¿CRISIS Y
OPORTUNIDAD?
NO HAY “ENEMIGO INVISIBLE”:
SIEMPRE HA SIDO EL CAPITALISMO
“¿Es este el
final? El final del capitalismo, sí. El final del mundo, no. Lo hemos visto dos
veces en los últimos 2.000 años. Entre los siglos IV y VI, cuando el viejo orden
murió y se produjo el feudalismo, y los siglos XVI y XVII con el fin del
feudalismo y el nacimiento del capitalismo. Tendremos que inventar un nuevo
modelo económico. Hoy no existe. Es por eso todo lo que se habla sobre un Nuevo
Yalta / Nuevo Bretton Woods. El mundo financiero posliberal está a punto de
nacer”.
Daniel
Estulin,
escritor, investigador y
orador ruso.
“La pandemia actual del coronavirus representa una
oportunidad única para que repensemos nuestro modo de habitar la Casa Común, la
forma como producimos, consumimos y nos relacionamos con la naturaleza. Ha
llegado la hora de cuestionar
las virtudes del orden capitalista: la acumulación ilimitada,
la competición, el individualismo, el consumismo, el despilfarro, la
indiferencia frente a la miseria de millones de personas, la reducción del
Estado y la exaltación del lema de Wall Street: “greed is good” (la avaricia es
buena). Todo esto se ha puesto en jaque ahora. Aquello ya no puede continuar”.
Leonardo
Boff,
teólogo, ex-sacerdote franciscano, filósofo, escritor,
profesor y ecologista brasileño.
Como era de
prever, una emergencia sanitaria originada en el Norte Global está haciendo
estragos aquí en el Sur, producto de años de desindustrialización, re
primarización de la economía, y depredación - entre otras áreas - de la salud pública. Así, el impacto de la
pandemia en estas costas es tramitado desde las lógicas feroces del capitalismo
periférico: El Ejército ofrece concentrar (me tomé tiempo para elegir ese
verbo) en Campo de Mayo a lxs condenadxs de la tierra, y la policía “baila”
como si fueran “colimbas” a los sospechosos de infringir la cuarentena… que muy
probablemente sólo sean cuentapropistas en procura de no morirse de hambre.
La emergencia
pone en evidencia los contrastes de una sociedad desigual. Mientras en los barrios
pudientes se canta de balcón a balcón, en los barrios carenciados se producen
interminables colas a la puerta de los supermercados. Los medios hegemónicos
promueven el ideal de guardar distancia interpersonal aún bajo el mismo techo…
cuando sobra gente que no tiene un techo. Simultáneamente, buena parte de la
población sostiene sus vínculos a través de la red de redes, a merced del Big
Data, en tanto otrxs muchxs cargan con la exigencia de seguir sosteniendo
cadenas de producción en forma presencial. Y, en su versión más descarnada,
algunos empresarios hasta se atreven a cesantear trabajadores desoyendo las
advertencias del gobierno.
A esta altura de los hechos, cabría decir que
el salvajismo del capital contribuyó con empeño a que el COVID - 19 encontrara
a gran parte de la humanidad inmuno deprimida.
Pero la crisis
es tan disruptiva que agotó las herramientas para que los popes de las finanzas
apliquen el manual acostumbrado. En el Antropoceno, Natura mata Excel, como ocurrió otras veces.
Desde el pensamiento crítico, numerosxs
analistas se interrogan si murió la economía y, en tal caso, si en este contexto
tiene sentido la plusvalía. La respuesta del Norte Global es previsible: El
dinero es más importante que las personas (ahí están Donald Trump recomendando a los trabajadores de su país que vuelvan
a ocupar sus puestos, y Jair Bolsonaro cacareando
que “Brasil no puede parar”, mientras
el virus hace estragos entre sus connacionales) La lógica del capital acarrea
consecuencias nefastas.
En estos días en algunos estados
norteamericanos se produjeron largas filas de gente dispuesta a conseguir armas.
Consultadxs por la prensa, el primer motivo que mencionaron
fue la protección de su hogar cuando se acaben los alimentos. "Si caen las instituciones financieras y la
gente pierde su trabajo hay que estar protegido. La situación no tiene
precedentes y no seré yo el que no esté preparado", declaró un
ciudadano de Arlington, Virginia, mientras esperaba turno para comprar su
rifle.
