La pandemia como
lección
de que este podría ser un planeta habitable
EL CAPITALISMO
O LA VIDA
“La pandemia dejará más empobrecimiento de la población
trabajadora; más desconocimiento de sus derechos sociales, laborales,
sindicales, donde los hubiere; más conflictividad de clase; aumento de las
tasas de desempleo; persistencia y crecimiento del trabajo ‘en negro’;
informalidad laboral. En síntesis la explotación del trabajador se agudizará,
sus niveles de ingreso y de vida se reducirán. Es posible augurar entonces,
ante este probable agravamiento la resistencia de las poblaciones, explosiones
populares, rebeliones, etc. Dura realidad; dura lucha”.
Fernando Hugo Azcurra,
economista argentino.
Si la humanidad está dispuesta, por una vez
en la Historia una pandemia de dimensiones bíblicas nos permitirá reemplazar la
tradicional procesión de Semana Santa por un acto de recogimiento global capaz
de ganarnos perspectiva crítica sobre el sistema-mundo en que hemos estado
inmersos hasta ahora, concluyendo que el Che
no exageraba un ápice cuando afirmaba que “para
que la humanidad pueda vivir, el capitalismo debe morir”.
Entonces, echando una mirada a vuelo de
pájaro, el/la observador/a atent@ advertirá ciertas postales que dan cuenta del
fin de UN mundo:
A estas horas, la Europa que alguna vez se
erigió en epicentro de la cultura universal bloqueándole a occidente el
conocimiento de la sabiduría oriental, habilita hoteles para refugiar a lxs numerosxs
sin techo que pueblan sus calles.
Sin ir más lejos, ahí están el Primer
Ministro británico - abanderado del Brexit y el ajuste - convaleciendo el COVID
- 19 en terapia intensiva, el Príncipe
Carlos infectado, y la Reina Isabel
confinada, mientras los súbditos más pobres de la corona se abarrotan en largas
filas a la espera de suministro de alimento, igual que hacen lxs menesterosxs del
Sur Global que el Norte condena al hambre crónico.
Simultáneamente, lxs refinadxs “tedeschi” del
gélido septentrión italiano buscan refugio en el caluroso meridión de lxs
“terroni” sistemáticamente postergadxs, contribuyendo a sincerar en esta crisis
el drama de un mundo absolutamente desigual.
En tanto en el Gran País del Norte, cuyo
presidente consideraba una estafa al Cambio Climático y ahora analiza retirar
su apoyo a la OMS, los cadáveres se acumulan de a miles, constituyendo la tercer mayor cantidad de decesos en
todo el mundo, sólo por detrás de Italia y España.
En nuestra región, un Ecuador aún dolarizado
pese al paso del progresismo por la gestión del Estado, muestra a muchas
familias de Guayaquil arrojando cadáveres a la calle para que no se pudran en
las casas, y al gobierno suministrando
ataúdes de cartón para enterrar a lxs excluídxs sociales.
Mientras, el presidente de Brasil - cruzado
del neoliberalismo más despiadado - se encuentra al filo del impeachment, entre otros cargos por
ignorar hasta el más elemental de los recaudos ante la pandemia, cuyo
contagio se multiplica en forma
exponencial entre sus compatriotas.
En Argentina, el coronavirus funciona como la
Lámpara de Aladino a la hora de disimular la ausencia de un plan estratégico de
gobierno. Muchas patronales chupasangres mantienen el aislamiento obligatorio
exigiendo a sus empleados concurrencia presencial a los lugares de trabajo, produciendo
despidos masivos, o drásticas reducciones salariales (por
ejemplo, al igual que otras empresas dedicadas a la alimentación y la salud,
Lácteos Verónica es una de las que reboza de ganancias obtenidas gracias a la
pandemia y la cuarentena impuesta, pero a pesar de esto les pagará el sueldo a sus
trabajadores en cuatro partes; y, como si ello fuera poco, los trabajadores del
quilmeño Frigorífico Penta acaban de ser brutalmente reprimidos por las huestes
del Ministro Berni a causa de haber
protestado contra semejantes vejámenes) Queda por ver si la
incorporación sin exclusión alguna de las organizaciones de la Economía Popular
a los Comités de Emergencia comunales consigue incidir, ya no sólo en la
distribución de alimentos, sino también en la regulación de unas fuerzas
represivas que en muchos distritos actúan contra el pobrerío como si rigiera el
Estado de Sitio. A todo esto el Ejecutivo, que asumió bajo el lema de “primero
los últimos”, ahora empeñado en pagar hasta el último centavo de la deuda externa,
no tiene mejor idea que considerar
como “esencial en la emergencia” a las
actividades de carácter extractivo. A su vez, el imprevisto hace que existan impuestos
no habilitados para ser pagados con débito, lo que expone a la población de
riesgo a caerse de la globalización en pleno encierro por un corte de luz.
