La puja electoral se
dirime
entre neoliberalismo y neodesarrollismo
2019: EL AÑO
QUE
VIVIREMOS EN PELIGRO
“Los vencimientos suman 23 mil
millones de dólares y los ingresos del FMI 17,2 miles de millones. No será
fácil encontrar otros prestamistas para cubrir esa diferencia. ¡Ni hablar de lo
que nos espera a partir del 2020, sin la guita del FMI! En este marco aparecen
muchos economistas, entre ellos algunos de gran prestigio internacional, que
piensan que el default o cesación de pagos es inevitable, que solo falta
definir el momento y sus características”.
Roberto
Cirilo Perdía,
“La
economía que se viene: suba del dólar y recesión”.
Mauricio en el País de
las Maravillas
El presidente, envalentonado ante el supuesto
espaldarazo de los líderes mundiales, inmediatamente después del G 20 se animó
a dar luz verde a su Ministra de Seguridad para legitimar virtualmente la pena
de muerte, contribuyendo a complicar con dicha decisión su propia interna, y
muy a pesar de que la mayoría de las
encuestas de todo signo lo muestran corriendo serios riesgos en las próximas
elecciones.
En efecto, la ilusión oficialista de haber
vuelto al mundo se disipó inmediatamente, no bien los indicadores más
confiables señalaron la existencia de alrededor de 13.000.000 de pobres, en una
geografía cuyo riesgo país trepó hasta los 821 puntos - ubicándonos inmediatamente
detrás de Venezuela y Zambia (!) - y donde la extrema precarización de la vida
cotidiana volvió a cobrarse víctimas humildes durante el último temporal que se
ensañó - entre otras latitudes - contra el conurbano bonaerense.
Para colmo, este año decisivo asoma castigando
severamente al bolsillo de l@s ciudadan@s de a pie con un incremento del 35 %
en el gas, 40% en el transporte, y 43 % en la luz… y un descarado aumento de
sueldo decretado desde el descanso presidencial en Villa La Angostura,
favorable al primer mandatario y sus ministros, sólo explicable a partir de una
obscena desfachatez de clase (!!)
Por otra parte - en consonancia con aquella
estrofa de tango que rezaba “ni el tiro
del final te va a salir” -, la política gubernamental de “transparencia”
con que se intenta reemplazar el inimaginable objetivo de “pobreza cero”
también ha comenzado a hacer agua involucrando riesgosamente a la familia
presidencial, al punto de obligar a la doctora Carrió a señalar que “hay que
cambiar a Cambiemos” (!!!)
De modo que, cualquiera sea el resultado de los
próximos comicios - respecto a los cuales prestigiosos analistas políticos
advierten un altísimo nivel de arrepentimiento respecto al voto oficialista de
2015 -, lo más probable es que estos ya no puedan definirse exclusivamente en
base a Big Data, fake news, o
globitos amarillos.
Mirando
más allá de los árboles que nos tapan el bosque
Si aceptamos que la ingeniería represiva de los genocidas logró neutralizar el sentido
común rebelde fermentado durante los años 60 y 70s, replegándose sus
ideólogos debido al desgaste sufrido fundamentalmente a causa de las
violaciones a los DDHH y la derrota en Malvinas - tras sellar un pacto de
“coexistencia pacífica” con la partidocracia que aún rige el destino nacional
rotando su elenco estable como en el Juego de la Silla -, advertiremos que la actual
coalición de gobierno carga con dilemas no menores a la hora de hacer mutis por
el foro y enfrentar a una Justicia que ojalá alguna vez esté a la altura de las
circunstancias: Tan sólo los Panamá Papers, el endeudamiento centenario, y el affaire ARA San Juan alcanzan como botón
de muestra.
Pero sabido es que la miseria atenta contra los análisis de largo aliento imponiendo una agenda de supervivencia.