La Organización
Internacional del Trabajo prevé un aumento en los índices de pobreza, desempleo
y subempleo como impacto de la pandemia, y señala que 25 millones de personas
podrían perder sus trabajos, superando las cifras de la crisis financiera del
2008-2009, que significó un incremento de 22% de desempleados. El impacto será
devastador para los trabajadores que ya se encuentran o están cerca del umbral
de pobreza.
La crisis sanitaria está
demostrando que solo a través de la medicina pública pueden priorizarse y volcarse los
máximos recursos a los que pueda acceder la sociedad. Ante un objetivo
tan urgente como el de garantizar la salud, el fin y las
prioridades no pueden ser el lucro privado sino la atención de los
enfermos y la superación de la epidemia. No se trata de un negocio, se
trata de la vida misma.
Según
la periodista canadiense Naomi Klein,
la “doctrina del shock” es la estrategia política que consiste en emplear las
crisis a gran escala para hacer avanzar políticas que profundicen
sistemáticamente las desigualdades, enriqueciendo a las élites y debilitando a los
demás. En tiempos de crisis la gente tiende a concentrarse en las urgencias
cotidianas para sobrevivir como sea y a esperarlo todo de quienes detentan el
poder. Contextos semejantes facilitan que los sectores sociales más sumergidos piensen
con una lógica subsidiaria.
A simple vista, todo indica
que deberíamos ir abandonando la idea de volver a “la normalidad”, a “lo de
antes”, porque lo de antes ya no existe. Hemos descubierto que ante una crisis
de estas dimensiones lo que funciona es lo público, pese a que lo público fue y
es denostado día a día por la maquinaria de (des)información. Hemos aprendido
de golpe que un servicio no es un negocio sometido a “las reglas del mercado”,
argumento que solo sirve para que se aplique la ley de la selva.
El 18 de Octubre pasado tuvo lugar en New
York la conferencia “Event 201”, en la que se anunció a la élite mundial lo que
se venía, e inclusive se presentó con un simulacro de pandemia el ahora famoso
mapa de la Fundación Johns Hopkins que actualmente muestra la expansión del
COVID -19 en todo el planeta.
Entre los
participantes estuvieron Ryan Morhard, asesor en materia de salud y economía
del Foro Económico Mundial; Chris
Elias, presidente de la División de Desarrollo Global de la Fundación Bill y Melinda Gates; Tim
Evans, ex director de salud del Banco Mundial; Avril Haines, ex
subdirector de la CIA, Sofía Borges,
en representación de Naciones Unidas; Stanley Bergman, presidente
de la Junta y CEO de Henry Schein (un distribuidor mundial de
suministros médicos y dentales, incluidas vacunas, productos farmacéuticos,
servicios financieros y equipos); Paul Stoffels, Director Científico de Johnson
& Johnson; Matthew Harrington, Director de Operaciones Global de Edelman (una
de las firmas de consultoría de marketing y relaciones públicas más grandes del
mundo); Martin Knuchel, Jefe de Gestión de Crisis, Emergencias y Continuidad de
Negocios de Lufthansa; Eduardo Martínez, presidente de la Fundación
UPS; Hasti Taghi, Vicepresidente y Asesor Ejecutivo de la cadena norteamericana NBC o
Lavan Thiru, Representante Jefe de la Autoridad Monetaria de Singapur.
Según The
Guardian, treinta días después del ejercicio de simulación que generó dicho
cónclave, el 17 de noviembre de 2019, habría aparecido el primer caso
documentado del COVID-19, y el 11 de marzo de 2020 este fue declarado pandemia
por la OMS, que tiene entre sus principales financistas a la Fundación Gates,
patrocinadora de aquel evento.
El plan de la Plataforma de Acción COVID-19 del Foro Económico
Mundial y la OMS incluye la recaudación de aproximadamente 12 mil millones de
dólares para crear y distribuir una vacuna contra el coronavirus,
incluyendo en el grupo de trabajo a corporaciones como Volkswagen, Bank of
America y Deloitte.
