martes, 1 de marzo de 2022

En horas decisivas para la paz mundial

DE RIVADAVIA A GUZMÁN,

EL QUE ARRIMA UN HUESO NOS PONE EL COLLAR























Mientras Ucrania exige el “cese del fuego” y la total retirada de las tropas rusas, y sus contrincantes reclaman el reconocimiento de su soberanía sobre Crimea, en el marco de negociaciones que no han conseguido detener la ofensiva del Kremlin sobre Kiev y Járkov, el gobierno argentino -  decididamente alineado con la alianza militar que nos enfrentó durante el conflicto del Atlántico Sur - inaugura el año legislativo a la espera de precisiones respecto al acuerdo con los acreedores internacionales, y con un fuerte despliegue del oficialismo ante el Congreso de la Nación. Aunque existe el “fuego amigo” - del que acaso la máxima expresión sea la convocatoria  de Hebe de Bonafini a un Paro Nacional  para repudiar dicho entendimiento -, todo indica que el Frente de Todxs colocará en segundo plano sus numerosas diferencias para apuntalar la agenda 2022 que proponga el Presidente, en tanto el Ministro de Economía vela por ajustar una propuesta al FMI que contemple las consecuencias del enfrentamiento en Europa del Este, previendo que esta sea aprobada antes del 22 del corriente.

 

En el enfrentamiento ruso - ucraniano 

se juega el equilibrio mundial Este - Oeste 

y la vigencia del multilateralismo 

Repasando sus antecedentes, debemos recordar que el diferendo entre Kiev y Moscú ha venido escalando, por un lado, a partir del envío inicial de aproximadamente 100.000 efectivos rusos a la frontera con Ucrania y, por el otro, a la creciente gravitación de la OTAN en Europa del Este con el ingreso de países de la ex URSS y con la solicitud de Ucrania, cuyo gobierno en los últimos años manifestó la intención de entrar. En 2008 la OTAN invitó a Ucrania y a Georgia, dos países ex soviéticos, a ingresar a dicha alianza militar. A finales de 2013, cuando el presidente Víktor Yanukovich, aliado de Putin, decidió no rubricar el ingreso de Ucrania a la OTAN, así como un Acuerdo de Asociación de Libre Comercio con la Unión Europea (UE), comenzaron las movilizaciones de una oposición minoritaria que condujeron a la salida de Yanukovich en febrero de 2014, lo que en Occidente se dio a conocer como Revolución Naranja y en Rusia como golpe de Estado. En marzo de ese mismo año Rusia anexionó a la península de Crimea luego de que ésta declarara su independencia de Ucrania. En junio de 2014 el nuevo presidente Petro Poroshenko firmó el acuerdo económico con la UE, ratificado en 2017. 

Sin embargo, para una parte de la población de Crimea aquella anexión implicaba un reconocimiento de Rusia a la flamante República. A los pocos meses estalló otro conflicto en la región del Donbass, ubicada en la frontera este entre Ucrania y Rusia, donde comenzaron las protestas en contra del acercamiento hacia Europa, y en abril manifestantes proclamaron la República Popular de Donetsk (RPD) y la República Popular de Lugansk (RPL), que Rusia acaba de reconocer. 

A partir de entonces en esa región el Kremlin ha brindado apoyo a los separatistas pro rusos del este con pertrechos bélicos. A su vez mantuvo ejercicios militares en la zona fronteriza. Aunque, por otro lado, la OTAN también ha venido realizando  ejercicios militares en el mar Negro y en los países aliados que limitan con Rusia, así como enviado armas a Kiev, según lo ha denunciado el Kremlin. 

Cuando el mentado conflicto se incrementó, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, aseguró que su gobierno no prevé mandar tropas a Ucrania, pero advirtió  a Rusia que enfrentaría sanciones severas si agredía a Ucrania. Paralelamente, el Departamento de Estado de EE.UU. afirmó que no habría sorpresas en su respuesta a las garantías que demanda Rusia a la OTANRecientemente Biden aprestó a 8.500 tropas norteamericanas previendo una “agresión rusa”, por su parte la OTAN continuó incrementando el patrullaje a las fronteras rusas en el mar Negro y el Báltico, a la vez que en Lituania. Simultáneamente, más países tomaron nota de la iniciativa estadounidense consistente en el retiro de su personal diplomático de Kiev. Alemania, Reino Unido, Australia y Canadá también han ido  evacuando sus respectivas embajadas. 

