“SI LO QUE VIENE VA A SER
MÁS DE LO MISMO,
ESTO PUEDE TERMINAR
EN UNA TRAGEDIA” (*)
“Y ustedes, con la
escuela, la televisión, lo pacato de sus periódicos, ustedes son los grandes
conservadores de este orden horrendo basado en la idea de poseer y en la
idea de destruir. Dichosos ustedes que se quedan tan felices cuando pueden
poner sobre un crimen su buena etiqueta. A mí esta me parece otra de las muchas
operaciones de la cultura de masas. Como no podemos impedir que pasen ciertas
cosas, nos tranquilizamos encasillándolas”.
Pier
Paolo Pasolini,
al
periodista Furio Colombo en su última entrevista.
Nada se
parece más a un fascista que un burgués aterrorizado
Cualquiera sea el controvertido origen de la
pandemia que nos aqueja, va quedando claro que el alcance de su letalidad,
magnificado a dimensiones bíblicas por los medios de confusión, ha propiciado
que el poder concrete su objetivo de vaciar espacios públicos, reforzar en
ellos su presencia represiva, y confinar grandes mayorías poblacionales al
arbitrio de una comunicación informática absolutamente controlada por el Big
Brother.
Si una idea se ha trillado hasta el abuso
desde que irrumpió el COVID 19 es que
“las crisis exhiben lo mejor y lo peor de la condición humana”. Lo que
no está tan claro es hasta dónde estará dispuesta a degradarse la humanidad en
el contexto actual.
El filósofo boliviano Rafael Bautista sostiene que “la geopolítica del enclaustramiento
territorial genera enclaustramiento mental”.
Pruebas al canto: Este cronista habita en una
zona de modestas casaquintas matizada - según el anárquico criterio urbanístico
que va produciendo el modelo de exclusión social - tanto por precarias casillas que amenazan con
venirse abajo ante el primer temporal como por bunkers de cemento custodiados
por incontables cámaras de seguridad. La arquitectura en pleno que describía el
cuento infantil de Los Tres Cerditos y el Lobo.
Un afán de coexistencia pacífica ha llevado a
quien escribe estas líneas a tratar por igual con el criollaje amigo de lo
ajeno como con acomodados profesionales de semblante publicitario. Estos
últimos acostumbran a despedir el año organizando abundantes asados regados de
buen vino y poblados de comensales pertenecientes a una raza prometida que ya
tiene pasaje para subir al arca en ocasión de próximo diluvio. Como corresponde
a los usos y costumbres del medio pelo vernáculo, aseguran su sueño con botones
antipánico y comparten su paranoia social en grupo de watsapp que de un tiempo
a esta parte viene transitando de lo divertido a lo siniestro. Para ilustrarlo
alcanza con un intercambio reciente, producido ante algún merodeo y eventual incursión en vivienda ajena:
_ Hola.
A la noche entraron por enésima vez al parque de casa y se llevaron toda la
ropa del tendedero. Hay un par de motos que andan dando vueltas y mirando las
cosas que pueden levantar de las casas, después vuelven caminando y se meten.
_ Qué
macana, no me imagino q podemos hacer…
_
Esperar que el covid haga su parte! Sino la Policía…
Cuando
los límites no están, hay que ponerlos!
Sin ánimo alguno de condescender ante el
delito, diremos que también afirma el pensador andino antes citado que “el
fascismo es una ideología concebida para seducir a sectores subalternizados con
vocación de ascenso social”.
Como consecuencia del colapso económico que
el coronavirus viene produciendo en la mayoría de las sociedades, resulta más
que probable que, al cabo de esta cuarentena por tiempo indeterminado, y
“cuando vuelva a sonar el timbre del recreo”, nos asomemos a un escenario
signado por un incremento exponencial del hambre, el delito… y la justicia por
mano propia.
Ya que es sabido que “lo pequeño se hace
grande cuando lo grande no existe”, todo indica que sin una planificación
estratégica de carácter holístico, que se cimente en los paradigmas de un mundo
en vertiginosa transformación, en los tiempos venideros volverá a asomar el
iceberg ante la proa del Titanic.