Para “unir a la comunidad global”, el grupo
de trabajo “empoderará a los líderes nacionales y reforzará las llamadas a la
solidaridad, incluso mediante la movilización de referentes juveniles
mundiales, embajadores de los medios de comunicación y de la sociedad civil”. Y
el último enfoque es “movilizar la cooperación y el apoyo
empresarial para la respuesta al COVID-19: aprovechar los grandes datos y la
inteligencia artificial para mitigar el impacto y mejorar la toma de decisiones”.
En síntesis, existió quien instruyó la idea de una pandemia mundial, quien la
ejecutó y quien vio una oportunidad. Probablemente fueran las mismas personas.
Algunos todavía dudan de China, pero esta ya
dio muestras de que el ataque comenzó ese mismo día a manos del ejército
estadounidense en Wuhan, y el Gigante Asiático produjo su contragolpe desde lo
financiero y geopolítico junto a Rusia, tumbando el precio del petróleo y
utilizando el temblor financiero en su favor.
No es exagerado considerar que padecemos una
Tercera Guerra Mundial de carácter no convencional, y que el COVID-19 es un arma biológica
mortífera pero no apocalíptica, su fin
es generar las condiciones para el control social mundial pero colateralmente también
para el fin de la hegemonía de EEUU y Europa.
Aún no está dicha la última palabra al
respecto, pero va quedando cada vez más claro que la desunión de lxs de abajo beneficia a los de arriba, y que la única
alternativa capaz de sortear una pandemia que puso al mundo en penitencia es la solidaridad global. Afortunadamente,
ejemplos abundan y todo el mundo sabe cuáles son. Es de esperar que el tiempo
que dure la cuarentena también se capitalice como escenario didáctico, capaz de
enseñarle a los pueblos cuán otro podría ser nuestro mundo gestionado desde una
ética del cuidado.
Por último, no cabría pasar
por alto que en la superestructura gubernamental de nuestro país se libra una
disputa en torno a la cuestión del reparto de alimentos durante la emergencia
sanitaria, en la que la idea de canalizarlo directamente a través de cada
municipio confronta con la de hacerlo exclusivamente desde las fuerzas de
seguridad y el Ejército. La coincidencia entre ambas posturas consiste en
marginar de las decisiones a las numerosas organizaciones sociales que
mantienen una perspectiva crítica respecto del Ejecutivo.
Ojalá en todas las partes
prime la cordura, y un justo dimensionamiento de la emergencia, porque - aunque
urja establecer un cordón sanitario en torno al virus - aún hay muchas más víctimas del hambre que de
la enfermedad. Y cuando el hambre toca a la puerta de los hogares humildes, no
hay distanciamiento social ni retén que detenga la bronca popular: Los
desbordes que se vienen produciendo en Guayaquil (Ecuador) o en el sur
empobrecido de Italia deben ser interpretados como un espejo que adelanta.-
JORGE FALCONE
Fuentes de consulta:
Nota del autor: Hasta aquí
nuestro análisis político regular; en adelante, un mero ensayo literario - del que bien se puede
prescindir - para sentirse más acompañadx mientras dure la cuarentena.
Anexo
NOSTALGIAS
DE LA “NORMALIDAD”:
DIARIO
DE UN INTENTO
DE SUPERVIVENCIA AL CORONAVIRUS
“Somos capaces de una conducta insensata y
demente; a partir de ahora se puede temer todo, realmente todo, inclusive la
aniquilación de la raza humana; sería el precio justo de nuestras locuras y
crueldades”.
Théodore Monod,
naturalista
contemporáneo,
“Y si la aventura humana fallase” (París,
Grasset 2000, p. 246)
Viernes 20/3
Como a tantxs
compatriotas, la ficha nos fue cayendo despacito. A mí me ayudó mucho a
interpretar la situación la ocurrencia del compañero Carlos Aznárez, que tuvo a bien comparar nuestra cuarentena con
la de Juan Salvo, El Eternauta. Primero fue la perplejidad ante el nuevo
escenario, luego la curiosidad por indagar en la naturaleza del agente
contaminante, y por último la disposición de acatar las instrucciones de la
cartera de salud.