En tales circunstancias, el vice vocero del senado de Rusia, expresó que en tanto los países europeos desconecten a Rusia del sistema interbancario de transferencias SWIFT dejarán de recibir gas, petróleo y metales de Moscú. 

Pese a que el Kremlin ha venido negando tener intenciones de lanzar una ofensiva a gran escala contra Ucrania, ha afirmado que pondría en marcha un repliegue cuando la OTAN cumpla con las garantías solicitadas, que incluyen la no incorporación de Ucrania y Georgia a dicha coalición, el retiro de armamento y tropas en los países aliados que ingresaron a la alianza militar después de 1997 (entre ellos Polonia, Hungría, Croacia, Lituania, Letonia, y Estonia), y el compromiso de que las partes firmantes no se consideren adversarias.  

Resuelto a frenar el avance de la OTAN hacia el Este, hace poco el ejército ruso lanzó una nueva serie de ejercicios militares con 6000  hombres, aviones de caza y bombarderos en la península de Crimea, a continuación de lo cual comenzó a producir bombardeos aéreos sobre objetivos militares, ante lo que el Primer Mandatario ucraniano actual, el ex comediante fascistoide Volodímir Zelenski, convocó a sus connacionales a resistir. 

Lxs analistas internacionales más avezadxs en la materia opinan que el mundo no está en condiciones de soportar una conflagración entre potencias como la OTAN y Rusia, cuya supremacía en armamento nuclear podría otorgar al conflicto una escala planetaria. 

Ahora, ante el asedio de Kiev, el Presidente ucraniano se ha visto obligado a aceptar la oferta de su par ruso para parlamentar en Bielorrusia. Dicho diálogo ya tuvo una primera fase. En la medida en que el conflicto se prorroga, cada vez más países europeos van tomando partido contra Rusia. 

Lo cierto es que, a estas horas, si no surge un pronto entendimiento, un conflicto inicialmente fronterizo amenaza peligrosamente con irse de madre, y descoloca al gobierno argentino, cuya errática política internacional por un lado se arrodilla ante Occidente - cuyos valores constitutivos no son los nuestros - y por el otro declara que nuestra geografía bien podría ser la cabecera de playa para que Rusia ingrese a América Latina. Ante semejantes contradicciones, a nivel geopolítico vale la pena no olvidar que, a partir de nuestra derrota en la Guerra de Malvinas, la OTAN, que hoy funge de víctima ante la prensa mundial, ha instalando en esas islas bases misilísticas que apuntan hacia nuestro continente. 

En tanto, la oposición troglodita local continúa interpretando el conflicto en términos de la Guerra Fría, y asimilando - por ende - la figura de Putin al fantasma del comunismo, ideología con la que, según su afiebrado parecer, el Ejecutivo Nacional tendría afinidad. 

 

Como en la dictadura, nuestro programa económico será el del Fondo 

De ser conscientes acerca de las consecuencias socioeconómicas que traerá a las grandes mayorías la decisión que se apresta a tomar el Congreso Nacional en lo referente a nuestro endeudamiento externo, el infierno más temido para lxs argentinxs debería consistir en reparar que para el primer mes de 2022 el salario mínimo debería haber rondado los 128.000 $, según lo dio a conocer la junta interna de lxs trabajadorxs de ATE-INDEC, para un hogar de dos adultos mayores y dos menores. 

Este valor se compone de unos $ 43.452, necesarios para adquirir una Canasta Alimentaria Mínima y de alrededor de $ 85.380 para acceder a otros bienes y servicios básicos. 

Pues nada está más distante de la realidad cotidiana de millones de argentinxs. 

