miércoles, 14 de octubre de 2020

Mientras el sistema - mundo avanza hacia un colapso global

LA CGT PROCURA BLINDAR 

A UN PRESIDENTE EN BAJA 

CON UN 17 DE OCTUBRE VIRTUAL














“…la ‘revolución’, más que la ‘espera’ de un futuro prometido,

es la 'construcción' de una realidad diaria”.


Roberto Cirilo Perdía,

“Prisioneros de esta democracia”.

 

 Donde cunde el peligro acecha la solución

Si pensamos que en la historia de este planeta y en la de la humanidad, en la cual han prevalecido formas diversas y múltiples de equilibrio entre los seres humanos y su entorno, el capitalismo marcó una ruptura - y, en sentido más general, el capitalismo y el patrón de la civilización industrial que se replicó en la experiencia del socialismo soviético -, encontramos que esto puede ser catalogado propiamente como un patrón civilizatorio “cancerígeno”. Porque lleva al crecimiento desbordado de una parte sobre la base de la sistemática destrucción del resto. Así, se puede hablar del último asalto del capitalismo contra la vida en el planeta.

Quienes lideraron la década larga progresista de Nuestra América en gran medida se desentendieron de esta problemática, ejerciendo miradas sumamente cortoplacistas, con la honrosa excepción del Cdte. Hugo Rafael Chávez Frías.

Pero la naturaleza habla. Y a menuda lo hace en voz alta: Hace poco un géiser del Parque de Yellowstone (EEUU) vomitó residuos históricos. El plástico, como recurso artificial de la vida moderna, está dejando una nueva huella estratigráfica en el planeta.

Según el filósofo nostramericano Enrique Dussel, corresponde remontarnos a 1492 para detectar el origen de la modernidad y la instauración de una nueva centralidad - la europea - que a partir de pensadores como Bacon o Descartes edificó este modelo civilizatorio que concibe a la naturaleza como objeto ajeno a lo humano, y acaba de entrar en una crisis muy posiblemente terminal, ya que la naturaleza es el todo del que formamos parte.

Así, el tránsito del Homo Agrículus al Homo Urbanus ha significado para nuestra especie caer presa de un consumismo desenfrenado que viene agotando vertiginosamente recursos naturales no renovables.

En medio de los últimos estertores de ese orden salvaje soplan vientos de supremacismo blanco.

La emergencia sanitaria que atravesamos ha puesto en evidencia como pocas veces antes que la pretensión de crecimiento exponencial capitalista es suicida y pone límites a la continuidad de la vida en el planeta. Urge, por ende, abandonar la idea del desarrollo y salir de ese extractivismo que nos atraviesa desde el genocidio originario, cuestionar la obsolescencia programada - principal motor del consumismo -, transitar del paradigma cuantitativo (la física como ciencia madre) al cualitativo (la biología como ciencia madre)

Durante la primera década del siglo en curso, lxs americanxs del sur hemos sido testigos de la coexistencia entre procesos de ampliación de derechos (políticas de inclusión) y de transacción con el poder económico (Consenso de las Commodities) Pero hoy es evidente que nuestras democracias representativas han dejado de ser el ideal de un modo de vida digno, en tanto - muy a pesar de las formalidades institucionales - nos someten a los mismos padecimientos que nos impusieran regímenes más funestos.

La matriz productiva dominante ha vuelto a colocar en el ojo de la tormenta a los Pueblos Originarios - nuestros primeros desaparecidos -, dado que la ampliación de las fronteras agropecuarias los desplaza sin piedad, caracterizándolos como superficiarios, es decir, sin potestad sobre el subsuelo, e incluyéndolos en el Eje del Mal determinado por el Imperio, para ser hostigados desde su legislación antiterrorista.

En tanto, la vieja oligarquía pastoril ha ido desapareciendo en medio de la mayor transferencia de tierras desde la Campaña al Desierto, para dar lugar en su mismo nicho histórico a una nueva clase empresarial y plutocrática, no ya patricia como la Sociedad Rural Argentina, sino de recientes orígenes inmigratorios, muchos de cuyos integrantes son desencantados de las viejas utopías revolucionarias, como Gustavo Grobocopatel o Hugo Sigman, Zar de la Soja y accionista de la vacuna “nacional” contra el COVID - 19 respectivamente.