Adulto mayor -
y, por ende, población de riesgo -, me recluí la misma tarde en que se
recomendó abandonar los espacios públicos. Ese mismo día mantuve un
accidentado intercambio con compañeros de militancia tan desacostumbrados
como yo a vincularse por Skype a través de un ordenador.
En la víspera, la hija de mi esposa, que nos venía acompañando, debió
volver a casa de su padre - donde reside provisoriamente - hasta mudarse al
departamento que acaba de alquilar, y que quién sabe por cuánto tiempo no
podrá ocupar. A partir de entonces, mi único contacto directo es con mi
esposa y con nuestra perrita.
La última vez que me expuse fue hace una semana, viajando en tren con
un calor bochornoso a la localidad de Tigre para fallar en un concurso de
Videos por la Memoria. En dicha ocasión toqué pasamanos y barandales, mantuve
contacto directo con terceros, y compartí una ronda de mate. Culminando la
semana entrante comprobaré si soy portador asintomático o si la suerte estuvo
de mi parte.
De momento, hago mandados en un circuito de dos o tres cuadras a la
redonda. No creo que por mucho tiempo: La paranoia del vecindario ya condujo
a denunciar a un vecino que llegó de España y circuló por el barrio sin tomar
recaudo alguno. La prédica mediática convierte a lxs adultxs mayores en un
peligro ambulante, y parece faltar poco para llegar a una situación digna del
“Diario de la Guerra del Cerdo”, de Adolfo
Bioy Casares.
En consecuencia, hubo que fijar reglas y adoptar un protocolo hogareño
más estricto, delegando en el habitante más joven de la casa - en este caso,
mi esposa - el contacto con el exterior, lo que me obligó a compartirle el
PIN de mi tarjeta de débito. Debo confesar que, hasta que vuelve de sus
excursiones de aprovisionamiento, que acordamos encarar una vez por semana,
sufro más que lxs protagonistas de las incontables distopías apocalípticas
que viene produciendo Hollywwod de un tiempo a esta parte. Cuando regresa me
relajo, y es entonces que ponemos en práctica todos los recursos de
desinfección posible antes de su ingreso al hogar.
No es un hecho menor que la emergencia nos encuentre con un acumulado
de alrededor de un centenar y medio de películas de género diverso bajadas de
internet. Dejo constancia de que aún no pagamos el servicio del mes, pero
parecería que algunos proveedores se cuidan al extremo de cortar suministros
elementales para la supervivencia y comunicación en situación tan atípica,
digna de Robinson Crusoe.
Sábado 21/3
Primera misión de aprovisionamiento de mi esposa a bordo de su bici,
manteniendo el distanciamiento social y guardando todos los recaudos para
ingreso al hogar.
Las redes sociales rebalsan de mensajes a cual más alarmista, chistes
de mal gusto, e “informes” de dudoso origen que recomiendan absurdos métodos
para burlar al flagelo en expansión: No bien llegan se borran
automáticamente.
Seguimos militando, aunque en forma no presencial. Nos logueamos en la
aplicación Zoom Meetings y conseguimos entendernos con más facilidad,
sorteando el incómodo delay del
Skype. Nos pesa atravesar una fecha tan cara como el Día Nacional de la
Memoria sin abrazarnos en la Plaza de Tod@s.
El vecino con que compartimos la Nochebuena propone devolvernos los tuppers que quedaron en su casa. No va
a reconocerlo nunca porque es un duro… pero lo que precisa es ver un rostro
amigo. Y concretamos el trámite a distancia, desinfectando también la bolsa
de nylon en la que devuelve esas
vituallas.
En el grupo de watsapp
Vecinos en Alerta circula el comentario de que anoche en las inmediaciones se
celebró una fiesta, e intentaron denunciarlo sin suerte a través de los
números telefónicos difundidos a tal efecto. En las grandes crisis aflora lo
más mezquino y lo más altruista de la condición humana.