Se espera que, tras la apertura de las sesiones ordinarias, el Ejecutivo envíe un texto que contemplará y anexará todos los detalles del entendimiento con los acreedores internacionales por la deuda de u$s45 mil millones tomada durante la gestión de Mauricio Macri.

En tal sentido, como señalara el periodista Alejandro Bercovich en el portal BAE Negocios, “falta ver bajo qué parámetros puede rehacerse un acuerdo que en el Congreso el oficialismo ya especulaba con tratar entre el 10 y el 11 de marzo, menos de dos semanas antes de su vencimiento. Si las variables del borrador ya no eran para nada alentadoras, ahora deberán revisarse a la baja. Proyectar que el PBI crezca este año un 3,5% y los dos siguientes 2,5%, como preveía ese ‘memo’ en su escenario más conservador, puede pecar de excesivo optimismo si la inflación mundial pega un salto y las tasas de interés potencian un ‘vuelo a la calidad’ que siempre se da en las conflagraciones de alcance global. Dado que Fernández también aceptó fijar el crecimiento anual como tope a la recuperación real anual de los salarios del Estado, la mala noticia va a ser muy tangible para miles de empleados públicos que ya vieron recortados sus ingresos en un 30% desde 2017”. 

El Ministro de Economía ha venido trabajando en torno a dos perspectivas, la de aprobación del Acuerdo y su contraria, dispuesto a comparecer ante el Congreso para evacuar todo tipo de dudas. Hasta ahora, su presentación contempla conseguir un permiso de aprobación de los pagos previstos y dar a conocer el cronograma en que se realizarán. 

A todo esto, y abriendo el paragua para salir al cruce de las consecuencias que traerá el ajustazo en ciernes, en sintonía con alguna iniciativa de los mal llamados “libertarios”, la Presidenta del PRO acaba de impulsar un Movimiento Empresarial Anti Bloqueo (MEAB), destinado a evitar la presión de los sindicatos que, amparados en el uso de sus derechos, hacen valer sus facultades. 

Por su parte, el Ministerio de Desarrollo Social ha manifestado que no habrá más altas para acceder a planes sociales, lo cual ha producido que en el universo de las organizaciones sociales díscolas “tras los muros, sordos ruidos oír se dejan de corceles y de aceros”. 

Tiene sentido. Porque los esfuerzos de la Casa Rosada estarán puestos, de ahora en más, en alinear la política social detrás de dos coordenadas principales. Por un lado, asistir con mayores recursos a la “economía popular”, con el fin de que las cooperativas, donde se organizan lxs trabajadorxs informales, comiencen a generar ingresos propios y dejen de depender paulatinamente del Estado. Y, por el otro, firmar la mayor cantidad de convenios posibles con el sector privado para que, a partir de incentivos impositivos, las empresas se vean tentadas a contratar beneficiarixs del Potenciar Trabajo. La iniciativa, que para unxs cuantxs suena bien, implica recortar la autonomía de los movimientos sociales colocando a sus futurxs destinatarixs al arbitrio de burócratas sindicales como Barrionuevo o Pignanelli, integrantes de una central obrera que - como si esto fuera poco - mantiene su tajante negativa a incorporar orgánicamente en sus filas a lxs trabajadorxs informales nucleadxs en la UTEP. 

Recientemente, dirigentes como Emilio Pérsico (Movimiento Evita) y Esteban “Gringo” Castro (UTEP) se reunieron con sindicalistas y les manifestaron su “preocupación” por la radicalización creciente de muchos militantes que se sienten atraídos por las reivindicaciones de los sectores rebeldes. Ocurre que la conjunción entre la alta inflación y la crisis que desencadenó la emergencia sanitaria no alcanza a ser neutralizada por la asistencia social ni por una leve reactivación económica.  

A ese respecto, como lo expresara con meridiana claridad la editorial del portal El Megáfono titulada “Es el sistema”, “El tan mentado crecimiento económico no es más que abrir la canilla para que el agua de abajo se concentre arriba: cada gota tiene su acreedor. Lo cruel y evidente del presente hace que la necesidad de calmar la sed no sea mendigar goteras, sino tomar la decisión de cortar el chorro”. 