A todo esto, la coartada “ecologista” del poder financiero trasnacional para seguir exprimiendo recursos de un planeta exhausto es el fraudulento “capitalismo verde”, que se llena la boca con la palabra “sustentabilidad” mientras sigue degradando el ambiente en la convicción de que preservarlo es altamente oneroso, aunque desde una ética global correspondería respetar los ciclos de la naturaleza con el mismo cuidado que demanda un embarazo.

Desde 1974, con el ahorro acumulado por pagar con Bonos del Tesoro, los EEUU  instalaron 800 bases militares en 40 países, generalmente apelando al argumento de la ayuda humanitaria. En consecuencia, lejos de disolverse tras la implosión del Socialismo Real, la OTAN sigue acompañando la globalización económica de las trasnacionales, como lo demostró en la Guerra de Kosovo.

Paralelamente, la Big Data ha conquistado prácticamente toda la vida privada de los seres humanos, conociendo y controlando gustos y desplazamientos para uso publicitario, electoral y de seguridad, y la nanotecnología está en condiciones de modificar el genoma humano con sólo aplicar una inyección. Eso, y la disputa por el dominio de la Inteligencia Artificial constituyen a estas horas la precea que se disputa en la transición hegemónica mundial.

La consideración de muchos de los tópicos aquí expuestos sucumbe cotidianamente ante las acuciantes urgencias que determina paliar una hambruna descomunal, con el peligroso riesgo de que esta problemática desaparezca de las agendas militantes.

Es más, el pensamiento crítico multidimensional ya no se cultiva en las academias, fragmentadoras por naturaleza, sino en los holísticos think tanks del Imperio. Pero es imperativo que esta encrucijada global sea pensada de modo multicausal y no reducida al mero interés de los ecologistas. Lxs analfabetxs del Siglo XXI serán pues quienes no estén dispuestxs a desaprender lo aprendido durante el Siglo XX, ya que las disciplinas han sido concebidas para disciplinar.

Resulta impostergable para los pueblos no sucumbir a un apocalipsis tedioso, que el filósofo italiano Franco “Bifo” Berardi ha caracterizado como sicodeflación (anomia generalizada, sensibilización fóbica hacia el otro)

Más bien corresponde que, tras la abstracción tecno financiera, se produzca el retorno de lo imprescindible: La salud, la alimentación, en fin, la frugalidad.

Porque, como ya es una opinión cada vez más generalizada, están en peligro esas condiciones de vida en el planeta sostenidas durante miles de millones de años. Si la naturaleza es nuestra madre, ¿cómo podemos permitir que se la venda?

Entonces, si concebimos tanto al capitalismo como al socialismo en tanto paradigmas industrialistas propios de la modernidad, y aceptamos que hay en los movimientos de izquierda cierta remanencia en enarbolar el segundo concepto como sinónimo acrítico de cualquier postura anticapitalista, desde una perspectiva no occidental cabe destacar que existen otras utopías post capitalistas.

El horizonte del Buen Vivir preconizado por los antiguos dueños de nuestras tierras es un concepto con enorme potencia contrahegemónica, que parte de una fuerte crítica a la modernidad eurocéntrica, en concreto, a las ideas de “progreso” y “desarrollo” provenientes del Norte Global. Muchos elementos de la cosmovisión indígena andina han contribuido notablemente a la construcción de discursos y praxis que han intentado salirse del paradigma desarrollista y extractivista. Este horizonte, cuya presencia puede rastrearse incluso en geografías indígenas no andinas, ha constituido un contrapunto epistémico y ético-político al desarrollismo, al productivismo y al neoliberalismo.

Tanto las mujeres como la naturaleza han venido realizando un trabajo no reconocido. Hoy el lenguaje de la territorialidad también atraviesa, además del ambiente, al de los cuerpos. Por eso mismo adquiere tanta relevancia la Ética del Cuidado impulsada por el Ecofeminismo.

De modo que el dilema global a resolver por parte de la humanidad bien podría sintetizarse en la siguiente disyuntiva: Aumentar la tasa de ganancias o prolongar la vida en el planeta.

No pocos analistas polítcxs avizoran inminentes rebeliones del tipo de Black Peoples Matter, ya que no hay posibilidad de sortear el colapso descripto al interior del capitalismo.

Por lo pronto, en nuestro Cono Sur, la revuelta chilena marca un norte emancipatorio al que el confinamiento impuesto no ha conseguido poner coto.

