, y reclamando "otro mundo
posible".
A estas dos considerables fuerzas se
van a unir ahora, las masas descontentas
por la dependencia de sus países a la hora de enfrentar la emergencia del Covid
-19. Hay un cierto sentimiento de que, con la mundialización, muchos gobiernos
renunciaron a dimensiones fundamentales de su soberanía, de su independencia y
de su seguridad.
En consecuencia, ¿cómo será entonces el
planeta cuando se destrabe este impasse
global? Indudablemente precisará voces autorizadas y con capacidad de liderazgo, que orienten hacia un buen camino
colectivo para iniciar una etapa nueva, como ocurrió tras la Segunda Guerra Mundial.
La ONU deberá reformarse y dar entrada, como miembros permanentes del Consejo de
Seguridad, a nuevas naciones como India, Nigeria, Egipto, Brasil y México, más
representativas del statu quo
internacional.
La zozobra del liderazgo
estadounidense abre un significativo vacío. La disputa se reanuda
peligrosamente. Evidentemente la Unión Europea también ha quedado descolocada
por su frustrante falta de coordinación durante la pandemia. China y Rusia sin
embargo han consolidado su rol internacional brindando asistencia a muchos
países superados por el colapso de su sistema sanitario.
Hace algunos años, coincidiendo con el inicio
de la contraofensiva estratégica de Estados Unidos, comenzó a permear franjas
de la intelectualidad la idea de que, para enfrentar a lo que dio en llamarse
“neoliberalismo”, en la coyuntura correspondía aferrarse al keynesianismo. Si
alguien supuso que bautizar al capitalismo como neoliberalismo y al marxismo
como keynesianismo era una operación estratégica de los ideólogos del capital,
no está totalmente en lo cierto: no todos eran intelectuales cooptados por
prestigiosas universidades del Norte Global. Unxs cuantxs sucumbieron a esa
estafa como fruto de la debacle teórico-política universal, acentuada al
extremo desde el derrumbe de la Unión Soviética. Puede que resulte difícil
diferenciarlos, pero lo cierto es que desde la socialdemocracia internacional
esa noción se esparció por todo el mundo, en América Latina hizo base en el PT
de Brasil y en el peronismo aggiornado durante los últimos años de la
Argentina. Importantes dirigentes de la región, algunos originalmente
impensables, quedaron bajo ese influjo ideológico que diezmó direcciones
partidarias, centros de estudios y equipos gubernamentales de primer nivel.
Puede que a
partir de las actuales circunstancias se abra un espacio enorme para avanzar en
la conciencia y la organización de las masas. En nuestro país, no sólo las
clases dominantes, sino los propios sectores medios, han precisado de esta
pandemia para advertir la dimensión oceánica de la pobreza y la marginación a
que han sido condenadas millones de personas en las periferias de las grandes
urbes. Actualmente los sectores privilegiados se empeñan desesperadamente en
evitar que esas masas privadas de todo constaten cuánto les teme el poder, y comprendan que se les proporciona alimento,
subsidios, y falsas promesas… apenas
para que sobrevivan y no irrumpan en los wall
marts y los countrys.
Los de arriba
todavía tienen recursos para prevalecer al cabo de esta batalla. Y los de abajo
aún no cuestionan abiertamente la vida que se les impone. Pero los primeros
nunca lograrán prevalecer sin acabar con el aparato institucional de su propia
autoría. De hacerlo, a conciencia o por imperio de las circunstancias, terminarán
produciendo ni más ni menos que el desmantelamiento del sistema político-social
que viene generando la crisis. Si la referencia global de la situación actual es
el colapso de 2008, en nuestro país es el Argentinazo de 2001. Hacia allí
conduce la crisis en curso, ahora en un contexto sumamente más grave que aquel.
El eco de la consigna “que se vayan todos, que no quede ni uno solo” aún
resuena en la memoria de lxs de desposeídxs.-
JORGE FALCONE
Espectacular Chiqui. Yo Güeso. NVL.
ResponderEliminarMuy generoso de tu parte, hermano.
EliminarHay que combatir en todas las trincheras!
Desde que Mabel me pasó tu blog estuve disfrutando de tus últimas cinco publicaciones, siempre con una mirada de los intereses de los más necesitados, como lo has demostrado desde que te conozco, un abrazo grande y militante. Daniel Sampaoli
ResponderEliminarInfinitas gracias, querido Daniel.
ResponderEliminarNunca olvido tu hombría de bien.
Ojalá que, cuando vuelva a sonar el timbre del recreo, nos reencontremos en un mundo que capitalice las crudas lecciones del presente!