miércoles, 3 de junio de 2020


NINGÚN PUEBLO EXTRAÑA 
LA VIEJA “NORMALIDAD”














“Si me dijeran pide un deseo
preferiría un rabo de nube.
Un torbellino en el suelo
y una gran ira que sube.
Un barredor de tristezas,
un aguacero en venganza,
que cuando escampe parezca
nuestra esperanza”.

Silvio Rodríguez


Lo sabemos. No es el fin del capitalismo. Ni siquiera ocurre que esté asegurada la derrota del presidente norteamericano en las próximas elecciones. Pero lo cierto es que el mes en curso despuntó con la inolvidable imagen de la sede del poder imperial yanky cercada por manifestaciones masivas, al punto que debió apagar sus luces por primera vez en décadas, y Donald Trump tuvo que refugiarse en un búnker. Mientras tanto, el fuego de la rebelión iluminaba Washington DC. Y no se trata ni de un filme apocalíptico ni de un espejo que adelante lo que el Sur Global espera desde hace tiempo. Lo cierto es que muchxs muertxs queridxs, desde Mario Roberto Santucho a Berta Cáceres - sólo por citar apenas un par de ejemplos contemporáneos -, hubieran dado cualquier cosa por ser testigos de estas circunstancias.

Alguna vez Fidel Castro sentenció que “veremos primero una Revolución triunfante en EEUU antes de una contrarrevolución en Cuba”. Y el revolucionario peronista John William Cooke escribió que el derrumbe del  Gran País del Norte no sería obra de los propios norteamericanos sino de los millones de inmigrantes marginados que ejercen tareas subalternas en él . Puede que no haya llegado su hora aún, pero lo que está sucediendo allí en plena cuarentena  seguramente guarde un cierto parentesco con aquellos vaticinios.

La revuelta está dejando imágenes memorables. Cabe pues tomar nota de la lección que - cuándo no - vienen dando las mujeres, cuando las blancas arman una muralla con sus cuerpos para proteger a las negras, sororidad que ya no reconoce frontera alguna.

Es probable que aún no haya un nuevo fantasma recorriendo el mundo, pero si en tanto lxs condenadxs de la tierra incendian wall marts en el centro de gravedad del poder imperial, lxs franceses/as replican la protesta armando barricadas con bicicletas aeróbicas en llamas, es irrebatible que está siendo posible  globalizar la solidaridad. Entonces se demuestra palmariamente que no estamos inexorablemente condenadxs a ser el mundo que aventuran las distopías hollywoodenses, hípertecnificado, poluído, y socialmente estratificado, donde unxs pocos ELLXS disfrutan de todo el confort y unxs muchxs NOSOTRXS comemos mierda sirviéndoles como esclavxs. El presente grita que hay otros horizontes posibles. Y que la mecha de su búsqueda enciende fácil y es cada vez más corta.

Entonces ya no suena maximalista afirmar que el viejo mundo cruje, no importa cuánto más tarde en resquebrajar y derrumbarse.

Mientras, esta remota y dolida latitud del Sur Global sigue acumulando vejámenes: Pibe fusilado a manos de terrateniente por perseguir gomera mediante una liebre  atravesando campo ajeno; qoms avasalladxs de madrugada y conducidxs a una celda para ser rociadxs con alcohol, torturadxs y violadxs… como si el legado de los genocidas Massera, Camps, o el Tigre Acosta continuara apañando   atrocidades (nunca hay originarixs en la TV progre porque eso interpelará a un país cuya Constitución se funda en su genocidio); contaminación fatal de Ramonas en plena llaga social de esa capital puerto que el turismo aún compara con París.

Lo curioso, en todos los casos, es que el sentido común imperante concentra toda responsabilidad sobre los Capitanich o Larreta… pero nunca los Fernández. Como si El Hombre Prórroga (prórroga de cuarentena, prórroga de negociación de  deuda)  - que en su discurso de asunción prometió gobernar con los 24 distritos del país - estuviera socialmente eximido de hacerlo, como si fuera lógico que sólo le hablara al medio pelo porteño, y bastara con que su gestión se ocupara, ya no prioritaria sino EXCLUSIVAMENTE, de tomar medidas sanitarias. Suena redundante recordar que “Dios está en todas partes pero atiende en Buenos Aires”, sin embargo más allá de frases trilladas, resulta incontrastable que hace falta un enorme blindaje mediático para sostener la ilusión de que la República Argentina es como una Matrix de 60 cuadras alrededor del obelisco, y el resto, la América Profunda sin control ni remedio.

Digámoslo con todas las letras: Esa partidocracia demoliberal que nos trajo hasta aquí forma parte de un mundo que sólo merece como destino el basural de la Historia.

Por fortuna - a pesar del control estatal vía SUBE y los engorrosos trámites requeridos para circular -, saludablemente hay desobediencia civil. Se multiplica la rebeldía de lxs estafadxs, desde los choferes ganando las calles de Rosario a lxs obreros frigoríficos quilmeños marchando a Puente Pueyrredón, pasando por el llamado a armar 100 ollas solidarias convocado desde la Plaza Moreno platense. Y recorren la Reina del Plata numerosas voluntades solidarias con lxs caídxs desde Minneápolis a la Villa 31.

Parafraseando al viejo Jauretche, si no “es pa todos la cobija”, habrá sonado la hora del desacato.-


JORGE FALCONE

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