miércoles, 17 de junio de 2020


AFRONTANDO EL PORVENIR 
CON LA LÓGICA DEL AMO
















“El endeudamiento socializa las pérdidas y privatiza las ganancias”.

Julio Gambina,
economista de la CTA Autónoma y miembro de ATTAC


Cuenta regresiva para el mundo conocido

El brote de coronavirus está en apogeo en la región, causando más de 74.000 muertes, hundiendo en picada a sus economías y dejando en la pobreza a más de 200 millones de personas, según estiman lxs expertxs.

En las últimas horas, el gobierno golpista de Bolivia no ha podido impedir que se filtrara el dato de 6 víctimas fallecidas durante la espera de asistencia médica. Trascendió, además, que una de ellas recorrió sin suerte 7 centros de atención, y su familia a posteriori debió recorrer 3 cementerios para poderla sepultar.

Tomando en cuenta la proporción poblacional, no existe gran diferencia entre lo que ocurre en la nación andina y lo que sucede en EEUU, porque lo que está en juego es un modelo económico de muerte, que no distingue entre desarrollo y sub desarrollo. 

Los pocos países que han ensayado flexibilizar medidas de aislamiento se han topado con rebrotes de COVID que en algunos casos recomendarían volver a foja cero, y los que - relativizando índices alarmantes de contagio - se empeñan en abrazar el espejismo de “volver a la normalidad”, hoy exhiben restaurantes que sirven a sus comensales en cabinas de cristal de cuyos ventanucos hay que asomar la copa para requerir al mozo o moza un poco más de vino.

Pero la pandemia que hoy nos azota sólo es uno entre otros factores constituyentes de la crisis civilizatoria en curso.

Determinado por un calentamiento global que ya asciende a 2° más de temperatura que en la era pre industrial, no pocos especialistas avizoran un colapso del sistema-mundo vigente a producirse en 150 o 200 años, de no implementarse durante el lapso comprendido entre 2020 y 2050 un giro copernicano en la matriz productiva hegemónica.

Es más, lxs entendidxs en la cuestión sostienen que, aunque elimináramos ya las emisiones de CO², el impacto de los desatinos producidos durante los casi dos siglos de vigencia del capitalismo tornaría inexorable dicho desenlace.

Sobran indicadores que lo confirman. De hecho, el crash de las energías no renovables (petróleo, gas, carbón, uranio, hidrógeno) se produjo en 2018.

En todo caso, lo más preocupante es que en un momento en que - producto de catástrofes de todo tipo -  parece aumentar la conciencia ambiental, cuando se habla de cambio climático buena parte de lxs analistas omite responsabilizar al capitalismo, ya que, pese al empeño de muchxs, el mito del crecimiento económico y las tecnologías “salvadoras” mantiene singular vigencia. Sin embargo, pensadores como John Zerzan, ecofilósofo anarcoprimitivista estadounidense, opinan que todas las tecnologías generadas por el capitalismo llevan la huella jerárquica de la explotación del trabajo.

Existe consenso a su vez en que el colapso mencionado será gradual, y no impactará tanto en el contexto rural como en el urbano: A ese respecto, Detroit  - meca de la industria automotriz norteamericana - es un espejo que adelanta.

Pero frente a las visiones más catastrofistas, van tomando cuerpo alternativas como el decrecentismo y el neo ruralismo, consistentes en vivir mejor con menos; esto es, recuperando la vida social, el ocio creativo, el reparto del trabajo, la producción a escala humana, la vida local y el ejercicio de la democracia directa, y la regulación voluntaria del consumo

Lxs promotores/as de dicho ideario reivindican el hecho de que los anarquistas de ultramar que tomaron contacto con nuestras comunidades originarias durante las tres últimas décadas del Siglo XIX y las tres primeras del Siglo XX constataron que estas tenían prácticas de tipo libertario. Sin ir más lejos, Osvaldo Bayer recordaba que Rauch, el coronel prusiano contratado en 1826 por Bernardino Rivadavia para exterminar a los ranqueles, justificó aquel genocidio, entre otros argumentos, con el de que eran anarquistas, y eso atentaba contra el avance de la civilización porque carecían de sentido de la propiedad. El rumbo que va tomando la Historia parecería recomendar la recuperación del saber ancestral de esos pueblos que han sabido relacionarse con la naturaleza como con un semejante.