Deuda
centenaria, peste aprovechada, y expropiación fallida
Desde el empréstito rivadiaviano con la Baring Brothers
Corporation hasta la impagable deuda que trabajosamente “negocia” el Ministro Guzmán, pasando por el ingreso
a nuestro país del FMI a partir del Golpe de Estado que derrocó al gobierno democrático
del Gral. Perón, salta a la vista
que tal yugo constituye una nueva forma de esclavitud con que el poder
financiero internacional procura someter a nuestro pueblo.
Sin ir más lejos, hay aproximadamente un millón de
acreedores argentinos que sin ánimo de hacer concesiones también pide cobrar.
Analizando el tema sin condescendencia, salta a la vista
que a la fecha se ha transigido demasiado con los bonistas. De hecho, no existe
previsión de quita alguna al capital, se estima pagar - sin investigar la porción
ilegítima de lo adeudado - en un plazo de entre 3 y 5 años, y los bonos que los
acreedores pretenden cobrar a 55 ctvs. Dl comenzaron cotizándose a 39 y ya se está
aceptando pagarlos a 53. El próximo vencimiento será el 24 del corriente y el
30 se entraría prácticamente en default.
En conclusión, el gobierno nacional desoye señalamientos
oportunamente expresados por figuras tan gravitantes como el Sumo Pontífice o
el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez
Esquivel (desde la Autoconvocatoria por la Suspensión del Pago de la Deuda
Ilegítima), y asumiendo una posición timorata, desaprovecha la excepcional oportunidad histórica
que ofrece la existencia de numerosos foros internacionales que plantean
suspender los pagos, condicionando así a los sectores de la sociedad más
castigados por la crisis a resignar gradualmente una posición soberanista.
A tan desalentadora perspectiva se suma una recesión
salvaje, causante de que más de 1000 empresas entren en convocatoria de
acreedores, lo que ha de incrementar la miseria popular y por ende la incursión
en la delincuencia de gente sin antecedentes penales. Simultáneamente, el
despliegue de una peste desconocida continúa ensañándose con los barrios más
carenciados del conurbano profundo. En dicha geografía la situación sanitaria
es sumamente crítica, se multiplica el nivel de contagios, los hospitales ven
desbordar su capacidad de atención de casos urgentes, y la mayoría de los
municipios ignora a los Comités de Crisis. En tal contexto, la zozobra económica
también impide que el congelamiento de las relaciones sociales directas se
desahogue a partir de las redes, dado que no resulta sencillo costear los
servicios de internet. De modo que al aislamiento le corresponde el miedo,
alimentado por requisas que, lejos de la
city, proceden con singular rigor frente a los pibes detectados circulando sin
autorización.
En conclusión, dado que el poder teme que el pobrerío
tarde o temprano se vuelque a las calles, utiliza la cuarentena para consolidar
el control social del territorio, azuzando la paranoia colectiva mediante la
difusión del inventario de los casos más notorios de contagio.
Afortunadamente, en el seno de gran parte de ese
movimiento social que originalmente adhirió al oficialismo casi de manera
incondicional, comienzan a multiplicarse voces disonantes que, tanto exigen al
Ejecutivo la expropiación sin cortapisas de la cerealera Vicentin, como el
impuesto a la riqueza, la aplicación de la Renta Universal, y hasta la
derogación de la normativa adoptada por cancillería que asimila antisionismo a
antisemitismo, ahora que un pacto bilateral espurio se dispone a anexar por la
fuerza Cisjordania al Estado de Israel.
La taba de la Patria vuelve a girar, y la
suerte que depare parece depender de la pronta recomposición de un movimiento popular
que cuando aúna esfuerzos es capaz de arremeter contra cualquier obstáculo que
se presente.
(*) Opinión del Papa
Francisco citada por Juan Grabois en entrevista con Luis Novaresio.-
JORGE
FALCONE
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