Domingo 22/3
Mi hija mayor, que sometió su cuerpo a toda clase de tratamientos de
fertilización asistida, y al cabo de ocho años dio a luz una preciosa beba,
nos da los Buenos Días enviando por watsapp
un video de Aurora, cuyo nombre - según la Real Academia Española -
significa:
1.
1.
Luz sonrosada que aparece en el
oriente inmediatamente antes de la salida del sol.
2.
2.
Principio o primeros tiempos de una
cosa.
Imposible no desear con fervor, aún
sin expresarlo, que esa pequeña herede un mundo más habitable que el que nos
toca, ahora que la desaceleración de la economía global viene clareando
cielos y cauces de agua, y apiadándose de numerosas especies vivas.
La familia más humilde de la cuadra
no acusa recibo de la dimensión de la pandemia. Como todos los domingos,
reúne a varias generaciones de parientes, mantiene niños jugando en la puerta
de casa, y aporta una algarabía que rasga el silencio sepulcral reinante en
el barrio. Habilita a interrogarse cómo superarán este trance quienes sobreviven
con algún rebusque.
Como contracara de ello, vecino
dicharachero comparte - nuevamente por watsapp
- imagen panorámica atiborrada de personajes (al estilo de Buscando a Wally),
y propone deducir a qué bandas de rock corresponde cada ilustración. El
pasatiempo nos da la oportunidad de sentir que atravesamos la tarde “en
compañía”.
Siguiendo la lógica de crisis y
oportunidad, nos preguntamos si ante la emergencia el gobierno nacional
optará por decretar el Estado de Sitio para poner en caja a lxs numerosxs
infractores/as a la cuarentena que aún minimizan este drama, o apelará a las incontables
organizaciones sociales que lo apoyan para organizar una red comunitaria que evite el riesgo de que se
cometan abusos de poder.
A los ojos de numerosxs analistas,
el escenario generado por el COVID - 19, también permite barajar la
posibilidad de exigir la condonación de la deuda que padece el mundo
periférico. Pero aún se ignora cómo procederá al respecto el Norte Global,
principal portador del virus que nos mantiene presos en nuestros domicilios.
Lunes 23/3
El infierno más temido: Amanecimos sin energía eléctrica. Hoy la
globalización es un celular cargado. Preferible no pensar en que esta
situación se prolongue. Viviendo en la zona menos cool de City Bell, sólo contamos con agua de pozo, y su reserva
nunca dura más de un día, caso en el cual el hogar se torna inhabitable, con
el riesgo que en estas horas conlleva buscar hospedaje en casa ajena.
Información fiable augura que, para no colapsar el sistema sanitario -
falto de recursos por años de demolición neoliberal - la cuarentena bien
podría llegar hasta el verano. Si nuestrxs antepasadxs sobrevivieron a otras
crisis con recursos mucho menos sofisticados, prevaleceremos a la antigua.
Juego con mi nieto de tres años por videowatsapp, y su sorprendente adaptación al medio me ayuda a extrañarlo menos. Como para gran parte de la infancia actual, sus personajes predilectos son los zombis. Afortunadamente, está lejos de asimilar el presente a la serie The Walking Dead. Pero su abuelo no consigue evitarlo. Se torna inexorable entonces recordar cuando tomaba un seminario intensivo para guionar series de TV con la productora Underground, de Sebastián Ortega, y el docente a cargo - Jorge Maestro - consultó a lxs inscriptxs acerca de qué serie preferían. Todxs aludieron a producciones serias, como The Crown, Orange is the New Black, o Peaky Blinders. Yo me hice cargo de la que se ocupa del más popular apocalipsis zombi. Siendo el mayor de la clase, todo el mundo se volteó a mirarme y un atronador silencio inundó la sala. Tal vez la vergüenza me impidió aclarar que en mi saga predilecta los muertos vivos constituyen un recurso absolutamente irrelevante, utilizado como pretexto para experimentar cuánto podría prolongarse el apego a una conducta civilizada en un contexto de crisis humanitaria extrema. George A. Romero, padre de esas criaturas, declaró que para él siempre constituyeron la metáfora de lxs condenadxs de la tierra. Ojalá su visionario aporte a la cultura popular no tome cuerpo en el contexto que atravesamos, si las fuerzas de seguridad reciben carta blanca para perseguir y verduguear a posibles infractores/as de la cuarentena condenados a incumplirla para ganarse el pan.