Así, al creciente malestar descripto en la base de la pirámide social, cada vez se suman más indicios de que Argentina se va retrotrayendo a la condición de colonia: Continuidad del bloqueo que impide acceder a Lago Escondido en nuestra Patagonia, auditoría trimestral de nuestra economía a cargo del funcionario fondomonetarista británico Ben Kelmanson, a lo cual se agrega - a 40 años de la Guerra de Malvinas -, en lo que ya constituye una agenda paralela donde se materializa la entrega de recursos naturales a Gran Bretaña, el envío por parte del Gobierno de una misión al Reino Unido concretando reuniones con empresas, inversores y organismos ingleses para la extracción de cobre y de litio, ratificando con dicha iniciativa la perversa idea en boga acerca de que nuestra recuperación depende del extractivismo. 

Ese panorama ahora se ve agravado por el recalentamiento paulatino de la interna en  la coalición gobernante. En línea con el apoyo recibido por el Primer Mandatario el 17 de Noviembre pasado, tras la derrota en las elecciones de medio término, hacia la apertura de la Asamblea Legislativa (cuando los presidentes presentan ante el pleno del Congreso su plan para el año), las mismas agrupaciones convocan a movilizar a la Plaza de los Dos Congresos en apoyo al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, en un momento clave para la Casa Rosada, apuntalando así lo que consideran un entendimiento necesario para la actual administración nacional y su intención de llegar con calma económica al 2023. 

La convocatoria a esa marcha terminó de tomar forma en una reunión entre el Jefe de Gabinete Juan Manzur con los ministros Juan Zabaleta, Gabriel Katopodis y Jorge Ferraresi, todos enrolados en el autopercibido "albertismo", y quienes defienden al Presidente en la tensa interna con el kirchnerismo, ensanchando de tal modo lo que se viene desdibujando como grieta meramente electoral, para ir tomando visos de peligrosa fractura política en el seno de los sectores más castigados de nuestra sociedad. 

 

A 46 años del golpe,

el capital que financió un genocidio goza de buena salud 

“Dicen que ahora viven
en tu mirada.
Sostenlos con tus ojos
con tus palabras.

Que no se pierdan.
Que no se caigan.

No son sólo memoria
son vida abierta
abierta y ancha”.

 

Circe Maia,

poeta uruguaya.

(fragmento de “Otra voz canta”) 

 

La inminente conmemoración del Día Nacional de la Memoria, la Verdad y la Justicia resulta propicia para retomar una práctica bastante caída en desuso: La de ejercer un revisionismo crítico de nuestra Historia. 

A propósito de ello, podría convenirse que Argentina vivió dos fundaciones de distinto signo. La que tuvo lugar durante el Siglo XIX a cargo de la Generación del 80 y la que forjó el peronismo a mediados del Siglo XX. La primera se impuso por la fuerza tras la “Campaña al Desierto” (configurando el país “granero del mundo” al servicio de las élites), la segunda se fue gestando pacíficamente a partir del 17 de octubre de 1945 (consagrando los derechos del pueblo trabajador) 

Respecto a la efeméride que conmemoramos cada 24 de Marzo, cabe reconocer que a nuestra sociedad aún le cuesta admitir el significativo respaldo civil que tuvo la última dictadura. Un estudio altamente recomendable, que echa luz sobre el particular, es el que lleva por título “Los civiles que apoyaron la Dictadura Genocida Oligárquica Imperialista” (76 - 83), publicado el 7 de Septiembre de 2019 por el militante montonero cordobés David Antonio Lanuscou. 

No obstante, dada la dinámica reconfiguración de nuestra sociedad, siempre se impone actualizar el estudio de los grupos económicos de la oligarquía argentina,  tradicionalmente representados por apellidos como Blaquier, Pérez Companc, Bulgheroni, Menéndez Behety, o Zorreguieta. Porque, si algún capítulo de la tragedia nacional sigue pendiente, es construir el NUNCA MÁS de los que ayer sponsorearon un  genocidio represivo y hoy perpetran un genocidio social. 