Por lo demás, esa “nueva normalidad” a la que tantas conjeturas dedican los medios de comunicación masiva, exigirá reparar en algunos datos alarmantes, como que - muy a pesar del auge feminista de los últimos años - la despatriarcalización de nuestras sociedades se halla a significativa distancia de concretarse, cuando - según estadísticas proporcionadas por el Profesor en Ciencias Políticas español Carlos Taibo en Foro Enciende la Tierra, Caja Canarias 2019 - a nivel global el 70% de lxs pobres y el 78 % de lxs analfabetxs serían mujeres, que a la vez estarían haciendo el 67% del trabajo a cambio del 10% de la renta.

De modo que hoy el compromiso primordial de los pueblos consiste en evitar que se imponga la voluntad de quienes consideran que en el mundo sobra gente, ya que desde luego ellxs se refieren a quienes naufragan en Lampedusa o no cuentan en la previsión de respiradores; vale decir, a nosotrxs, los habitantes del saqueado Sur Global.


Vicentin: ¿Emblema de soberanía
o improvisación de un gobierno sin programa?

Si uno de los arietes con que asfixian a los pueblos las Sociedades del Control son las deudas, consignemos que la negociación de la nuestra no incluye quita alguna de capital. No sólo eso: En lo que va de esa pulseada, el Ministro Guzmán ya entregó 10.000 millones de dólares de ventaja a los acreedores, que aspiran a cobrar sus bonos a 55 y, apostando por un crecimiento de la economía nacional, vender luego a 70. Pero no nos adelantemos: El trato no está cerrado, y aún podemos salir más perdidosxs.

Por otra parte, a 7 meses de gestión, puede considerarse que el Caso Vicentin constituye la primera iniciativa de gobierno de un presidente que hasta la fecha ha sido un mero administrador de la cuarentena.

Oportunamente, ese stablishment defraudado por Mauricio Macri apostó por las diferencias que Alberto Fernández expuso durante 9 años respecto a las políticas económicas del cristinismo. Pero no consigue digerir la palabra “estatización”.

La firma Vicentin S.A.I.C., dedicada al procesamiento y exportación de granos, invirtió grandes capitales endeudándose demasiado. Ante el cambio de gobierno, sus acreedores fijaron precio a esa deuda leonina y exigieron saldarla cash. De ahí su situación de quiebra actual y el llamado a Concurso de Acreedores decidido por la Justicia, lo que colisiona con el DNU que pondrá a consideración del Congreso el Ejecutivo Nacional.

Según trascendidos, Ricardo Echegaray - ex Administrador de la AFIP - propuso  a la Vicepresidenta intervenir la empresa desde el Banco Nación, pero ella decidió  estatizarla cuanto antes.

Mientras el primer mandatario se reunía con el titular del holding empresario, el reincidente José Luis Manzano hacía su juego como lobista para salvarlo.

Los datos que circulan permiten interpretar que se buscará replicar el modelo del hoy devaluado YPF.

Pero a esta altura de los hechos cabe preguntarse si Sergio Massa, quien debería conseguir los votos necesarios para concretar la operación, conseguirá finalmente hacerlo, toda vez que el Peronismo Federal - donde alguna vez tuvo ascendiente -  en este momento apoya otro proyecto presentado por un ex socialista santafesino, al que también adhiere Roberto Lavagna.

A pesar de lo descripto hasta aquí, el oficialismo más obtuso - prescindiendo de la letra chica del proyecto, cuyo tratamiento ha ignorado a sus trabajadorxs - ha tenido el tupé de comparar la intervención a Vicentin con la nacionalización de ferrocarriles producida por el General Perón el 1° de marzo de 1948 (!)

Lejos de tales enjuagues, y dado que el hambre no admite dilaciones, crece la desobediencia civil desafiando al confinamiento, con marchas del sindicalismo combativo a Plaza de Mayo en repudio al pacto UIA - CGT y corte en Puente Pueyrredón reclamando la expropiación del Frigorífico Penta.

Por su parte, preocupadas por los escasos insumos que suministra Desarrollo Social, las organizaciones populares con presencia en el Estado, y el sindicalismo de base que las acompaña, bajo el nombre de “Manifiesto Nacional por la Soberanía, el Trabajo y la Producción”, acaban de presentarle al gobierno un paquete de medidas que, de ser tomado en cuenta, produciría un auspicioso viraje en su errática orientación actual. Resulta lícito interrogarse si habrá capacidad de escucha para un programa soberanista como el que los sectores aludidos pretenden difundir ampliado el Día de la Bandera. Es de esperar que, de no ser así, ante el autismo del Palacio la calle imponga su voz.-


JORGE FALCONE

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