Martes 24/3
Jabón, alcohol, lavandina… cada vez desinfectamos más cosas. Para que
no decaiga, nos organizamos como lxs presxs: Poner el despertador a las 8 AM,
mantener una rutina gimnástica liviana, comunicarnos con la familia en lo
posible viéndonos las caras.
El caudal informativo sobre la pandemia continúa hipotetizando
conspirativamente sobre su posible origen, pero cuesta mucho en cambio dar
con información científica veraz que contribuya a confirmar o no si nuestra
vida nunca más se parecerá a lo que antes era.
Mentiría si no confesara que, en mis momentos más oscuros, me he
imaginado en la sala de guardia de un hospital público falto de recursos,
dispuesto a aceptar estoicamente que el único respirador en danza se invierta
en salvar la vida de alguien con la edad de mis hijxs. Pienso que en estos
casos una formación religiosa o militante puede ayudarnos a asumir con
sensatez una suerte adversa. Desde luego que, a quien no carga con la
experiencia de haber estado cuanto menos dispuesto a guardar silencio ante la
tortura para salvar a sus compañerxs, le resultará mucho más difícil
compartir tal decisión ante semejante disyuntiva.
Miércoles 25/3
Hoy se me ha hecho inevitable evocar los buenos momentos compartidos
en familia, como si se tratara de sucesos ocurridos en un pasado remoto.
¿Cuánto hace que celebramos juntos la Nochebuena, festivamente como elegía mi
madre?
Dijo algún sabio que “lo pequeño
se hace grande cuando lo grande no existe”. A la luz de dicha sentencia, cómo
no felicitarnos de haber visitado el mar con enorme sacrificio económico,
aunque en un balneario modesto y en pleno mes de marzo.
La costa atlántica nos perteneció durante un breve lapso de existencia
del tamaño de la dicha. Salvados de una rutina circular y barriendo bajo la
alfombra todas las deudas, fuimos jóvenes y bellos una vez más.
Hace mucho menos aún que celebré durante cuatro horas el cumpleaños de
un dinosaurio de mi nieto. En su habitación, no a través de ninguna pantalla,
grande o pequeña. ¿Cómo será la vida que nos espera, si salimos airosos de
este trance, y somos capaces de volver sobre nuestros pasos hasta la
projimidad que practicaba el cristianismo primitivo?
Hoy la mujer que amo me contó que, mientras mateaba en el porsche inundada
de silencio, escuchó el mugido remoto de una vaca.
Jueves 26/3
Contestes de que, según todas las fuentes confiables, la cuarentena va
para muy largo, tutorial mediante hemos regularizado una sencilla rutina
gimnástica para tonificar músculos y mantener cierta elasticidad. Al cabo el
ser humano es una criatura trágica, consciente de su finitud y soledad en el
universo conocido, que requiere de ciertas convenciones para mantener la
cordura, de ahí que la medida de un día equivalga a un giro de la tierra
sobre su eje imaginario, y cosas por el estilo.
Hoy me dio por pensar en las luces y sombras de la nueva longevidad. Por
una parte, la innovación tecnológica en materia de salud permite que cada vez
más adultos mayores arrime al siglo de edad; por otra, el sistema inhumano en
que vivimos hace que funcionarios como Christine
Lagarde - ex directora del FMI - sostenga que cada vez hay más viejos y
resulta oneroso ocuparse de ellxs, y que neandertales como Dan Patrick - vice gobernador de
Texas - declare que “los abuelos
deberían sacrificarse y dejarse morir para salvar la economía en bien de sus
nietos y no paralizar el país”. Esa era la suerte que corría, motu proprio, el personaje encarnado
por Edward G. Robinson en el filme
“Soylent Green”, traducido al español como “Cuando el futuro nos alcance”,
distopía dirigida por Richard Fleischer,
donde en una megalópolis superpoblada rige la eutanasia voluntaria para lxs
ancianxs que se consideren un lastre para los suyos.