Completando el panorama, Tecnópolis habilita camas para “pacientes de segunda”.
Las presiones del “círculo rojo” para salir cuanto antes de la cuarentena
alegando desde el derrumbe de la economía hasta el hartazgo de los sectores
medios - que, abroquelados en sus hogares, ignoran los rigores que viene
padeciendo quien no tiene más remedio que “guarecerse” a la intemperie - vienen
generando marchas y contramarchas en las decisiones gubernamentales, cuando lo
que informan lxs sanitaristas hace prever que los recaudos adoptados
necesitarán sortear holgadamente el invierno, con las consecuencias recesivas
que la OIT augura a los países periféricos, donde la informalidad
laboral es mayor, lo que los coloca en la primera línea de riesgo de catástrofe
para sus economías y empleo.
El escenario continental sucintamente
descripto hasta aquí amerita considerar a la Década Larga Progresista de
Nuestra América como el más reciente experimento fallido de humanización del
capital, ya que en tal contexto pusimos en juego a nuestrxs mejores líderes y
lideresas… y a continuación estxs fueron reemplazadxs por lxs Bolsonaro, Añez, o Piñera. En
consecuencia, para no continuar en la noria de “que pase el/la que sigue”,
creemos que conviene reparar en dicho desenlace para recuperar perspectiva
autocrítica de cara a nuestro futuro inmediato.
Si lo dicho no alcanzara como muestra de un
sistema en estrepitosa decadencia ética y socioeconómica, para coronar esta
breve reseña bastará con subrayar el canallesco sostenimiento del bloqueo imperial
contra los países más solidarios del orbe: Cuba y Venezuela.
La titular del FMI ha afirmado que “esta crisis será peor que la del 30”. La
Sociedad del Control Global, conteste de las grandes protestas sociales que se
avecinan y asimilada más que nunca al Big Brother orwelliano, ya ha comenzado a
detectar y allanar a posibles agitadores en las redes sociales.
Como contraparte de lo expresado hasta aquí,
valdría la pena no pasar por alto que la
desaceleración de la economía ha saneado numerosos ecosistemas. Basta con
contemplar. en estos días la presencia
de peces en el Riachuelo, y un fenómeno similar en arroyos del Partido de La
Plata (donde han aparecido hasta tortugas de agua), en el Río Paraná, en Paso
de la Patria y otros lugares hasta hace muy poco contaminados con detritos
industriales,
o advertir el pasaje de la extinción de numerosas especies por desidia de los
poderosos - cabe recordar a los koalas australianos acorralados por las llamas
- a la paulatina irrupción de diversos animales en el casco de las grandes
urbes desiertas, tal como puede verse en imágenes como la que ilustra esta nota,
que vienen repitiéndose en ciudades como Barcelona, Venecia y
Madrid, a causa de las medidas de distanciamiento social y aislamiento
obligatorio adoptadas por sus respectivas autoridades.
En conclusión, siempre con diferencia de un
siglo, la humanidad conoció en 1720 a la “Peste Negra”, en 1820 al cólera, en
1920 a la llamada “Gripe Española” - que dejó 500 millones de infectados en
todo el mundo -, y ahora al COVID - 19: Esta vez queda más claro que nunca que
el planeta se está reseteando porque ha puesto en cuarentena a un sistema a todas
luces enemigo de la vida.
Cuando un disminuido a sus
96 años pero no menos influyente portavoz del Imperio como Henry Kissinger - mentor impune de las carnicerías perpetradas por
la Doctrina de Seguridad Nacional que campeó en el Cono Sur durante los 70s -
afirma que “la despoblación debería ser
la máxima prioridad de la política exterior de Estados Unidos hacia el Tercer
Mundo”, bien vale recordar que ningún pueblo se aviene a la eutanasia
colectiva, y que un futuro venturoso depende exclusivamente de potenciar todas nuestras luchas.-
JORGE
FALCONE
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