¿SERÁ INEVITABLE QUE SÓLO
LA DERECHA SAQUE PARTIDO
DE ESTA PANDEMIA?
“La
peste y la propaganda que la acompaña transforman a ‘los otros’ en potenciales
enemigos y no en los socios de la aventura humana de vivir. El miedo, no la
felicidad, pasa a ser un núcleo vital de nuestra existencia”.
Roberto Cirilo Perdía
COVID 19: Un enemigo
no tan invisible
Como han venido pronosticando lxs epidemiólogxs,
el crudo invierno favorece que la peste que desembarcó por aire de la mano del
turismo más acaudalado del país se expanda desafiando todo tipo de controles, y
castigando con particular rigor a las zonas más vulnerables del AMBA. A 46 años
de la partida del Presidente Perón,
varios distritos del partido bonaerense que lleva ese nombre acusan casos de
contagio: Comenzando esta semana cerró preventivamente el municipio de Guernica
al detectarse un caso positivo entre su personal, lo propio ocurre en Villa
Numancia y el Barrio San Roque. En el frigorífico La Huella (dependiente del
Grupo Penta) también apareció infectado un trabajador del turno noche. Y el
Equipo de Curas de Villas y Barrios Populares de Capital y Provincia acaba de
pronunciarse reclamando ante la emergencia un servicio estable de ambulancias que
complemente al existente, ya que este siempre llega cuando la situación se ha
tornado irreversible.
Desde fines de 2019, cuando el coronavirus
hizo su aparición en la localidad china de Wuhan, se han barajado diversas
hipótesis acerca de su origen. Las más ideologizadas sostienen que se trataría
de un virus de laboratorio creado en los EEUU a los efectos de avanzar varios
casilleros en la guerra comercial que ese país sostiene actualmente con el
gigante asiático. Oportunamente, tal perspectiva fue apuntalada desde los medios
en base a acusaciones de un alto diplomático chino.
Desde un ángulo más sistémico, la explicación
se concentra en señalar al paradigma de la modernidad y su utopía de un
desarrollo ilimitado, que en un desmesurado afán productivista extiende
dramáticamente las fronteras agropecuarias generando - mediante
desforestaciones masivas - la migración de especies animales silvestres que
hasta ahora no convivían con humanos, muchas de las cuales funcionan como
huéspedes inmunes de ciertas cepas virales que, en contacto con la gente,
desplegarían un potencial de contagio letal.
Si bien la primera es una hipótesis altamente
verosímil, la segunda es categóricamente constatable, y en diversas latitudes
del globo sobran ejemplos para probarla. Sin ir más lejos, en el reciente
lanzamiento del Pacto Ecosocial, Económico e Intercultural, donde se abogó por
hablar de terricidio (como reclama el Movimiento de Mujeres Indígenas por el
Buen Vivir) más que de antropoceno, y que reunió a importantes estudiosxs de la
crisis civilizatoria - como la argentina Maristella
Svampa, el brasileño Rudrigo Rafael,
el colombiano Arturo Escobar, la
ecuatoriana Patricia Walinga, la
mejicana Mina Navarro, o el
nigeriano Nnimmo Bassey -, la
referente feminista y socioambiental hindú Vandana
Shiva se refirió al tema expresando que “hemos roto nuestro pacto con la tierra: Las epidemias han sido causadas
por nuestra invasión a los bosques”. Y terminó su intervención reclamando a
los movimientos sociales del mundo propender a una “Democracia de la Tierra”.
El imperativo de
transformar el sentido común imperante
y construir una nueva
hegemonía
Numerosxs politólogos - incluso algunxs
pertenecientes al propio movimiento - consideran que el peronismo ha cumplido su
ciclo histórico.
Visto que en la década del 90 este adoptó una
filosofía neoliberal, y en la primera del 2000 una neodesarrollista, ya para
“vender las joyas de la abuela” como para ampliar algunos derechos enarbolando
un discurso épico digno de una Segunda Independencia, este cronista
humildemente considera - como lo ha expresado en incontables ocasiones - que hoy
su potencial transformador reside más en los aportes programáticos de su clase
trabajadora en resistencia que en la desactualizada doctrina original.