Entiendo que, si los países periféricos no se adaptan velozmente - y
en la medida de sus posibilidades - a esta circunstancia inédita,
evidentemente se convertirá en una suerte de reseteo global que descartará
enormes contingentes de gente vulnerable.
Mañana se cumple una quincena desde la última vez que me expuse. Si
soy un portador asintomático, el virus debería hacerse notar.
Viernes 27/3 |
Afortunadamente, no tengo fiebre, ni tos
seca, ni dolor de pecho… pero he escuchado a médicos decir que la incubación
del virus dura entre 15 y 27 días, de manera que “seguimos participando”.
Conteste de mi vulnerabilidad ante el virus,
consideré justo que, aún así, en las salidas de casa no se exponga exclusivamente
mi esposa. Y me di a la tarea de conseguir efectivo, ya que - como es sabido -
en las proveedurías de barrio no hay posnet y todo se abona cash.
Hacía una quincena pues que no me aventuraba
tan lejos del hogar, y hacerlo me sirvió para modular la paranoia que tanto
promueven las redes sociales. Recordé entonces que, en uno de los libros de la
saga soviética de Alexander Beck
(“Los hombres de Panfilov en la primera línea”), el jefe de la tropa - Baurdjan
Momish Ulí - exhortaba a los miembros del Ejército Rojo a emboscar al enemigo
la noche previa al ataque previsto, a los efectos de perderle el miedo,
constatando que aquel sangra igual que la fuerza propia. El día anterior a mi
reingreso al país al cabo de un breve lapso de instrucción para combatir a la
dictadura, atento a aquel ejemplo, hice lo propio: Crucé la frontera yendo de
compras, y constaté que los controles militares no eran tan estrictos como
creíamos. Evoco aquellas circunstancias porque mi periplo de esta jornada me
permitió advertir que mucha gente no ha dejado de circular, ya con el propósito
de aprovisionarse, ya con el de hacer interminables colas frente a los cajeros
automáticos guardando los dos metros aconsejados entre persona y persona. En
este momento carece de toda originalidad comparar los paisajes que impone la
pandemia con los de las más alarmantes escenarios profetizados por la ciencia
ficción (calles vacías, afiches de eventos clausurados por la cuarentena,
algunos barbijos y guantes de látex), pero igualmente colijo que tardaremos en
asumir que aquel mundo en que vivíamos ya nunca volverá a ser el mismo.
Por lo pronto, estimo que el gobierno debería
ensanchar su perspectiva revisando decisiones fallidas como depositar el pago a
jubiladxs, pensionadxs, y beneficiarixs de AUH u otros planes en la misma fecha,
porque medidas como esa han expuesto notablemente a sectores de la población
sumamente vulnerables. Si se continúa contemplando la realidad por el ojo de la
cerradura por donde nos permiten asomarnos los medios hegemónicos, sólo veremos
aplausos al personal sanitario y coros solidarios brindándose ánimo desde los
balcones de las clases pudientes.
Sábado
28/3
Estamos desarrollando la inventiva para
realizar en casa tareas que antes realizábamos afuera. Hoy mi esposa me cortó
el cabello ciñéndose ajustadamente a mi encargo. Mientras lo hacía, tuve tiempo
para recordar la peluquería de infancia a la que me llevaba mi padre. La
memoria me la devuelve como a la escena de un tango. Todos allí eran viejos, y
muy especialmente Don Méndez, el fígaro que nos atendía. A la luz del Siglo
XXI, aquellos fomentos realizados a toalla tibia sobre el rostro sólo pueden
ser evocados en blanco y negro. Pero la imagen más fuerte que el trance
descripto me permitió recuperar fue el juego con el que me entretenía, bajando
la vista para leer una y otra vez, del derecho y del revés, la marca de aquel
cómodo sillón giratorio, grabada en su apoyapiés de hierro forjado: California
/ Ainrofilac. Así como El Ciudadano Kane de Orson Welles atesoraba como recuerdo de infancia la palabra Rosebud
(nombre que le diera a su primer trineo), y el cineasta interpretado por Marcello Mastroianni en Fellini 8 y ½ rememoraba cuando de niño
era bañado por su madre mientras repetía
como un mantra el silabeo “asa nisi masa” (ánima, en una suerte de jeringoso),
el recuerdo de aquel entretenimiento me quitó por un instante más de medio
siglo de encima.