Cabe a su vez seguir de cerca la resolución de la encrucijada que atraviesa el pueblo boliviano, cuyo ex Canciller en nuestro país - Antonio Abal - considera que el que está a punto de llevarse a cabo es “un voto de acumulación histórica en el marco de una guerra popular prolongada”.

Las respuestas que ya exhibe el Sur Global ante la crisis reseñada hasta aquí  ratifican la reciente afirmación de Joao Pedro Stedile, referente del MST brasileño, cuando manifiesta que “no tenemos derecho al pesimismo”.


Un gobierno con ideas tan dispares que a menudo neutralizan su acción

Indudablemente, el voto argentino contra la Venezuela bolivariana en la ONU - ejercido a fin de congraciarse con el FMI - constituye un punto de inflexión entre los sectores más socialdemócratas y los dizque progresistas de una coalición de gobierno que hasta la fecha sólo demostró eficacia para ganarle a Macri.

Dicho alineamiento obtuvo gran beneplácito en el Frente Renovador, cuyo referente considera al gobierno de Nicolás Maduro como una dictadura, pero  generó una estampida entre los sectores del Frente de Todxs que viven de la renta de una década supuestamente ganada: Acaso la expresión más categórica de esto último haya sido la renuncia de Alicia Castro, ex embajadora argentina en la Federación Rusa.

Es de suponer que medidas semejantes también atenten contra la reedición de la infantil Teoría del Cerco que aún pretende que el silencio de Cristina incuba posturas más radicales. Pero lo cierto es que por este camino ni siquiera se sostiene el proclamado afán de gobernar en nombre de Néstor, cuyo Ministro de Planeamiento hizo pingües negocios con el chavismo y sin embargo continúa interdicto por el oficialismo. 

El panperonismo que ocupa este turno electoral se acerca a la fecha fundacional de su identidad con un Primer Mandatario descendiendo del 60/80% de simpatías a un 45% y aproximándonos al quinto puesto mundial de infectados por coronavirus en el marco de la cuarentena más extensa que se conoce.

La ausencia de un plan de gobierno, que durante los primeros tramos de la emergencia sanitaria se maquilló apostando por la gente en vez de hacerlo por la economía, ha terminado por quedar palmariamente de manifiesto ante el hartazgo de una sociedad desacostumbrada a un autoaislamiento tan prolongado, y seguramente prorrogado hasta conocer cuáles serán las medidas que exija el poder financiero internacional a la hora de comprometerse a rescatarnos nuevamente de un indisimulable cuadro de recesión y desempleo galopantes.

Ante tales señales de alarma, un sindicalismo con el que la Vicepresidenta nunca se ha llevado bien se desvive por fortalecer la deteriorada figura presidencial mediante la insólita iniciativa de celebrar el Día de la Lealtad con una concentración virtual - de la que el moyanismo pretende despegarse -, y designando a Alberto Fernández al frente del PJ, partido que desde hace bastante tiempo funciona más como garante de la gobernabilidad demoliberal que como defensor de los intereses populares.

Las mencionadas no son las únicas internas que cunden en el archipiélago oficialista. El polémico tema de la toma de tierras ha puesto de relieve lo antedicho, en tanto también se asumió el Ejecutivo careciendo de una solución integral para el acuciante problema del hábitat, cuyo intento de resolución a contrarreloj vino exhibiendo no pocas fisuras entre los referentes del Movimiento Evita que revistan en la cartera de Desarrollo Social de la Nación y sus pares bonaerenses pertenecientes a La Cámpora.

Lo cierto es que el tiempo acucia, y la experiencia indica sobradamente que cuando alguna contingencia semejante no se resuelve con política, en auxilio de dicha falta de respuesta siempre acude la represión.

Cualquier perspectiva sensata descontará que ante tan delicado panorama, un desenlace semejante al que oportunamente tuvo el desalojo del Parque Indoamericano de Villa Soldati, donde la saña con que la policía cargó contra los ocupantes del predio - a quienes persiguieron hasta dentro de la Villa 20, donde cayeron baleados el albañil Bernardo Salgueiro, de 22 años, y el ama de casa Rosemary Churapuña, de 28 años - no conviene ni al gobierno ni a las organizaciones sociales.-

 

JORGE FALCONE

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