El celebrado triunfo de la coalición
panperonista que encabeza Alberto
Fernández, a ojos vista tuvo más que ver con la derrota de la depredadora
ceocracia macrista que con la plena confianza en un porvenir de cambios
profundos. Cierto es que la irrupción de la pandemia, si alguna vez tuvo
pretensiones de ir más lejos, dejó al Ejecutivo con la pólvora mojada. Pero si
partiéramos de revisar la perspectiva enunciada en aquel encomiable discurso de
asunción pronunciado ante el Congreso Nacional, seguramente salten de inmediato
no menos de un par de importantes afirmaciones hasta la fecha incumplidas. Por
ejemplo, la de gobernar con las 24 provincias, y la de estar abierto al reclamo
popular en caso de que hiciera falta corregir el rumbo escogido.
En el primer caso, un presidente porteño que
en entrevista al Diario Perfil afirma “pensar con cabeza socialdemócrata”, hoy
gobierna a todas luces de espalda a la flagrante represión desatada contra los
sectores sociales más empobrecidos allende la Avenida General Paz, o sea, en la
Argentina Profunda. Para más dato, una de las correcciones practicadas para
enmendar el desprolijo anuncio de “rescate” estatal de la empresa Vicentin SAIC
fue la inclusión en su intervención de alguna representación del gobierno
santafesino… ¡Vaya pedazo de omisión!
En el segundo caso - y a propósito de lo
anterior -, correspondería que el gobierno tomara nota de que comienzan a
alzarse numerosas voces en apoyo a la expropiación de dicha cerealera: Circula
profusamente en las redes una “Carta del campo popular a nuestra dirigencia”
suscripta por numerosas firmas del espectro kirchnerista menos condescendiente
que, además de plegarse al mencionado reclamo, exige - entre otras cosas -
efectivizar el impuesto a las grandes fortunas, implementar un salario
universal, nacionalizar los puertos, investigar la deuda y recuperar el monto
de los pagos ilegales, y expulsar del país a cualquier base militar extranjera.
Mayor difusión aún ha tenido el pronunciamiento que, bajo el título “Control
estatal de Vicentin. Un camino para resolver el hambre”, firman numerosas
organizaciones sociales, entidades gremiales y empresarias del campo nacional-popular
(UTEP, CTEP, CTA - A, MNER, Federación Nacional de Inquilinos, etc.)
insospechadas de poner “palos en la rueda” al oficialismo, y nucleadas dentro
del denominado “Manifiesto por la soberanía, el trabajo y la producción”. En
sintonía con la necesidad de expropiar Vicentin, pero desde una perspectiva
mucho más distante del oficialismo, y conmemorando el 18° aniversario de la
Masacre de Avellaneda, numerosas organizaciones que vienen desplegando una
capacidad de movilización capaz de sorprender a cualquier desprevenido que no
siga de cerca su crecimiento, respaldaron el contundente documento leído en el
Puente Pueyrredón, en el que, además de exigir el juicio y castigo a los
responsables políticos del asesinato de Darío
Santillán y Maximiliano Kosteki
(algunos en la función pública, como Felipe
Solá y Aníbal Fernández), se pidió por el cese del gatillo fácil y la
criminalización de la protesta social; la aparición con vida de todas las
mujeres secuestradas en las redes de trata y Justicia para todas las víctimas
de la violencia machista; y por trabajo
genuino, cese de la precarización laboral, el hambre y la represión. Ante tales
demandas, resulta ineludible preguntarse si en la Casa Rosada seguirá habiendo
disposición de escucha.
Por lo pronto, desde el pensamiento crítico
se impone manifestar que, cuando la palabra expropiación suena a cataclismo, es
señal de que dentro del capitalismo no hay margen de cambio posible.
De tal modo que en estas horas el oficialismo
oscila entre atender a la ínfima masa crítica capaz de montar un “banderazo” en
pos de la “libertad perdida”, y la amplia franja de argentinxs que viene
respondiendo disciplinadamente a la emergencia sanitaria… sin resignar su
convicción de que esta oportunidad histórica exige mucho más que sostener una cuarentena exitosa.
Como alguna vez escribiera desde la cárcel a
su compañera de vida el poeta revolucionario turco Nazim Hikmet, “nos pasa lo que hoy pasa en nuestro mundo”. Y este
continúa debatiéndose entre concentración económica y control social o solidaridad y conciencia ambiental.-
JORGE
FALCONE
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