Domingo
29/3
El segundo domingo bajo la cuarentena torna
inevitable recordar las convocatorias familiares plenarias, ya para celebrar
alguna efeméride, aniversario, o bien por el sólo gusto de llevar a cabo ese
encuentro que permite constatar el bienestar de lxs propixs. Porque es así: Lxs
humanxs somos ritualistas. Para esperar al/la nuevx con el ajuar en
condiciones, para pasar revista a aquellxs sin cuya cercanía vivir carece de
sentido, y para cafetear la noche entera comprobando que el ser querido nunca
volverá a moverse.
Imposible dejar de reparar en cuánto
gratificaba la modesta costumbre de compartir un choripán bajo la arboleda en
una parrillita rutera. Equivalía, sin ir más lejos, a ratificarse humano y no
engranaje. A dar el “presente” a la vida. A decirse “sigo aquí, y no me rindo”.
Lunes
30/3
Hoy me alentaron a publicar este diario. No
estaba seguro de hacerlo. Porque para uno, en las actuales condiciones, puede
ser catártico y hasta formar parte de una rutina productiva. Pero, aunque se le
busque una cierta universalidad, nunca dejará de ser un texto autorreferencial.
Y alguna vez ha cantado Silvio Rodríguez: “Yo
sé que a nadie / le interesa / lo de otra gente / y su tristeza”.
Paradojas del capitalismo periférico: Nos
estamos cuidando al extremo del COVID - 19… pero vivimos en una zona semi
rural, el pasto aún crece con fuerza, no tenemos cortadora de césped, y el
dengue también acecha. En un barrio castigado por robos frecuentes, acaso no hayamos
desatinado demasiado en cifrar la seguridad de nuestro domicilio en forjar una
estrecha relación con el vecindario - cualquiera fuera su extracción social -
en vez de pertrecharnos en una armería. Así, bien puede uno agenciarse al menos
una bordeadora a través del alambrado lindero. En la emergencia pues, se
cosecha lo sembrado.
Me apresto a encarar on line la segunda reunión militante del día, en procura de intercambiar criterios para sobrellevar la
situación en las zonas más precarizadas del conurbano bonaerense, cuando
comienzan a llegarme por watsapp videos
sobre saqueos a supermercados en la localidad de Pergamino. La peor pandemia es
el hambre, porque no se ciñe a ninguna cuarentena.
Martes
31/3
La dramática originalidad y el vertiginoso
ritmo de los acontecimientos que venimos protagonizando han contribuido a
alterar la lógica con que venía administrando mi blog personal, consistente en
publicar un editorial de análisis mensual. Habitualmente, durante la primera
mitad del mes acostumbraba a puntear los tópicos que me resultaba relevante
considerar, a los efectos de ir armando el esqueleto de lo que habría de ser el
texto final. Pero de un tiempo a esta parte todo lo ensayado me resulta
prontamente perecedero. Siento que hasta la prospectiva más audaz que sea capaz
de arriesgar mi modesto intelecto caduca de inmediato. Y hete aquí que tal
fenómeno me viene llevando a postear varias veces al mes con el fin de
convidarle al puñado de interesadxs que me lee la más fresca de mis conjeturas.
No es ninguna novedad: En el Siglo XXI la vida transcurre en cámara rápida, y
quien no se adapta queda en el camino.
1/4
A primera hora del día, lxs enfermxs de COVID
- 19 en Argentina son 1.057 y lxs muertxs 27.
Nuestra tercera expedición desde que comenzó
la cuarentena estaba prevista para hoy, pero el pronóstico de tormentas impide
que mi esposa cobre y retire efectivo por cajero, en tanto acostumbra
trasladarse en bicicleta y el clima lo complicaría notablemente.
Algunxs infectólogxs aventuran que el lunes
13 de este mes podría comenzar a levantarse gradualmente la cuarentena, no necesariamente
para la población de riesgo. Ojalá así sea, tarden lo que tarden en volver,
echamos de menos los abrazos.-
¿Continuará…?
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