Dicha circunstancia condiciona (recurriendo a una imagen que nos resulta
elocuente) a que buena parte de la militancia juegue a la política en el
arenero del tobogán, alejada de una
disputa por el control de la plaza. ¿Cómo interpretar si no el
amesetamiento de las tradicionales rebeldías de diciembre, logrado en gran
medida en base al suministro de oxígeno económico que por arriba diligencian
los buenos oficios del presidente Donald
Trump propiciando la generosidad del FMI, y por debajo la Ministra de
Desarrollo Social Carolina Stanley
inyectando millonarias cifras de ayuda en el torrente de las organizaciones
sociales? Pues así viene siendo desde Potosí a nuestros días: el vil metal regula la tensión entre las
relaciones sociales.
Como si semejante obstáculo a sortear no fuera
suficiente, con el recrudecimiento de los femicidios y el narco, de un tiempo a
esta parte en los territorios el enemigo
histórico ha perdido nitidez.
Y salvo honrosas excepciones, hoy el pensamiento crítico circula en el
ámbito académico - con todas las limitaciones que este tiene - mucho más que en
las organizaciones de base.
Sin embargo, más allá de una militancia
consecuente que no abandona el espacio público y de una gestión canalla que no
deja de reinventarse, el año que pasó exhibe indicadores de mediano y largo
plazo dignos de volver a subrayarse:
El presente universal del trabajo - condicionado
por el impacto de la innovación tecnológica - confirma que en los tiempos venideros ningún proceso productivo volverá a absorber
la mano de obra de otrora, lo que alimenta la transformación en curso de
clase obrera en clase trabajadora (formal e informal), con un saldo general de
cierta merma de organicidad, que en nuestro país viene paliando la existencia
de una dinámica Confederación de Trabajadores/as de la Economía Popular.
Pero acaso el fenómeno más auspicioso a
destacar sea - a todas luces - un movimiento de mujeres que viene interpelando
hasta lo más hondo los hábitos y costumbres de sociedades patriarcalizadas
desde su fundación, lo cual seguramente irá afinando su puntería y ampliando
consensos, pero que ya exhibe un perfil preponderantemente no estatalista e
insurgente (como lo define la antropóloga feminista Rita Segato) presto a demostrar que la lucha de género, lejos de
obstruir la lucha de clases, la integra en un todo más complejo y disruptivo,
que tienta a los varones en vías de deconstrucción a dar la bienvenida a esta
mirada reinventora de una utopía capaz de salvar la vida en el planeta.
Lo territorial y autogestivo, entonces, siguen
indicando el rumbo que nos toca recorrer en pos del Buen Vivir de nuestro pueblo.
Lo
pequeño se hace grande cuando lo grande no existe
Así las cosas en una Argentina empeñada en
recuperar el cauce de sus días más luminosos.
No obstante, en la trastienda de las noticias
que los medios hegemónicos ofrecen a la manera de un “menú del día”, circulan
perlitas de esas que Rodolfo Walsh no pasaría por alto.
Una de ellas ocurrió recientemente en la
localidad bonaerense de William Morris, donde la Policía Federal supuestamente
perseguía a unos motochorros, cuando embistió a otra moto en la que viajaban un
pequeño y su madre. El niño salió del accidente muy lastimado; la mujer - que
paradojalmente se ocupaba de monitorear cámaras de seguridad - quedó en grave
estado. El hecho provocó la ira de los vecinos, ante lo cual un efectivo de la
fuerza interviniente amagó con desenfundar su pistola reglamentaria. Pero fue
inmediatamente nockeado por uno de los presentes. Ese gesto - políticamente
incorrecto para las mentes biempensantes -, perpetrado en plena vigencia de la Doctrina Chocobar, habilita a seguir confiando
en la capacidad de indignación de nuestro pueblo.
Más aún si recordamos aquella estrofa del
cantautor uruguayo Daniel Viglietti: “que una gota, con ser poco, con otra se hace aguacero”.
JORGE FALCONE
(*) La imagen que ilustra esta nota alude al
filme “Ellos viven!” (1988, John Carpenter), de visión imprescindible para
comprender las estrategias persuasivas de la coalición que nos gobierna: https://vimeo.com/258569441
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