En consecuencia, conviene no pasar por alto que la vieja oligarquía pastoril desapareció en medio de la mayor transferencia de tierras desde aquella “Campaña al Desierto”, para dar lugar en su mismo nicho histórico a una nueva clase empresarial, no ya patricia como la Sociedad Rural Argentina, sino de recientes orígenes inmigratorios. 

Sin ir más lejos, se debe tomar nota del reciente crecimiento económico exponencial de algunos desencantados de la Revolución como Gustavo Grobocopatel o Hugo Sigman, exponentes respectivamente de la Patria Sojera y de la promoción - en un contexto de zoonosis - de megafactorías porcinas para exportar dicha carne a China. 

Si “para muestra basta un botón”, digamos que el “encanto” de este último radica en su “exterioridad interna” al capitalismo farmacéutico: formado como psiquiatra en Argentina, progresista de pasado comunista - como el primero -, amante del arte y la intelectualidad, comenzó su carrera empresarial en Europa y nunca deja de definirse como alguien ajeno a un mundo de los negocios que, por otra parte, maneja con maestría, aprovechando los vacíos legales de la industria farmacológica, tejiendo alianzas con el Estado, y rentabilizando de una u otra manera sus variados mecenazgos.

Por otra parte, y dado que no hay acuerdo posible con el Fondo que no suponga un ajuste fiscal, y no hay posibilidad de llevar a cabo esto último sin echar mano a prácticas represivas, hoy más que nunca la reivindicación de lxs 30.000 compañerxs detenidxs - desaparecidxs no moverá el amperímetro de la conciencia colectiva en tanto no incluya la legitimación del derecho del pueblo a rebelarse contra un régimen de facto, prescripto en el Artículo 21 de la Constitución Nacional (“Todo ciudadano argentino está obligado a armarse en defensa de la Patria y de esta Constitución”), ya que la confrontación político-militar vivida en nuestro país hacia los años 70 fue la expresión más radical de la lucha de clases. 

Por tanto, antes de enumerar errores o desviaciones cometidas desde el campo popular, corresponde reconocer el imperativo de resistir por todos los medios contra una dictadura, toda vez que el dilema nacional de esos años no puede reducirse a una mera contabilización de los muertos correspondientes a lxs antagonistas de proyecto histórico que confrontaron entonces, se trate de Aramburu o de Walsh, sino al enfrentamiento irreconciliable entre dos proyectos, el  del Imperio y el de la Nación. 

Queda pues en manos de las organizaciones políticas, sociales, y humanitarias del campo popular, en todo caso, continuar librando la batalla por recuperar definitivamente el mejor legado de lucha de la generación más altruista de nuestra Historia: Su intransigencia ante el capitalismo y su fe en un futuro mejor. 

Para ir concluyendo, consignemos que otra asignatura pendiente en referencia al tema en cuestión consiste en dimensionar las secuelas de la destrucción nacional más allá de su materialidad, reparando a su vez en cómo ha impactado esta sobre la subjetividad de una sociedad escarmentada, por ejemplo en cuanto a la descapitalización de experiencia popular (repliegue del pensamiento estratégico, erosión del sentido de solidaridad, impuntualidad en las reuniones militantes, ausencia de rendición de cuentas sobre las decisiones adoptadas, falta de acordonamiento de columnas durante las marchas para evitar el acceso de “los desconocidos de siempre” a las propias filas, etc.) 

Constituye un lugar común corear que “todo está guardado en la memoria”. Pero de nada sirve la memoria si no se la estimula y pone en acto. 

En estas horas, una vieja disyuntiva planta cara ante una nueva generación de argentinxs: Patria o Colonia. 

Quien se sienta ajenx a tomar partido cargará con amargas consecuencias.-

 

JORGE FALCONE

1 comentario:

  1. Jorge, el libro de David Antonio Lanuscou “Los civiles que apoyaron la Dictadura Genocida Oligárquica Imperialista” (76 - 83) que mencionás en la nota, debe estar censurado en google porque no se encuentran referencias que permitan acceder a él.
    Me había salteado esta nota. Acuerdo con el tono y el contenido.

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